domingo, 24 de julio de 2022

Se acerca el choque frontal entre Rusia y EE.UU.

 

¡Segundos afuera!

Ante el avance diplomático y militar de Rusia y el agravamiento de la crisis en Occidente los actores de menor nivel van dejando el ring libre para la pelea de fondo entre las superpotencias

Por Eduardo J Vior
por Eduardo J. Vior
Agencia Télam
23-07-2022 | 20:16
Putin junto a sus pares de Irn y Turqua en Tehern Foto AFP
Putin junto a sus pares de Irán y Turquía en Teherán / Foto: AFP.

Mientras Vladimir Putin explotaba el éxito de su encuentro con los presidentes de Irán y Turquía en Teherán, Serguei Lavrov respondía a los ataques ucranianos contra objetivos civiles dentro de Rusia anunciando la extensión de la “Operación Militar Especial” a toda Ucrania. Mientras que Rusia se consolida política, económica y militarmente, el gobierno ucraniano se desmorona, obligando a los miembros de la OTAN a involucrarse cada vez más directamente en la guerra. Al mismo tiempo, se profundiza la crisis política y económica de los países europeos. Sus elites se fragmentan y los radicales toman el mando. Los actores de segunda clase son crecientemente desplazados por la polarización del conflicto. El momento del choque entre las superpotencias se acerca peligrosamente.

“La idea de la dominación total de los ‘mil millones de oro’ es racista y neocolonial y divide a los pueblos en primera y segunda categoría”, dijo el miércoles el presidente ruso Vladimir Putin en su intervención en el foro “Ideas Fuertes para un Nuevo Tiempo” que se celebró en Moscú organizado por la ONG Agencia de Iniciativas Estratégicas. Estos encuentros tienen lugar cada dos años, para tratar propuestas de innovación gubernativa presentadas por ciudadanos de toda la Federación.

"Este modelo es racista y neocolonial en su esencia, mientras que la ideología globalista y pseudoliberal que subyace se parece cada vez más al totalitarismo", subrayó el presidente ruso. A continuación sostuvo que “se avecina una nueva era y una nueva etapa en la historia del mundo. Sólo los Estados auténticamente soberanos están en condiciones de garantizar una dinámica de alto crecimiento y convertirse en un modelo para los demás.” Y agregó que “la soberanía tiene que ver con la libertad de desarrollo nacional y, por tanto, con el desarrollo de cada individuo.”

Al mismo tiempo, no escatimó críticas al funcionamiento de la democracia rusa: “estoy convencido de que, para ser fuertes, independientes y competitivos, debemos mejorar los mecanismos de participación del pueblo en la vida del país y hacerlos más abiertos y justos.”

Desafecto a enunciar grandes relatos, ésta es probablemente la primera ocasión en la que el presidente ruso propone tan claramente un frente del 80% de la humanidad contra el 20% más rico. No es una casualidad ni un delirio de grandeza: Vladimir Putin viene de haber alcanzado un resonante triunfo en la reunión que tuvo en Teherán con sus colegas de Irán, Ebrahim Raisi, y de Turquía, Tayik Recep Erdoğan, y lo explota políticamente con un mensaje ecuménico.

La reunión en Teherán se realizó en el marco del llamado Proceso de Paz de Astaná (capital de Kazajistán), iniciado en 2017 para alcanzar la paz en Siria. Discutieron la situación actual en el país árabe y subrayaron su compromiso con la integridad territorial del mismo, así como con la Carta de la ONU. Este compromiso es tanto más importante cuanto que Turquía hasta hace pocos días tenía previsto invadir el norte del país árabe para ocupar una faja fronteriza de unos 30 km de ancho y así combatir mejor a las milicias kurdas. Como contrapartida a su concesión, Erdoğan consiguió vía libre para operar contra las milicias kurdas en el norte de Irak. Irán, por su parte, acordó la venta a Rusia de drones de largo alcance y con Turquía un importante acuerdo gasífero. Todos salieron ganando y felices.

