sábado, 30 de enero de 2016

Corea del Norte no es para tomar en broma

El excéntrico líder norcoreano Kim Jong Un

Por Veintitres


El excéntrico líder norcoreano Kim Jong Un
Por Eduardo J. Vior
Desde la muerte, en 1994, del fundador de la República Democrática Popular de Corea, Kim Il Sung, es costumbre en los medios occidentales caricaturizar a los líderes de Pyongyang como excéntricos y cómicos. La palma se la lleva el joven Kim Jong Un (1983- ), en el poder desde hace cuatro años. Especialmente, la prensa norteamericana lo trata como niño lunático y malcriado a quien por puro capricho le gusta cada tanto dar golpes de efecto: lanzar cohetes tierra-mar, hacer estallar minas en la zona desmilitarizada entre ambas Coreas, organizar grandes maniobras militares y, finalmente, el pasado 6 de enero, el experimentar con un artefacto nuclear en el norte del país. Según Pyongyang, se trató de una bomba de hidrógeno; según observadores extranjeros, sólo fue la cuarta bomba atómica. 

Como si estuvieran programados, los estadounidenses sobrerreaccionan a las demostraciones de poderío militar norcoreano. Esta vez mandaron a la península un B-52 cargado de cabezas nucleares y llenaron el ciberespacio farfullando sobre la “irracionalidad” de Kim Jong Un. Por el contrario, si se analiza la conducta del pequeño país comunista en las últimas décadas, se entiende la necesidad que sus líderes perciben de devolver a Washington a la realidad. El verdadero peligro de un enfrentamiento en el nordeste de Asia para la paz mundial deriva de que EE.UU. no toma en serio a Norcorea.

En un clima tan enrarecido, nadie percibió la oferta norcoreana del pasado viernes 8 para detener sus tests nucleares, a cambio de que EE.UU. y la República de Corea congelaran sus maniobras militares conjuntas y negocien un tratado de paz que ponga fin al estado de guerra que subsiste entre ambas Coreas desde 1953. Corea del Norte ha prometido también no exportar su tecnología nuclear, si EE.UU. la reconoce como octava potencia atómica.

Kim lanzó la última bomba poco antes de comenzar la campaña electoral norteamericana, para recordar a los precandidatos de ambos partidos que deben conversar con él, si quieren aprovechar las oportunidades que les brinda el reciente Acuerdo Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés). Con este desafío, el líder norcoreano se adelanta en la defensa del interés nacional a su competidora del sur, Park Geun-hye, que, aunque tampoco firmó el TPP, calla ante el nuevo monstruo comercial y financiero por su alianza con Washington y Tokio. 

Park (2013-18) es hija del dictador Park Chung-hee, que entre 1961 y 1979 modernizó la mitad sur del país bajo la protección de Estados Unidos, aunque en conflicto con su aliado japonés que recién en diciembre pasado reconoció parcialmente sus crímenes de guerra. La mandataria preside el conservador partido Saenuri (de la Nueva Frontera) y busca la reunificación pacífica del país según el modelo alemán, pero, como China se ha negado a presionar al Norte, para que desista de su plan nuclear, Seúl es impotente ante Pyongyang.

Sin la colaboración china tampoco se pueden aplicar sanciones económicas contra Corea del Norte, porque ésta tiene una economía autárquica que sólo depende de importaciones chinas. Aunque a Beijing no le gusta la política nuclear norcoreana, no va a ceder a las presiones occidentales, para evitar que Seúl reunifique la península bajo su hegemonía.
Kim Jong Un ordenó el ensayo nuclear, en primer lugar, para que el próximo congreso del gobernante Partido del Trabajo, en mayo, convalide su liderazgo. También previó correctamente que Surcorea no se asustaría demasiado y advirtió al próximo presidente norteamericano que debe negociar, aunque deba esperar un tiempo antes de obtener el ingreso al club de las potencias atómicas. 

