martes, 26 de marzo de 2019

En Brasil el golpe está cada vez más cercano

Cuando veas las barbas de tu vecino mesar …

El caos del gobierno de Bolsonaro refleja la impericia de un golpe de estado inacabado que coloca al régimen oligárquico ante la opción de profundizarlo o estancarse
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
26 de marzo de 2018
Eduardo J. Vior
El arresto del expresidente brasileño Michel Temer el jueves pasado representó un desesperado esfuerzo de los jueces de la embajada por salir del pantano en el que se está hundiendo aceleradamente el gobierno resultante del golpe de estado de 2016. Sin embargo, en la medida en que el desorden actual afecta intereses corporativos y los “usos y costumbres” de la elite, Brasil se ha vuelto a poner en camino hacia un golpe de estado. Sólo no hay acuerdo sobre la manera de realizarlo.
Aunque era esperada desde que dejó el gobierno el pasado 1º de enero, la prisión del expresidente Michel Temer el pasado jueves 21 reactivó la crisis que desde hace cinco años sacude al país y paraliza su economía. Aunque algunos especularon con que la detención de Temer desviaría el foco de la atención pública de Bolsonaro, cuya imagen viene cayendo en picada, el arresto complica la articulación en el Congreso para promulgar la reforma jubilatoria, uno de los pilares del programa del nuevo gobierno. Bolsonaro no tiene mayoría propia y necesita tres quintos de los votos de los diputados y senadores para aprobar el proyecto. Sin embargo, la detención de Temer fue interpretada por los caciques parlamentarios como una amenaza del “lava jato” contra la “vieja política”. Como, además de Temer, la Policía Federal había arrestado el jueves al exministro Wellington Moreira Franco, suegro postizo del presidente de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia (DEM), éste avisó al ministro de Economía, Paulo Guedes, que se desentendía de conseguir los votos necesarios para la reforma. El presidente de Diputados está también enfrentado con el exjuez Sérgio Moro, ministro de Justicia e iniciador del “lava jato”. Por esta razón el presidente de los Diputados postergó también sine die el tratamiento de la reforma penal propuesta por el ministro.
La crispación entre Maia y Bolsonaro fue descrita dentro del equipe económico como “apocalíptica” y el ministro de Economía Paulo Guedes teme que se caiga la reforma jubilatoria. Por si fuera poco, Bolsonaro se hunde aceleradamente en las encuestas. Según Ibope, su aprobación se desplomó un 16% desde enero.
Entre tanto, los generales, que ocupan numerosas posiciones en el gobierno, comienzan a combatir la enorme influencia del astrólogo Olavo de Carvalho sobre el presidente. “Nunca me interesé por las ideas de ese señor”, declaró el domingo el general Carlos A. dos Santos Cruz, secretario general del gobierno, al responder a los ataques de Olavo contra los militares, especialmente contra el vicepresidente, general Hamilton Mourão. “Por sus últimas manifestaciones mediáticas es evidente que se trata de un desequilibrado”, criticó el ministro ante Folha.
Olavo había declarado que los militares son “cagones”, porque no aceptan que Brasil se aleje de China y otros socios comerciales. Por su parte, durante su visita a Estados Unidos, Bolsonaro había ensalzado a Olavo como “uno de mis grandes inspiradores”.
El general Santos Cruz criticó asimismo a Steve Bannon, el exasesor de Donald Trump que también lo es de Bolsonaro. “Sobre este ciudadano norteamericano sólo puedo decir que para mí nunca tuvo significado”, dijo el ministro. Y añadió, “de él sólo vi un comentario absolutamente inconveniente que demuestra falta de preparación política y de noción de límites”.
A menos de tres meses de su asunción Bolsonaro se ha convertido en un problema para todas las fuerzas que lo pusieron en el poder.
En primer lugar para los terratenientes, que lo encumbraron pensando en “fusilar a los petistas”, acabar con los controles ambientales y tratar de “terroristas” a los movimientos sociales. Ahora bien, la Unión Europea ya avisó que no avanzará en acuerdos comerciales con Brasil, mientras esté Jair Bolsonaro en el gobierno. Por su parte, presionada por Estados Unidos, China comprará a éstos la soja que hasta hoy adquiría en Brasil. A su vez, los países árabes han comenzado a cancelar sus compras de carne brasileña como represalia por el acercamiento de Brasilia a Tel Aviv. Bolsonaro se ha convertido así en el mayor impedimento del agronegocio brasileño.
Tampoco está sirviendo al sistema financiero, que apostó todas sus cartas a la reforma jubilatoria que Bolsonaro haría para regalar a los bancos privados los ahorros públicos. Después del choque entre el presidente de la República y el de Diputados de este último fin de semana el mandatario va a desistir de impulsar una reforma tan extremadamente impopular y que le puede costar el poder.
De la misma manera defraudó a los medios de comunicación conservadores que lo apoyaron por miedo a que el PT regulara el mercado de los medios. En cambio, Bolsonaro redujo la pauta publicitaria oficial, se comunica con sus seguidores sin mediaciones a través de las redes sociales y tiene a los conglomerados de la comunicación y a los periodistas entre sus principales enemigos.
Igualmente el Congreso perdió poder. La política fue criminalizada, no existen más los tradicionales acuerdos entre el Ejecutivo y los parlamentarios que lo apoyan y quien quiere algún cargo público debe negociarlo con el general Santos Cruz.
Finalmente, los militares. Se supone que fueron los grandes vencedores, porque ocupan un sinfín de cargos en el gobierno y la administración pública y se salvarían de la reforma previsional, pero Brasil nunca estuvo tan entregado a norteamericanos e israelíes como ahora. Están corriendo un gran riesgo de que Bolsonaro los arrastre en su caída.
Este escenario ha hecho que el sistema político, económico y judicial haya vuelto a funcionar en modo golpe. El sábado pasado Merval Pereira, principal columnista de Globo, escribió que Bolsonaro carece de realismo y avisó que han comenzado a moverse las placas tectónicas de la política. Este martes 26, en tanto, la Federación de la Industria va a reunir en São Paulo a 500 empresarios con el vicepresidente Hamilton Mourão. Las empresas industriales están sufriendo fuertemente el estancamiento económico y temen la agudización de la depresión por la política neoliberal de Paulo Guedes, así como a la competencia desleal que la apertura indiscriminada de las fronteras está trayendo.
Es evidente que la elite ya está buscando cómo librarse de Bolsonaro, que, a su vez, tratará de apoyarse en Donald Trump para seguir en el Planalto. Los Estados Unidos son los únicos para quienes Bolsonaro no es un problema, pero el presidente sabe que después de Michel Temer puede tocarle a él. Como dice el viejo refrán español, “si ves las barbas de tu vecino mesar, pon las tuyas a remojar”.

