martes, 23 de julio de 2024

A caballo del AUKUS Gran Bretaña

 Comparto con Uds. el informe sobre la Antártida que la consultora Proyecto Económico publicó hace un mes en su boletín para suscriptores. Ahora ya está liberado para el público en general.

AUKUS amenaza la soberanía argentina en la Antártida

Aprovechando el cambio climático y el deshielo del Océano Antártico, las potencias occidentales quieren apropiarse del continente austral y controlar los mares circundantes

Por Eduardo J. Vior
analista internacional
ejvior@gmail.com

Prologada por una polémica internacional a raíz del supuesto descubrimiento de petróleo que un buque ruso habría realizado en el Mar de Weddell, del 20 al 30 de mayo pasados se celebró en Kochi, estado de Kerala (India), la 46ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico (ATCM-46, por su nombre en inglés) y la 26ª Reunión de la Comisión de Protección Ambiental (CEP-26, por su nombre en inglés). A pesar de que las sesiones de ambos encuentros fueron confidenciales y del lenguaje diplomático de los documentos finales, quedó claro que la competencia hegemónica entre el bloque atlántico y el euroasiático se ha extendido a la Antártida. Tanto por razones geográficas como históricas y geopolíticas esta extensión del conflicto por el orden mundial amenaza la soberanía argentina en ese continente y requiere la pronta adopción de políticas y medidas específicas para proteger la unidad territorial de la nación y su vigencia internacional.

46ª Reunión del Tratado Antártico

 
Sesión plenaria de la 46ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico

Organizadas por el Ministerio de Ciencias de la Tierra de India a través del Centro Nacional de Investigación Polar y Oceánica (NCPOR), del 20 al 30 de mayo de 2024 se celebró en Kochi, Kerala, la 46ª Reunión Consultiva del Tratado Antártico (ATCM-46) y el 26º Comité para la Protección del Medio Ambiente (CEP-26). Las reuniones contaron con la asistencia presencial y virtual de un total de 404 delegados de 56 países (Secretariat, 2024).

“Entre los principales debates de la ATCM cabe destacar el funcionamiento del Sistema del Tratado Antártico, la responsabilidad, la prospección biológica, el intercambio de información, las cuestiones educativas, el plan de trabajo estratégico plurianual, la seguridad, las inspecciones, las cuestiones científicas, los futuros retos científicos, la cooperación científica, las implicaciones del cambio climático y la gestión del turismo. Se alcanzaron acuerdos sobre varios asuntos importantes”, señaló el resumen del Secretariado. Y añadió, “un resultado significativo fue la adopción de una decisión sobre el desarrollo de un marco ambicioso, exhaustivo, flexible y dinámico para regular el turismo y las actividades no gubernamentales en la Antártida.” (Secretariat, 2024).

Entre los muchos temas tratados por el Comité de Protección Ambiental (CEP, por su nombre en inglés), en tanto, sobresalió el tratamiento de los riesgos de la propagación en las costas antárticas de la gripe aviar altamente patógena que ya ha contagiado a algunos contingentes de pingüinos (Secretariat, 2024).

Contrariando su apariencia armónica, ambas reuniones estuvieron atravesadas por severas disputas sobre la protección del medio ambiente antártico, la regulación del turismo en ese continente y la cuestión de la jurisdicción soberana. El crecimiento no regulado del turismo a la Antártida se ha convertido en los últimos años en una seria amenaza ecológica y en aliciente para que algunas corporaciones internacionales de ese sector busquen aumentar ganancias a costas del cuidado del medio ambiente. Hoy en día los países miembros del Tratado tienen grandes dificultades para controlar esos emprendimientos.

En particular, el encuentro estuvo prologado por una campaña mediática internacional sobre el supuesto descubrimiento ruso de un yacimiento de petróleo en el Mar de Weddell, Antártida Argentina. En la semana anterior a la reunión de Kochi circuló por distintos medios occidentales la noticia de que el buque de investigación Aleksandr Karpinski del Servicio Geológico Ruso (Rosgeologya) habría descubierto mediante investigaciones sismográficas un gigantesco yacimiento de petróleo bajo el Mar de Weddell (Vior, 2024). La investigación que realizó este autor reveló que todo el ruido mediático se remitía a una discusión en la Comisión de Evaluación Ambiental de la Cámara de los Comunes británica del pasado 8 de mayo en la que sólo un experto consultado, el profesor Klaus Dodds (profesor de Geopolítica en el Royal Holloway College de la Universidad de Londres) opinó que, por sus dimensiones, estas exploraciones rusas tienen una finalidad económica y no científica.

