jueves, 17 de febrero de 2022

Rusia impone las reglas del Derecho Internacional

¿En Ucrania triunfó la razonabilidad sobre la fuerza?

Tras dos meses de alta tensión los aliados occidentales parecen haber dado la razón a Moscú y reconocido la vigencia del principio de la indivisibilidad de la seguridad interior e internacional

Por Eduardo J Vior
Por Eduardo J. Vior
16-02-2022 | 19:10
Foto Ministerio Defensa Ruso
Foto: Ministerio Defensa Ruso.


Después de una escalada militar y declarativa que hizo temer por la paz mundial, entre el fin de semana y este martes los distintos actores de la crisis que tiene a Ucrania como motivo –aunque no como causa- dieron señales de distensión que, de confirmarse, indicarían que los aliados occidentales se someten a las mismas reglas internacionales que ellos acordaron en la década de 1990 y que desde entonces violaron sistemáticamente. Si así fuera, la resolución diplomática del conflicto en Europa Oriental tendría consecuencias mundiales.

Luego de anunciar que sus tropas se están retirando tras la finalización de las maniobras cerca de la frontera con Ucrania y Polonia, Moscú ha insistido en que las predicciones de que podría estar a punto de ordenar una invasión en toda regla se han demostrado falsas. En un encendido comunicado, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zajarova, despreció semanas de informes y afirmaciones de funcionarios estadounidenses y europeos de que las fuerzas armadas de Moscú podrían estar a pocas horas de lanzar un ataque contra su vecino. "El 15 de febrero de 2022 pasará a la historia como el día en que la propaganda bélica occidental fracasó", escribió. Según ella, Occidente ha sido "avergonzado y destruido sin disparar un solo tiro".

Poco tiempo antes, el Ministerio de Defensa ruso anunció que los distritos militares del Sur y del Oeste de Rusia han comenzado a enviar a sus tropas a sus lugares de origen tras completar sus ejercicios. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, calificó este mismo martes como positiva la respuesta de Occidente ante las iniciativas de su país sobre la seguridad europea.

En Washington, el presidente de EE.UU., Joe Biden, ha declarado el mismo día que su gobierno está dispuesto a sellar por escrito acuerdos en materia de seguridad con Rusia. El mandatario dijo haber trasladado a Vladímir Putin su firme voluntad de apostar por la vía diplomática al más alto nivel y añadió que EE.UU. aún no ha verificado que el repliegue militar ruso se esté efectivamente produciendo.

Entre tanto, fuentes de Moscú citadas por Intel Slava comentan que el proyecto del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso aprobado por el presidente con las respuestas de Rusia a la OTAN sobre las garantías de seguridad se convertirá en una "sensación mundial".

A su vez, Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, respondió a la declaración de Lavrov declarando que “las señales de Moscú sobre la continuación de los esfuerzos diplomáticos son alentadoras“.

Acto seguido los principales medios occidentales salieron en cadena a agitar que “gracias a nuestra firmeza Rusia retiró sus fuerzas”, obviando que los ejercicios militares conjuntos en Bielorrusia y los de las fuerzas rusas en el sur del país estaban planeados desde hace tiempo y sus fechas de comienzo y fin eran conocidas. Claro que, como los aliados occidentales habían retirado de Rusia su delegación supervisora, no pudieron acompañar las maniobras sobre el terreno. En segundo lugar, nunca durante la crisis informaron sobre los 150.000 efectivos ucranianos concentrados en la línea de demarcación con la cuenca del Don y en la frontera rusa de Crimea.

