jueves, 16 de junio de 2022

Washington sacrifica innecesariamente a Kiev

 

¿Para qué insisten en desangrar a Ucrania? 

Tras 110 días de guerra está claro que EE.UU. ha sometido a Europa y que Rusia vencerá al régimen de Kiev. ¿Para qué prolonga, entonces, Occidente el sufrimiento de su aliada?

Por Eduardo J Vior
Por Eduardo J. Vior
Agencia Télam
16-06-2022 | 08:55
 Foto AFP
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A casi cuatro meses de comenzada la guerra en Ucrania, desde el punto de vista militar es indudable que Rusia vencerá. También parece haber sobrellevado satisfactoriamente la ola de sanciones occidentales contra su economía. EE.UU., por su parte, puso nuevamente a funcionar su complejo industrial militar y sometió a Europa, obligándola a pagar carísimos los alimentos y la energía. Que Rusia prolongue la guerra hasta alcanzar sus objetivos, se entiende. Pero, ¿para qué siguen las potencias occidentales enviando a Ucrania toneladas de armas que no equilibran la superioridad de Rusia en el campo de batalla, multiplican las pérdidas de vidas y la destrucción de la economía del país y escalan el conflicto? ¿Es intención o automatismo?

Este miércoles 15 el jefe del Estado Mayor Conjunto (JEME) de las Fuerzas Armadas estadounidenses, el general Mark Milley, ha calculado las pérdidas del ejército ucraniano. Se cree que éste está perdiendo alrededor de 100 personas al día y que tiene de 100 a 300 heridos. Por su parte, el sábado pasado, por primera vez, Oleksiy Arestovich, el principal asesor de Zelensky, admitió en una entrevista que desde el comienzo de la Operación Militar Especial de Rusia, Ucrania ha perdido unas diez mil personas. Se supone que se refirió sólo a los militares muertos, porque el número de bajas civiles y el de heridos es mucho mayor, como indica el que se esté preparando la movilización de las mujeres.

A principios de esta semana podía dibujarse el siguiente cuadro de la situación militar: las fuerzas aliadas de Rusia y las milicias de las repúblicas secesionistas de Lugansk y Donetsk han recuperado el 97% del territorio de las antiguas provincias del mismo nombre, Rusia recupera posiciones que había perdido hace un mes en la provincia de Járkov y sostiene las posiciones en el sur. Falta poco para que tome la totalidad de los territorios habitados por población rusohablante. En este contexto, no se entiende la utilidad militar de los permanentes bombardeos ucranianos contra la población civil de la ciudad de Donetsk.

 Foto AFP
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Por su parte, el diario británico The Independent, citando un informe de inteligencia, ofreció el sábado 11 un gran análisis sobre el equilibrio de las fuerzas rusas y ucranianas: las tropas ucranianas son 20 veces inferiores a las rusas en artillería, 40 veces en municiones y 12 veces en alcance. Además, la parte ucraniana se ha quedado casi completamente sin cohetes antitanque, aunque sigue teniendo los MLRS Grad y los obuses que alcanzan un máximo de 20-30 km. Del mismo modo, carece de armas para golpear la artillería rusa de largo alcance. Por su descoordinación con otros sistemas de armas, la incorporación creciente de cañones autopropulsados de gran calibre de origen francés y norteamericano aumenta los daños civiles, pero no aumenta la eficacia militar. A su vez, los rusos disponen de numerosos cohetes operativos a muchas decenas e incluso cientos de kilómetros. Se da una situación de "absoluta desigualdad en el campo de batalla, por no hablar del completo dominio de la aviación enemiga en el aire", dice el informe británico. Como consecuencia, entre las tropas ucranianas cunde el desaliento y aumenta la deserción.

Existe además un efecto colateral que se venía advirtiendo desde el inicio: la entrega compulsiva de armamentos está alimentando un mercado negro en el cual se puede adquirir un sistema Javelin estadounidense por unos 30 mil dólares, cuando sólo el misil cuesta 170 mil dólares y el centro de control unos 200 mil más. Organizaciones delictivas de todo tipo están aprovechando la ocasión para conseguir una amplia variedad de armas y se sospecha que no sólo portátiles. Las posibilidades de que sean utilizadas con fines criminales en cualquier parte del mundo son aterradoras, si se piensa que se han entregado misiles anti buques costeros que nadie sabe a dónde terminan.