El éxito de la cumbre de Teherán hizo posible que este viernes 22 se firmaran en Estanbul dos documentos idénticos entre la ONU, Turquía y Ucrania, por un lado, y entre la ONU, Turquía y Rusia, por el otro, para que Kiev desmine sus puertos y Rusia le permita exportar trigo y girasol por el Mar Negro. El gobierno de Zelensky festeja, porque podrá sacar sus granos por vía marítima (ya lo hace por el Danubio), pero mucho más ganaron Turquía y Rusia. Al encargarse de la seguridad de los envíos, ambas se reparten el control sobre el Mar Negro. Las dos participan también junto con Ucrania en la comisión de control con sede en Estanbul que vigilará que los barcos que crucen el Bósforo de ida, para ir a cargar el trigo ucraniano, lo hagan vacíos (sin armas). Erdoğan, en tanto, quedó como prestigioso árbitro, consiguió un descuento del 25% para comprar trigo ruso y Rusia obtuvo de la ONU la autorización para exportar por esa vía cereales y fertilizantes, lo que obligará a muchos países a derogar sus sanciones. A cambio Moscú se comprometió a no atacar Odessa y otros dos puertos por un lapso renovable de 120 días. La postergación de la “Operación Militar Especial” no la cancela, sólo la prolonga.

La guerra es ventajosa para los estadounidenses y los britnicos porque estn al otro lado del ocano estn lejos dijo Lavrov Foto AFP
"(La guerra) es ventajosa para los estadounidenses y los británicos, porque están al otro lado del océano, están lejos", dijo Lavrov / Foto: AFP.

El discurso programático de Vladimir Putin y la cumbre de Teherán coincidieron con la ampliación de los objetivos geográficos de la “Operación Militar Especial” por el ministro ruso de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov en una entrevista con la redactora jefa de RT, Margarita Simonián. "[La guerra] es ventajosa para los estadounidenses y los británicos, porque están al otro lado del océano, están lejos", dijo Lavrov. Según el canciller ruso, las estadísticas muestran que la Unión Europea asumió el 40% de los daños económicos derivados de las sanciones, mientras que a EE.UU. le corresponde menos de un 1%. Según Lavrov, precisamente ese es el motivo principal por el que los países occidentales impiden a Ucrania acordar con Rusia.

También señaló que el actual alcance geográfico del operativo ruso es ya diferente al previsto hace tres meses. "No se trata solo de Donetsk y de Lugansk, sino también de las provincias de Jersón y de Zaporozhie y algunos otros territorios", enfatizó el ministro. Lavrov explicó que la decisión se debe a que Occidente sigue llenando Ucrania con armas de cada vez mayor alcance. "No podemos permitir que en la parte ucraniana que controle Zelenski o quien lo releve se despliegue un armamento que nos amenace directamente", defendió.

No obstante, recalcó que Rusia sigue sosteniendo que se debe impedir la guerra nuclear. Comentando la crisis energética actual en Europa, el ministro manifestó que “no podemos alegrarnos de que la gente en Europa se congele, viva mal", y recalcó que fue decisión de los políticos europeos "romper los vínculos naturales y ventajosos" con Rusia.

En suma, Putin y Lavrov trasmiten el claro mensaje de que no habrá negociaciones políticas, mientras los occidentales continúen abasteciendo al gobierno ucraniano con armas de cada vez mayor alcance, capaces de afectar el territorio ruso. Por esa amenaza Rusia se considera forzada a continuar y profundizar la guerra hasta la aniquilación de todo foco de resistencia ucraniano que -en su percepción- pueda amenazar a la población rusohablante.

Tras la derrota de las fuerzas ucranianas en el este y la ampliación por Rusia de sus objetivos de guerra la conflagración se agudiza. El ejército ucraniano se está desmoronando a ojos vista y los “asesores” occidentales tienen cada día un rol mayor. Según un informe no confirmado de la Agencia de Inteligencia Exterior (AW, por su nombre en polaco) de Polonia, Kiev está enviando al Donbass formaciones no preparadas, el nivel profesional de los oficiales es débil y el mando es a menudo ejercido por combatientes nacionalistas. Desde mayo de este año el control y la conducción de las operaciones han sido asumidas por “asesores” de EE.UU., Gran Bretaña y Canadá. El intervencionismo occidental y el sometimiento ucraniano a él son cada vez mayores.