Como tratando de evitar que su contrincante se retracte, este mismo martes, al recibir al Canciller alemán Olaf Scholz, Vladimir Putin declaró que Rusia no puede hacer la vista gorda ante la libre interpretación del principio de indivisibilidad de la seguridad por parte de EE.UU. y la OTAN. "EE.UU. y la Alianza Atlántica interpretan con bastante libertad y a su favor los principios clave de la seguridad igual e indivisible, consagrados en muchos documentos comunes europeos", señaló el mandatario ruso. Y avanzó un paso más: “Rusia está dispuesta a continuar el suministro de gas natural a Europa a través del territorio ucraniano más allá de 2024”, cuando expire el contrato de tránsito. "Por supuesto, si se mantiene la demanda entre los importadores europeos, la rentabilidad [del tránsito] y el propio sistema ucraniano de transporte de gas se encuentra en estado técnico funcional", señaló el mandatario ruso en rueda de prensa tras su reunión con el canciller alemán Olaf Scholz.

Scholz, a su vez, informó que "(el presidente ucraniano) Zelensky prometió firmemente que todos los proyectos de ley sobre el estatus de Donbass y los cambios en la constitución se discutirían pronto en el grupo de contacto". Un enorme avance, si se recuerda que todavía la semana pasada los líderes ucranianos daban los acuerdos de 2015 por “muertos”. El jefe del gobierno alemán, asimismo, calificó la retirada tras las maniobras del personal militar ruso a los lugares de despliegue como una buena señal de desescalada.

Entre tanto, el voto de la Duma (parlamento) de la Federación pidiendo a la presidencia de Rusia el reconocimiento diplomático de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk podría servir como medida de presión suplementaria sobre Occidente. La resolución parlamentaria no vinculante fue impulsada por el bloque del Partido Comunista, que así pretendía correr por izquierda al mayoritario de Rusia Unida, Si el presidente quisiera ponerla en práctica, necesitaría primero la declaración de independencia de ambas repúblicas de mayoría rusa en el este de Ucrania, para después poder reconocerlas diplomáticamente. Como tal acto desataría un ataque ucraniano que obligaría a Rusia a reaccionar, probablemente Putin no aplique la resolución, sino que deje pendiente la amenaza de reconocimiento como un instrumento más de presión sobre Occidente. Consecuentemente, en la rueda de prensa del martes 15, después de su reunión con Olaf Scholz, Putin dijo “comprender” el sentimiento de los rusos hacia sus compatriotas de la cuenca del Don, pero que el diferendo debía resolverse dentro de los acuerdos de Minsk, es decir, dentro de las fronteras de Ucrania.

Sergei Lavrov
Sergei Lavrov.


Cuando el ministro Lavrov mencionó la “respuesta de Occidente”, se refería a dos misivas de EE.UU. filtradas por el diario madrileño El País el pasado 2 de febrero a pesar de su carácter reservado, que respondían a las propuestas rusas de diciembre pasado. Según los dos documentos, EE.UU. se muestra dispuesto a "considerar acuerdos" con Rusia junto con sus aliados para abordar las respectivas preocupaciones en materia de seguridad, pero insiste en la política de “puertas abiertas” de la OTAN, rechazando así la principal exigencia del Kremlin de no incorporar en ningún momento a Ucrania en la Alianza Atlántica.

Al mismo tiempo, Washington aseguró en esos documentos estar preparado "para una discusión sobre la indivisibilidad de la seguridad", tema en el que insiste Moscú, pero agregó que se enfocará también en sus "respectivas interpretaciones de ese concepto", que "no puede ser visto de manera aislada". De acuerdo a los documentos internacionales en los que Moscú se apoya, no sólo que todas las cuestiones que atañen a la seguridad interior e internacional están interrelacionadas, sino que ningún país, ninguna región y ningún individuo puede aspirar a vivir en un entorno seguro a costa de la seguridad de los demás.

Entonces pareció que el camino de la negociación estaba bloqueado. Sin embargo, en los últimos días hubo varias señales de que los aliados occidentales podrían prescindir de la incorporación de Ucrania a la OTAN y aceptar el principio de Derecho Internacional reclamado por Rusia.