Ante este panorama, a los líderes occidentales no se les ocurre nada mejor que enviar armas aún más potentes. Así, este martes 14 el subsecretario de Defensa para Asuntos Políticos de EE.UU., Colin Kahl informó que Estados Unidos proporcionará a Ucrania misiles guiados pesados con un alcance de 70 km para su uso con los lanzadores de cohetes múltiples HIMARS. Según Kahl, el sistema de cohetes de artillería de alta movilidad vendrá con cohetes guiados GMLRS. Con este equipo militar no se requiere un consumo masivo de municiones, ya que se trata de un sistema de alta precisión y potencia cuya efectividad es comparable al "efecto de un ataque aéreo". Así Ucrania podría atacar más profundamente el territorio ruso, dañando objetivos civiles, pero serán inútiles para los militares, porque desde hace tiempo las fuerzas aliadas evitan las grandes concentraciones y utilizan pequeñas unidades móviles.

Foto Xinhua
Foto Xinhua

En este contexto no es de extrañar que el profesor de Relaciones Internacionales Andrew Latham, de la Universidad Macalester en Minnesota, haya llegado el martes 7 a la conclusión de que “Ucrania no puede vencer”. El resultado de esta guerra no puede ser una Ucrania independiente. Es obvio que la parte oriental es para Rusia y la occidental quedará bajo la influencia de Polonia.

El profesor Latham califica este escenario como una victoria incondicional del Kremlin, porque una de las principales tareas de la Operación Militar Especial era impedir la expansión de la OTAN y la fragmentación de Ucrania la excluiría de la esfera de influencia de la alianza.

A esta altura de la guerra van quedando claras las respectivas estrategias de la OTAN y de Rusia. Ambas se dividen en dos campos, el económico y el militar. La apuesta de la OTAN fue empujar a la guerra a Moscú utilizando como anzuelo a Ucrania, a quien le dio todas las garantías de que intervendría en su apoyo para derrotar a Rusia.

En el campo militar se planificó inundar el país con armas antitanques y aéreos portátiles de distintos alcances y, dado que ya habían previsto la falta de voluntad de resistencia de la mayoría del pueblo ucraniano, generar un sistema de guerrillas sostenido por la organización atlantista, introduciendo mercenarios bajo la cobertura de ser voluntarios. No existen las resistencias populares que inventó la propaganda occidental. En el Donbass la población recibe como libertadores a los rusos y chechenos, mientras que en las regiones más occidentalizadas se debió prohibir la salida a los hombres en edad de combatir y ahora comienzan a convocar a las mujeres.

En el plano económico la situación no es mejor para la Alianza Atlántica. No ha conseguido el apoyo diplomático esperado, al punto de que Silvio Berlusconi ha dicho públicamente que apenas el 25% del mundo se ha coaligado contra Rusia. Moscú ha compensado rápidamente las sanciones occidentales reorientando sus exportaciones hacia otros mercados. De todos modos, la mitad de los miembros de la UE sigue comprando gas a Rusia y lo paga en rublos. Como no pueden comprar petróleo directamente, hay países europeos que lo adquieren a armadores griegos o a refinerías indias, por supuesto que mucho más caro. Al mismo tiempo, al haber minado Ucrania el acceso a sus puertos sobre el Mar Negro, impide la salida del trigo que Europa necesita. Las distribuidoras de alimentos y de energía están aprovechando la coyuntura para aumentar los precios. En economías sin mecanismos de ajuste, tasas de inflación que rondan el 7% anual hunden a poblaciones enteras que ya vivían al borde de la pobreza. En el hemisferio norte está a punto de comenzar el verano. Habrá que ver de qué manera reaccionan los europeos, cuando al hambre sumen el frío.

Ucrania ya no está de moda, incluso los "socios extranjeros" están cansados de ella. Así lo afirmó Zelensky durante un encuentro con periodistas el pasado martes 7. Este “cansancio” de los líderes occidentales se hizo más que evidente en el choque verbal que el fin de semana pasado tuvo el presidente norteamericano con miembros del gobierno ucraniano. En una escapada de la Cumbre de las Américas Joe Biden concurrió el viernes 10 en Los Angeles a una cena con donantes del Partido Demócrata. Preguntado sobre el desencadenamiento de la guerra, el mandatario contó que el presidente de Ucrania "no quería oír" las advertencias sobre la invasión rusa. Biden dijo que "no había duda" de que Vladimir Putin había estado planeando "entrar", pero Volodymir Zelensky había desoído las advertencias de EE.UU.

 Foto AFP
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Con sumo disgusto reaccionó el portavoz presidencial ucraniano, Serhiy Nykyforov, a las declaraciones de Biden. Según él, su presidente había pedido en repetidas ocasiones a los socios internacionales que impusieran sanciones de forma preventiva, para obligar a Rusia a retirar las tropas estacionadas en la frontera con Ucrania. "Y aquí ya podemos decir que nuestros socios no quisieron escucharnos", dijo.

