Los votantes de EE.UU. reclaman un proyecto de país
El empate estratégico tras la elección de medio término puede prolongar
la lucha por el poder, pero también impone a la elite alcanzar un
acuerdo para abrir una nueva senda de desarrollo
Por Eduardo J. Vior Agencia Télam
10-11-2022 | 00:46
Foto: AFP.
Cuando todavía falta escrutar los votos en algunos estados, el
resultado general de la elección de mitad del período en Estados Unidos
muestra que los republicanos han conquistado la mayoría en la Cámara de
Representantes, pero por un margen menor al previsto, y al cierre de
esta columna todavía están empatados en 48 senadores. Por más que el
electorado patriota se haya movilizado, mientras que el woke permanecía
en sus casas, los candidatos apoyados por el expresidente Donald Trump
han obtenido menos victorias de las esperadas y los potentes triunfos
conservadores en Texas y Florida han consagrado liderazgos alternativos
entre los rojos. En general, el panorama apunta a un corrimiento hacia
el centro. Da la impresión de que, frente a la urgencia para que se
resuelvan los problemas económicos y sociales, las y los electores han
optado por la moderación ideológica. En un panorama mundial en el que
EE.UU. es la única potencia occidental que sale indemne de la crisis y
la guerra, esta consolidación del bloque dominante permitiría una pronta
recuperación de la superpotencia.
Se trató de una noche mejor
de lo esperado para los demócratas, quienes respiraron cuando se hizo
evidente que la "ola roja" republicana prevista por algunos expertos y
encuestas no se había materializado. A nivel de gobernadores, las
carreras que habían causado cierto nerviosismo a los demócratas en el
último momento fueron ganadas cómodamente por la gobernadora de
Michigan, Gretchen Whitmer, y la gobernadora de Nueva York, Kathy
Hochul.
Por el lado republicano Ron DeSantis arrasó en Florida.
Se esperaba su reelección para un segundo mandato, pero los 20 puntos de
ventaja que obtuvo sobre su oponente demócrata lo proyectaron al
estrellato nacional. Hace cuatro años DeSantis ganó la gobernación por
menos de un punto y el ex presidente Trump venció hace dos años en el
Estado del Sol por unos tres puntos. Ahora, sin el apoyo del
expresidente, el gobernador multiplicó la ventaja.
También en
Florida, el senador Marco Rubio (R) alcanzó una fácil victoria sobre el
representante Val Demings (D). Dada la magnitud de estas dos victorias,
está claro que Florida es ahora un estado rojo. Durante décadas contó en
los cálculos preelectorales como un “estado péndulo” que podía oscilar
entre ambos partidos, pero esta idea es cosa del pasado.
En
Pennsylvania, en tanto, el Dr. Mehmet Oz, elegido por Trump para
representar al Partido Republicano, perdió ante el vicegobernador John
Fetterman. Éste había sufrido un derrame cerebral al principio de la
contienda, pero, a pesar de su movilidad limitada, venció al médico
televisivo. La victoria en Pennsylvania da un gran impulso a los
demócratas. Este triunfo demostró que la marca de populismo progresista
del candidato podía imponerse incluso en uno de los campos de batalla
más divididos del país.
En New Hampshire, en tanto, la senadora
en funciones Maggie Hassan defendió su escaño contra el general Dan
Bolduc, otro candidato de Trump, aunque con poca experiencia política.
Bolduc fue una apuesta arriesgada que no contaba con el apoyo del
aparato republicano, si bien en las últimas semanas se acercó a la meta.
En Arizona, de forma similar, el candidato al Senado Blake Masters
(otro elegido por Trump) perdió ante el titular demócrata Mark Kelly.
Masters también es un neófito político que remontó en las últimas
semanas. Fue apoyado por otro acólito de Trump, la candidata a
gobernadora Kari Lake, también derrotada por la demócrata Katie Hobbs.
Es cierto que en Ohio, J.D. Vance, otro hombre de Trump, ganó contra el
demócrata Tim Ryan, y que en Georgia, Hershel Walker, igualmente
respaldado por el expresidente, forzó al titular, Raphael Warnock, a una
segunda vuelta. Pero ambos candidatos al Senado fueron ayudados por
gobernadores populares que los impulsaron a la victoria. En resumen: no
hubo una “ola roja”.