¿Quién es este presidente de 32 años que parece moverse a sus anchas en el juego mundial por el poder? Kim Jong Un es el segundo hijo del ex-presidente Kim Jong Il (1994-2011) y nieto de Kim Il Sung (1948-94), fundador del Partido del Trabajo y de la República Popular. Aunque los datos son inciertos por el secretismo del régimen norcoreano, se sabe que el tercer Kim fue a la escuela en el cantón de Berna, Suiza, entre aproximadamente 1993 y 2000. De 2002 a 2009 concurrió a la elitista Universidad Kim Il Sung de Pyongyang, hasta que su padre lo eligió como sucesor. Kim comenzó entonces una acelerada carrera honorífica en el Partido y en el Ejército, pero, para que pudiera arribar al poder supremo, fue necesario purgar a cientos de dirigentes y ejecutar a parientes cercanos. Así son las reglas sucesorias en sistemas dinásticos.

Kim Jong Il murió en diciembre de 2011 y su segundo hijo asumió progresivamente sus funciones, hasta que en julio de 2012 fue promovido a wonsu (que puede traducirse como Mariscal, la máxima jerarquía militar). Además de continuar jugando al póquer atómico (una herencia de su padre), el joven Kim ha introducido una inteligente variante en la política económica norcoreana: en 2013 creó el “Sistema socialista de gerenciamiento responsable de las empresas” que da una cierta autonomía a las corporaciones estatales y mejora el sistema de distribución. Al mismo tiempo impulsa las huertas comunitarias que han mejorado sensiblemente la alimentación de la población. Las reformas económicas han aumentado el apoyo de la población a su política.

Kim Jong Un es un autócrata que ha consolidado su poder mediante la eliminación física y política de sus competidores, el fortalecimiento militar y un relativo éxito económico. Sabe manejar las tradiciones de la dictadura nacional comunista y controla el juego de póquer internacional para hacer oír a su pequeño país. Las alabanzas que recibe de Donald Trump no son casuales. Ambos tienen sentido de realidad y conocen las posibilidades y los límites del poder. Kim espera que los próximos presidentes de los Estados Unidos y de Surcorea sean realistas y acepten que una Corea reunificada con un Estado y dos sistemas es la mejor garantía para la paz regional y mundial. No obstante, como ni Washington ni Beijing ni Tokio quieren que en el nordeste de Asia surja una nueva potencia, el líder norcoreano sabe que tendrá que esperar. Como es joven, tiene claridad y aguante, habrá que tomarlo en serio.