Sin embargo, según cuenta Philip Giraldi, un ex agente de inteligencia norteamericano que hoy preside una fundación para la reorientación de la política exterior de su país, la Casa Blanca sigue negando la intervención de soldados estadounidenses en la guerra de Ucrania. En la cumbre de la OTAN celebrada en Madrid el 29 de junio pasado Biden informó que el Vº Cuerpo del US Army establecerá un cuartel general permanente en Polonia, que el Pentágono mantendrá una brigada adicional en Rumanía y reforzará sus fuerzas en los estados bálticos. Asimismo, se incrementará el número de tropas estadounidenses en Europa.

Giraldi comenta asimismo que el 25 de junio pasado el New York Times publicó un informe titulado "Una red de comandos coordina el flujo de armas en Ucrania, según [informan] las autoridades: La operación secreta en la que participan fuerzas de operaciones especiales de EE.UU. indica la magnitud del esfuerzo para ayudar a los militares ucranianos todavía en desventaja." También, continúa el analista, se ha informado que comandos del SAS británico están custodiando al presidente Volodymyr Zelensky. El NYT aclara que los soldados y oficiales de la CIA no están en el frente con las tropas ucranianas. A pesar del ocultamiento, Rusia y otros servicios de inteligencia conocen sobradamente la operación. Según el ex espía, Biden no admitirá la intervención, por lo menos hasta que algunos de estos soldados sean asesinados o, peor aún, capturados y ante las cámaras empiecen a hablar de su papel.

A continuación cita a la teniente coronel retirada de las US Air Force Karen Kwiatkowski, antigua analista del Departamento de Defensa, quien observa que el despliegue de personal no uniformado "es completamente típico de las etapas iniciales de una guerra larga de Estados Unidos".

Sin dudas, Rusia violó el Derecho Internacional al invadir Ucrania en febrero pasado, pero en los últimos ocho años todas las instituciones custodias de dicho Derecho fallaron. Nadie tuvo la voluntad o la fuerza para obligar a Ucrania a cumplir con los acuerdos de Minsk y cesar su hostigamiento contra la población civil de la cuenca del Don. Al mismo tiempo, la OTAN acercó más y más efectivos y armamentos a las fronteras de Rusia. El año pasado se sumaron la amenaza de Zelensky de incorporar su país a la OTAN y su anuncio de que Ucrania volvería a tener armas atómicas. Finalmente, EE.UU. y la OTAN desestimaron sendas ofertas de negociación de Rusia.

Los aliados occidentales indujeron a Rusia a entrar en la guerra suponiendo que sus fuerzas armadas serían incapaces de combatir eficazmente, que la economía rusa se desmoronaría ante las primeras sanciones y que la imagen de Putin se derrumbaría, dando lugar a alzamientos populares que permitirían a Occidente impulsar un golpe de estado y el cambio del régimen político. Al contrario, con un golpe de timón el gobierno ruso restañó las pérdidas económicas y financieras, reorientó el comercio exterior, sustituyó las importaciones occidentales y remplazó a las empresas de ese origen por competidoras rusas. La balanza de pagos de Rusia ha alcanzado en lo que va del año un superávit histórico. Como al mismo tiempo Moscú sólo ha empleado en Ucrania el 10% de sus efectivos militares y está incrementando las reservas con voluntarios, pudo prescindir del reclutamiento forzoso. Por consiguiente, la guerra no ha influido en la vida cotidiana de la sociedad rusa. Consecuentemente, el índice de apoyo al presidente, que en febrero estaba en el 70%, hoy ha subido a casi el 79%.

La presidenta del BCE Christine Lagarde anunci el jueves 21 la suba de las tasas de inters en la zona euro Foto Archivo
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, anunció el jueves 21 la suba de las tasas de interés en la zona euro / Foto: Archivo.

