La parálisis británica pone en riesgo la paz mundial
Liz Truss guía a Gran Bretaña aún más rápido al abismo
Manteniendo el equipo de su antecesor y radicalizando las políticas
neoliberales, antisociales e imperialistas, la nueva primera ministra
sólo puede agudizar la crisis interna e internacional
Por Eduardo J. Vior Agencia Télam
07-09-2022 | 18:40
Liz Truss, nueva primera ministra del Reino Unido / Foto: AFP
La nueva primera ministra británica, Liz Truss, declara a quien quiera
oírla que pretende seguir el curso de su antecesor, Boris Johnson, pero
más enérgica y raudamente. Para no dejar dudas al respecto, ya en el
primer día de su gestión, este miércoles 7, acudió al Parlamento y
defendió su propuesta de reducción de impuestos contra las críticas del
Partido Laborista. En su debut como líder conservadora descartó aplicar
un impuesto sobre los beneficios de las petroleras para subsidiar la
reducción de las tarifas energéticas. A cambio prometió congelar las
tarifas.
Después de aceptar la invitación de la Reina Elizabeth
II en una reunión en el castillo escocés de Balmoral, Liz Truss asumió
el martes el cargo de Primera Ministra del Reino Unido. La nueva jefa de
gobierno volvió inmediatamente a Londres, donde en una alocución a la
puerta de Downing Street 10 anunció rebajas en las tarifas de gas y
electricidad, convocó a los británicos a “trabajar más y mejor” y
declaró que reformará el Servicio Nacional de Salud (NHS), “para que
todos puedan conseguir sus turnos médicos”.
No hay sorpresas por
la elección de la hasta ahora secretaria del Foreign Office ni por la
composición de su gabinete: se trata de una selección de los más fieles y
duros seguidores del premier anterior. Aunque éste cayó víctima de su
propio desorden y de un golpe de salón orquestado por Rishi Sunak (quien
después compitió contra Truss por la jefatura conservadora), los clubes
tories inmediatamente cerraron filas y optaron por endurecer y no
cambiar la política. Proporcionar al país (y al mundo que lo sufre) más
de la misma medicina que ya llevó al fracaso y la guerra es una receta
segura para llegar pronto al abismo.
Tras una reñida campaña
durante julio y agosto para reemplazar a Boris Johnson, Truss venció con
81.326 votos frente a los 60.399 de su rival, el exministro de Finanzas
Rishi Sunak, con una participación del 82,6% de los miembros del
partido. Como líder del partido, Truss se convirtió automáticamente en
primera ministra sin necesidad de elecciones generales, porque los
conservadores siguen teniendo mayoría en la Cámara de los Comunes. Las
elecciones generales recién están previstas para 2024.
Por
primera vez en cuatro décadas el aumento de los precios de los
alimentos y la energía, impulsados por las sanciones contra Rusia, así
como las consecuencias de la pandemia de Covid19 y el Brexit, han
impulsado la inflación del Reino Unido por encima del 10%. El Banco de Inglaterra prevé que alcance el 13,3% en octubre y que el reino entre en una recesión prolongada a finales de año.
Los conductores de trenes, el personal portuario, los recolectores de
basura, los trabajadores de correos y los abogados al servicio del
Estado han organizado huelgas para exigir que los aumentos salariales se
ajusten a la inflación y millones más, desde profesores a enfermeras,
podrían declararse en huelga en los próximos meses.
Pero no sólo
los trabajadores y empleados están preocupados por el alza de los
precios. Según informaba Bloomberg el pasado jueves 2, el aumento de la
factura energética amenaza con el cierre a seis de cada diez fabricantes
británicos. MakeUK, el grupo de presión de los industriales del Reino
Unido, dijo en un reciente informe que en el último año casi la mitad de
los fabricantes ha experimentado un aumento en las facturas de
electricidad de más del 100%. "La crisis actual está dejando a las
empresas ante una dura disyuntiva", dice el informe. "Recortar la
producción o cerrar el negocio por completo si la ayuda no llega
pronto".