domingo, 24 de enero de 2016

Macri perdió en Suiza el tren de la revolución 4.0

DAVOS, UNA CITA PARA VER Y MOSTRARSE

Eduardo J. Vior 24 de Enero de 2016 | 12:00
David Rothkopf, presidente y editor en jefe de la revista Foreign Policy, así como ex subsecretario de Comercio Internacional de Estados Unidos en el gobierno de Bill Clinton, dijo alguna vez que hay dos razones para asistir a las reuniones anuales del Foro Económico Mundial en Davos: por un lado mostrarse y hacer contactos, por el otro averiguar para qué están allí los demás. "En Davos se conforma el sentido común predominante en el mundo", añade Rothkopf.
De estos lujosos encuentros surgen las opiniones que prevalecerán en el mundo político y empresario europeo y estadounidense. No importa si son visiones realistas o ilusiones; por el peso y la fuerza de los actores allí congregados, estas percepciones modifican la realidad.
El tema del foro de este año ha sido "la Cuarta Revolución Industrial" que Klaus Schwab, el economista alemán organizador del Foro desde 1971, describe del modo siguiente: "La Primera Revolución Industrial usó el agua y la fuerza del vapor para mecanizar la producción. La segunda utilizó la energía eléctrica para masificar la producción. La tercera aplicó la electrónica y las tecnologías de la información para automatizar los procesos productivos. Desde mediados del siglo pasado se viene perfilando una Cuarta Revolución Industrial caracterizada por una fusión de tecnologías que borra los límites entre la esfera física, la digital y la biológica."
En su mezcla de descripción, predicción y programa, empero, el economista destaca que la desigualdad es el mayor riesgo que puede acarrear el desarrollo tecnológico. Mientras que una minoría de desarrolladores e inversores se benefician, la masa de los trabajadores y muchos cuadros técnicos y profesionales ven reducido su nivel de vida. Esto explica la insatisfacción de muchos ciudadanos de los países más desarrollados con sus gobiernos y empresas.
Esta mezcla de humores pudo notarse también este año en Davos. El optimismo con el que hace un año empresarios, consultores y políticos preveían la superación de la crisis económica mundial ha dejado su lugar a percepciones contradictorias: en primer lugar, la mayoría de los participantes en el foro está previendo un bajo crecimiento de la economía mundial, pero ninguna recesión.
Segundo, preocupa mucho que la Unión Europea pueda romperse por la crisis migratoria y/o por la eventual salida de Gran Bretaña como resultado del referendo que deberá tener lugar a fines de 2017. La crisis migratoria se ha convertido ahora en una amenaza para la unidad del propio bloque continental, si se acaba la libre circulación de las personas dentro de Europa. Al mismo tiempo, si Gran Bretaña abandona la UE, ambas se perjudicarán. Por eso David Cameron aprovechó su estadía enDavos para seguir renegociando la permanencia de su país en la Unión.
La volatilidad en los mercados financieros fue la tercera causa de nerviosismo para los participantes en el encuentro. La perspectiva de que el cada vez más lento crecimiento chino se convierta en una recesión aterroriza a inversores, financistas y especuladores de todos los países.
Tercero, la transformación tecnológica enunciada por Schwab es percibida por empresarios y políticos como un riesgo para la seguridad, los mercados y el empleo. No obstante, en cuarto lugar, el ímpetu que tomaron este año las negociaciones espontáneas entre inversores e innovadores demuestra que todos temen los nuevos desarrollos, pero nadie quiere quedarse afuera.
Finalmente, los atentados que el Estado Islámico y al Qaeda hacen en distintas partes del mundo han agudizado la sensación de inseguridad de la elite económica y política mundial.
El Foro Económico Mundial de Davos dejó este año una sensación contradictoria: por un lado, la elite política y económica del capitalismo mundial está preocupada por las crisis en China y Europa así como por el terrorismo, por el otro,se anuncia un nuevo empujón científico-tecnológico del que nadie quiere quedar excluido.
Descuidando completamente este contexto la delegación argentina se dedicó a buscar créditos especulativos e inversiones en el sector primario que no aportan nada al mediano desarrollo científico y tecnológico ya alcanzado por Argentina. Como lo insinúan los primeros pasos dados por este gobierno en materia educativa, parece que en este rubro retrocedemos al nivel de principios de siglo.
La comunicación dada por el Tesoro de Estados Unidos el pasado jueves, informando que se levantan los vetos contra el otorgamiento de créditos para Argentina en los organismos multilaterales, sólo confirma a posteriori que nuestro país sufrió desde 2011 el bloqueo financiero de Washington y no representa ningún logro del gobierno argentino. El pedido de ingreso a la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE) y la vuelta a los monitoreos periódicos del FMI, en tanto,someten nuestras decisiones económicas a los valores y pautas del capital financiero.
Si la participación en el Foro Económico Mundial en Davos tiene sentido para mostrarse ante los ricos y poderosos del mundo y para evaluar el estado de ánimo de esa elite, la presentación de Mauricio Macri careció de mayor relevancia.
En el balance del foro el aspecto más positivo fue el entretejido de contactos para impulsar "la Cuarta Revolución Industrial". Argentina está en muy buenas condiciones para llevarla adelante: nuestros trabajadores están medianamente bien educados, gozan de buena salud, las condiciones generales de vida son aceptables y tenemos una cantidad creciente de científicos y tecnólogos en condiciones de innovar. Por supuesto que en todos los aspectos hay que invertir mucho.
El presidente, en cambio, priorizó a empresas petroleras, petroquímicas y tecnológicas ya instaladas en el país y que –salvo Coca-Cola– no comprometieron grandes inversiones. Como además demostró falta de profesionalidad política en el trato con los medios, tampoco destacó por su figura, su palabra o la riqueza del mensaje que dio.
Fue un viaje demasiado caro para arreglar negocios que también se podían tratar por Skype. «