Las declaraciones del jefe de la Casa Blanca son, por lo menos, ambiguas: ¿quiso decir que ellos sabían que Putin de todos modos invadiría Ucrania y que Zelensky no quiso escucharlos? En ese caso, cabe la pregunta sobre qué le habrían aconsejado: ¿negociar o iniciar a su vez una guerra preventiva? ¿Por qué han seguido sosteniendo al mandatario ucraniano, si es tan negligente y obcecado? Por el contrario, si el presidente quiere decir que Zelensky debió haber negociado para impedir la invasión, ¿por qué no lo han presionado en los cuatro últimos meses para que negocie?

Parece aún faltar mucho para que Rusia y Ucrania negocien. La experiencia y el sentido común indican que quien tiene chance de vencer en una guerra la sigue hasta alcanzar alguno de sus objetivos, pero que, quien sabe que no puede vencer busca un alto el fuego, por lo menos para ganar tiempo. Sin embargo, el liderazgo ucraniano sigue enviando al frente a miles de reclutas inexpertos y, a pesar de las quejas de Kiev por el insuficiente apoyo recibido, la dirigencia occidental le sigue mandando armas, entrena a sus tropas y envía mercenarios.

“La OTAN busca conseguir que Ucrania pague el menor precio posible por la paz cuando se siente en la mesa de negociaciones con Rusia”, ha afirmado este domingo el secretario general del bloque militar, Jens Stoltenberg, de visita en Finlandia. "Nuestro apoyo miliar es un método de reforzar sus posiciones en la mesa de negociaciones cuando se sienten para conseguir un acuerdo de paz, ojalá sea pronto", indicó. No parece una alternativa realista, ya que, mientras Ucrania se niegue a negociar, Rusia seguirá su ofensiva y su contendiente será cada vez más débil. Por lo tanto, tendrá menos poder a la hora de negociar. Stoltenberg da la impresión de no saber a dónde quiere llegar y, entonces, sigue mandando armas de modo automático, para justificar su ceguera.

A esta falta de claridad sobre los objetivos occidentales contribuyen poderosamente también las contradictorias señales que emite el gobierno norteamericano. Mientras que Joe Biden, veterano de la Guerra Fría, insiste en advertir que, si Rusia utiliza armas nucleares tácticas para acabar la guerra en Ucrania, EE.UU. responderá con la misma moneda, miembros del Consejo de Seguridad Nacional declaran oficiosamente a los medios que “tal vez baste con adecuadas respuestas convencionales”. La claridad, consecuencia y coherencia de los mensajes que den los líderes de las principales potencias es una condición indispensable de la paz mundial. Tanto aliados como adversarios necesitan conocer el rumbo de la mayor superpotencia, para poder organizar racionalmente su actuación. La previsibilidad es un ingrediente esencial para el restablecimiento de la paz mundial. En EE.UU., empero, no queda claro quién fija la línea del gobierno ni cuáles son sus objetivos.

La derrota de Ucrania es ineluctable y el envío de armas occidentales sólo prolonga la guerra a costas de más vidas y de una mayor destrucción de la economía ucraniana. Un conflicto así sólo se lo puede resolver dialogando y cediendo lo necesario como para garantizar la seguridad de Rusia y la supervivencia de Ucrania, aunque sea en dimensiones reducidas.

En un momento tan peligroso debería haber en Occidente un liderazgo firme y unificado que dé a Rusia señales claras y la seguridad de que lo que se acuerde será de cumplimiento efectivo, pero no es el caso. La extrema oligarquización del capitalismo norteamericano y la subordinación del Estado a los intereses de unas pocas corporaciones y personas han esmerilado la autoridad presidencial. A esta condición estructural hay que añadir la debilidad física y neurológica del presidente. Así, cada fracción dentro del gobierno y de la alianza sigue su propio juego. Sólo algunos aparatos burocráticos, como el Pentágono, tienen consciencia de los límites impasables. Nadie en Washington o en Bruselas tiene el poder para fijar objetivos claros y consensuados, cada uno atiende su juego y todos lo hacen automáticamente.

Occidente no tiene en la guerra que se libra en Ucrania objetivos alcanzables y se limita a prolongar el conflicto enviando armas con la vana esperanza de mejorar la posición ucraniana en la venidera negociación. El problema es que, mandando equipamiento sin clara orientación política arriesga que los dirigentes de Kiev quieran subir la apuesta jugando a va banque y, atacando a Rusia, provoquen su reacción contra los proveedores de las armas. Mientras los líderes de la OTAN no cesen de mandar armas y no impongan a sus aliados en Kiev que negocien en serio, el riesgo de una extensión y ampliación de la guerra se mantendrá alto. Roguemos para que la razón vuelva a Occidente.

miércoles, 8 de junio de 2022

Moscú y Ankara ocupan los espacios que Washington deja

 

Rusia y Turquía avanzan compitiendo lealmente

Por Eduardo J Vior
por Eduardo J. Vior
Agencia Télam
06-06-2022 | 22:02
Al minar sus puertos sobre el Mar Negro Ucrania impidi la salida de cientos de buques graneleros
Al minar sus puertos sobre el Mar Negro, Ucrania impidió la salida de cientos de buques graneleros

Desde que empezó la “operación militar especial” de Rusia en Ucrania los precios de la energía y los alimentos se han disparado. Las sanciones económicas y comerciales contra Rusia han dejado a Europa sin el gas ruso y disparado los costos de producción. En tanto, el minado por Ucrania de sus puertos sobre el Mar Negro ha inflado los precios internacionales del trigo, amenazando a los países árabes y a África con una gigantesca hambruna.

