La guerra de Ucrania se prolonga e internacionaliza
El avance de Kiev en el noreste, el repliegue ruso y los ataques contra
la infraestructura civil prolongan y amplían un conflicto que la OTAN
libra en todos los terrenos
Por Eduardo J. Vior
Agencia Télam 16-09-2022 | 18:38
La guerra de Ucrania se ha convertido en un duelo a muerte por la existencia de Rusia o de la OTAN / Foto: AFP.
Después de la contraofensiva ucraniana en el noreste del país y de la
confirmación por parte de los líderes occidentales de su voluntad de
continuar la guerra hasta la rendición de Rusia, el derrocamiento de su
gobierno y la fragmentación del país, el conflicto ha salido de la zona
de confort. La guerra de Ucrania se ha convertido en un duelo a muerte
por la existencia de Rusia o de la OTAN, afecta a las poblaciones de los
32 países comprometidos (los 30 miembros de la alianza más Rusia y
Ucrania), se libra por todos los medios y durará mucho tiempo, a menos
que alguno de los contendientes pierda las ganas y se avenga a negociar.
Por la contraofensiva ucraniana, en los últimos diez días las fuerzas
rusas se replegaron de la nordestina provincia (Oblast) de Járkov hasta
los límites de Lugansk y Donetsk. Ucrania ha recuperado más de 3.000km
cuadrados, ha reconquistado muchos pueblos y ciudades y 30.000
pobladores rusohablantes han huido hacia la vecina región rusa de
Belgórod o hacia las repúblicas separatistas del este.
Para
evitar ser confundidos por la propaganda de ambos bandos, es importante
retener: 1) nadie ha vencido y nadie fue derrotado, porque,
inexplicablemente, en esa región no había tropas rusas, sólo unidades de
la Guardia Republicana y de las fuerzas especiales de la policía que se
replegaron sin dar batalla; 2) en una semana Ucrania ha perdido 2.000
efectivos; 3) aunque esperada, la ofensiva ucraniana ha sorprendido a
los rusos por su velocidad y por las novedosas tácticas de lucha. Dada
la relación de fuerzas en ese frente, la retirada parece haber sido una
maniobra prudente, para preservar a los efectivos y recomponer la línea
defensiva. Lamentablemente, al hacerlo, el mando ruso ha entregado a las
represalias de los nacionalistas a miles de civiles de habla rusa (en
la región no hay prácticamente ucranianos) que no pudieron huir.
Según fue posible reconstruirla, la situación actual en el campo de
batalla es la siguiente: en el noreste el frente se ha estabilizado en
el río Oskol, un afluente del Donets que fluye de norte a sur. Mientras
tanto, en Donetsk la empresa militar privada rusa (PMC, por su nombre en
inglés) Wagner sigue avanzando paso a paso. El centro de los combates
sigue estando en esa región oriental. Por suparte, en Zaporiyia, en el
centro-sur, se están concentrando fuerzas de ambas partes y se espera
que pronto haya allí un ataque ucraniano. En esa zona está la homónima
central nuclear, la más grande de Europa, que esta semana debió ser
apagada completamente tras dos meses de bombardeos ucranianos que
dañaron las líneas de trasmisión.
En tanto, en el frente de
Jersón/Nicolaiev, en el sur, tras el fracaso de la contraofensiva
ucraniana de hace dos semanas quedó cercado un contingente de esa fuerza
al este del río Ingulets, un afluente del Dniéper que corre de norte a
sur. Aprovechando que el río aguas arriba, en la cercana ciudad de
Krivoy Rog (cuna del presidente Zelensky), está contenido por una
represa, este miércoles 14 la cohetería rusa la bombardeó. Los cohetes
perforaron el dique, elevando en 2,5m el nivel del curso fluvial e
inundando el centro de la ciudad y el curso inferior el río. El cruce
del mismo se ha hecho muy difícil y las unidades ucranianas al este del
curso han quedado aisladas.
El segundo frente de esta guerra
está representado por los ataques a la infraestructura civil. La
fracasada contraofensiva ucraniana en el frente de Jersón a principios
de septiembre buscó obligar a Rusia a concentrar fuerzas allí, mientras
se preparaba el ataque en Járkov. Una vez conquistado en esta región el
nudo ferroviario de Izium, el frente del sur, donde la OTAN espera
obtener una victoria decisiva, quedaba a sólo 200 km. El mando atlántico
planeaba aprovechar la buena conexión ferroviaria para un rápido
traslado de las tropas. Sin embargo, en la noche del domingo al lunes,
en dos horas y media la artillería rusa destruyó la mitad de las
centrales eléctricas y líneas de conexión de Ucrania y el país quedó a
oscuras. Los ataques al sistema energético ucraniano se repitieron el
miércoles 14. Numerosas centrales de medio voltaje fueron destruidas y
pasará mucho tiempo hasta que sean reconstruidas. Como las líneas
férreas están electrificadas, este bombardeo dificulta el movimiento de
las tropas ucranianas.