martes, 19 de enero de 2016

Ingresar al TPP es entregar la soberanía y robar al pueblo

Lun, ene 18 2016

Argentina puede ahogarse en el Pacífico

por Eduardo J. Vior
Mauricio Macri no esconde su intención de sumar el país a la Asociación Transpacífica y se espera que lo analice en Davos en una reunión con el vicepresidente Joe Biden.
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El pasado sábado 16 la agencia EFE difundió un informe titulado “América Latina, un nuevo modelo exportador”, en el que se propone la incorporación a los acuerdos de libre comercio, principalmente a la Asociación Transpacífica (TPP, por su sigla en inglés), como medio para sacar al subcontinente de su crisis actual. Como esta idea ha adquirido el valor de axioma, conviene esclarecer públicamente sus implicaciones.
El TPP es un acuerdo económico y comercial abarcador y complejo firmado el pasado 5 de octubre entre Estados Unidos, Canadá, México, Perú, Chile, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur, Brunei, Australia y Nueva Zelanda después de siete años de negociaciones secretas. El tratado baja las barreras comerciales entre los países miembros, homogeneiza las normas laborales, sociales, medioambientales, sobre propiedad intelectual y transparencia gubernamental y sienta criterios de “buena práctica”. Una de sus particularidades reside en que establece tribunales arbitrales privados para resolver controversias entre estados y empresas.
El TPP se dirige evidentemente a aislar a China del área Asia-Pacífico y “perforar” los acuerdos de cooperación regional que no incluyen a EE.UU. (Asean y Mercosur). En EE.UU. se espera que traiga importantes ventajas para agricultores, empresas tecnológicas, farmacéuticas, aseguradoras y grandes manufactureras, pero también algunas grandes corporaciones de otros países sacarán ventajas.
A partir de que en 2012 Wikileaks posteó el borrador secreto del capítulo sobre propiedad intelectual, sanitaristas, sindicalistas, ambientalistas, activistas por la libertad en Internet y grupos por los derechos humanos de distintos países cuestionaron severamente el secreto de las tratativas y la violación de derechos elementales por el acuerdo.
Mauricio Macri no esconde su intención de sumar el país a esa asociación. Para ello, como primer paso, en el Foro Económico de Davos (20-23 de enero) se reunirá con el vicepresidente norteamericano Joe Biden, y concertará la conversación que mantendrá con el presidente Barack Obama en Washington a fin de marzo. En la misma se definiría la modalidad de la incorporación argentina al Acuerdo Transpacífico, lo que se formalizaría en noviembre, cuando el estadounidense visite Buenos Aires tras la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Lima.
Washington sabe que no será sencillo sumar a Argentina al tratado, porque el Mercosur debe prestar su conformidad, pero confía en que el nuevo eje Buenos Aires-Asunción-Montevideo se imponga sobre la resistencia brasileña, boliviana y venezolana.
Que la libertad de comercio sea beneficiosa para un país depende de su competitividad y ésta, a su vez, de los costos de producción y/o del valor agregado a los bienes y servicios que se transen, de la distancia hasta los mercados consumidores y de su disponibilidad de capital para invertir. Como ningún país latinoamericano puede bajar los costos del trabajo al nivel asiático, sólo nos queda aumentar el valor agregado, para lo que necesitamos trabajadores sanos, bien educados, con buenas condiciones de vivienda, transporte y servicios, así como buen transporte y comunicación.
También deben darse condiciones políticas, institucionales, jurídicas y culturales favorables. De lo contrario, un acuerdo de libre comercio liquidaría la industria nacional, empobrecería a regiones enteras y dejaría a millones de trabajadores en la calle. Es de esperar, por consiguiente, que el gobierno nacional sea prudente al tomar sus decisiones.