En ambos casos los ganadores netos son las grandes empresas norteamericanas. Por ello, el acuerdo que Rusia y Turquía alcanzaron este lunes para facilitar el tránsito de las naves que llevan el trigo ucraniano muestra a ambas potencias como rivales razonables y les sirve de pie para avanzar con acuerdos sobre Siria y el norte de África que les permitan competir disminuyendo los riesgos de conflicto.

Según el diario moscovita Izvestia el gobierno ruso ha acordado con Ankara un plan para liberar los envíos de grano desde Odesa y otros puertos ucranianos. "En las aguas territoriales del país vecino las fuerzas militares turcas se encargarán del desminado y escoltarán los barcos hasta las aguas neutrales", dice el informe. Luego los buques de guerra rusos acompañarían hasta el Bósforo a los barcos que transportan el grano. Para cerrar el acuerdo, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, llega a Ankara el miércoles 8.

Por su parte, el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, ha afirmado que se está trabajando con la ONU para alcanzar un acuerdo sobre un corredor para las exportaciones ucranianas por el Mar Negro, pero que los problemas entre Moscú y Kiev persisten. En una entrevista televisada el martes desde la sede de la agencia estatal Anadolu en Ankara, Cavusoglu aclaró que Lavrov va a Turquía acompañado por una delegación militar. "Estamos planeando establecer un centro en Estambul para observar el corredor", dijo el alto diplomático turco.

La ofensiva rusa en Ucrania y las sanciones occidentales han interrumpido el suministro de trigo y otros productos básicos de los dos países que producen el 30 por ciento del suministro mundial de trigo, alimentando la preocupación por el riesgo de escasez y hambre en todo el mundo. Decenas de buques portacontenedores están bloqueados en los puertos ucranianos, impidiendo las exportaciones de trigo, aceite de girasol y otros alimentos, así como de fertilizantes para los cultivos.

La navegación en el Mar Negro se ha visto obstaculizada por las minas sobre cuyo origen se acusan recíprocamente ambas partes beligerantes. Mientras tanto, en una conversación telefónica con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan el lunes, el presidente ruso Vladimir Putin dijo que Rusia estaba dispuesta a facilitar en coordinación con Turquía la exportación sin trabas del grano desde los puertos ucranianos.

Los presidentes de Turqua y Rusia Recep T Erdogan y Vladimir Putin se han reunido en varias ocasiones
Los presidentes de Turquía y Rusia, Recep T. Erdogan y Vladimir Putin se han reunido en varias ocasiones

En la entrevista Cavusoglu abordó un amplio abanico de cuestiones nacionales y mundiales. Ante una pregunta sobre una posible venta de F-16 norteamericanos a Turquía, evaluó que el Congreso estadounidense se inclinaba por autorizar la venta. En tanto, sobre una posible operación antiterrorista en el norte de Siria, afirmó que su país "eliminará todas las amenazas terroristas en casa y en el extranjero, en Siria y donde sea". En tanto, sobre la militarización de las islas orientales del Egeo por parte de Grecia, el ministro sostuvo que Atenas violaba el estatus de la región fronteriza y pidió a Atenas que las desmilitarice, recordándole que "de lo contrario, comenzará un debate sobre la soberanía".

También habló de las relaciones con Israel, diciendo que debería haber un reparto justo entre Israel y Palestina sobre una posible Zona Económica Exclusiva de Gaza. Cavusoglu informó asimismo que Ankara y Riad estaban de acuerdo en que el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman visite próximamente Turquía, pero que aún no se ha fijado la fecha.
En la misma entrevista opinó que sigue existiendo la posibilidad de sentar a los líderes de Ucrania y Rusia a la mesa de negociaciones.

El acuerdo entre Rusia y Turquía, para restablecer el transporte de granos ucranianos a través del Mar Negro tiene su complemento en su entendimiento sobre Siria. Como ambos escenarios son muy importantes para la seguridad nacional de las dos potencias, coinciden en no interferir en las operaciones de la otra, aunque las consideren ilegítimas y no duden en decirlo públicamente.