El profesor Dodds es un especialista en historia de la presencia británica en el Atlántico Sur, un enérgico crítico de lo que él denomina “nacionalismo argentino” en general y, en particular, de la reivindicación argentina de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgia, Sandwich del Sur y la Antártida Argentina. A partir de su opinión en la reunión de la comisión parlamentaria, Jonathan Leake publicó el día 11 en The Telegraph el artículo que dio inicio a la actual campaña contra la investigación geológica rusa en el continente blanco. Es decir que la opinión pública mundial pasó dos semanas discutiendo sobre las opiniones de Dodds tal como fueron reproducidas por Leake como si fueran una noticia.

En el artículo periodístico se afirma que el yacimiento contiene 511.000 millones de barriles, lo que equivaldría a unas diez veces la cantidad de petróleo extraído en el Mar del Norte en los últimos 50 años y a cuatro veces el volumen total de las reservas de Arabia Saudita. Según sostuvo la mayoría de los miembros de la comisión, las investigaciones rusas en la Antártida Occidental se dirigen a relevar reservas minerales para su posterior explotación. Por el contrario, cuando declaró frente a la comisión antes del profesor Dodds, el subsecretario de Estado Parlamentario para las Américas, el Caribe y los Territorios de Ultramar David Rutley, dijo que su gobierno confía en la aseveración de Rusia de que se trató sólo de un relevamiento científico. Hasta el momento no se conoce ninguna declaración oficial de Rusia al respecto.

En suma, puede colegirse que, en el inicio de la campaña electoral británica[1] dirigentes de distintos partidos aprovecharon la inminencia de la Reunión Consultiva del Tratado Antártico, para ganar puntos agitando la confrontación con Rusia… en territorio argentino.

El ATCM se caracteriza por la particularidad de que en sus reuniones las decisiones sólo se adoptan por consenso. Si bien este principio hace mucho más lento el proceso resolutivo, garantiza, en cambio, que las resoluciones adoptadas sean acatadas por todos los miembros. El principio de consensualidad ha sido especialmente práctico, para proteger los derechos soberanos de Argentina. Por cierto, las Islas Malvinas no están dentro del ámbito jurisdiccional del Tratado, pero sí las Islas Georgias y Sandwich del Sur, ocupadas por Gran Bretaña así como las Shetland y Orcadas. En reuniones anteriores ha sucedido[2] que Argentina exigía no innovar en cuestiones de pesca y navegación en aguas vecinas a nuestro Sector Antártico y algunos países, por ejemplo de Asia y Oceanía, no entendían el motivo de nuestra reticencia. En esos casos nos ayudó mucho el principio de consensualidad. De hecho, entre los países miembros del Tratado Antártico hay una mayoría de aliados de Estados Unidos y Gran Bretaña. En muchas ocasiones sólo nos apoyaban Rusia, China, Sudáfrica y Brasil. Por ello es tan importante que las decisiones se adopten de común acuerdo. No obstante, se entiende que los británicos se molesten cada vez que se les recuerda este principio.

El Tratado Antártico

El Tratado Antártico fue firmado el 1 de diciembre de 1959 en Washington D.C. y entró en vigencia el 23 de junio de 1961. Establece el marco legal para la gestión de la Antártida y su ejecución se administra a través de reuniones consultivas (bianuales hasta 1991, anuales desde entonces). Originariamente vigente por 50 años, el Tratado fue prorrogado por el Protocolo de Protección Ambiental hasta 2048. Podría ser terminado antes por acuerdo unánime de los miembros. A partir de 2048, en tanto, bastará con que un miembro lo solicite y obtenga los votos de la mayoría de los firmantes para modificarlo.