Todo lo contrario sucede en Europa y Estados Unidos. El Banco Central Europeo (BCE) anunció este jueves 21 que elevaba los tipos de interés en 50 puntos básicos, para frenar la inflación en zona euro. La subida, la primera en once años, duplica lo estimado previamente por la propia entidad financiera. La inflación interanual en la eurozona alcanzó en junio el 8,6% anual frente al 8,1% registrado en mayo. El alza está impulsada principalmente por los precios de la energía, que aumentaron un 42% en junio. Durante las últimas semanas, la divisa europea también ha pasado por su peor período en veinte años en medio de crecientes temores a una recesión.

El Viejo Continente enfrenta también el riesgo de una crisis desatada por los países más endeudados del bloque como Italia (donde la deuda externa alcanza 150% de su PBI) y Grecia. Si bien la crisis occidental comenzó ya durante la pandemia, el gigantesco endeudamiento público y privado dejó a los países europeos sin resto para soportar el rebote de las sanciones contra Rusia. Sometidos a los grandes bancos y fondos de inversión, los gobiernos occidentales carecen de iniciativa. En consecuencia, Macron y Scholz se han debilitado, cayó Draghi y Liz Truss se posiciona como eventual primera ministra del Reino Unido. Después de la elección de noviembre probablemente el gobierno de Biden sólo sea un títere en las manos de un Congreso mayoritariamente republicano.

Esta falta de conceptos y de liderazgo induce a los dirigentes occidentales a seguir el automatismo de la guerra: cuanto mayores son las victorias rusas, más armas y efectivos mete la OTAN. Pronto llegará el día en que los Spetnaz cacen a un general de la alianza y lo presenten ante las cámaras. ¿Asumirá entonces Joe Biden su responsabilidad, retirará a las tropas, cancelará el suministro de armas a Kiev y forzará a Zelensky a buscar la paz? ¿O, por el contrario, ordenará el envío de más efectivos e irá al choque frontal con las fuerzas rusas? El tiempo de los moderados e indecisos se acerca a su fin. Comienza la pelea de fondo. ¡Segundos afuera!

sábado, 9 de julio de 2022

Gran Bretaña gira aún más a la derecha

 

El "golpe" contra Johnson agrava la guerra y la represión

Por Eduardo J Vior
Por Eduardo J. Vior
analista internacional
08-07-2022 | 13:47
Foto AFP
Foto: AFP.

Quien piense que Boris Johnson tuvo que abandonar Downing Street 10 por sus fiestas durante la pandemia y por haber encubierto la inconducta sexual de uno de sus colaboradores cree que la aristocracia británica es un coro de ángeles y la familia real un conjunto de estrellas de Netflix. Pero ni lo uno ni lo otro. La urgencia de la derecha imperial por concretar el segundo golpe de estado contra el jefe de gobierno en menos de un mes resultó de la constatación de que la estrategia aplicada contra Rusia ha fracasado y de que, si no se aplican medidas duras, la agitación social contra el ajuste neoliberal se extenderá, para peor, cuando el fin del reinado más largo de la historia inglesa anuncia una grave crisis sucesoria.

Tras una serie de escándalos y la pérdida de confianza de los conservadores que desembocó en un cascada de dimisiones de los ministros de su gobierno, el primer ministro británico Boris Johnson renunció el jueves 7 como líder del Conservative Party (CP). Sin embargo, pretende seguir como primer ministro hasta que los tories elijan a un nuevo líder, mientras los medios británicos ya especulan sobre quién podría relevarlo. El abrupto desenlace desencadenó una pugna entre los aspirantes a tomar el relevo en Downing Street y la exigencia de algunos diputados de que se vaya ya y no espere a que termine la elección del liderazgo partidario.
 
Según una encuesta realizada por la empresa YouGov este 6 y 7 de julio que recogió la opinión de 716 políticos conservadores, los mejores pretendientes para el puesto de “premier” serían el ministro de Defensa, Ben Wallace (13 %), la ministra de Comercio, Penny Mordaunt (12 %), el exministro de Hacienda, Rishi Sunak (10 %), la secretaria de Asuntos Exteriores, Liz Truss (8 %), el despedido secretario de Estado para la Ordenación, Vivienda y Comunidades, Michael Gove (7 %), y el ministro de Justicia y viceprimer ministro, Dominic Raab (7 %). Otros políticos obtuvieron un porcentaje menor. El orden de preferencias es también un indicador de las prioridades de los dirigentes conservadores.