viernes, 15 de marzo de 2019

EE.UU. e Israel se han convertido en narcoestados

El narcotráfico guía la política continental de Washington

Las denuncias contra los gobiernos de Argentina, Brasil y Colombia muestran que el crimen organizado es el verdadero motor de la estrategia norteamericana
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
14 de marzo de 2019

Eduardo J. Vior
“Estamos frenando la entrada de las bandas por nuestras fronteras, como en la frontera Norte, que ahora con el apoyo del narcotráfico…” El fallido de Mauricio Macri en su discurso del 1º de marzo ante la Asamblea Legislativa fue revelador de la colusión entre el gobierno de Cambiemos, los medios hegemónicos, el núcleo central de la Justicia Federal y el narcotráfico administrado por norteamericanos e israelíes, tal como lo evidencia la investigación judicial sobre los desmanes de Marcelo D’Alessio Israelson. 

El narcotráfico ha dejado de ser una mera actividad criminal, para convertirse en el motor de la dominación imperial.Venezuela está hoy tratando de superar los efectos del apagón que desde el pasado jueves 7 dejó al 70% del país sin electricidad. Si bien los técnicos de Corpoelec (Corporación Eléctrica Nacional) comenzaron el sábado a restablecer la conexión, las caídas se repitieron y el pasado martes 12 todavía había zonas sin luz. En distintas partes se reportaron saqueos a supermercados y tiendas, pero en general la situación permaneció pacífica.