El Tratado dispone que el área antártica sólo debe usarse con fines pacíficos, pero se permite el uso de personal y equipo militar en apoyo de actividades científicas. Da continuidad a la libertad de investigación científica y la cooperación internacional que tan exitosamente se había probado durante el Año Geofísico Internacional de 1957. Prevé también que las naciones signatarias y quienes más adelante se adhieran cooperen e intercambien información y personal entre sí y con las Naciones Unidas y otros organismos internacionales. Congela las reclamaciones territoriales previas a la firma del Tratado y prohíbe la presentación de otras durante su vigencia. Prohíbe asimismo las explosiones nucleares y el depósito de residuos radiactivos. Incluye, además, bajo la jurisdicción del Tratado todas las tierras y las barreras de hielo al sur de los 60°00' de latitud Sur, pero no el alta mar al sur de ese paralelo. También faculta a los Estados a inspeccionar cualquier área y cualquier instalación en el continente. El Tratado, finalmente, quedó abierto a la adhesión de cualquier Estado miembro de las Naciones Unidas (Wikipedia1). De hecho, a los doce signatarios originarios se sumaron a lo largo de los años 44 países más, hasta llegar a los actuales 56 signatarios.

Además del Tratado se han incorporado a la normativa antártica 170 recomendaciones adoptadas en las reuniones consultivas y ratificadas por los Estados miembros, así como el Protocolo sobre Protección Ambiental, firmado el 4 de octubre de 1991 y en vigencia desde el 14 de enero de 1998. Este Protocolo procura proteger el medioambiente antártico mediante cinco anexos específicos sobre contaminación marina, fauna y flora, evaluaciones de impacto ambiental, gestión de residuos y áreas protegidas. También prohíbe la exploración minera, pero no la investigación científica del subsuelo antártico (Wikipedia1, 2024).

El Tratado Antártico considera dos clases de miembros: los consultivos o plenos, con voz, voto y veto, y los miembros no consultivos, o adherentes, que cuentan solo con derecho a voz. Entre los miembros consultivos están Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Chile, China, Corea del Sur, Ecuador, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, India, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Países Bajos, Perú, Polonia, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Suecia, Ucrania y Uruguay. Miembros no consultivos son, por su parte, Austria, Bielorrusia, Canadá, República Checa, Colombia, República Popular Democrática de Corea, Cuba, Dinamarca, Eslovaquia, Estonia, Grecia, Guatemala, Hungría, Mónaco, Papúa Nueva Guinea, Portugal, Rumania, Suiza, Turquía y Venezuela (Wikipedia1, 2024). La Secretaría del Tratado Antártico tiene sede en Buenos Aires.

Reclamaciones de soberanía

Siete de los Estados miembros del Tratado Antártico (Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda y Reino Unido) mantienen reclamaciones de soberanía sobre sectores del territorio antártico. Sin embargo, durante la vigencia del tratado las mismas están “congeladas”, no pueden ser ampliadas o modificadas ni se permiten nuevas. Casi todas estas reivindicaciones se apoyan en la teoría de los sectores polares, es decir, se basan en la proyección hasta el Polo Sur de los límites orientales y occidentales de las respectivas áreas soberanas. Australia, Nueva Zelanda, el Reino Unido, Noruega y Francia se reconocen mutuamente sus reclamaciones antárticas. Argentina y Chile también se reconocen mutuamente derechos antárticos, sin haber establecido todavía el límite común y denominan al conjunto de sus territorios como “Antártida Sudamericana”. Sin embargo, el autodenominado “Territorio Antártico Británico” (BAT, por su nombre en inglés) se yuxtapone con el sector argentino y con el chileno e incluye las islas Shetland y Orkney del Sur. Rusia (antes la URSS) y Estados Unidos hicieron en el Tratado reserva de su posterior derecho a presentar reclamaciones de soberanía, pero todavía no efectivizaron el reclamo.

Las reclamaciones territoriales de Argentina y Chile se basan en la proyección del meridiano del Tratado de Tordesillas (1493) y en la de su frontera binacional. La soberanía argentina sobre el Sector Antártico Argentino fue establecida por ley de la Nación en 1942.

Gran Bretaña tiene seis bases, tres permanentes y tres temporarias. Estados Unidos, en tanto, tiene tres bases permanentes y dos estivales en la Antártida Oriental. A pesar de que está prohibido por el Tratado, éste es el único país que tiene instalaciones militares en una base (McMurdo). También China tiene cinco bases en ese continente.