El pasado fin de semana el embajador ucraniano en Gran Bretaña, Vadim Prystaiko, dijo en una entrevista con la BBC que Ucrania podría abandonar su intento de unirse a la OTAN, para evitar una confrontación militar con Rusia. El diplomático indicó que su país sería "flexible" sobre su objetivo de sumarse a la alianza militar occidental y recalcó que Ucrania es un país "responsable". Por su lado, Dmitri Peskov, portavoz de la presidencia rusa, declaró el lunes 14 que el hipotético rechazo de Ucrania a la idea de ingresar en la OTAN ayudaría a Occidente a responder de una forma "sustancial" a las preocupaciones de seguridad rusas. Claro que el embajador fue el mismo lunes sancionado por la cancillería de Kiev y tuvo que retractarse, aclarando que la incorporación a la OTAN es una finalidad del Estado ucraniano anclada en la Constitución (tras la reforma de 2018). No obstante, por primera vez desde que comenzó la crisis en noviembre pasado, al menos un representante de Ucrania toma en cuenta uno de los reclamos fundamentales de Rusia: la no incorporación a la OTAN.

Como recogiendo la pelota que le pasó el diplomático ucraniano, en la rueda de prensa del martes 15 el jefe de la diplomacia rusa detalló que se ha dirigido por escrito a todos sus colegas de los países que anteriormente respondieron a las propuestas de Rusia, para pedirles aclaraciones sobre qué entienden exactamente por el principio de la indivisibilidad de la seguridad. "[El principio] exige antes que nada evitar cualquier tipo de acciones que vayan a reforzar la seguridad en detrimento de la seguridad de cualquier otro país", argumentó Lavrov. Por último, prometió que Moscú responderá a la brevedad los documentos en materia de seguridad recibidos de parte de EE.UU. y la OTAN.

No queda aún claro qué nuevo mensaje envió EE.UU. a Rusia, como para que ésta vea la posibilidad de una distensión. Obviamente, si bien las maniobras militares estaban anunciadas y su duración era conocida, sirvieron como presión para doblar la voluntad de Kiev. Es que, ante la declaración de Joe Biden de diciembre pasado de que EE.UU. no intervendría en Ucrania en caso de invasión rusa, los líderes de ese país entendieron que debían buscar una solución política. Sin embargo, Washington tiene que haber dado alguna señal de que está dispuesto a aceptar la indivisibilidad de la seguridad y a reconocer el derecho de Rusia a vivir sin amenazas. Si es así, EE.UU. habrá restablecido la vigencia de un principio colectivo que violó sistemáticamente desde principios de siglo.

Si este principio vuelve a tener vigencia, tendrá una fuerza mayor en la regulación de los conflictos en numerosas regiones del mundo, como Medio Oriente, el Océano Índico, el Atlántico Sur y la Antártida. Implicaría el triunfo de la razonabilidad sobre la fuerza.


*Analista internacional

viernes, 11 de febrero de 2022

Rusia y China ponen los fundamentos del Nuevo Mundo

 

Se define el perfil del próximo sistema internacional

La Declaración Conjunta de Rusia y China del pasado 4 de febrero sentó los principios y las normas con las que se proponen superar el caos actual y organizar el Nuevo Orden Mundial 

Por Eduardo J Vior
Por Eduardo J. Vior
10-02-2022 | 18:41
Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron en Beijing el 4 de febero y sacaran una trascendente Declaracin Conjunta Foto AFP
Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron en Beijing el 4 de febero y sacaran una trascendente Declaración Conjunta. Foto: AFP.

Al firmar la incorporación de Argentina a la Nueva Ruta de la Seda y la Franja (BRI, por su nombre en inglés), el presidente Alberto Fernández trajo de China un triunfo mayor. El país se incorporó al Nuevo Orden Mundial en construcción un día después de que Vladimir Putin y Xi Jinping presentaron los principios y normas para organizarlo. Después de tres décadas de dominio imperial único, falta de reglas institucionales, y vaciamiento del sistema de las Naciones Unidas, el Documento Conjunto de los presidentes de Rusia y China sienta bases firmes para superar el caos y poner orden en las relaciones internacionales. Para quienes recién nos incorporamos, es bueno conocerlo para saber hacia dónde vamos y cómo pasamos del viejo al nuevo mundo sufriendo lo menos posible en la transición.