La BBC describe a Ben Wallace, quien sirvió como soldado, como una figura "de bajo perfil" que logró atraer la atención tras el inicio de los combates en Ucrania, dado el papel que juega el Reino Unido en el apoyo bélico a Kiev. Por su parte, el canal ITV indica que el titular de Defensa es estimado por muchos en el Parlamento por su "enfoque directo y sin rodeos". Fue ministro de Seguridad desde 2016 hasta que asumió su actual cargo tres años después. Se hizo conocido el año pasado, cuando su departamento evacuó a ciudadanos británicos y aliados de Afganistán, y este año por el envío de armas a Kiev. Al contrario de Johnson, es un político de bajo perfil y más afecto a las decisiones que a las declaraciones. Se lo puede considerar un intérprete fiel de la estrategia del Alto Mando, que mayormente es la de la monarquía.

Foto AFP
Foto: AFP.

Entre tanto, el excanciller de Hacienda Rishi Sunak (un inglés de padres indios) fue, junto con el exsecretario de Salud, Sajid Javid, uno de los primeros altos cargos del Ejecutivo en presentar su renuncia. ITV destaca que Sunak fue considerado en un momento como "el favorito" para relevar a Johnson. Sin embargo, perdió popularidad por el aumento del costo de vida.

A su vez, Penny Mordaunt ocupa actualmente el cargo de ministra de Comercio y en 2019 hizo historia al convertirse en la primera mujer en dirigir la cartera de Defensa, aunque permaneció solo tres meses en el puesto, ya que fue destituida por Johnson cuando éste tomó el gobierno.

Si bien la actual secretaria de Asuntos Exteriores Liz Truss no se apresuró a exigir la dimisión de Johnson, la calificó como "correcta". Entre sus activos políticos los medios destacan su beligerante apoyo a Ucrania y su defensa de las sanciones contra Moscú. Además, se aprecia su papel en la negociación de los acuerdos comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea tras el Brexit.

En su anuncio Johnson señaló que ya habló con Graham Brady, jefe del Comité Conservador de Miembros Privados, el llamado Comité 1922, organismo de la bancada conservadora que promovió la moción de censura en su contra en junio. Los dos acordaron que el proceso de selección del nuevo premier debe iniciarse "ahora". El calendario del proceso se anunciará la próxima semana.

Bajo las reglas actuales se va a dar un proceso de selección interna dentro del CP del cual saldrá el nuevo líder del partido y, por lo tanto, el nuevo Primer Ministro. Mientras que en los comicios generales pueden votar más de 40 millones de adultos británicos que eligen un nuevo parlamento, al líder de cuya mayoría la Reina lo invita a formar gobierno, en la actual selección sólo intervienen unos pocos miles.

Se trata de un proceso mucho más largo y elitista. Primero, los 358 parlamentarios conservadores van a ir votando cada 2 a 3 días, para ir descartando en cada ronda a uno de los posiblemente más de 10 precandidatos. Luego, cuando queden solo 2, se va a pasar esa decisión final al voto de una minoría de menos del 0,3% de la población compuesta por los 100 a 150 mil afiliados a los clubs conservadores, que en su gran mayoría son blancos, varones y adultos mayores. Como en ese diminuto electorado casi no hay trabajadores, madres solteras, jóvenes o minorías étnicas, los candidatos que más fuerza van a tener son aquellos que pueden ofrecer más dureza ante la Unión Europea, los inmigrantes o Rusia.
 
El curso del proceso de selección dentro del Conservative Party va a servir de indicador sobre el próximo futuro del Reino. Los retos son grandes: el país vive su peor inflación en cuatro décadas, hay una ola de huelgas que han comenzado los trabajadores de los trenes y metros y que amenaza extenderse a otros rubros, en tanto en Irlanda del Norte y Escocia crecen las tendencias separatistas.

