martes, 29 de mayo de 2018

Los conflictos Asia son inseparables

La paz en Corea depende del acuerdo con Irán

Tanto la cooperación nuclear norcoreano-iraní como la confianza que este tipo de negociaciones requiere entrelazan ambos procesos y los hacen aún más complicados
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
29 de mayo de 2018
Eduardo J. Vior
Cuando el viernes 25 un periodista preguntó al presidente Donald Trump, si el líder norcoreano Kim Jong Un no estaba “jugando”, el viejo zorro le respondió con una sonrisa que “todos estamos jugando”. El problema con el espíritu lúdico de Trump y Kim es que los conflictos en la península coreana y en Medio Oriente están tan estrechamente interrelacionados que un error cualquiera en un extremo de Asia puede provocar un desastre en el otro.
Intentando salvar la cumbre entre Trump y Kim prevista para el próximo 12 de junio en Singapur, una delegación norteamericana cruzó este domingo 27 la línea de alto el fuego entre ambas Coreas, para reunirse con representantes del gobierno norcoreano. En las reuniones de trabajo que durarán hasta este martes 29 participan el ex embajador de EE.UU. en Seúl, Sung Kim, quien ya estuvo en 2005 en las conversaciones a seis bandas sobre el programa nuclear de Pyongyang. La representación del Norte, a su vez, está encabezada por la viceministra de Exteriores, Choe Son Hui, quien provocó la semana pasada a Trump, al amenazar por segunda vez con la retirada de su país de las conversaciones. Como reacción, fue el norteamericano quien el jueves 24 canceló la cumbre de Singapur, para retractarse a medias un día después.
A quien no le hizo gracia el jugueteo fue al presidente surcoreano Moon Jae-in, que el sábado se reunió sin preaviso con Kim Jong Un en Panmunjon, sobre la línea de tregua. La reunión urgente mostró también la preocupación de Kim por salvar la cumbre con Trump, para obtener que Washington cancele las sanciones económicas y dé seguridades. Ambos países todavía difieren sobre la sucesión de los pasos a dar, ya que, mientras los norteamericanos exigen un desarme nuclear total y unilateral, Kim pretende que el desmonte del plan atómico se combine paso por paso con la reducción de las sanciones y el aumento de las garantías de seguridad.
El programa nuclear norcoreano fue posible gracias a la asistencia del físico paquistaní Abdul Kadir Jan (AQK, por su nombre en inglés) quien, entre los 1980 y los 1990 colaboró en el desarrollo de la bomba atómica de su país y organizó una red internacional para la venta de centrifugadoras y otros equipamientos para el enriquecimiento de uranio, entre otros a Corea del Norte, Libia, Irak e Irán. Hasta que fue descubierto y encarcelado en 2003 (fue liberado en 2009), AQK proveyó a Corea del Norte e Irán con tecnología e insumos para sus programas nucleares. Sin embargo, hay más conexiones entre Irán y Norcorea. Kim Il-Sung (presidente de Corea del Norte entre 1948 y 1994) estuvo entre los primeros en congratular a Ruholá Jomeini, cuando tomó el poder en 1979. Ante la invasión iraquí a Irán en 1980, Kim puso a disposición de Jomeini cohetes de alcance medio de diseño soviético y asesoró a la Guardia Revolucionaria Islámica. Parece, incluso, que la táctica iraní de “ataque en enjambre” se derivó de una similar utilizada en 1950 por Kim contra los norteamericanos.
Cuando en 1988 terminó la guerra entre Irak e Irán, Norcorea ayudó al segundo a desarrollar sus cohetes Shahab. El actual Shahab-3 se basa en el norcoreano Nodong-1. Incluso los submarinos iraníes lanzacohetes Ghadir reproducen los norcoreanos Ono. Donald Trump, por lo tanto, está mucho más preocupado por la difusión de las tecnologías armamentistas norcoreanas que por el propio plan nuclear del país asiático. Del mismo modo, en su denuncia del acuerdo nuclear con Irán pesa mucho más el control del programa persa de cohetería que el inexistente desarrollo de armas nucleares.
Ante este panorama complejo y volátil, China, Rusia y la Unión Europea (liderada por Angela Merkel) están haciendo enormes esfuerzos por contener diplomáticamente a Pyongyang y Teherán. Para ello, Beijing se asoció con Seúl, tratando de dar a Pyongyang todas las garantías de seguridad y promesas económicas que ésta requiera. Al mismo tiempo, Rusia mantiene el diálogo con Israel, para evitar que los bombardeos de éste sobre objetivos iraníes en Siria se desborden. Este mismo lunes 28 el jefe del Estado Mayor israelí ha anunciado que a fin de la semana estará en Moscú, para conversar con sus pares rusos sobre el desescalamiento en Siria. Moscú y Damasco ya han anunciado que, a cambio de un pacto de no agresión, Israel deberá aceptar que el Ejército Árabe Sirio (EAS) avance hasta el confín de las alturas del Golán y libere las sureñas provincias de Deraa y Sweida, lindantes con Jordania.
Debido a la aguda lucha por el poder entre la facción del presidente Hassán Rohaní y la Guardia Revolucionaria, que busca expandir la revolución islámica en Oriente Medio, no está aún claro, si Irán se avendrá a un compromiso con Israel y EE.UU. Por lo pronto, el pasado miércoles 23 el Guía Espiritual de la Revolución, el ayatolá Alí Jamenei, presentó a la Unión Europea una dura lista de condiciones a cumplir, si pretende que Irán se mantenga dentro del acuerdo nuclear. Europa debería condenar el abandono norteamericano del tratado, oponerse a la reactivación de las sanciones económicas contra Irán y garantizar la continuidad de las transacciones petroleras y bancarias bilaterales, pero sin tocar el programa iraní de desarrollo de cohetes tácticos. Según cómo responda Bruselas, Teherán decidirá en las próximas semanas si continúa en el acuerdo nuclear de 2015.
El gobierno de Trump desea usar su retiro del acuerdo nuclear con Irán, para señalizar a Norcorea una genuina voluntad de negociación. Sin embargo, Pyongyang puede también entender que Washington quiere ponerla de rodillas y hacerle firmar su rendición, como condición para levantar las sanciones económicas. Si así fuera, los norteamericanos estarían muy errados, ya que para Kim el programa nuclear es la carta principal para defender la soberanía del acosado país.
En la medida en que el relanzamiento de las negociaciones entre EE.UU. e Irán sobre el plan nuclear de éste último depende de la evolución del conflicto entre Irán e Israel y el avance de las tratativas entre EE.UU. y Corea del Norte, a su vez, se relaciona con la exportación de tecnología balística para el desarrollo de los cohetes iraníes de alcance medio, la complejidad de los escenarios involucrados exige una altísima precisión y mucho cuidado. El más mínimo desajuste puede desatar una catástrofe. Por ello es tan importante que Rusia mantenga calma a Israel y China y Surcorea, por su lado, a Corea del Norte.

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Eduardo J. Vior