Xi Jinping y Vladimir Putin se reunieron el viernes 4 en Beijing con el pretexto de inaugurar los Juegos Olímpicos de Invierno, pero en realidad para sacar la “Declaración conjunta de la Federación Rusa y la República Popular China sobre las relaciones internacionales en una nueva era y el desarrollo global sostenible” que sus equipos venían redactando desde hace meses. Por su alcance y trascendencia vale la pena analizarlo en detalle.

La introducción del texto caracteriza la transición del unilateralismo a la multipolaridad y los fenómenos concomitantes del cambio de un sistema mundial a otro, pero advierte lo siguiente: “Algunos actores que no representan más que una minoría en la escala internacional siguen defendiendo enfoques unilaterales para abordar las cuestiones internacionales y recurren a la fuerza (…).” Este primer párrafo termina con una convocatoria programática: “Las partes hacen un llamamiento a todos los Estados para que busquen el bienestar para todos y, con estos fines, construyan el diálogo y la confianza mutua, (…) defiendan valores humanos universales como la paz, el desarrollo, la igualdad, la justicia, la democracia y la libertad, respeten el derecho de los pueblos a determinar de forma independiente las vías de desarrollo de sus países (…), busquen una auténtica multipolaridad en la que las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad desempeñen un papel central y de coordinación, promuevan unas relaciones internacionales más democráticas y garanticen la paz, la estabilidad y el desarrollo sostenible en todo el mundo.” Esta convocatoria estructura todo el documento y organiza sus cuatro apartados:

⦁ I: “Las partes entienden que la democracia es un valor humano universal, más que un privilegio de un número limitado de Estados, y que su promoción y protección es una responsabilidad común de toda la comunidad mundial.

Las partes creen que la democracia es un medio de participación de los ciudadanos en el gobierno de su país con vistas a mejorar el bienestar de la población y aplicar el principio del gobierno popular.”

La democracia es el sistema de gobierno que todos los pueblos ambicionan, pero sus formas son múltiples y sólo cada pueblo tiene el derecho a decidir si la organización de su país expresa y defiende sus valores nacionales. Se trata de una formulación “sustantiva” del principio democrático, que juzga el sistema político más por sus contenidos (participación popular) y sus fines (alcanzar el bienestar para todos) que por sus formas.

⦁ II: “Las partes creen que la paz, el desarrollo y la cooperación son el núcleo del sistema internacional moderno. El desarrollo es un motor clave para garantizar la prosperidad de las naciones. La nueva pandemia de coronavirus en curso supone un serio desafío para el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Es vital mejorar las relaciones de cooperación en aras del desarrollo mundial y asegurarse de que la nueva etapa de desarrollo mundial se defina por el equilibrio, la armonía y la inclusión”.

El desarrollo armónico de todo el mundo es la condición de posibilidad para que todas las naciones y pueblos puedan organizarse democráticamente.

⦁ III: “Las partes están seriamente preocupadas por los graves problemas de seguridad internacional y creen que los destinos de todas las naciones están interconectados. Ningún Estado puede o debe garantizar su propia seguridad al margen de la seguridad del resto del mundo ni a expensas de la seguridad de otros Estados. La comunidad internacional debe participar activamente en la gobernanza mundial para garantizar una seguridad universal, global, indivisible y duradera.” La democracia y el desarrollo necesitan un contexto seguro en el que estén libres de amenazas a la vida, al trabajo, al hábitat, a la salud, a la educación y donde cada ser humano y cada pueblo pueda alcanzar decentemente un bienestar modesto, pero esa seguridad, para ser tal, debe ser universal integral, sistémica e interdependiente.
E inmediatamente continúa, “Las partes reafirman su firme apoyo mutuo a la protección de sus intereses fundamentales, la soberanía estatal y la integridad territorial y se oponen a la injerencia de fuerzas externas en sus asuntos internos.” Por consiguiente, “La parte rusa reafirma su apoyo al principio de una sola China, confirma que Taiwán es una parte inalienable de China y se opone a cualquier forma de independencia de ésta”.