Según el gobierno bolivariano, originariamente el control automatizado de regulación del sistema de la Central Simón Bolívar, conocida como El Guri, sufrió una agresión cibernética a la que siguieron ataques a otras 180 subestaciones. El Vicepresidente de Comunicación, Jorge Rodríguez acusó por el ataque al senador cubano-norteamericano Marco Rubio, al secretario de Estado Mike Pompeo y al autoproclamado presidente Juan Guaidó.

De acuerdo a Ecoanalítica, el atentado costó a la economía venezolana 875 millones de dólares. En una confesión indirecta, el domingo Forbes escribió que los sabotajes eléctricos se realizan para “socavar a Estados foráneos”. Por más que el sistema eléctrico venezolano está debilitado por la falta de inversiones, las sanciones norteamericanas y errores de gestión, sólo la hipótesis del atentado puede explicar una caída tan masiva. Frente a esta agresión, el presidente Nicolás Maduro suspendió las clases y las jornadas laborales entre el viernes 8 y el miércoles 13 de marzo.

Con el apagón se busca agudizar las vulnerabilidades del país y medir su capacidad defensiva. El ataque ocurrió, cuando la economía comenzaba a recuperarse. Una baja de los precios en alimentos ha reducido la crispación de principios de año, mientras que la reestructuración del mercado cambiario logró contener la suba de las divisas en el mercado negro. Por estas mejoras, pero también por la disciplina y organización de la población, se ha impuesto la calma. Fue así que las movilizaciones convocadas por la oposición para el martes 12 fracasaron completamente.

En este contexto, la cancillería venezolana ordenó el retiro del personal diplomático norteamericano, después de que fracasó el diálogo entre ambos países para el mantenimiento de una oficina de contacto. La medida perjudica ante todo a los norteamericanos y a Juan Guaidó, quien necesitaba la permanencia de la oficina de contacto, para sugerir que su “gobierno” mantiene relaciones diplomáticas normales con Washington. Similar efecto negativo tuvo la publicación en The New York Times del domingo de una investigación que demuestra que fueron agitadores antichavistas quienes el 23 de febrero pasado incendiaron dos camiones con “ayuda humanitaria” en la frontera colombo-venezolana.

La estrategia confrontativa del liderazgo opositor venezolano ha fracasado y Washington debió asumir la iniciativa con ataques como los del Guri, sabotajes y terrorismo.

El pasado jueves 7 el gobierno norteamericano acusó nuevamente al ministro de Industria venezolano Tarek El Aissami por narcotráfico, hecho ya negado en numerosos ocasiones y para el cual no hay pruebas. Por el contrario, El Aissami fue –entonces, como Vicepresidente de la República- quien en 2017 informó que, después de la expulsión de la DEA en 2005 se había detenido a cientos de jefes de bandas de narcotráfico y habían aumentado geométricamente los decomisos.

No hay evidencia alguna de que el gobierno venezolano, como tal, esté implicado en el tráfico de drogas, aunque Venezuela tiene en el mismo una posición estratégica, ya que está en la ruta desde Colombia hacia EE.UU. y África Occidental (Senegal), por donde sigue hacia Europa. Pero, además, el país abastecía antes a Colombia la gasolina imprescindible para la elaboración de la cocaína. La coca peruano-boliviana, los laboratorios colombianos y el diluyente venezolano son componentes insustituibles e inseparables de la economía de la droga. Tanto más han golpeado al narcotráfico la estatización de PDVSA a partir de 2003 y el control del cultivo de coca en Bolivia dispuesto por Evo Morales. No obstante, el bajísimo precio de la gasolina en Venezuela sigue induciendo su contrabando a Colombia por las “trochas” (los pasos fronterizos clandestinos) y hace muy difícil el control del contrabando y del tráfico en la frontera.

Múltiples investigaciones han demostrado que la DEA no combate el narcotráfico sino que lo administra, para mantener viva la epidemia internacional de drogadicción, destruir las economías de los países controlados, sostener a bandas criminales, grupos paramilitares y financiar todo tipo de operaciones ilegales con las pingües ganancias resultantes. De este modo el Estado norteamericano puede operar en numerosos países sin aumentar su gasto público ni pedir permiso al Congreso. Sin embargo, la red de intereses nacionales e internacionales alimentada por esta economía ha desarrollado una dinámica propia. El narcotráfico ya no es más un mero instrumento de la política norteamericana y se ha convertido en su impulsor, al menos en América Latina.