Algunas referencias geográficas imprescindibles

La Antártida es el continente más austral de la Tierra. Está situada completamente en el hemisferio sur, casi enteramente al sur del círculo polar antártico y está rodeada por el Océano Antártico. Contiene el polo sur geográfico. Con 14.000.000 km2 es el cuarto continente más grande. Alrededor del 98% de la Antártida está cubierta de hielo, con un promedio de 1,9 km de espesor, que se extiende a todos los puertos, excepto a los más septentrionales de la Península Antártica (Wikipedia2, 2024). Esta característica convierte al continente en la mayor reserva de agua dulce del mundo.

La Antártida es el continente más frío, seco y ventoso y tiene la mayor altitud media de todos los continentes. Su superficie está cubierta por un desierto de hielo, con precipitaciones anuales de solo 200mm en la zona costera y mucho menos tierra adentro. La temperatura en la Antártida ha alcanzado los –89,2 C, aunque la media del tercer trimestre (la parte más fría del año) es de –63 C. En las estaciones de investigación dispersas en todo el continente residen entre 1000 y 5000 personas durante todo el año. Los organismos nativos de la Antártida incluyen muchos tipos de algas, bacterias, hongos, plantas, protistas, y ciertos animales, tales como ácaros, nematodos, pingüinos, pinnípedos y tardígrados. El tipo de vegetación que se presenta en algunas zonas reducidas es la tundra (Wikipedia2, 2024).

Las Montañas Transantárticas dividen el continente cerca del “cuello” que se forma entre el mar de Ross y el de Weddell. La parte oeste al mar de Weddell y al este al de Ross es conocida como Antártida Occidental (o Menor), mientras que la restante es la Antártida Oriental (o Mayor), porque corresponden aproximadamente a los hemisferios occidental y oriental según el meridiano de Greenwich.

          
Mapa físico de la Antártida: nótese de qué modo la Cordillera Antártica divide al continente en dos partes desiguales

El macizo Vinson se localiza en los montes Ellsworth y es el punto más alto del territorio, con una altitud de 4892 m. También existen más montañas, tanto en el continente como en las islas vecinas, como por ejemplo el Erebus en la isla de Ross, que es el volcán activo más austral. También existe otro volcán en la isla Decepción, muy reconocido porque en 1970 entró en una erupción muy violenta. Desde entonces, con frecuencia se han observado numerosas erupciones, mucho más leves, aunque todavía hay volcanes ocultos que pueden ser potencialmente activos (Wikipedia2, 2024).

El área oriental de la Antártida es más fría que su contraparte occidental, porque tiene una mayor elevación. En las áreas costeras y zonas exteriores a la Meseta Antártica los vientos catabáticos[3] son fuertes y abundan las precipitaciones en forma de nieve.

Geológicamente, la Antártida Occidental se parece mucho a la Cordillera de los Andes. La Península Antártica se formó por metamorfismo y elevación de los sedimentos del lecho marino durante las eras Paleozoica tardía y la Mesozoica temprana. Este levantamiento de sedimentos fue acompañado por roca ígnea y volcánica. Las rocas más comunes en la Antártida Occidental son la andesita y la riolita volcánica formadas durante el período Jurásico. También hay evidencia de actividad volcánica, incluso después de que la capa de hielo se hubiese formado, en la Tierra de Marie Byrd y en la isla Alejandro I. La única área anómala de la Antártida Occidental es la región de los montes Ellsworth, donde la estratigrafía es más similar a la Antártida Oriental.

El principal recurso mineral conocido en el continente es el carbón. Fue registrado por primera vez cerca del glaciar Beardmore por Frank Wild en la Expedición Nimrod y ahora se descubrió carbón de baja calidad en muchas zonas de las Montañas Transantárticas. De acuerdo a M. Brignoni (2024), la Antártida tiene “(…)  una enorme riqueza en plancton y krill (la base de la pirámide alimenticia marina), millones de especímenes de bacalao antártico, cuatro variedades de ballenas reconocidas, tres tipos de focas, una multiplicidad de orcas y pingüinos y sobre todo los nunca confirmados informes sobre petróleo y minerales, que aún con la actividad exploratoria de este tipo prohibida, nos hablan de nuevos y presuntos yacimientos petroleros y minerales como hierro, platino, uranio, cobre, cromo, níquel, oro, diamantes y otros, bajo el hielo y a nivel submarino. Y todo esto sin tener en cuenta, además, la enorme importancia estratégica de la Antártida como la mayor reserva de agua dulce del planeta” (Brignoni, 2024).