El mayor ganador de las elecciones de mitad
de mandato fue sin duda Ron DeSantis. El mayor perdedor fue Donald
Trump. Muchos concluirán, basándose en los resultados de estas
elecciones de medio término, que el Partido Republicano está pronto a
seguir adelante sin Donald Trump como líder. Sin embargo, aunque Donald
Trump ha empalidecido como la alternativa patriótica y reaccionaria que
supo representar, va a dar una fiera pelea por la candidatura
presidencial en 2024. Casi dos años después de su derrota en la
reelección, sigue siendo el político más popular e influyente del
Partido Republicano y también el más exitoso recaudador de fondos, con
una inmensa influencia sobre legiones de donantes de base. Y un sondeo
tras otro indica que Trump partiría como el gran favorito para la
nominación del Partido Republicano.
Los demócratas deben haber
visto los resultados como lo máximo que podían conseguir, pero dos
pérdidas en las elecciones a gobernador los afectaron mucho: Stacey
Abrams (demócrata) perdió en Georgia ante el gobernador Brian Kemp
(republicano) y el ex representante Beto O'Rourke (demócrata) cayó ante
el gobernador Greg Abbott en Texas.
EE.UU. tiene la peor
inflación en cuatro décadas (9,1%), el peor desplome de los salarios
reales en 40 años, la peor ola de criminalidad desde los años 90, la
peor crisis fronteriza de la historia de Estados Unidos, tiene a Joe
Biden, que es el presidente menos popular desde Harry Truman, y no hubo
una marea roja. ¿Qué pasó?
Ni uno ni otro partido apreciaron en
su justa medida el estado de ánimo de la población. Obnubilados por la
competencia entre los candidateables para 2024, los trumpistas quisieron
comer el postre antes de sentarse a la mesa y el conservador aparato
partidario retaceó su apoyo en muchas de las peleas clave. Cansados del
boxeo en la sombra impuesto por la corrección política y alelados por el
vergonzoso espectáculo que da el presidente, los demócratas tampoco se
jugaron demasiado.
Fueron los votantes quienes estuvieron a la
vanguardia de la decisión. Si bien el voto rural más que el urbano y los
deciles de altos ingresos más que los bajos se orientaron por los
republicanos, el corrimiento hacia los conservadores se dio también
entre los afroamericanos y los hispanos, así como entre las mujeres y
las minorías de género. En general primó una suave inclinación hacia el
color rojo, pero el movimiento no ha traído ningún vuelco. Más bien, los
sufragantes han hecho a la clase política una advertencia y un reclamo:
dejen de lado la lucha ideológica y resuelvan los problemas concretos.
Un acuerdo interpartidario para impulsar la movilidad eléctrica puede
dar a EE.UU. un nuevo proyecto de desarrollo como el fordismo en el
siglo XX
El corrimiento de la
representación hacia el centro convalida el poder instituido de ambos
aparatos partidarios, la Justicia, los medios, las finanzas, los
servicios de seguridad y de inteligencia, así como las fuerzas armadas,
en suma, el establishment. Si alcanzan un gran acuerdo suprapartidario,
pueden implementar el plan de infraestructura y transición ecológica de
Biden, poniéndose a la vanguardia de la movilidad eléctrica en
Occidente. Ya frenada la industria alemana, para ello cuentan con la
enorme masa de capital financiero absorbida en los últimos meses gracias
al alza de las tasas de interés, la energía barata provista por la
explotación del petróleo y gas de esquistos, la disponibilidad sobre una
gigantesca masa laboral proveniente del crecimiento demográfico de los
2000 y de la inmigración y, finalmente, cuentan también (junto con
Canadá) con el control diplomático y militar sobre los minerales
estratégicos del este de África, así como sobre el litio de Argentina y
Chile. Si se ponen de acuerdo en desarrollar la movilidad eléctrica,
iniciarán un ciclo virtuoso como el fordista del siglo XX. Si, por el
contrario, anteponen sus anteojeras ideológicas y prolongan la fractura
interna, entrarán en un ciclo interminable de luchas fraticidas y de
retroceso ante las potencias competidoras.
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