La economía mundial se transforma ante nuestros ojos
Cambia, todo cambia
Rusia replica las sanciones occidentales, hundiendo la economía
europea. EEUU y China son los grandes ganadores de la crisis, pero toda
la economía mundial se está transformando
Por Eduardo J. Vior Agencia Télam
24-03-2022 | 14:15
Gracias a las medidas impulsadas por los EEUU y a la respuesta Putin,
la crisis económica que debía producirse en Rusia ha recaído ahora sobre
la UE. Foto: AFP
Al decidir este miércoles
23 que el pago de las exportaciones de gas a los “países no amigos” sólo
puede hacerse en rublos, Vladimir Putin devolvió a los países
occidentales sus sanciones contra Rusia, peor, corregidas y aumentadas.
No es casualidad que el dólar inmediatamente después haya caído un 8,3%
frente al rublo, ya que los analistas temen que esta contramedida rusa
deje a Occidente al borde de un gran colapso económico. El presidente
ruso anunció este miércoles que su país cumpliría con los contratos de
largo plazo para el envío de gas a Europa, pero que los pagos deberán
efectuarse en rublos y acreditarse en bancos de su país. Como resultado
de la medida, la UE se ve obligada a apuntalar la moneda rusa o a cortar
por completo sus importaciones de allí.
Sin embargo, lo peor
podría estar todavía por llegar, si se concreta la crisis de los precios
de los alimentos que el presidente francés Macron teme para dentro de
varios meses. Esto podría suceder perfectamente debido a que las
exportaciones agrícolas de Rusia y Ucrania se ven afectadas por la
guerra y las sanciones contra Moscú. Las medidas de castigo contra Rusia
y su aliado bielorruso significan, además, que ninguna de las dos
grandes productoras de fosfatos podrá suministrar fertilizantes a muchos
de sus clientes, lo que aumentará aún más el precio de los alimentos
básicos y posiblemente también reduzca la producción.
El aspecto
más controvertido del nuevo régimen de sanciones dispuesto por los
aliados occidentales es, sin duda, la congelación de las reservas de oro
y divisas de Rusia en el extranjero, aproximadamente la mitad de sus
tenencias totales. Los expertos y comentaristas occidentales esperan que
las sanciones perjudiquen la economía rusa, siembren el descontento
entre el pueblo y las élites rusas y causen la caída de Putin. Sin
embargo, mucho más probable es que suceda lo contrario. Rusia lleva
tiempo preparándose para este momento. Tras la primera oleada de
sanciones occidentales, en 2014, Putin se embarcó en lo que los
analistas han denominado una estrategia de "Fortaleza Rusia", aumentando
las reservas internacionales del país y diversificándolas, reduciendo
su exposición externa, impulsando su cooperación económica con China y
aplicando estrategias de sustitución de importaciones en varios
sectores, como el alimentario, el médico y el tecnológico.
Es
cierto que el gobierno ruso y su Banco Central cometieron el error de
dejar alrededor de la mitad de esas reservas estacionadas en bancos
centrales extranjeros, facilitando su confiscación. De todos modos,
Rusia sigue teniendo acceso a más de 300.000 millones de dólares en
reservas en oro y divisas, más que suficientes para amortiguar cualquier
caída a corto plazo de las exportaciones y para apuntalar el rublo
durante un tiempo.
Además, el banco central ruso reaccionó a las
sanciones deteniendo los flujos de capital fuera de Rusia y
nacionalizando los ingresos en divisas de los principales exportadores,
exigiendo a las empresas rusas que conviertan el 80% de sus ingresos en
dólares y euros en rublos. También subió los tipos de interés al 20% en
un esfuerzo por atraer el capital extranjero. Estas medidas pretenden
reforzar el valor del rublo y proporcionar al país un adecuado flujo de
divisas. Como resultado, aunque el rublo ha perdido un 40% de su valor
desde el inicio del conflicto, por ahora la caída libre de su valor
parece haberse detenido, registrando incluso un repunte en las dos
últimas semanas. Por el momento, la cuenta financiera de Rusia está
lejos de ser desastrosa.
No olvidemos que la principal fuente de
reservas de divisas de Rusia -las exportaciones de petróleo y gas- ha
sido excluida de las sanciones, porque la mayoría de los países europeos
no puede prescindir de las importaciones de petróleo y gas (y otros
productos básicos) de Rusia.