En dos horas y media, el domingo 12 Rusia destruyó el 50% de la infraestructura eléctrica ucraniana
El tercer frente es el mediático. En éste el gobierno ucraniano viene
venciendo incontestablemente. Kiev ha convencido a un gran público
occidental de que Rusia es la agresora e hizo del avance en Járkov una
contraofensiva épica. El presidente de Ucrania se ha convertido en un
“producto” que vende una densa red de agencias de imagen, propaganda y
lobby en todo Occidente. Asimismo, la embajada británica en EE.UU. ayudó
a su par ucraniana a conectar con los medios de comunicación. El rápido
éxito a la hora de obtener más ayuda militar alentó la reorientación de
numerosas empresas, algunas de las cuales incluso antes representaban
intereses rusos en EE.UU. El propio gobierno de Kiev, finalmente, está
tutoreado de cerca por empresas británicas que planifican y supervisan
cada aparición del presidente y sus colaboradores.
Rusia, por el
contrario, sigue confiando en su sólida comunicación oficial,pero ha
delegado la batalla en las redes en un sinfín de blogueros más o menos
independientes, carece de medios en Occidente y, bajo la férrea censura
occidental, ha desaparecido de Facebook y Twitter.
Esta
dispersión de la comunicación rusa fue aprovechada por la OTAN para
sembrar el pánico tras el avance ucraniano en Járkov. Durante algunos
días cundió el desconcierto y la inseguridad se extendió a la opinión
pública rusa, que entonces comenzó a reclamar una conducción más
enérgica de la guerra. Las críticas apuntan al Estado Mayor Ruso (RGS,
por su nombre en ruso).
Rusia se metió en febrero en la
“Operación Militar Especial” (OME) respondiendo al pedido de ayuda de
Donetsk y Lugansk que se habían independizado de Ucrania. Verdad o
retórica, este argumento limitó el despliegue de sus fuerzas a los
territorios mayormente habitados por población rusa. Por eso, hasta
ahora no había atacado la infraestructura civil ucraniana y se concentró
en despejar los territorios del este y sur del país. Nunca empleó en
esta guerra más del 15% de sus fuerzas profesionales. Estas tropas,
cuatro veces menos numerosas que las ucranianas, no pueden cubrir una
línea del frente de más de mil kilómetros.
De todos modos, sea
por un error de cálculo de la inteligencia militar o por desidia del
Estado Mayor, el haber dejado desguarnecido el frente en Járkov y tener
que replegarse fue una sacudida para el Estado, los militares y la
sociedad de Rusia.
¿Por qué Ucrania lanzó en septiembre una
ofensiva en Járkov con sus mejores fuerzas, sabiendo que las pondría al
descubierto en un territorio sin trincheras ni fortificaciones y las
arriesga a quedar encerradas en un bolsón? Ante todo, porque, ante el
decaimiento del interés por esta guerra en la opinión pública
occidental, era necesario crear un estímulo que apartara la atención de
la debacle económica y social de los países occidentales. En segundo
lugar, porque pronto comienza el otoño, la estación de las lluvias,
cuando los terrenos y caminos del este y sur de Ucrania se vuelven
intransitables. También, porque esta ofensiva debía prologar otra mayor
en el sur, que el bombardeo ruso de la infraestructura eléctrica por
ahora impidió. Finalmente, porque el gobierno de Zelensky y sus
sostenedores británicos y norteamericanos necesitan movilizar más y más
ayuda occidental, una parte importante de la cual –según informes del
Pentágono- se vuelca al mercado negro.
La conmoción que el éxito
ucraniano ha generado en Rusia tendrá consecuencias que por ahora son
difíciles de prever. Probablemente, Moscú aumente la cantidad de
efectivos a desplegar en Ucrania. Por razones psicológicas, es empero
improbable que Putin decrete la movilización parcial o total. Sí debe
contarse con que el ejército ruso ataque todo tipo de objetivo civil
que sirva a sus fines tácticos. Aún no hay señales de una eventual
ofensiva en gran escala. Quizás el alto mando opte por continuar con la
guerra de posiciones y el desgaste de su adversario, provocándolo para
que ataque y poder diezmarlo.