Hasta el momento ha sido antieconómico explotar los recursos minerales del continente como también potencialmente dañino para el frágil medioambiente. Las condiciones climáticas, la gruesa capa de hielo y las restricciones del Tratado Antártico mantienen muy limitadas las prospecciones. En 1990 se acordó prohibir la explotación minera por 50 años. En consecuencia, la explotación de recursos minerales está prohibida hasta 2048 por el Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente.

La Antártida recibe turismo desde los años 1950. En la actualidad son bastante frecuentes los cruceros que utilizan como última escala preantártica Ushuaia y las Malvinas, cruceros que son, casi siempre y hasta el presente, de cabotaje, visitando por mar las costas y bases de la península antártica y la gran multitud de archipiélagos anexos, por ejemplo las Antillas del Sur (Georgias, Sandwich y Orcadas).

En el sur de Chile, en tanto, Punta Arenas, capital de la Región de Magallanes, busca transformarse en la “puerta de entrada al continente antártico”; desde allí parten diversas compañías de cruceros antárticos y vuelos directos a través de Aerovías DAP conectando directamente el continente americano con la Antártida.

La atmósfera de las áreas centrales de la Antártida es la más translúcida de la Tierra por lo que allí se encuentran instalados observatorios astronómicos. El “indlandsis” o calota de hielo abarca la mayor parte de la criosfera terrestre y sus hielos en las capas profundas tienen antigüedades de millares de años, por lo que en ellos se pueden hacer registros paleoclimáticos. Desde la ciudad de Punta Arenas trabajan los programas antárticos de por lo menos diez países (España, Brasil, China, Estados Unidos, Perú, Ecuador, Colombia, Corea del Sur, entre otros). En esta ciudad se encuentra en construcción también el Centro Antártico Internacional, administrado por el Instituto Antártico Chileno y la Universidad de Magallanes, en el cual trabajarán más de 500 científicos de todo el mundo, con un centro de convenciones mundial y el Museo Interactivo Antártico más grande del mundo (Wikipedia2, 2024).

El Sector Antártico Argentino

El Sector Antártico Argentino comprende el territorio entre los meridianos 25° y 74° de longitud Oeste al sur del paralelo de 60° de latitud Sur. Forma parte del territorio de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (Ley 23.775) y tiene una superficie de 1.461.597 km², de los cuales 965.314 km² corresponden a tierra firme. “Nuestro país fundamenta su reclamo sobre este Sector en virtud de múltiples elementos, entre los que se destacan la contigüidad geográfica y continuidad geológica con el territorio argentino; la instalación y ocupación permanente de bases antárticas y el desarrollo de actividad científica por más de un siglo; y la herencia histórica de España, entre otros”(MRECIC).

“Dentro del Sector Antártico Argentino, nuestro país administra trece bases o estaciones, de las cuales seis son permanentes (operativas todo el año)[4] y el resto, temporarias (operativas sólo en verano)” (MRECIC).

La zona bajo reclamación argentina está constituida principalmente al oeste por un sector de la Antártida Menor o Antártida Occidental, que incluye la Península Antártica, o Tierra de San Martín, y el extremo norte de la península, denominado Tierra de la Trinidad, estando la gran península atravesada longitudinalmente por la muy plegada y glacialmente erosionada Cordillera de los Antartandes, que geológicamente es la continuación de la Cordillera de los Andes. Los Antartandes a su vez, diferencian claramente tres zonas geográficas en la Tierra de San Martín: la Vertiente Occidental, la Meseta Central y la Vertiente oriental.

También las islas de esta parte de la Antártida son una prolongación de los Andes. Sin embargo, como el peso del indlandsis o calota de hielo continental mantiene a partes del sial y del sima correspondiente a la Antártida bajo el nivel oceánico, si la calota se fundiera, estas zonas se elevarían lentamente sobre el nivel oceánico. Por esta razón este sector se denomina Antártida Hundida y forma una gran depresión que separa la Antártida Occidental de la Antártida Oriental en la cual se encuentran los Montes Transantárticos y el dilatado cratón o escudo antártico. La depresión mencionada forma una gran bahía en la cual se encuentran grandes islas tabulares subglaciares como las de Berkner, Quijada y Portillo (Wikipedia4. 2024).