En resumen, Rusia no corre el
riesgo, a corto plazo, de quedarse sin reservas y no poder pagar sus
importaciones. Igualmente infundados son los rumores de un inminente
impago. En los últimos años Moscú ha reducido sus obligaciones con el
exterior: su deuda en moneda extranjera asciende hoy a sólo unos 40.000
millones de dólares, una cantidad ínfima comparada con el tamaño de sus
exportaciones anuales, que superan los 200.000 millones de dólares en
petróleo y gas. Como en el caso de las exportaciones de petróleo de
Rusia, perjudicar a Rusia significa inevitablemente perjudicar a sus
clientes occidentales. Todo esto ayuda a explicar por qué incluso los
analistas financieros occidentales, como Goldman Sachs y JP Morgan,
pronostican una contracción interanual de la economía rusa de alrededor
del 7%, mala, pero no catastrófica.
En la cumbre europea del 24 y 25 de marzo se enfrentan los intereses de
quienes medran con la importación de gas estadounidense y quienes
necesitan energía barata para no caer en la estanflación.
Entre tanto, este 24 y 25 de marzo se reúnen los jefes de Estado y de
gobierno de los 27 países miembros de la Unión Europea para acordar los
precios de la energía en el bloque. Sin embargo, los intereses de las
grandes distribuidoras de gas y electricidad seguramente impedirán que
se llegue a una decisión. En la Unión Europea rige un axioma absurdo: el
precio final de la electricidad se determina por el precio
internacional de la más cara de las fuentes existentes (hidráulica,
nuclear, eólica, solar, carbón o gas). Y cómo el precio del gas está
disparado por las sanciones contra Rusia (a pesar de que el gas de ese
país sigue fluyendo hacia Europa), todas las otras energías más baratas
se cotizan a ese precio. Por lo tanto, el precio de la electricidad
también se ha disparado, multiplicando los beneficios del lobby
energético.
Nuevamente, en este debate los países de Europa
Central y Occidental, sede de las mayores empresas energéticas,
defienden las ganancias extraordinarios de sus firmas. Por el contrario,
los estados del sur y del este claman por un precio promedio de los
costos de las distintas formas de producción. Lamentablemente, todo
indica que la cumbre terminará con grandes declaraciones, pero sin
alivio alguno para los estados y consumidores.
Ya la amenaza de
implementar las sanciones contra las importaciones de gas y petróleo
rusos ha multiplicado su precio y está provocando un cataclismo social
con epicentro en España, pero que puede extenderse por toda la Unión.
Sin embargo, a pesar de la inminencia de la catástrofe, lo más probable
es que la Comisión Europea vuelva a lavarse las manos y no decida nada.
Europa seguirá, entonces, galopando hacia el colapso económico y el
alzamiento social.
El Yuan continúa fortaleciéndose.
Como contrapartida de la guerra, la crisis y las sanciones llama la
atención que en el último año el yuan se haya fortalecido frente al
dólar, especialmente desde septiembre y que, aunque la cotización del
dólar en la cesta de divisas internacionales que sirve como índice del
valor de las principales monedas haya pasado en los dos últimos meses de
91 a 98, sin embargo, el yuan se haya apreciado de 6,50 a 6,37 respecto
al dólar y, en definitiva, frente a todas las divisas. Esto se debe,
entre otras razones, a la reciente flexibilidad de la política monetaria
de China, al tiempo que sigue teniendo tipos reales positivos de
alrededor de 2,1 puntos porcentuales.
La política fiscal
proactiva del gigante asiático, el cuidado del Banco Popular de China
(PBoC, por su nombre en inglés) de no importar inflación del exterior y,
sobre todo, la enorme afluencia de capitales a la RPCh, considerada
ahora como un refugio estable y seguro, contribuyen a un continuado
crecimiento de dicha economía. Ya desde hace años el enorme ritmo de
inversión, tanto pública como privada, que en 2021 ascendió al 47% del
PBI, incrementó enormemente la productividad total de los factores,
provocando una reflación salarial y un gran aumento de la productividad
que resultó en precios de producción más bajos que en Occidente.
En la mayoría de los países el auge de los precios de las materias
primas provocado principalmente por la inyección de liquidez durante la
pandemia por parte de la Fed y el BCE (8 billones de dólares de la Fed)
elevó los costos de producción y, por consiguiente, la inflación de los
precios al consumidor. El conflicto ucraniano hizo el resto.
En
cambio, China aprovechó que durante la pandemia los precios de las
materias primas se desplomaron, almacenó una enorme cantidad y variedad
de las mismas y, como tiene centrales de compra, pudo resistir sin
problemas el golpe posterior. Esto ha provocado un enorme diferencial
inflacionario con Occidente a nivel de producción y del índice de
precios (éste en febrero aumentó el 0,9%): el índice de precios al
productor chino en febrero subió un 8%, en enero en la eurozona un 25%.