Por un lado, en Escocia el gobierno nacionalista ha fijado fecha para un segundo referéndum por la independencia. Por el otro, en Irlanda del Norte hay fuertes tensiones entre los unionistas que quieren acabar con el protocolo con la UE y los nacionalistas que lo defienden y buscan ir hacia la reunificación con la República de Irlanda.

Un tema clave es la guerra de Ucrania. A 40 años de las Malvinas, Johnson quiso imitar lo que hizo en 1982 la entonces primera ministra tory Margaret Thatcher, quien supo revertir su impopularidad interna derrotando militarmente a Argentina. Esta vez el primer ministro quiso generar una ola de patriotismo antirruso y presentarse como el paladín de la unidad occidental para defender a Ucrania. El problema es que, a más de cuatro meses de haber iniciado esta guerra el 24 de febrero, las sanciones no han detenido a Moscú y Ucrania ya ha perdido un quinto de su territorio sin perspectivas de poder reconquistar la mayor parte de las zonas rusohablantes del este.

Expresión directa de la coalición de fuerzas que sostiene la monarquía (el Labour Party es sólo un apoyo sustituto), al liderazgo conservador cabe en los años por venir la inmensa responsabilidad de resguardar la unidad del Estado y su papel en la política mundial durante un traspaso de la corona que se anuncia como largo y traumático. Tras el reinado más prolongado de la historia de Inglaterra, la reina Elizabeth II se acerca a su muerte. El príncipe Charles, a los 74 años y sin fuerzas ni voluntad, es todavía el sucesor del trono. Podría, entonces, abdicar a favor de su hijo mayor, el príncipe William.

Sin embargo, ésta no es una decisión que el heredero o el ya monarca pueda tomar por sí solo. Según el Derecho tradicional inglés (common law), Charles se convertirá automáticamente en Rey apenas la Reina muera. Su eventual abdicación requeriría una ley, como ocurrió con la del Rey Edward VIII en 1936. Este procedimiento legal lleva tiempo, implicaría fuertes discusiones sobre el futuro de la monarquía y un debate nacional sobre el rumbo futuro.

Si bien las leyes del Reino prohíben a la familia real tomar posiciones políticas, es obvio que lo hacen en privado, ya por el hecho mismo de que la Reina cada miércoles recibe al primer ministro, se informa y lo aconseja. De Charles se sabe que es un moderado conservador, con práctica ecologista, pero no social. William, en tanto, se ha mostrado en la misma línea, pero su entusiasta apoyo a Ucrania en la guerra de la OTAN contra Rusia preanuncia que sostendrá el esfuerzo del Ejército Británico contra su homólogo ruso.

A esta altura es todavía difícil predecir quién ganará la compulsa interna de los conservadores, pero hay muchos indicios de que no será un moderado o moderada: las apuestas, el fracaso bélico, el peligro de secesión escocesa e irlandesa, la agitación social y la sucesión real reclaman un gobierno coherente y decidido. Ni en el centro ni en la “izquierda” de Westminster se ve alguna posibilidad de concretar esta opción. Muy probablemente se dé un giro a la derecha, hacia un gabinete imperialista y dictatorial, como en otros períodos críticos de la historia inglesa. Para los próximos meses es razonable esperar un incremento del esfuerzo de guerra contra Rusia, que inexorablemente va a arrastrar a EE.UU., una política represiva contra los movimientos huelguísticos e intentos por detener o postergar la votación escocesa.

A lo largo de su historia, cada vez que Inglaterra ha estado en crisis su elite ha iniciado una guerra y con este pretexto ha ajustado el torniquete autoritario sobre su población. En el último medio siglo, además, en cada ocasión bélica ha involucrado a Estados Unidos para que le saque las papas del fuego. Pero ahora es diferente: todo intento de enfrentar militarmente a Rusia y China acabará en un desastre. Al mismo tiempo, ni la corona ni el gobierno cuentan con líderes que puedan legitimar la represión interna. El golpe de estado contra Johnson sólo puede traer a Europa y Gran Bretaña sufrimientos y dolores sin sentido.

(El autor es analista internacional)