El presidente turco Erdogan reveló recientemente que su país tiene la intención de cumplir pronto sus planes para establecer en el norte de Siria una "zona segura" de 30 kilómetros de profundidad. Tanto Rusia como EE.UU. advirtieron contra la medida, diciendo la primera que sería ilegal sin la aprobación de Damasco y que sólo el gobierno legítimo de la República Árabe puede garantizar de forma sostenible la seguridad a lo largo de la parte siria de la frontera internacional, mientras que el segundo advirtió que "actores malignos" podrían aprovechar la situación para sembrar más inestabilidad regional.

No obstante, Ankara sigue empeñada en fijar en ese Estado vecino sus líneas rojas de seguridad nacional de una manera comparable con la motivación de Moscú para su actual operación militar especial en Ucrania.

Desde las primeras conversaciones de paz de Astana, en enero de 2017, Rusia y Turquía han estado coordinando sus movimientos en Siria con el fin de evitar cualquier choque involuntario entre sus fuerzas. Hasta ahora sus líderes han logrado regular responsablemente su rivalidad, aunque siguen compitiendo entre sí allí y en otros lugares de Afro-Eurasia, como el norte de África y el Cáucaso meridional.

El conflicto ucraniano es otro caso en el que sus intereses no están perfectamente alineados, como lo demuestra la condena de Ankara a la campaña de Moscú y el envío de drones a Kiev. Para ser justos, el armamento que Rusia proporciona al Ejército Árabe Sirio (SAA, por su nombre en inglés) podría, en teoría, ser utilizado contra Turquía, por lo que se trata en cierto modo de una intervención comparable a la de Turquía en Ucrania.

Por el estrecho del Bsforo se pasa del Mar Negro al Mar Mediterraneo
Por el estrecho del Bósforo se pasa del Mar Negro al Mar Mediterraneo

A pesar de sus diferencias en Ucrania y Siria, las relaciones ruso-turcas siguen siendo bastante estables, lo que contradice las expectativas de muchos que esperaban un choque entre ambas. De hecho, en el frente ucraniano Ankara se niega a sancionar a Rusia y ahora el presidente Erdogan acordó con Putin limpiar las minas navales de Ucrania para reabrir la navegación internacional, Asimismo Ankara pospuso o canceló las provocadoras maniobras de la OTAN en el Mar Negro y no autorizó el pasaje de buques norteamericanos o británicos por el Bósforo. Estas son las acciones de un liderazgo muy pragmático que entiende que es mejor desescalar las tensiones en pos de intereses compartidos.

Dichos intereses podrían referirse especulativamente a un quid pro quo sobre Siria y Ucrania, por el que Ankara alivia la presión occidental liderada por Estados Unidos sobre Moscú en el primer caso, a cambio de que el Kremlin corresponda en el segundo. En la práctica, Moscú podría permanecer inactivo mientras Ankara elimina a los grupos armados del norte de Siria, mientras "aconseja" discretamente a Damasco que "se retire" y no responda a lo que ambos consideran oficialmente una operación ilegal. El Kremlin podría enviar más armas a su aliado, al igual que Turquía ha enviado a Ucrania, pero con la seguridad de que Siria no las utilizará contra esas fuerzas armadas extranjeras, porque Rusia no quiere tener en Siria una guerra por delegación con Turquía.

Independientemente de la opinión de cada uno sobre las operaciones del otro en terceros países, no se puede negar que se están comportando entre sí de forma muy pragmática, realista y responsable. En realidad, Turquía ha demostrado tener una política exterior verdaderamente independiente dirigida a maximizar la autonomía estratégica de Turquía en la Nueva Guerra Fría.

De continuarse, esta competencia controlada por el entendimiento mutuo podría tener fuertes consecuencias en Oriente Medio y el norte de África. Turquía es un fuerte aliado de Catar y el ministro Lavrov estuvo la semana pasada en Riad reunido con el heredero del trono saudí y los gobernantes de los Emiratos y de Bajrein. Rusia, en tanto, tiene una estrecha alianza con Irán, que, a su vez, está enfrentado con los sauditas y los jeques del Golfo y compite con Turquía.

En Libia, por su parte, Turquía apoya al gobierno de Trípoli, mientras que Rusia y Egipto sostienen en el este del país al general Jalifa Haftar. En Malí, en cambio, ambas potencias coinciden en apoyar al gobierno de transición en su lucha contra el Estado Islámico y en su esfuerzo por neutralizar la influencia neocolonial de Francia.