Esto hace que, a pesar de la fortaleza del yuan, la economía china
aumente su competitividad. Además, China acaparó un enorme stock de
materias primas y productos semiacabados que, a su vez, supone una
ventaja no sólo para los chinos, sino para los propios rusos (este país
posee una enorme cantidad de materias primas).
Por lo tanto, la
estabilidad monetaria, la estabilidad de los precios y la política
fiscal china llevan a los agentes económicos de todo el mundo a
canalizar parte de sus ahorros hacia los mercados de ese país, lo que
refuerza aún más el yuan. A nivel financiero China se ha convertido en
un país refugio, como Singapur o Suiza. Tiene reservas de divisas, mucho
oro, créditos internacionales y ahora está fortaleciendo el yuan y la
atracción de capitales. La bolsa, que estaba en mínimos el año pasado,
ahora es atractiva.
No sólo como resultado de la guerra en
Ucrania y de las sanciones occidentales contra Rusia la economía mundial
está cambiando aceleradamente y, sobre todo, transformando radicalmente
su geografía. Lo confirma la carta que este 24 de marzo el presidente
del directorio de BlackRock, Larry Fink, dirigió a sus accionistas. La
invasión rusa de Ucrania, dice, reconfigurará la economía mundial e
impulsará aún más la inflación al provocar la retirada de las empresas
de sus cadenas de suministro globales. "La invasión rusa de Ucrania ha
puesto fin a la globalización que hemos experimentado durante las
últimas tres décadas", escribió el CEO del fondo de inversión que
administra 10 mil millones de dólares.
"Una reorientación a gran
escala de las cadenas de suministro será inherentemente inflacionaria",
escribió Fink. En la carta no se menciona ningún país concreto que se
vea perjudicado por los cambios, pero el presidente escribió que
"México, Brasil, Estados Unidos o los centros de fabricación del sudeste
asiático podrían beneficiarse". Aunque el resultado inmediato ha sido
el aislamiento total de Rusia de los mercados de capitales, Fink predijo
que "las empresas y los gobiernos también analizarán de forma más
amplia sus dependencias de otras naciones". Esto puede llevar a las
empresas a deslocalizar más sus operaciones, lo que provocará una
retirada más rápida de algunos países".
En un principio, la
búsqueda de alternativas al petróleo y al gas natural rusos
"inevitablemente ralentizará el progreso del mundo hacia las [emisiones]
netas cero a corto plazo", escribió. Sin embargo, "a largo plazo, creo
que los últimos acontecimientos acelerarán el cambio hacia fuentes de
energía más ecológicas", porque el aumento de los precios de los
combustibles fósiles hará que una gama más amplia de energías renovables
sea financieramente competitiva, sostuvo.
No obstante, Fink
rechaza la alternativa de abandonar inmediatamente las energías fósiles:
"BlackRock mantiene su compromiso de ayudar a los clientes a navegar
por la transición energética. Esto incluye seguir trabajando con las
empresas de hidrocarburos", prometió. "Para garantizar la continuidad de
los precios asequibles de la energía durante la transición, los
combustibles fósiles como el gas natural serán importantes".
En
uno de sus primeros comentarios sobre las criptodivisas, Fink llamó la
atención sobre el "impacto potencial de la guerra de Ucrania en la
aceleración de las monedas digitales". Un sistema global de pagos
digitales, cuidadosamente diseñado, afirmó, puede mejorar la liquidación
de las transacciones internacionales al tiempo que reduce el riesgo de
blanqueo de dinero y corrupción."
Cambia el mundo y cambia su
economía. Delante de nuestros ojos estamos viendo el hundimiento de
Europa, la reorientación de Rusia hacia Eurasia, el autoencerramiento de
Estados Unidos en su área de dominio y a China ocupando todos los
espacios que sus competidores dejan vacantes. Cambian los centros, pero
también las periferias: a la búsqueda de petróleo y gas los europeos van
a intensificar su preocupación por Oriente Medio y el norte de África.
En procura de minerales y metales que Rusia y Ucrania dejan de proveer,
EE.UU. va a incrementar su presencia en América del Sur y África
Occidental. Muchos importadores de alimentos en el norte van a echar
mano de las producciones de Argentina y Brasil. Nuevos circuitos
comerciales y nuevas dependencias financieras van a surgir en pocos
meses. Cambian las economías y cambian las sociedades. Si no cambian las
mentalidades, las políticas y los dirigentes, el vendaval del cambio se
llevará todo.
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