La revista colombiana Semana denunció en su último número que “tanto el presidente Duque como el fiscal general de la Nación y el ministro de Defensa parecen, y a lo mejor son, funcionarios de la DEA”. En tanto, el pasado lunes 11 Paraguay expulsó a Brasil a Thiago Ximenes, presunto narcotraficante y aparente miembro del Primer Comando Capital (PCC), después de que Argentina se negara a pedir su extradición. También el martes 12 se reunió la comisión bicameral del Congreso paraguayo que citó a declarar al expresidente Horacio Cartes por sus vínculos con el cambista y banquero brasileño-paraguayo Dario Messer, hoy prófugo de las justicias de Brasil y Paraguay. El financista, muy cercano al primer ministro israelí Benyamin Netanyahu, está involucrado en el lavado de dinero del narcotráfico en todo el Cono Sur y durante años hizo lobby por Israel. Políticos de la mayoría conservadora, ganaderos del centro-oeste de Brasil y grandes iglesias pentecostales lavan ganancias por narcotráfico.

Finalmente, en Argentina el aparente espía de la DEA Marcelo D’Alessio Israelson continúa detenido y acusado por el juez Ramos Padilla de integrar una asociación ilícita dedicada a extorsionar a empresarios y a espiar a periodistas. En el expediente se demuestra que servicios de inteligencia norteamericanos e israelíes intervienen en la política argentina, manipulan la justicia y los medios, administran el tráfico de drogas y secuestran personas que sacan ilegalmente del país. Especialmente interesante es una comunicación entre D’Alessio y el venezolano-argentino Alejandro Goldenberg (representante de Guaidó en Argentina), reproducida en el expediente, en la que el primero ofrece al segundo “extraer” a personas en un avión de 16 plazas que tiene disponible, o sea sacar ilegalmente de Argentina a personas secuestradas para interrogarlas bajo tortura. Ahora bien, un avión de ese tamaño no llega más allá de Paraguay donde, evidentemente, tienen su base y sus centros de detención ilegal.

El ataque contra Venezuela tiene como finalidad principal controlar su petróleo y con él presionar a Rusia, por lo que ésta ya ha advertido que no dejará caer al gobierno bolivariano. Pero el control sobre sus hidrocarburos apunta también a abastecer la industria de la cocaína que sostiene la política de EE.UU. e Israel en el continente. Sin embargo, más allá de los déficits democráticos que puedan achacarse al gobierno venezolano, es evidente que su pueblo sigue firme y disciplinado y que no se deja llevar por provocaciones. Quizás la fuerza moral de los pueblos sea la barrera más fuerte que se pueda oponer al narcoimperialismo.