Del mismo modo, “Rusia y China se oponen a los intentos de fuerzas externas de socavar la seguridad y la estabilidad en las regiones adyacentes, (…) se oponen a las ‘revoluciones de colores’ y aumentarán la cooperación en los ámbitos mencionados.” Y, más generalmente, “Las partes se oponen a una nueva ampliación de la OTAN y hacen un llamamiento a la Alianza del Atlántico Norte para que abandone sus planteamientos ideologizados propios de la guerra fría, respete la soberanía, la seguridad y los intereses de otros países, la diversidad de sus antecedentes civilizatorios, culturales e históricos, y adopte una actitud justa y objetiva hacia el desarrollo pacífico de otros Estados”.

También en este apartado hay largas enumeraciones de las sucesivas denuncias por EE.UU. de los tratados de la época de la Guerra Fría para el control de armamentos, contra la proliferación nuclear y sobre la reducción de los arsenales de armas de alcance medio y largo y los riesgos que tal ruptura de la normativa internacional acarrea al orden mundial. Para los signatarios uno de los componentes centrales de la seguridad internacional es la seguridad jurídica. Pacta sunt servandi, decía la fórmula romana: los pactos están para ser respetados, un principio que las potencias occidentales olvidaron muchas veces.

⦁ IV: “Las partes subrayan que Rusia y China, como potencias mundiales y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Nacion  es Unidas, tienen la intención de adherirse firmemente a principios morales y de aceptar su responsabilidad, de defender firmemente el sistema internacional y el papel central de coordinación de las Naciones Unidas en los asuntos internacionales, de defender el orden mundial basado en el derecho internacional (…) y de construir conjuntamente relaciones internacionales de nuevo tipo”.

La referencia al rol central del sistema y la Organización de las Naciones Unidas alude a un principio metodológico central del Documento Conjunto: el Nuevo Orden Mundial se está construyendo al mismo tiempo dentro y fuera de las instituciones que gobernaron el viejo. Dentro del sistema, en la medida en que las mismas permitan el desarrollo del multilateralismo en pos de asegurar la paz, la democracia, la seguridad y el bienestar para toda la humanidad. Ambas potencias defienden la vigencia de este sistema, aunque reclaman que en ellas se introduzcan profundas reformas. Al mismo tiempo, promueven la creación de nuevas instituciones fuera del sistema de la ONU, para atender y resolver problemas específicos hasta ahora no previstos. De este modo, la transición se está produciendo pragmáticamente, combinando viejas y nuevas prácticas e instituciones, aunque todavía en medio de un gran desorden.

Entre los párrafos finales de la Declaración hay algunas valoraciones inusuales en documentos diplomáticos o políticos: “Las partes reafirman que las nuevas relaciones interestatales entre Rusia y China son superiores a las alianzas políticas y militares de la época de la Guerra Fría. La amistad entre los dos Estados no tiene límites.” Es decir, que ambas potencias han decidido establecer una "amistad que no conoce límites". "Amistad sin límites" es una fórmula cuidadosamente elegida, para que carezca de sentido para el público occidental, que lo verá sólo como "tópicos piadosos y vagos sin obligaciones vinculantes", pero estará muy claro para quienes proceden de la cultura rusa y china. Da al vínculo un sustento afectivo mucho más profundo que la mera relación política y económica.

La declaración conjunta tiene una enorme lógica interna y mucha sistematicidad: el rechazo al unilateralismo y la defensa del multilateralismo implican remplazar la fórmula norteamericana de “relaciones internacionales ajustadas a reglas”, que nadie define y cambian permanentemente, por el retorno al sistema de las Naciones Unidas como fundamento del orden internacional.

Obviamente ese sistema necesita profundas reformas, pero no se lo puede ni debe abandonar. Inmediatamente después la declaración define la democracia como el único sistema apto para la participación popular en el poder, pero le reconoce tantas formas como culturas hay en el mundo. El multilateralismo y la democracia requieren un entorno seguro, pero la seguridad sólo puede ser integral (política, militar, económica, social y cultural), sistemática e interdependiente.