El sector fabril británico ya está en declive, según un
índice de directores de compras publicado por S&P Global esta
semana. La encuesta de MakeUK por su parte, indica que el 13% de las
fábricas han reducido sus horas de trabajo o evitan los periodos de
máxima actividad, mientras que el 7% de ellas interrumpen la producción
durante periodos más largos.
Además de los problemas internos de Gran Bretaña,
Truss se enfrenta a enromes desafíos exteriores, como la guerra que
Londres fogonea en Ucrania y las frías relaciones con la UE tras el
Brexit. Como secretaria de Asuntos Exteriores la actual jefa
del gobierno desafió a Rusia de todas las maneras posibles. Como única
medida de promoción industrial que se le conoce, en tanto, la lideresa
conservadora ha prometido aumentar el gasto en defensa del 2% al 3% del
PBI. De modo que no es de esperar que se avenga a negociar con Moscú.
También es probable que siga fomentando la agitación en Hong Kong. En
tanto, la continuada implementación de la estrategia “Global Britain”
aumentará simultáneamente la tensión en el Mediterráneo, el Atlántico
Sur, el Índico, el Golfo Pérsico y el Pacífico Suroccidental, sin que su
flota esté en condiciones de operar al mismo tiempo en todos esos
mares.
Durante su desempeño a cargo de la diplomacia británica
Liz Truss respaldó la decisión de Boris Johnson de violar el tratado de
salida de la Unión Europea, al levantar la aduana interna entre Irlanda
del Norte y el resto del reino. En Europa la esperan con mala cara y no
es improbable que la UE emprenda acciones legales que escalen el
conflicto hasta convertirlo en una guerra comercial.
El martes 6 en el castillo de Balmoral, Escocia, Liz Truss recibió de
la Reina Elizabeth II el encargo de formar gobierno como primera
ministra de Gran Bretaña / Foto: AFP Su
gabinete, conocido este martes, se inclina fuertemente hacia la derecha:
la secretaria de Salud y viceprimera ministra, Thérèse Anne Coffey, es
una privatizadora feroz que rechaza todo tipo de medida social. Por su
parte, Kwasi Kwarteng, un economista hijo de padres ghaneses, fue
designado Canciller del Tesoro. Lobista de las empresas petroleras y
fiscalista duro, de él se espera una férrea oposición contra todo tipo
de subsidios a la producción industrial y al consumo. En tanto, James
Cleverly, teniente coronel retirado, fue designado como secretario del
Foreign Office. Finalmente, como ministra del Interior fue nombrada
Suella Braverman, una abogada de 42 años conocida por sus duras
posiciones en política interior y de seguridad. Braverman se ha descrito
a sí misma como "hija del Imperio Británico". Sus padres, originarios
de Mauricio y Kenia, llegaron al Reino Unido "con admiración y gratitud
por lo que Gran Bretaña hizo por Mauricio y Kenia, y por la India",
dice. Así, el gobierno de Liz Truss es una continuación del equipo de
Boris Johnson, más radicalizado y con otra figura de proa.
Sin embargo, los encendidos discursos tories no pueden ocultar que el país enfrenta desde hace tiempo graves crisis:
primero, que desde el gobierno de coalición conservador-liberal en 2010
el país ha estado continuadamente gobernado por primeros ministros
conservadores, de los cuales sólo David Cameron (2010-16) subió al poder
por elección, mientras que todos han caído por escándalos y/o por
golpes de palacio. Segundo, los pobres datos de crecimiento,
productividad y la preocupante desigualdad que se han enquistado en su
sistema económico. En tercer lugar, la crisis de la monarquía que se
desencadenará, apenas muera la reina y asuma Charles, para
inmediatamente abdicar a favor de su hijo William. El cuadro crítico se
completa, si se considera la desproporción entre los recursos y
capacidades de la antigua potencia y su insistencia en meterse en
aventuras, como la de Ucrania, que sobrepasan sus fuerzas y habilidades.