Desde los Montes Transantárticos y la Meseta del Polo Sur descienden gigantescos glaciares (como los llamados Falucho, Sargento Cabral y glaciar Buenos Aires) que llegan al Mar de Weddell formando dos barreras de hielo separadas por la isla Berkner: la Edith Ronne al oeste y la de Filchner al este.

Las costas de la Península Antártica son muy accidentadas, abundando los fiordos, rías y bahías, tanto por la actividad erosiva glaciar como por la presencia de vulcanismo activo (en el Mar de La Flota existen volcanes submarinos activos). Al este de la Península Antártica se encuentra, también convergiendo hacia el Mar de Weddell, la barrera de hielo Larsen, una barrera glaciar en retroceso por el calentamiento global. En ciertos puntos de los mares antárticos existen áreas libres de hielo durante gran parte del año, llamadas polinias, la más famosa de las cuales es la Polinia de Weddell.

Al oeste de la Península Antártica, sobre el Mar de Bellinghausen, se encuentran de forma paralela a la misma varios archipiélagos eslabonados que constituyen el conjunto más meridional de las Antartillas: la isla Belgrano, los archipiélagos Biscoe y Palmer, las islas Shetland del Sur, las islas Melchior y la isla Elefante. Dentro de las Antillas del Sur, aunque bastante separadas de las mencionadas, están las islas Orcadas del Sur. Por otra parte, frente a las costas suroccidentales de la Península Antártica se extiende la gran Isla de Alejandro I, incluida en su mayor parte en el Sector Antártico Argentino.

La altura máxima de los Antartandes y de toda la Antártida Argentina se encuentra en el sur de la Península Antártica y es el Monte Jackson de 4190 metros de altitud, seguido por el Monte Coman, de 3657 m, ubicado en el segmento montañoso llamado Montes de la Eternidad. Destaca también el Monte Esperanza, con 2860 m. Desde los Antartandes se extiende una ramificación hacia el suroeste conocida como montes Ellsworth, una cordillera en gran medida subglaciar que une a los Antartandes con los Montes Transantárticos. Hacia el Polo Sur geográfico, finalmente, se encuentra la Meseta Polar, mayormente ubicada en la Antártida Oriental.

Ya en la Antártida Oriental está la mayor elevación del continente en un ramal (Macizo Armada Argentina) de los Montes Transantárticos en la zona llamada Cordillera Diamante, cercana a la Meseta del Polo Sur. Esta cima es el nunatak[5] Monte Chiriguano, que alcanza los 3660 m s.n.m.

Así, aunque todo el Sector Antártico Argentino se ubica dentro de la zona de clima polar-nival, dentro de la Antártida Argentina se distinguen dos zonas climáticas: una septentrional y otra meridional. La septentrional, bastante más cálida, es también más húmeda y sujeta a precipitaciones casi continuas, generalmente en forma de nevadas, aunque cada vez son más comunes las aguanieves y celliscas e, incluso, las lluvias. La región meridional, en tanto, especialmente en la meseta polar, se caracteriza por la extrema sequedad atmosférica.

Desde finales del siglo XX no se evidencia elevación alguna de las temperaturas en la zona. Sin embargo, pese a la gelidez, la radiación solar es elevada, en gran medida a causa del agujero de ozono en la ionósfera.

Las aguas que rodean el territorio son extraordinariamente ricas en fauna. La existente en las aguas abisales no congeladas ha sido descubierta recién a inicios del siglo XXI. En las costas y superficie de la banquisa abunda la avifauna, entre la que se destacan los pingüinos. Por el contrario, en el interior o transpaís antártico, debido a las condiciones climáticas imperantes, son frecuentes las formas de vida llamadas extremófilas (bacterias, aunque en mucha menos cantidad que en otros sectores de la superficie de la Tierra).

La mayor parte del territorio antártico argentino es un desierto helado, si bien puede considerarse también como una gigantesca reserva de agua dulce. La vegetación macroscópica se presenta en las costas o en algunas zonas de los nunataks. Dado lo extremado del clima, el reino vegetal se ve muy restringido: algas en las aguas y las simbiosis de algas y hongos conocidas como líquenes.