sábado, 16 de enero de 2016

Obama deja un país profundamente dividido

EL "SUEÑO AMERICANO" ENGENDRA MONSTRUOS

Eduardo J. Vior 16 de Enero de 2016 | 12:00 
En su último mensaje sobre el Estado de la Unión, el presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, prescindió de presentar al Congreso el habitual catálogo de leyes que este debería aprobar, para llamar a su pueblo a renovar su unidad en pos del "sueño americano", la utopía del progreso individual permanente.
"Una de las cosas que más lamento de mi presidencia es que el rencor y la sospecha entre los partidos hayan empeorado en vez de mejorar", dijo el presidente en uno de los pasajes más emocionales de su alocución.
Estos mensajes siguen habitualmente una fórmula bastante rígida: empiezan destacando que el estado del país es fuerte, para elogiar luego la política económica aplicada por el presidente, presentan a continuación una lista de las leyes que el Congreso debería aprobar, subrayan sus éxitos en política exterior (generalmente cerca del final, porque, al felicitar a los soldados por su esfuerzo, se aseguran el aplauso unánime de la asamblea parlamentaria) y terminan subrayando la excepcionalidad del carácter nacional norteamericano con un "¡Dios bendiga a América!".
El mensaje presidencial del pasado martes 12 se ajustó a este esquema. No contuvo muchas ideas nuevas, sino que convocó a seguir creciendo y mejorando la calidad de los empleos, propuso que el desarrollo tecnológico sea aprovechado también por los más vulnerables, mejorando el acceso a la educación y su calidad, se explayó sobre la necesidad de implementar una política exterior responsable sin ser policía del mundo y especialmente llamó a superar las profundas divisiones partidistas actuales.
Aunque Obama buscó dar una perspectiva de futuro, no se privó de influir sobre la campaña electoral que comenzará oficialmente a fines del mes, cuando se reúnan en Iowa las primeras asambleas que eligen a los candidatos de cada partido. Así, en obvia referencia a Donald Trump, comentó que "cuando nuestros políticos insultan a los musulmanes (…), no ganamos en seguridad." En este y en otros pasajes de su discurso Obama adoptó el tono aleccionador que tanto le gusta.
El mandatario insistió mucho sobre las opciones que se presentan a los congresistas y las posibles consecuencias de sus decisiones. Especialmente al referirse a la política exterior, abogó por un intervencionismo mesurado: "Conducir al mundo implica aplicar sabiamente el poder militar y agrupar al planeta detrás de causas justas", puntualizó.
En suma, se trató de un discurso en el que habló mucho sobre el futuro, para legitimar su propio legado. Enraizado en una honda tradición patriótica apeló a la iniciativa ciudadana para que impulse a los partidos a unirse. Sin embargo, la profunda división actual de Estados Unidos no se origina en los partidos,sino en el cisma cultural que recorre toda la sociedad norteamericana desde el fin de la Guerra Fría.
Para el presidente, la desigualdad –que en Estados Unidos es siempre racial–, es un factor más de la polarización, junto a las transformaciones económicas y tecnológicas y la intolerancia, pero la enorme concentración de la riqueza alentada por todos los gobiernos desde la década de 1980 es la principal responsable por el odio faccioso y la violencia imperantes. Para superarlos, el presidente propone reinventar "el sueño americano", la utopía del eterno progreso de la libertad individual, aunque hace ya muchos años que el extremo individualismo y el bienestar general son incompatibles.
Francisco de Goya, un aragonés genial, ya lo pintó hace dos siglos: el sueño de la razón engendra monstruos. «