En un mundo que se reorganiza cada cual atiende su juego. Prolongando la guerra en Ucrania, EE.UU. somete a Europa e intenta desgastar a Rusia, pero está enfrascada en una infructuosa competencia con China. Rusia, por su parte, expande sus fronteras hacia el oeste y el Mar Negro, disminuye la influencia de los oligarcas ligados a la banca occidental y conquista los mercados de Asia Central. Con sus exitosos drones Turquía conquista mercados e influencia en el Cáucaso, Oriente Medio y África. Ankara y Moscú tienen muchos intereses contrapuestos, pero se respetan y en algunos casos hasta cooperan. Cada espacio que ambas ganan deja menos margen de maniobra a europeos y norteamericanos.

jueves, 2 de junio de 2022

China frena los planes sanitarios de Bill Gates

En la OMS se da una chance para la distensión mundial

Al postergar el tratamiento de las reformas propuestas por EE.UU. y elegir  a China para el Directorio, la Asamblea Mundial de la Salud apunta a superar la polarización mundial

Por Eduardo J Vior
Por Eduardo J. Vior
Agencia Télam
01-06-2022 | 22:00

La polarización entre las potencias atlánticas y las euroasiáticas se extiende crecientemente a todos los ámbitos de las relaciones internacionales. La hasta ahora última batalla se dio la semana pasada en la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y resultó en una ruidosa derrota de las potencias occidentales: por amplísima mayoría de los 194 miembros se rechazó tratar las propuestas norteamericanas para reformar el Reglamento Interno y votar un tratado internacional sobre vacunas. Además la Asamblea eligió por unanimidad a China como nuevo miembro del Directorio de la organización, para equilibrar la masiva influencia de Bill Gates y la industria farmacéutica occidental. Si se relacionan estas decisiones con la denuncia rusa sobre los laboratorios biotecnológicos que EE.UU. instaló en 49 países y la de China sobre la manipulación genética que el Pentágono viene realizando con insectos, para destruir cultivos, puede medirse la proyección estratégica de la lucha por el control del gobierno mundial de la salud.

Tras siete días de intensos debates (del 22 al 28 de mayo), la Asamblea Mundial de la Salud postergó el sábado 28 la decisión sobre las trece enmiendas que Estados Unidos quiere hacer al Reglamento Sanitario Internacional. La discusión polarizó fuertemente la reunión. De un lado quedaron los delegados de los países ricos; del otro, la inmensa mayoría de América Latina, África, Asia y Oceanía. Al final, la dirección de la OMS y los países occidentales aceptaron que se convoque a un grupo de trabajo que eleve “recomendaciones técnicas” sobre las enmiendas propuestas a ser discutidas, junto con el Tratado sobre Pandemias, en la 77ª reunión de la Asamblea en 2024.

Ya un día antes China fue elegida unánimemente junto con otros 11 países como miembro de la Junta Ejecutiva de la OMS. Al acceder a dicho cargo, la República Popular se asegura una influencia decisiva sobre las discusiones en torno a la reforma del Reglamento Interno y a la negociación de un tratado internacional sobre vacunas. Habrá que ver, si su presencia en el Directorio aumenta o disminuye la polarización mundial.

La Asamblea de la Organizacin Mundial de la Salud OMS sesionando en el Palacio de las Naciones de Ginebra Suiza
La Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sesionando en el Palacio de las Naciones de Ginebra (Suiza)


En enero pasado Estados Unidos presentó una propuesta para la reforma del Reglamento Sanitario Internacional (RSI) y recientemente la OMS anunció planes para un tratado internacional sobre pandemias que introduciría un pasaporte digital y un sistema de identificación digital de todos los seres humanos. Tras el rechazo por la mayoría de la Asamblea y dificultosas negociaciones, se acordó volver a discutir ambas propuestas en la Asamblea de 2024.

En el borrador para la reforma se prevé que la OMS ya no necesitará consultar con el Estado donde se esté produciendo una incidencia sanitaria para poder tomar medidas vinculantes. Bastaría con que el Director General declare la emergencia en uno o más países con la sola consulta al Comité de Emergencia que se crearía con la reforma. Además, aunque un incidente sanitario no cumpla los requisitos, para ser declarado como emergencia de salud pública de importancia internacional, el Director General de la OMS igual puede consultar al Comité de Emergencia y emitir un “alerta intermedio de salud pública”. Según la propuesta, la definición de pandemia no se limitaría a las enfermedades infecciosas y podría incluir, por ejemplo, una crisis de obesidad.

Como parte de este plan, la OMS ha contratado a T-Systems, subsidiaria de Deutsche Telekom, para desarrollar un sistema global de pasaporte de vacunas que impondría a todos los seres humanos una identificación digital con código QR. Este sistema sería universal, obligatorio, transnacional y operado por burócratas no elegidos. Para ello precisamente Bill Gates está promoviendo la creación de un equipo de respuesta a las pandemias denominado “Respuesta y movilización mundial ante epidemias” o Equipo GERM, que tendrá la autoridad para monitorear a las naciones y decidir las medidas de contención y combate de  las pandemias.