Las primarias conservadoras han permitido echar una mirada a las
honduras del pensamiento reaccionario, cada vez más influenciado por
guerras culturales en rincones de las redes sociales sin apenas contacto
con la realidad. Todo indica que el Partido Conservador británico
continuará alineándose a su derecha, un proceso similar al de otros
partidos de la centroderecha europea que han abandonado su identidad y
se dejan manipular por un puñado de fanáticos guerreristas.
Tradicionalmente, los tories se han distinguido por su falta de principios y su aferramiento al poder. En el establishment británico importan menos las convicciones sobre temas concretos que la conciencia de clase a ultranza.
El “socialismo de ricos” proporciona a los antiguos alumnos de Eton,
Oxford y Cambridge una fuente constante de nombramientos, oportunidades y
otras prebendas público-privadas que corrompe al más honrado. Al mismo
tiempo los líderes conservadores poseen una capacidad sin precedentes de
adaptar su proyecto al sentido común cultivado por un cada vez más
reducido núcleo de magnates mediáticos. En Reino Unido, tres empresas
concentran el 90% del mercado de prensa nacional: News UK (de Rupert
Murdoch), Daily Mail Group y Reach. Estas mismas empresas reúnen el 48%
de las interacciones en las redes de Facebook (WhatsApp, Facebook
Instagram).
Pese al legendario papel moderador de la BBC en la
televisión, recordemos que la mayoría de sus tertulianos y periodistas
provienen en gran medida de un sector audiovisual altamente concentrado.
Es, por lo tanto, difícil que allí se escuchen narrativas progresistas
sobre la economía, la inmigración o la Unión Europea. En general, se
podría atribuir el secreto del triunfo Cameron-May-Johnson-Truss al
cultivo de un nacionalismo superficial, revanchista y de solidaridad
negativa. Esto último quiere decir que en tiempos de decadencia el
objetivo del movimiento conservador ya no es mejorar la vida de la
mayoría, sino demonizar todos los días nuevas minorías sobre las cuales
descargar la culpa por el malestar general.
Se acercan
tiempos turbulentos que pondrán extremadamente a prueba la alianza de la
monarquía con las fuerzas armadas, la burguesía financiera especulativa
concentrada, la Bolsa y los medios hegemónicos. En último
lugar, pero en el primer nivel de importancia, está la guerra en
Ucrania. Como colofón de su guerra cultural por la supremacía los
conservadores provocaron la guerra con Rusia para demostrar la
supremacía de Occidente sobre el Oriente eslavo, pero la criatura se les
está escapando de las manos. Si son derrotados en Ucrania, no podrán
evitar que en Europa surjan airadas reacciones contra los responsables
de la aventura. Tratarán de arrastrar a los norteamericanos a enterrar
las botas en el barro de la estepa, pero si el próximo Capitolio tiene
mayoría republicana, es difícil que Washington se arriesgue a un choque
frontal con Rusia que sabe que no puede ganar.
Liz Truss es una aventurera
ambiciosa, sin principios ni conocimientos, que ha llegado a gobernar
Gran Bretaña gracias a su oportunismo sin medida y a la crisis del
sistema político que ha triturado a todos los líderes que podían hacerle
sombra. Pero estas “virtudes” no bastarán, cuando se enfrente a
la verdadera política. En la próxima cita del G20 en Bali, Indonesia,
en noviembre, deberá medirse con líderes de la talla de Xi Jinping,
Vladimir Putin, Narendra Modi o Recep T. Erdogan. Para entonces las
fuerzas rusas habrán alcanzado Odessa y el frío habrá empujado a
millones de británicos a protestar en las calles. Será la ocasión para
que dé examen ante personas experimentadas y con visiones del mundo
encontradas entre sí, pero valiosas.
Estimad@s lector@s: Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam. Agradezco su atención. Eduardo J. Vior
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