El "golpe" contra Johnson agrava la guerra y la represión
La caída del primer ministro obedece a la decisión del poder británico
de incrementar el esfuerzo bélico y aumentar la presión autoritaria
sobre su población
Por Eduardo J. Vior
analista internacional 08-07-2022 | 13:47
Foto: AFP.
Quien piense que Boris Johnson tuvo que abandonar Downing Street 10 por
sus fiestas durante la pandemia y por haber encubierto la inconducta
sexual de uno de sus colaboradores cree que la aristocracia británica es
un coro de ángeles y la familia real un conjunto de estrellas de
Netflix. Pero ni lo uno ni lo otro. La urgencia de la derecha imperial
por concretar el segundo golpe de estado contra el jefe de gobierno en
menos de un mes resultó de la constatación de que la estrategia aplicada
contra Rusia ha fracasado y de que, si no se aplican medidas duras, la
agitación social contra el ajuste neoliberal se extenderá, para peor,
cuando el fin del reinado más largo de la historia inglesa anuncia una
grave crisis sucesoria.
Tras una serie de escándalos y la
pérdida de confianza de los conservadores que desembocó en un cascada de
dimisiones de los ministros de su gobierno, el primer ministro
británico Boris Johnson renunció el jueves 7 como líder del Conservative
Party (CP). Sin embargo, pretende seguir como primer ministro hasta que
los tories elijan a un nuevo líder, mientras los medios británicos ya
especulan sobre quién podría relevarlo. El abrupto desenlace desencadenó
una pugna entre los aspirantes a tomar el relevo en Downing Street y la
exigencia de algunos diputados de que se vaya ya y no espere a que
termine la elección del liderazgo partidario.
Según una
encuesta realizada por la empresa YouGov este 6 y 7 de julio que recogió
la opinión de 716 políticos conservadores, los mejores pretendientes
para el puesto de “premier” serían el ministro de Defensa, Ben Wallace
(13 %), la ministra de Comercio, Penny Mordaunt (12 %), el exministro de
Hacienda, Rishi Sunak (10 %), la secretaria de Asuntos Exteriores, Liz
Truss (8 %), el despedido secretario de Estado para la Ordenación,
Vivienda y Comunidades, Michael Gove (7 %), y el ministro de Justicia y
viceprimer ministro, Dominic Raab (7 %). Otros políticos obtuvieron un
porcentaje menor. El orden de preferencias es también un indicador de
las prioridades de los dirigentes conservadores.
La BBC describe
a Ben Wallace, quien sirvió como soldado, como una figura "de bajo
perfil" que logró atraer la atención tras el inicio de los combates en
Ucrania, dado el papel que juega el Reino Unido en el apoyo bélico a
Kiev. Por su parte, el canal ITV indica que el titular de Defensa es
estimado por muchos en el Parlamento por su "enfoque directo y sin
rodeos". Fue ministro de Seguridad desde 2016 hasta que asumió su actual
cargo tres años después. Se hizo conocido el año pasado, cuando su
departamento evacuó a ciudadanos británicos y aliados de Afganistán, y
este año por el envío de armas a Kiev. Al contrario de Johnson, es un
político de bajo perfil y más afecto a las decisiones que a las
declaraciones. Se lo puede considerar un intérprete fiel de la
estrategia del Alto Mando, que mayormente es la de la monarquía.
Foto: AFP.
Entre tanto, el excanciller de Hacienda Rishi Sunak (un inglés de
padres indios) fue, junto con el exsecretario de Salud, Sajid Javid, uno
de los primeros altos cargos del Ejecutivo en presentar su renuncia.
ITV destaca que Sunak fue considerado en un momento como "el favorito"
para relevar a Johnson. Sin embargo, perdió popularidad por el aumento
del costo de vida.
A su vez, Penny Mordaunt ocupa actualmente el
cargo de ministra de Comercio y en 2019 hizo historia al convertirse en
la primera mujer en dirigir la cartera de Defensa, aunque permaneció
solo tres meses en el puesto, ya que fue destituida por Johnson cuando
éste tomó el gobierno.
Si bien la actual secretaria de Asuntos
Exteriores Liz Truss no se apresuró a exigir la dimisión de Johnson, la
calificó como "correcta". Entre sus activos políticos los medios
destacan su beligerante apoyo a Ucrania y su defensa de las sanciones
contra Moscú. Además, se aprecia su papel en la negociación de los
acuerdos comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea tras el
Brexit.
En su anuncio Johnson señaló que ya habló con Graham
Brady, jefe del Comité Conservador de Miembros Privados, el llamado
Comité 1922, organismo de la bancada conservadora que promovió la moción
de censura en su contra en junio. Los dos acordaron que el proceso de
selección del nuevo premier debe iniciarse "ahora". El calendario del
proceso se anunciará la próxima semana.
Bajo las reglas actuales
se va a dar un proceso de selección interna dentro del CP del cual
saldrá el nuevo líder del partido y, por lo tanto, el nuevo Primer
Ministro. Mientras que en los comicios generales pueden votar más de 40
millones de adultos británicos que eligen un nuevo parlamento, al líder
de cuya mayoría la Reina lo invita a formar gobierno, en la actual
selección sólo intervienen unos pocos miles.