Consecuentemente, ambas potencias reafirman la soberanía estatal y la intangibilidad de la unidad territorial, un capítulo muy caro para nosotros, los argentinos. Esta reivindicación incluye el principio de no intervención en los asuntos internos de otros estados. Son principios y valores que ambas potencias ya vienen implementando desde hace años mediante la Nueva Ruta de la Seda y la Franja y el Espacio Económico Euro-Asiático (EEEA) liderado por Rusia, pero que ahora adquieren fuerza normativa.

Para los países que, como el nuestro, se han incorporado a la Franja y la Ruta, pero siguen siendo dependientes de EE.UU., se plantea la pregunta de cómo realizar la transición entre el viejo y el nuevo mundo con el menor costo posible. No es casual la coincidencia temporal entre la adhesión argentina, la inauguración de los Juegos Olímpicos con la presencia de doce jefes de Estado y la presentación de la Declaración Conjunta. Por la vulnerabilidad que Argentina padece como producto de los gobiernos procoloniales desde 1955 y agravada en el período 2015-19, nuestro país –como otros de desarrollo medio - no tiene la fuerza como para sentarse a la mesa directiva del nuevo orden mundial, pero tiene el peso e influencia regional suficientes, como para motivar la yuxtaposición de acontecimientos tan relevantes. A través de Argentina Vladimir Putin y Xi Jinping abren a toda Nuestra América (como la llamó José Martí) la puerta del Nuevo Orden Mundial. 

Si Argentina, México y Brasil se integran al proyecto, el continente los seguirá. Ya la presidencia argentina en CELAC puede servir para dar coherencia a las políticas regionales y comenzar a negociar con ambas potencias como un bloque. Este trabajo conjunto puede facilitar sinergias y sacar más provecho de la incorporación. Sin embargo, la coordinación de las tratativas con el bloque euroasiático requiere superar las estrategias integracionistas aplicadas desde la década de 1950, para que el continente confluya en principios básicos de su presencia internacional así como en las políticas monetaria, financiera y de seguridad.

La transición hacia el Nuevo Orden Mundial será conflictiva y traumática. Sólo aquellos países y movimientos que tengan claros sus valores, principios y objetivos podrán saltar de un bote al otro sin caerse al agua.
* Eduardo J. Vior es analista internacional. 

viernes, 4 de febrero de 2022

La independencia precisa de proyecto y liderazgo


La política mundial no es un autoservicio

En la transición hacia un mundo multipolar no basta ser pragmático. Sólo aquellos gobiernos con visiones estratégicas y liderazgos legitimados pueden sobrellevar las crisis propias del cambio

Por Eduardo J Vior
Por Eduardo J. Vior
02-02-2022 | 21:51
Alberto Fernndez en Rusia Foto Presidencia
Alberto Fernández en Rusia. Foto Presidencia.


El presidente Alberto Fernández inició este martes una gira por Rusia y China, para reunirse con Vladimir Putin y Xi Jinping en pos de afianzar los vínculos estratégicos, reafirmar la cooperación económica, científica y técnica y renovar contratos para inversiones en infraestructura que estuvieron frenados durante el mandato de Mauricio Macri. Inmediatamente después de haber firmado el memorando de entendimiento con el FMI con la ayuda del gobierno norteamericano, el primer mandatario se acerca a los competidores de EE.UU. El intento argentino de llevar adelante una política exterior pragmática y sin ataduras ideológicas no es extraordinario: todos los países surgidos del desmembramiento de la antigua Unión Soviética intentaron hacerlo. Los gobiernos y fuerzas progresistas que hoy resurgen en América Latina tienen la misma tendencia. En Europa, África y Oriente Medio, en cambio, no tienen tanta libertad. El ejemplo de los primeros sirve para ilustrar las limitaciones de los segundos.