viernes, 8 de enero de 2016

El liderazgo protector vence al neoliberalismo

Con 44 años, suma fans en la política y las redes sociales

Canadá y el fenómeno Justin

Por Veintitres

06.01.2016
  
Con 44 años, suma fans en la política y las redes sociales

Canadá y el fenómeno Justin
Por Eduardo J. Vior
A dos meses de haber asumido el gobierno de Canadá, el primer ministro, Justin Trudeau, sigue encantando a la mitad de su país y a muchos extranjeros, pero pronto deberá presentarse a examen, para verificar hasta qué punto su desenfadado estilo representa una alternativa real a su acartonado predecesor Stephen Harper (2007-15) y a sus vecinos estadounidenses.
El segundo primer ministro más joven de la historia canadiense (44 años) fue la gran sorpresa de las elecciones parlamentarias del 19 de octubre pasado. En tres años de liderazgo llevó a su partido al primer puesto electoral, movilizó a las urnas a tres millones de votantes más que en 2011 y atrajo de vuelta al electorado mayor. Además del cansancio social ante la rispidez de su antecesor, Trudeau expresa la postura multiétnica, tolerante, no intervencionista y cuidadosa del Estado liberal de bienestar de la mayoría de la población que habita la mitad oriental del país. Por el contrario, en la mitad oeste predominan los votantes masculinos, de mayor edad y rurales, que rechazan las intervenciones excesivas del Estado y defienden la minería y la explotación petrolera.
Desde que asumió, el 4 de noviembre pasado, Trudeau ha subrayado reiteradamente las diferencias de estilo entre él y Harper. Mientras que éste conducía férreamente a sus ministros, el nuevo premier lleva adelante un “gobierno de gabinete” y alienta que sus miembros debatan en público. Contra la timidez de Harper, Trudeau se sumerge en las multitudes y expone públicamente su vida privada. El fanatismo que ha despertado en las redes (sólo comparable con el que provocaron los Kennedy a principios de la década de 1960) le ha valido el apodo de “Trudeau 2.0”. Los medios sensacionalistas subrayan su “sex appeal”.
Sin embargo, la dura realidad ya lo está poniendo a prueba. El alto nivel de deuda pública y el bajo crecimiento económico hacen inviable su promesa electoral de gobernar con un “moderado” déficit anual y realizar reformas redistributivas. El compromiso de recibir hasta febrero a 25.000 refugiados sirios, en tanto, chocó con dificultades organizativas insalvables. La postura ética de su partido se vio asimismo cuestionada, cuando se supo que un recaudador de su campaña (inmediatamente separado) vendía cenas con el futuro ministro de Finanzas. 
La erosión de las clases medias y la sensación de que se cerró el camino del progreso indefinido son comunes a Canadá y EE.UU. y favorecieron a Stephen Harper, en el primero, en 2011, como ahora lo hacen con Donald Trump, en el segundo, pero Justin Trudeau supo capitalizarlas en 2015 en otro sentido convenciendo a los votantes de que su liderazgo tranquilo los cuidaría mejor que la dureza de su predecesor. Para ello amplió el horizonte de los valores representados en el gobierno, al incorporar a las minorías postergadas. 
No obstante, los resultados electorales han demostrado que el país está dividido en dos partes (Este y Oeste), sólo unidas por su modo civilizado de dirimir los conflictos y –según los analistas– Justin Trudeau deberá aprobar diez exámenes, si quiere superar este cisma.
Contra lo previsto, el déficit presupuestario anual se elevará a cerca de 15 mil millones de dólares norteamericanos, sin considerar aún las reformas propuestas. La caída de los precios mundiales de las commodities (Canadá es gran exportador de petróleo, gas, minerales y pescado) y el estancamiento de la economía internacional agravan las perspectivas.
Trudeau se comprometió también a retirar los bombarderos de Siria e Irak y a contribuir de otro modo a la lucha contra el Estado Islámico, pero aún no definió cómo hacerlo. 
Las dificultades organizativas hacen, asimismo, imposible acoger tantos refugiados sirios como prometió.
Para cumplir con el documento de la cumbre climática de París, el primer ministro convocó para marzo a una conferencia con los mandatarios provinciales en la que deberían acordar un plan de acción para reducir las emisiones de carbono, pero los distritos carboníferos del Oeste ya anunciaron su resistencia.
En cambio, la promesa de llegar a un trato igualitario entre el Estado canadiense y las naciones indígenas ya está en práctica mediante la preparación de un informe sobre la desaparición y asesinato de mujeres de dichos pueblos y acuerdos para satisfacer sus necesidades de vivienda, educación, salud, infraestructura, niñez y seguridad local. 
En febrero de 2014, la Corte Suprema de Canadá había derogado la prohibición a los médicos para asistir la muerte consentida de pacientes terminales y había dado al gobierno un año para que promulgara la ley correspondiente que el nuevo gabinete ha prometido presentar el mes próximo.
El Senado Federal, en tanto, es una cámara cuyos miembros hasta ahora se designaban por acuerdo entre los partidos, lo que llevó a numerosas irregularidades y a casos de corrupción. Para subsanarlo, Trudeau ha prometido elaborar una lista de personalidades independientes que se someterán a audiencia pública antes de su designación por el Parlamento, a pesar de las críticas opositoras.
El primer ministro prometió asimismo reformar el sistema electoral de cuño británico en el que “el primero se lleva todo” y los votos de las minorías se pierden. Para ello prevé formar una comisión multipartidaria, aunque ya se lo acusa de buscar sacar ventajas.
El plan para legalizar y regular el consumo de marihuana, a su vez, requiere negociaciones que ya deberían estar comenzando, si se pretenden cumplir los plazos previstos.
Finalmente, la reforma de la legislación antiterrorista del gobierno conservador, para controlar mejor a los servicios de seguridad y proteger los derechos de los habitantes, lo obligará a una dura negociación y a afrontar campañas sensacionalistas en los medios.
El estilo de liderazgo de Justin Trudeau no ha resuelto todavía ningún problema de fondo, pero ha ampliado la base del gobierno. Canadá está social y étnicamente dividido, pero el culto de la diversidad es una marca nacional de exportación que puede aprobar los exámenes más rigurosos. 
Una agenda polémica 
  • Legalización del uso de marihuana 
  • Reforma del Senado 
  • Retiro bélico de Siria e Irak 
  • Reducción de emisiones de carbono
  • Trato igualitario a naciones indígenas 