Bill Gates y el Director General de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus
Bill Gates y el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus


Paralelamente a esta discusión, un grupo de trabajo propuso a la Asamblea de la OMS aumentar las cuotas de los estados miembros para llevarlas hasta 2030 a cubrir el 50% del presupuesto de la organización (actualmente sólo solventan el 16%). Hoy en día Bill Gates financia más del 50% de los gastos del organismo internacional, sea con fondos de su fundación o de GAVI. Ésta última es la Alianza para la Vacunación, una asociación mundial entre el sector público y el privado con sede en Ginebra y Washington. Uno de sus principales fundadores es el propio Bill Gates, quien participa a través de la Fundación Bill y Melinda Gates. GAVI reúne a los gobiernos de países en vías de desarrollo y donantes con la OMS, UNICEF, el Banco Mundial, grandes fabricantes de vacunas, agencias técnicas y de investigación, la Fundación Bill y Melinda Gates y otros “filántropos”.
La propuesta de reforma del Reglamento Sanitario de la OMS y el proyectado tratado internacional sobre pandemias tienden a imponer una definición y normativa centralizadas para el manejo de las enfermedades infectocontagiosas, sustituyendo a los estados nacionales por un reducido equipo de tecnócratas. Tanto más grave es la propuesta cuanto que se trata de un organismo internacional financiado mayoritariamente por capitales privados con fuertísimos intereses en la industria farmacéutica. Por otra parte, la pretensión de disponer de los datos personales de toda la humanidad tiende a implantar una dictadura totalitaria mundial.
No es casual, entonces, que la 75ª Asamblea de la OMS haya obviado discutir la denuncia de la Federación de Rusia sobre los laboratorios biotecnológicos sostenidos por Estados Unidos en Ucrania y en otros países vecinos a Rusia y China. Tampoco atendió a las acusaciones chinas sobre los programas norteamericanos para la manipulación genética de insectos que así podrían infectar cultivos en países rivales. De este modo EE.UU. se aseguraría el control monopólico de los mercados de productos alimenticios.

Teniente General gor Kirlov jefe de las Tropas de Defensa Radiolgica Qumica y Biolgica de las Fuerzas Armadas de Rusia
Teniente General Ígor Kirílov, jefe de las Tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de las Fuerzas Armadas de Rusia


Los laboratorios secretos ucranianos “están conectados al sistema global de control de la propagación de enfermedades infecciosas del Pentágono”, declaró este viernes 27 el jefe de las Tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de Rusia, el teniente general Ígor Kirílov, quien también afirmó que entre la documentación secreta secuestrada se encontraron instrucciones sobre “brotes de viruela”.

El oficial precisó que esa red está comandada desde el Instituto Walter Reed de Investigaciones del Ejército, situado en Maryland. La red, formada por el Pentágono en 1997, incluye laboratorios de las fuerzas armadas terrestres y navales, así como bases militares ubicadas en varias regiones del mundo. Más adelante el general explicó que “en los laboratorios biológicos en territorio ucraniano (…) fueron descubiertos materiales de instructores estadounidenses con instrucciones sobre cómo reaccionar ante un brote de viruela”. Destacó que el interés del Pentágono hacia la viruela no es casual, pues la reaparición de esa enfermedad sería una catástrofe para toda la humanidad. En comparación con el COVID-19, estimó, la viruela es igualmente contagiosa pero diez veces más mortal.

Kirílov informó asimismo que en Ucrania se formó una red de más de 30 laboratorios biológicos que funcionaban al servicio del Pentágono. En ellos las fuerzas rusas encontraron evidencias sobre las armas bacteriológicas que Estados Unidos estaba desarrollando Ucrania.

También, acusó, hay al menos cuatro laboratorios controlados por Washington que operan en Nigeria, de los que proviene el actual brote de viruela del mono. Rusia instó, entonces, a la OMS a investigar los laboratorios que funcionan en Abuya, Zaria y Lagos.

“La Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa de EE.UU. (DTRA, por su nombre en inglés), siguió detallando, está implementando hardware y software para el monitoreo de enfermedades así como sistemas para controlar el acceso y el movimiento de agentes patógenos. Al equipar los laboratorios biológicos con estos sistemas de información, EE.UU. asegura sus contingentes biológicos en las áreas de despliegue, monitorea de forma remota sus instalaciones e influye en el entorno global”, argumentó.

“Como parte de la operación militar especial de Rusia, denunció, en biolaboratorios ucranianos se descubrieron materiales de instructores estadounidenses que capacitaban a especialistas locales en la respuesta a brotes de viruela”. “La falta de controles adecuados y las brechas de bioseguridad en los EE.UU. podría conducir al uso de este patógeno con propósitos terroristas”, advirtió. “El trabajo en estas organizaciones violó la Resolución 49.10 de la Asamblea Mundial de la Salud de 1996, que estipuló que sólo el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades en Atlanta podía almacenar el patógeno de la viruela”, acusó.