El pasado 3 de enero manifestantes salieron a las calles de las principales ciudades de Kazajistán, para protestar contra el aumento en el precio del gas que en el país centroasiático es generalmente utilizado como combustible para los automotores. Las protestas escalaron inmediatamente y grupos paramilitares comenzaron a atacar edificios oficiales, hospitales y aeropuertos. En acciones de comandos agredieron con suma violencia a las fuerzas de seguridad y asesinaron a numerosos efectivos. Algunos, incluso, fueron degollados, en el mejor estilo del Estado Islámico (EI). Muchos testigos aseguran haber oído a estos grupos hablar en lenguas no kasajas.

Ante la escalada de la violencia, el presidente Kassym-JomartTokayev pidió ayuda a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva(OTSC), una alianza para preservar la seguridad y estabilidad regional dirigida por Rusia y que incluye también a Bielorrusia, Armenia, Kasajistán, Tayikistán y Kirguistán. Ya el día 5 la organización envió efectivos especializados que resguardaron los edificios públicos y bancos, mientras la policía y el ejército kasajo reprimían a los terroristas. En pocos días se restableció la paz y las tropas extranjeras abandonaron el país.

Mapa de Kazajistn Foto 123RF
Mapa de Kazajistán. Foto 123RF


Múltiples informes de inteligencia dan cuenta de la participación de británicos, turcos e israelíes en este intento de desestabilización. Kazajistán está ubicado en el centro de Asia, en el camino entre China y Occidente, tiene enormes riquezas naturales (especialmente, petróleo y gas) y una frontera con Rusia de más de 7.000 km. Si el gobierno hubiera sido derrocado, la integración euroasiática habría sido decisivamente dañada.

Desde la caída de la URSS en 1991 hasta 2019 el país estuvo presidido por NursultánNazarbáyev, quien, aún después de haber sido sucedido por Tokayev, siguió presidiendo el Consejo de Seguridad Nacional y, aparentemente, al principio del alzamiento dio a la Guardia Nacional la orden de no reprimir. En la crisis kasaja se combinó la lucha entre clanes oligárquicos que se apropiaron del país después de la independencia con el descontento de la población y su aprovechamiento conla infiltración de terroristas islamistas dirigidos por servicios extranjeros. Todavía en diciembre pasado en el vecino Kirguistán las fuerzas de seguridad abortaron un intento de golpe de estado. Afganistán está muy cercano. En ambos países quedó mucha “mano de obra desocupada”.

Todos los países surgidos de la disolución de la URSS mantuvieron hasta hace poco tiempo políticas exteriores que calificaron de “multivectoriales”: negociar en todas las direcciones buscando sacar el máximo de provecho, sin comprometerse con nadie. AleksandrLukashenko llevó adelante una política “multivectorial” en Bielorrusia, hasta que el MI-6 y la CIA intentaron en 2020 escenificar una “revolución de colores” y debió pedir la ayuda rusa, hasta confluir en la unión de ambos estados. Lo mismo en Armenia, Tayikistán y Kirguistán en 2021. Cuando la desestabilización amenazó quebrar la unidad de sus países, no tuvieron otra opción que recostarse en Rusia.

La evidencia de los riesgos que acarrea el pragmatismo excesivo no se limita a los países exsoviéticos. También varios frentes y gobiernos progresistas en América Latina tratan de conciliar la continuidad de políticas macroeconómicas neoliberales con la realización de reformas sociales. Hacen negocios con China y se alinean con EE.UU. El gobierno izquierdista de Perú tiene en China un poderoso inversionista y socio comercial, pero participa en la Alianza del Pacífico y no se fue de Prosur. En Chile,con un gabinete variopinto,el próximo gobierno de Gabriel Boric se anuncia con un perfil similar.

UCRANIA y el conflicto con Rusia Foto AFP
UCRANIA y el conflicto con Rusia. Foto AFP


Estas políticas son posibles, mientras no se agudicen las tensiones entre el bloque atlántico y el euroasiático. Como demuestra la crisis en torno a Ucrania, los países europeos no se pueden permitir tanta autonomía, porque EE.UU. está haciendo un esfuerzo denodado por imponerles su gas. El Reino Unido, por su parte, está organizando una alianza con Polonia y Ucrania dirigida ostensiblemente a impedir el acercamiento entre Alemania, Rusia y China. Desgarrada por una campaña electoral en la que ambas superpotencias han hecho fuertes apuestas (y ninguna por la izquierda), Francia está perdiendo aceleradamente su influencia sobre África Occidental.