Entre los animales que habitan este territorio y sus aguas destacan el Zooplancton y el Krill; en segundo término, distintas especies de peces con capacidades anticongelantes. También pueden mencionarse distintas especies de focas y pinnípedos, así como diferentes cetáceos. Por su parte, la fauna avícola se compone de aves pescadoras, voladoras y nadadoras (como los pingüinos). En el desierto polar interior (hasta presumiblemente el mismo Polo Sur) el único animal autóctono conocido es un diminuto ácaro llamado Nanorchestes antarcticus.

Trayectoria de la presencia argentina en la Antártida

Ddesde 1904Argentina tiene presencia permanente en la Antártida y desde 1927 hizo constar internacionalmente su afirmación de soberanía sobre el territorio del actual Sector Antártico. En 1940 se creó la Comisión Nacional del Antártico, hoy Dirección, encargada de coordinar la actividad nacional en ese continente, islas adyacentes y aguas territoriales. También desde 1940 Argentina y Chile se reconocieron mutuamente sus aspiraciones de soberanía superpuestas y se comprometieron a resolverlas pacíficamente. Ya desde 1943 comenzaron los enfrentamientos con Gran Bretaña por la posesión sobre este sector[6]

         

En 1952 y en 1953 los gobiernos de los estados de Argentina y Chile (presididos respectivamente por Juan Domingo Perón y Carlos Ibáñez del Campo) acordaron un entendimiento por el cual coordinaron acciones contra las pretensiones del Reino Unido, de modo que las zonas de reclamaciones translapadas entre los dos estados quedaron sujetas a la cooperación entre ambos y, en la perspectiva de una soberanía condominial, quedaba refrendada una acción cooperativa de beneficios mutuos para ambos estados (Wikipedia4, 2024).

En la década de 1960 el Estado argentino fue pionero en la realización de cruceros turísticos ecológicos a la Antártida con navíos de la empresa estatal ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas), mientras que, casi al mismo tiempo, Aerolíneas Argentinas inauguraba los vuelos de pasajeros transpolares que unían Ushuaia con Sídney haciendo escala en la base antártica argentina Marambio. También a mediados de la década de 1960 y primera mitad de la siguiente Argentina lanzó desde sus bases antárticas cohetes de la serie Castor, diseñados e íntegramente construidos en la Argentina, que llevaban instrumental meteorológico y sensores de radiaciones (Wikipedia4, 2024).

En noviembre de 2007, ante la manifiesta intención del Reino Unido de extender su control económico militar y político directo, particularmente sobre las áreas litorales hasta 350 millas náuticas desde la línea de bajamar, Chile y la Argentina volvieron a cooperar para evitarlo. En agosto de 2014, a su vez, las Cancillerías de Perú y de Argentina acordaron trabajar en conjunto, para fortalecer la cooperación tecnológica y científica en los proyectos de investigación que ambos países desarrollan en la Antártida.

En marzo de 2015, en tanto, se inauguró una nueva sede del Instituto Antártico Argentino (IAA) de 1900 m² en el Campus Miguelete de la Universidad Nacional de General San Martín. El nuevo edificio incluye nueve laboratorios de investigación científica (Wikipedia4, 2024).

El 27 de octubre de 2017, finalmente, fue sancionada una ley, que además de crear el departamento Tolhuin, cambió el nombre del departamento Sector Antártico Argentino por el de departamento Antártida Argentina, ahora incluyendo las islas Orcadas del Sur.

Actualmente, Argentina cuenta con trece bases en la Antártida, entre las cuales siete son permanentes y seis temporarias. Con este número, nuestro país es la nación que más bases tiene en este continente (La Nación, 2024). Las bases permanentes son las siguientes:

Base Marambio: llamada así en honor al piloto Gustavo Argentino Marambio, quien realizó una hazaña en 1951, al volar desde Río Gallegos hasta la Base San Martín. Es administrada por la Fuerza Aérea Argentina, siendo una de las más importantes de la región. Cuenta con diversos campamentos científicos que realizan estudios junto al Servicio Meteorológico Nacional. En esta base se llevan a cabo trabajos de estratigrafía, sedimentología, glaciología, criología, petrografía, biología, arqueología histórica y paleontología.