jueves, 7 de enero de 2016

Saudiarabia reprime a los chiítas para ocultar su crisis

SALMÁN PATEÓ EL TABLERO

Eduardo J. Vior 06 de Enero de 2016 | 12:00 
No es casual que el rey Salmán bin Abdulaziz haya autorizado justo ahora el asesinato del ayatolá chiíta Nimr Bakir al-Nimr por el delito de reclamar libertad de culto. Es que el 25 de enero debe reunirse en Ginebra la Conferencia de Paz sobre Siria y los jeques del Golfo rechazan un acuerdo de paz con el presidente Bashar al Assad. Tampoco están dispuestos a hallar una solución política a la guerra que llevan en Yemen y quieren bloquear la vuelta de Irán a los mercados petroleros. Por estas tres razones agudizan la tensión en Levante.
Desde que el líder espiritual de los más pobres y marginados de la península fue ejecutado el pasado sábado 2, los medios occidentales parlotean sobre la “lucha sectaria” entre sunitas y chiítas, pero el conflicto actual no es confesional. El propio religioso inmolado lo corrigió en 2008, cuando en reuniones con representantes norteamericanos (según Wikileaks) aclaró que Arabia Saudita e Irán chocan por intereses nacionales y que él no se identificaba con ninguna de las partes.
Por su propia teología política el chiísmo no es propenso al extremismo y el terrorismo. Se trata de una creencia tradicionalista cuyo clero está organizado verticalmente y no se inmiscuye en la conducción cotidiana (civil) del Estado. Por esto, aunque teocrática, la República Islámica de Irán es mucho más tolerante que todos los estados vecinos y, excepto operaciones normales de inteligencia, no se le han podido probar nunca acciones terroristas en el exterior. Por el contrario, al carecer de cabeza religiosa, el fundamentalismo de tipo saudita es propenso al extremismo. Además, como Occidente ha instrumentado al Islam durante años, hay miles de mercenarios que sólo saben hacer la guerra por dinero y siempre hallan clérigos dispuestos a darles texto.
No por casualidad, el mismo día de la ejecución del mártir chiíta Arabia Saudita se retiró de las conversaciones para prolongar el cese del fuego en la guerra que en Yemen lleva la coalición internacional liderada por Riad contra el Comité Revolucionario.
Con la crisis abierta el sábado los países del Golfo están agudizando la tensión regional, en tanto la inestabilidad está empujando hacia arriba el precio del petróleo. En 2015 Riad tuvo un déficit público récord de 98.000 millones de dólares, o sea un 15% del PBI.Está claro, por lo tanto, que necesita salir de la trampa en la que se metió al bajar artificialmente los precios de los hidrocarburos y que le conviene desatar una crisis internacional.
SamerAbbud, de la Universidad de Arcadia, Siria, sostuvo ante Al Jazeera que “a pesar de las tensiones actuales, seguramente Arabia Saudita e Irán van a concurrir el día 25 a Ginebra, pero sin interés real en hacer concesiones en Siria. La grieta actual les resulta funcional para deslegitimar tratativas futuras y si no se supera, será imposible tener negociaciones serias”.
Estados Unidos es la potencia más perjudicada por esta agudización de la tensión en Levante. Desde que firmó al acuerdo nuclear con Irán y perdió la esperanza de derrocar a Assad y dividir Siria, busca equilibrar la presión saudita con los futuros negocios con Teherán. Manteniendo la actual situación regional de semiguerra, en cambio,  los monarcas del Golfo los obligan a apoyarlos. Sólo la presión concertada de las grandes potencias puede, por consiguiente, forzarlos a abandonar sus aventuras bélicas y a dar un poco de paz a Levante y al mundo. «