sábado, 2 de marzo de 2019

La crisis continental entró en una nueva fase

Estados Unidos impulsa a la “contra” venezolana


La urgencia de los neoconservadores norteamericanos por invadir Venezuela acabó en un callejón sin salida, pero Washington insiste en el error
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
1 de marzo de 2019
Eduardo J. Vior
Después del fracaso del sábado 23, cuando las fuerzas militares y de seguridad venezolanas se mantuvieran unidas y firmes en la defensa de sus fronteras e impidieron el ingreso de la llamada “ayuda humanitaria” norteamericana, pero sin caer en las provocaciones que el Pentágono necesitaba como pretexto para invadir el país, el encargado para las relaciones entre EE.UU. y Venezuela, Eliot Abrams, pretende retornar a la táctica que aplicó en los años 1980 contra Nicaragua, formando grupos “contras” que saboteen y ataquen a las fuerzas de Caracas.
En la reunion del Grupo de Lima que se celebró el pasado lunes 25 en Bogotá la diplomacia secreta de Estados Unidos ejerció mucha presión sobre el autoddesignado “presidente encargado” Juan Guaidó, para que propusiera el uso de la fuerza contra Nicolás Maduro, pero Argentina, sobre todo Brasil, Chile, Canadá, Colombia y Perú bloquearon el lobby de los halcones de la Casa Blanca y lograron que los representantes de los diez países ratificaran la presión diplomática como única vía para resolver la crisis en Venezuela.
Inclusive informó el portal “La Política Online”, ligado a Carlos Slim y a la línea política del Partido Demócrata norteamericano, que el vicepresidente estadounidense Mike Pence estaba furioso con Guaidó, porque al ponerse en marcha la operación “ayuda humanitarian”, había prometido que importantes unidades de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se rebelarían contra Nicolás Maduro y permitirían el ingreso de fuerzas extranjeras para derrocarlo. Sin embargo, en la más optimista de las cuentas el número de los desertores no superó los 300.
Por su parte, el presidente boliviano Evo Morales saludó el martes el pronunciamiento del Grupo de Lima contra el uso de la fuerza para resolver la crisis de Venezuela. “Somos una región de paz en la que el respeto por la vida es fundamental para nuestros pueblos. Lo hemos dicho y lo mantenemos: el diálogo es el único camino”, remarcó Morales en su cuenta de Twitter.
A su vez, el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, precisó este miércoles que su país aboga que por cuestiones de neutralidad y transparencia. La ayuda internacional debe ser manejada por organismos como las Naciones Unidas y la Cruz Roja. Por esta razón dispuso no enviar delegados a la reunion del Grupo de Lima en Bogotá.
El viernes 1º, en tanto, mientras que Estados Unidos decretaba nuevas sanciones contra funcionarios venezolanos, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, firmaba en Moscú una larga serie de convenios con la Federación de Rusia, entre otros, para importer medicamentos y alimentos e instalar en Venezuela laboratorios medicinales con inversions rusas. También inform que Maduro dispuso que PDVSA traslade a Moscú la sede europea que hoy tiene en Lisboa.
La maniobra intervencionista instrumentada por los neoconservadores norteamericanos, que asaltaron el poder aprovechando lamomentánea debilidad del president Donald Trump después del fracas ado cierre del gobierno en enero pasado, buscaba provocar la reacción de las fuerzas militares y de seguridad venezolanas en las fronteras con Colombia y Brasil, para tener un pretexto que les permitiera invader el país. Considerando la información de inteligencia de la que dispone el Comando Sur de las fuerzas armadas de EE.UU. (SOUTHCOM), es poco creíble que esperaran un alzamiento masivo de las fuerzas venezolanas contra Maduro. Más bien parece que confiaron en su manejo de los medios y en la creación de incidentes de falsa bandera, como fue la quema de los camiones con alimentos y medicamentos por las bombas Molotov que arrojaron los agitadores contras.
Juan Guaidó, entre tanto, sigue de turista por los países del Grupo de Lima y nadie sabe si retornará a Venezuela ni cuándo. Claro que, si logra filtrarse a través de la frontera, planteará al gobierno venezolano un nuevo desafío, pero su rol politico parece ya haberse agotado.
En los meses venideros deben esperarse continuos atentados y sabotajes, pero el riesgo de invasión podría haberse alejado …por ahora. Para el gobierno bolivariano ahora es prioritario asegurar el abastecimiento de alimentos y medicamentos y controlar la inflación, mientras explora los canals de negociación con algunos países europeos que se abrieron en los últimos días, después de que la UE rechazó la intervención militar. Claro que, para avanzar por el camino de la paz, deben abandonar la exigencia de que se repitan las elecciones presidenciales de mayo pasado. Por ahora, Nicolás Maduro tiene el apoyo militar y de aproximadamente la mitad de la población. No es suficiente para resolver la crisis, pero basta para empezar a hacerlo.
Por su lado, el presidente Donald Trump debería reflexionar que la maniobra intervencionista que en 1990 condujo en Nicaragua a la elección presidencial que ganó la oposición antisandinista no es repetible ahora en Venezuela. Este país cuenta con el apoyo boliviano, cubano, nicaragüense, ruso, chino y con la neutralidad del Ejército brasileño que no desea verse envuelto en una costosa guerra fronteriza. Hasta ahora la intervención de Washington sólo ha logrado que se afiancen los vínculos entre Venezuela y Rusia. Si sigue insistiendo, pronto se va a encontrar con una base naval rusa en el Caribe. Quizás entonces entienda que el diálogo siempre es superior a la fuerza.