Se trata de un
proceso mucho más largo y elitista. Primero, los 358 parlamentarios
conservadores van a ir votando cada 2 a 3 días, para ir descartando en
cada ronda a uno de los posiblemente más de 10 precandidatos. Luego,
cuando queden solo 2, se va a pasar esa decisión final al voto de una
minoría de menos del 0,3% de la población compuesta por los 100 a 150
mil afiliados a los clubs conservadores, que en su gran mayoría son
blancos, varones y adultos mayores. Como en ese diminuto electorado casi
no hay trabajadores, madres solteras, jóvenes o minorías étnicas, los
candidatos que más fuerza van a tener son aquellos que pueden ofrecer
más dureza ante la Unión Europea, los inmigrantes o Rusia.
El
curso del proceso de selección dentro del Conservative Party va a servir
de indicador sobre el próximo futuro del Reino. Los retos son grandes:
el país vive su peor inflación en cuatro décadas, hay una ola de huelgas
que han comenzado los trabajadores de los trenes y metros y que amenaza
extenderse a otros rubros, en tanto en Irlanda del Norte y Escocia
crecen las tendencias separatistas.
Por un lado, en Escocia el
gobierno nacionalista ha fijado fecha para un segundo referéndum por la
independencia. Por el otro, en Irlanda del Norte hay fuertes tensiones
entre los unionistas que quieren acabar con el protocolo con la UE y los
nacionalistas que lo defienden y buscan ir hacia la reunificación con
la República de Irlanda.
Un tema clave es la guerra de Ucrania. A
40 años de las Malvinas, Johnson quiso imitar lo que hizo en 1982 la
entonces primera ministra tory Margaret Thatcher, quien supo revertir su
impopularidad interna derrotando militarmente a Argentina. Esta vez el
primer ministro quiso generar una ola de patriotismo antirruso y
presentarse como el paladín de la unidad occidental para defender a
Ucrania. El problema es que, a más de cuatro meses de haber iniciado
esta guerra el 24 de febrero, las sanciones no han detenido a Moscú y
Ucrania ya ha perdido un quinto de su territorio sin perspectivas de
poder reconquistar la mayor parte de las zonas rusohablantes del este.
Expresión directa de la coalición de fuerzas que sostiene la monarquía
(el Labour Party es sólo un apoyo sustituto), al liderazgo conservador
cabe en los años por venir la inmensa responsabilidad de resguardar la
unidad del Estado y su papel en la política mundial durante un traspaso
de la corona que se anuncia como largo y traumático. Tras el reinado más
prolongado de la historia de Inglaterra, la reina Elizabeth II se
acerca a su muerte. El príncipe Charles, a los 74 años y sin fuerzas ni
voluntad, es todavía el sucesor del trono. Podría, entonces, abdicar a
favor de su hijo mayor, el príncipe William.
Sin embargo, ésta
no es una decisión que el heredero o el ya monarca pueda tomar por sí
solo. Según el Derecho tradicional inglés (common law), Charles se
convertirá automáticamente en Rey apenas la Reina muera. Su eventual
abdicación requeriría una ley, como ocurrió con la del Rey Edward VIII
en 1936. Este procedimiento legal lleva tiempo, implicaría fuertes
discusiones sobre el futuro de la monarquía y un debate nacional sobre
el rumbo futuro.
Si bien las leyes del Reino prohíben a la
familia real tomar posiciones políticas, es obvio que lo hacen en
privado, ya por el hecho mismo de que la Reina cada miércoles recibe al
primer ministro, se informa y lo aconseja. De Charles se sabe que es un
moderado conservador, con práctica ecologista, pero no social. William,
en tanto, se ha mostrado en la misma línea, pero su entusiasta apoyo a
Ucrania en la guerra de la OTAN contra Rusia preanuncia que sostendrá el
esfuerzo del Ejército Británico contra su homólogo ruso.
A esta
altura es todavía difícil predecir quién ganará la compulsa interna de
los conservadores, pero hay muchos indicios de que no será un moderado o
moderada: las apuestas, el fracaso bélico, el peligro de secesión
escocesa e irlandesa, la agitación social y la sucesión real reclaman un
gobierno coherente y decidido. Ni en el centro ni en la “izquierda” de
Westminster se ve alguna posibilidad de concretar esta opción. Muy
probablemente se dé un giro a la derecha, hacia un gabinete imperialista
y dictatorial, como en otros períodos críticos de la historia inglesa.
Para los próximos meses es razonable esperar un incremento del esfuerzo
de guerra contra Rusia, que inexorablemente va a arrastrar a EE.UU., una
política represiva contra los movimientos huelguísticos e intentos por
detener o postergar la votación escocesa.
A lo largo de su
historia, cada vez que Inglaterra ha estado en crisis su elite ha
iniciado una guerra y con este pretexto ha ajustado el torniquete
autoritario sobre su población. En el último medio siglo, además, en
cada ocasión bélica ha involucrado a Estados Unidos para que le saque
las papas del fuego. Pero ahora es diferente: todo intento de enfrentar
militarmente a Rusia y China acabará en un desastre. Al mismo tiempo, ni
la corona ni el gobierno cuentan con líderes que puedan legitimar la
represión interna. El golpe de estado contra Johnson sólo puede traer a
Europa y Gran Bretaña sufrimientos y dolores sin sentido.
(El autor es analista internacional)
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