domingo, 3 de enero de 2016

Ni franceses ni islamistas, independientes y pluralistas

LA MEMORIA DE LA INDEPENDENCIA RENUEVA A ARGELIA

Eduardo J. Vior 03 de Enero de 2016 | 12:00
En momentos en que Argelia se apresta a transitar hacia un régimen democrático con acentos propios y a revisar su ubicación internacional, la muerte de Hocine Aït Ahmed el pasado 23 de diciembre revivió en la memoria de su pueblo la tradición socialista, laica, pluralista, democrática de unificación magrebí tres veces frustrada en el último medio siglo.
Decenas de miles de manifestantes acompañaron el viernes 1° el cuerpo del líder del Frente de Fuerzas Socialistas (FFS)a los montes de la Cabilia, el duro este argelino habitado por bereberes (35% de los 40 millones de argelinos), donde fue sepultado. Aït Ahmed había muerto a los 89 años de edad. Previamente, a la llegada del féretro de Lausanne, Suiza, el jueves se realizó un funeral de Estado en Argel.
Nacido en 1926 en la Cabilia, a los 16 años se sumó a la lucha por la independencia y desde 1954, al Frente de Liberación Nacional (FLN) del que fue representante internacional, hasta que en 1956 Francia lo puso preso en Túnez. Al independizarse su país en 1962, regresó, pero rechazó el partido único y en 1963 fundó el FFS. Por su defensa de los Derechos Humanos y de la causa de los bereberes, en 1966 fue a la cárcel de donde escapó dos años más tarde, para refugiarse en Suiza.
Cuando en 1980 se produjo la llamada "primavera bereber", intervino para evitar la violencia y promover el pluralismo y, al anular el ejército en 1991 las elecciones legislativas ganadas por el Frente Islámico de Salvación (FIS), su partido reclamó "ni Estado policial ni república integrista". En 1992 Aït Ahmed propuso un proceso de reconciliación al estilo sudafricano, pero no pudo evitar la sangrienta guerra civil entre el Estado y los yihadistas, que duró diez años. Nuevamente exiliado, en 1995 anunció desde Roma junto con otros seis partidos opositores un acuerdo para la alternancia en el poder, la libertad de cultos y el respeto a la legalidad. Ya enfermo, en 2011 se retiró de la vida política y entregó la conducción de su partido que en 2012 se convirtió en la cuarta fuerza parlamentaria de Argelia.
Apenas muerto Hocine, el presidente Buteflika anunció el pasado día 28 un anteproyecto de Constitución que prevé una democracia pluralista, para cuando el mandatario acabe en 2019 su cuarto período consecutivo. Al hacer el anuncio, el jefe de Estado se mostró en público por primera vez después de una larga enfermedad.
Comienzan, pues, transformaciones muy importantes e inciertas que requerirán del ejército como garante de la estabilidad y la paz social. Para ello, este es comandado desde junio pasado por el general Gaid Salah, mientras que el general "aperturista" Athmane Tartag se hizo cargo en noviembre de Inteligencia y Seguridad.
La transición está afectada por la fuerte baja de los precios mundiales de los hidrocarburos cuya exportación sostiene el 25% del presupuesto argelino. Sobre las necesarias reformas económicas disputan quienes quieren mantener los subsidios actuales a la nafta y la masiva construcción de viviendas sociales (300 mil actualmente en curso) con los neoliberales apoyados por Francia, EE UU y el FMI. Sin embargo, como a principios de siglo faltaban tres millones de unidades y hoy sólo 450 mil, es poco probable que el ejército abandone esta política que ha pacificado el país, tanto que el pasado 8 de diciembre el jefe del brazo militar del FIS, Madani Mezrag, llamó a regresar a la vida política.
La estabilidad interna de Argelia se vincula también con su veto a las intervenciones europeas o norteamericanas inconsultas en la región, aunque deba tolerar a los franceses en Mali y Níger y a los norteamericanos detrás del tráfico de armas y drogas por el Sahara.
Entre la alianza occidental que pretende copar el país, el yihadismo suicida, el islamismo conservador y el renacimiento nacionalista, Argelia aprovecha la muerte del viejo líder para bucear en su memoria y renovar el pacto magrebí de unidad en una sociedad laica y pluralista. Si lo logra, sería la segunda muerte del colonialismo francés. «