Telam SE


Si bien el general Kirilov se basó para su denuncia en la documentación incautada por las fuerzas rusas en los laboratorios de EE.UU. en Ucrania, el riesgo infeccioso que emana de los centros de investigación norteamericanos a lo largo y ancho de Eurasia incluye también la contaminación de cultivos para dañar la producción de alimentos.

El pasado 25 de mayo un artículo de Shan Jie y Fan Wei publicado en el periódico chino Global Times  denunció el programa estadounidense conocido como "Insect Allies", que podría convertir a los insectos en armas biológicas letales. El proyecto del Pentágono consiste en la transmisión a las plantas de virus modificados genéticamente. Oficialmente, el proyecto serviría para evitar la hambruna, al permitir la agricultura en climas desfavorables y defender las plantas contra las enfermedades, pero en realidad este proyecto puede ser utilizado como arma, para destruir los alimentos del enemigo o propagar enfermedades mortales entre la población.

El proyecto Insect Allies fue lanzado en 2017 por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA). Ya en abril de 2018, un artículo en Science advertía sobre las aplicaciones militares de esa investigación y señalaba que ''la investigación podría considerarse una violación de la Convención sobre Armas Biológicas''. Por su parte, el Instituto Max Planck de Alemania también avisó que "debido a la amplia prohibición de la Convención sobre Armas Biológicas, cualquier investigación biológica de interés debe justificarse de forma plausible como si tuviera fines pacíficos.

Por su parte, Zhang Jie, experto del Instituto de Protección Vegetal de la Academia China de Ciencias Agrícola declaró que “sería mortal convertir un insecto en un arma biológica, porque hasta ahora los virus en los cultivos han sido muy difíciles de controlar".

El programa Insect Allies es sólo uno de los muchos casos en los que la investigación estadounidense ha sido acusada de causar terribles consecuencias en todo el mundo, especialmente mediante el uso de laboratorios biológicos. Estados Unidos ha admitido abiertamente que tiene 336 laboratorios biológicos en 30 países del mundo, 26 de los cuales están en Ucrania. Sin embargo, hay documentos suficientes como para afirmar que Estados Unidos ha firmado contratos con al menos 49 países.

Por su parte, en una reciente entrevista con el portal español El Diario, el multimillonario Bill Gates dice que hay un 50 por ciento de posibilidades de que la próxima pandemia sea causada por el cambio climático provocado por el hombre o deliberadamente por un bioterrorista. El fundador de Microsoft hizo los comentarios recientemente durante una entrevista con el medio de noticias español El Diario. Gates dijo que “podría ser un virus hecho por un bioterrorista que lo diseñó y lo circuló intencionalmente. Ese es un escenario muy aterrador, porque podría tratar de difundirlo en diferentes lugares a la vez. O, continuó, podría ser algo que dé el salto del mundo natural. La población humana está creciendo y estamos invadiendo cada vez más ecosistemas. Por eso calculo que hay un 50% de posibilidades de que tengamos una pandemia de origen natural en los próximos 20 años”, agregó.

Durante la entrevista el magnate reiteró su llamado para que se inyecten miles de millones de dólares en la investigación de futuros patógenos mediante la creación de un equipo de especialistas de 3.000 personas bajo el control de la Organización Mundial de la Salud, lo que requeriría un aumento presupuestario del 25%. Más adelante, al comentar sobre el reciente brote de viruela del mono, Gates dijo que “hay muy pocas posibilidades» de que tenga un impacto similar al coronavirus”, aunque advirtió que podría mutar en algo significativamente más desagradable.

Si bien el más importante, Bill Gates es sólo uno entre unos pocos megamillonarios estadounidenses con intereses en la industria farmacéutica y mucho poder sobre los medios, la política y las fuerzas armadas, el llamado “Estado profundo” de EE.UU. Durante la pandemia de Covid-19 han ganado fortunas y ahora, preocupados por las crecientes resistencias no sólo en Eurasia, quieren conquistar el poder mundial con ayuda del “Gran Reajuste” proyectado por el Foro Económico Mundial. Esta estrategia comprende las guerras (también la de Ucrania) que desquician países enteros en Eurasia y África, las sanciones económicas y comerciales contra potencias adversarias que resultan en la actual crisis alimentaria y energética, la “guerra cognitiva” en las redes sociales y los medios y el control omnipresente de la población mundial.

Contra esta ofensiva totalitaria se han levantado en el Sur Global países con regímenes diversos que exigen participar en las decisiones comunes de la humanidad. Rusia lo ha hecho invadiendo Ucrania. China, en cambio, busca superar la polarización y, si bien denuncia las maniobras estadounidenses, evita la confrontación. La postergación del debate sobre la gobernanza de la OMS es una derrota de los países occidentales, pero da también una importante señal de distensión. Donde Rusia no pudo obviar el choque, quizás lo logre China. Sería una gran noticia para el futuro común de la humanidad.