Las políticas exteriores pragmáticas son sólo transitoriamente posibles. Cuando la competencia hegemónica se intensifica, la inestabilidad política se hace permanente, la derecha más reaccionaria crece, se facilitan los golpes de mercado y la Justicia oligárquica se entromete para proteger los privilegios. ¿La única alternativa, entonces, es alinearse ciegamente con alguno de los dos polos de poder?

En las décadas de 1940 y 1950 el peronismo argentino propuso la “Tercera Posición”. Comenzó siendo una propuesta pragmática de política exterior independiente de los bloques en que la Guerra Fría había dividido al mundo, para a partir de 1949 convertirse en un proyecto superador del capitalismo liberal y del comunismo dogmático. En la práctica se tradujo en una enérgica iniciativa para construir la unidad de América Latina y contribuyó poderosamente a la organización de la Conferencia de Bandung de 1955 que daría origen al Movimiento de los Países No Alineados, aunque Argentina sólo en 1973 pudo recoger los frutos de su esfuerzo temprano. En el exilio, en la década de 1960 el Gral. Perón sistematizó la propuesta en sus obras “Latinoamérica: ahora o nunca” (1967) y“La hora de los pueblos” (1968) en las que previó que la integración de la humanidad en unidades cada vez mayores y más complejas es inexorable. Dicha integración, empero, puede ser impuesta desde arriba por las oligarquías o por abajo por la liberación de los pueblos y naciones del Sur Global (en aquella época se hablaba de “Tercer Mundo”). El “Mensaje Ecuménico a los Pueblos del Mundo”, de 1972, finalmente, postuló la necesidad de una integración creciente hecha de modo democrático como única solución ante la crisis ecológica que ya entonces afrontaba el planeta.

En sus obras Latinoamrica ahora o nunca 1967 y La hora de los pueblos 1968 Pern previ la integracin de la humanidad en unidades cada vez mayores y ms complejas
En sus obras “Latinoamérica: ahora o nunca” (1967) y “La hora de los pueblos” (1968), Perón previó la integración de la humanidad en unidades cada vez mayores y más complejas


Medio siglo después el desafío sigue vigente: ¿cómo realizar una política independiente desde el Sur Global que asegure la paz, el bienestar de la mayoría y restaure el equilibrio ecológico? Ni con dogmatismos ni con pragmatismos malentendidos que pierden de vista los fines y valores de los actores contrapuestos en la escena mundial. La política mundial no es un autoservicio en el que uno pueda servirse veleidosamente de tirios y troyanos sin pagar mayores costos. Tanto la alianza atlántica como la euroasiática representan formas de ver el mundo, de pensar y de actuar. Las relaciones económicas internacionales no son ideológicamente neutrales. Abrir la puerta para que uno u otro bloque aumente su influencia dentro del paísnecesariamente conduce a que actores políticos, económicos y sociales internos se alineen con ellos e incidan sobre las relaciones de poder.

Mientras renegocia el crédito con el FMI en las condiciones menos dañinas posibles (que nadie se haga ilusiones sobre los sufrimientos que nos esperan), el gobierno argentino estrecha los vínculos con los adversarios de Estados Unidos, buscando inversiones que aceleren el crecimiento y permitan repagar la deuda. Por ahora, la superpotencia occidental está demasiado ocupada en Europa Oriental y el Sureste de Asia, como para reaccionar ante el aumento de la influencia sinorrusa en el tercer país más importante de América Latina, pero no demorará en prestar atención al Lejano Sur. Para entonces los argentinos tendremos que haber fijado nuestro rumbo en el continente y en el mundo con una propuesta ética y simbólica para respaldarlo y un liderazgo capaz de conducirlo.