En tanto, el liderazgo ucraniano,
convencido de haber obtenido una gran victoria en Járkov, maximiza los
objetivos. El fin de semana pasado Zelensky aprovechó una cumbre
celebrada en Kiev para reiterar sus exigencias maximalistas: la
devolución de todo el territorio ucraniano, amplias garantías
multilaterales de seguridad, reparaciones y cargos por crímenes de
guerra. Para que quede claro de qué se trata, Andriy Yermak, jefe de la
oficina presidencial pecisó que "es difícil encontrar garantías más
fiables que las que ofrece el artículo 5 del Tratado del Atlántico
Norte".
"No podemos permitirnos parar", dijo el presidente a los
asistentes a la reunión. "Rusia está ahora en el camino de su derrota
histórica y no retomaremos las negociaciones con Moscú hasta que los
rusos demuestren que están dispuestos a devolver la tierra que nunca ha
sido suya". El presidente rechazó, además, la posibilidad de que el país
sea neutral.
En el mismo sentido, para aumentar su capacidad de
ataque a la infraestructura civil rusa, Zelensky solicitó este
miércoles 14 a EE.UU. el envío de cohetes de alcance medio (300 km).
Rauda llegó la reacción rusa: “si Estados Unidos decide suministrar a
Kiev misiles de mayor alcance, se convertirá en parte directa del
conflicto”, advirtió este jueves 15 el Ministerio de Asuntos Exteriores
ruso.
En paralelo, informa The Financial Times, citando a un
alto funcionario de Defensa norteamericano, que Washington y sus aliados
están considerando proporcionar a Ucrania equipos de defensa aérea y
aviones de combate. Sería el primer suministro occidental de este tipo a
Kiev, detalla el medio.
Por su parte, la Presidenta de la
Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó el miércoles 14 que
“incorporaremos a Ucrania a nuestra zona de libre circulación europea".
Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN / Foto: AFP.
La nueva fase de la guerra no sólo trae más sufrimiento para la
población civil, sino un más nítido involucramiento de los miembros de
la OTAN. El jueves 8 el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg,
en su conferencia de prensa junto con el secretario de Estado Antony
Blinken, tras la reunión del grupo internacional de apoyo a Ucrania en
la base norteamericana de Ramstein, en el suroeste de Alemania, afirmó
que “(…) estamos enviando un mensaje inequívoco a Moscú sobre nuestra
disposición a proteger y defender cada centímetro de nuestro territorio.
Estamos reforzando significativamente nuestra presencia en el este de
la Alianza.” Esta asimilación de Ucrania a “nuestro territorio” y la
invitación de la UE para que Ucrania se incorpore al bloque confirman
los temores de Rusia: la OTAN pretende extenderse hasta la frontera rusa
también en el sur, a 1.500 km de Moscú.
Siempre hay alguien que
dice la verdad. El general Ben Hodges, ex comandante del Ejército de
Estados Unidos en Europa, pidió el miércoles en el británico The
Telegraph que se empiece a preparar el colapso de Rusia, para reducir
las consecuencias geopolíticas de este proceso. El verdadero fin de la
guerra de la OTAN contra Rusia es generar tanta insatisfacción que el
pueblo se alce y derroque el régimen. El país se sumiría, entonces, en
un ciclo de caos y guerra civil que lo fracturaría en numerosas
republiquetas sin poder. Éste es el objetivo de la estrategia
anglosajona contra Rusia desde hace por lo menos dos siglos…y no cambia.
Para Rusia se trata de una guerra existencial, un asunto de vida o
muerte. El objetivo geopolítico/geoeconómico estadounidense es destruir
la unidad del país, imponer un cambio de régimen y saquear sus inmensos
recursos naturales. Los ucranianos no son más que carne de cañón para
alcanzar este proyecto.
Por el otro lado, si Rusia resiste las
sanciones y el bloqueo occidental y es capaz de conquistar Odessa y con
ella toda la costa del Mar Negro, es difícil que la unidad entre los
aliados de Zelensky se mantenga. Y, si la UE y la OTAN se fracturan y el
conflicto se termina o se paraliza luego de que Ucrania haya perdido
más de la mitad de su territorio, es dudoso que la alianza atlántica, si
es que sigue existiendo, tenga alguna vigencia en el futuro.
Para ambos contendientes el triunfo es una cuestión de vida o muerte.
Por eso es altamente improbable que en los próximos meses lleguen a una
negociación. Más bien es de esperar lo contrario. Cuando el invierno
boreal paralice las operaciones militares, debemos temer una
intensificación de la guerra en otros ámbitos, con acciones de
terrorismo económico o cibernético. Todos los países del mundo
mantenemos relaciones con ambos contendientes. La prolongación y
ampliación de la guerra de Ucrania nos va a afectar a todos. Y esto
recién empieza.
(El autor es analista internacional)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimad@s lector@s: Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam. Agradezco su atención. Eduardo J. Vior
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimad@s lector@s:
Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam.
Agradezco su atención.
Eduardo J. Vior