La Base Carlini, en tanto, se encuentra en la Caleta Potter de la Isla 25 de Mayo. Es considerada la principal base científica de la Argentina y está activa desde 1953. Actualmente, el Instituto Antártico Argentino realiza allí proyectos científicos. Cuenta con el Laboratorio Antártico Multidisciplinario Carlini (LACAR) y el Laboratorio Argentino donde se realizan estudios sobre la atmósfera, el efecto invernadero y el cambio climático.

La Base Esperanza, por su parte, fue fundada en 1952 por el capitán Jorge Edgar Leal. Es una de las más edificadas del territorio argentino, con más de cuarenta edificios. Asimismo, cuenta con la Capilla San Francisco de Asís, la primera Iglesia Católica de la Antártida, que en 1978 celebró el primer matrimonio del continente.

La Base Orcadas, entre tanto, es la más antigua y estable del continente y goza del privilegio de contar con uno de los climas más templados de la región, con una temperatura media anual de -4,9ºC. Fue construida en 1903 por la Expedición Antártica Escocesa y entregada al Ejército Argentino el 22 de febrero de 1904.

La Base San Martín, a su vez, se encuentra dentro del conjunto de islotes Debenham, en Bahía Margarita, al oeste de la Península Antártica, lo que la convierte en la más occidental de la nación. Fue inaugurada por Hernán Pujato el 21 de marzo de 1951 en honor al General San Martín. Entre sus atractivos están un monolito construido en 1951, el Monumento Histórico de la Antártida SMH Nº 26 y el Mausoleo del islote Bárbara, donde se encuentran los restos del Gral. Pujato. En esta área es posible observar orcas, focas cangrejeras y de Weddell, pingüinos Adelia, skúas, gaviotas y cormoranes.

La Base Belgrano II, finalmente, está ubicada en el nunatak Bertrab en la Bahía Vahsel. Esta base fue inaugurada el 5 de febrero de 1979. Actualmente es el asentamiento más austral de Argentina y el tercero del mundo. Gracias a su latitud, en esta zona hay fuertes vientos y bajas temperaturas que pueden llegar hasta los -54˚C. Experimenta cuatro meses completos de luz solar al año, cuatro de noche polar y cuatro con penumbra; pueden observarse gaviotas, skúas y petreles y una flora reducida debido al clima.

A esta lista se sumó este año la Base Petrel, situada al pie del glaciar Rosamaría en la rada Petrel de la isla Dundee, archipiélago de Joinville. Tras un incendio, había sido abandonada en 1967. A partir de 2013 comenzó su reconstrucción, que en la campaña 2021-22 permitió establecerla como base permanente. La Base Conjunta Petrel fue reacondicionada para ser una base logística de transferencia de pasajeros y de cargas para el Programa Antártico Argentino, así como para programas de otros países y buques turísticos. Para ello, se construyó un muelle y una pista de aterrizaje de 1.300m, inaugurada en junio de este año. Otra de 1.800m aún está en construcción. También se están recuperando hangares y otras estructuras para conectarla con Ushuaia y Río Grande. Cuando se complete en 2026, la dotación de la base estará integrada por personal del Ejército y de la Armada y científicos; se espera que el aeródromo esté operativo durante todo el año como alternativa a la Base Marambio (50 km al sur), en la que las operaciones se ven dificultadas por la nubosidad y la poca longitud de las pistas (Wikipedia5, 2024). Además, Petrel está apenas 18m sobre el nivel del mar, mientras que Marambio está en una meseta. En Petrel se está instalando también un parque de energía solar. La obra se realiza en cooperación entre el Comando Conjunto Antártico y dos empresas privadas (Naturaleza y Tecnología, 2023).

Por la importancia estratégica de la base hay maniobras internas y externas para retrasar su reacondicionamiento. Internamente, sectores de la Fuerza Aérea quieren evitar la preponderancia que –según temen- adquiriría la Aviación Naval, cuando se termine la obra. Externamente –mucho más significativos- aparecen los cuestionamientos de países miembros del Tratado Antártico pertenecientes a la Commonwealth, como Nueva Zelanda, que en la reunión de Helsinki de 2023 del Programa de Evaluación Ambiental cuestionó el impacto ambiental de las obras que Argentina realiza en la base (Aguilera, 2023).

Argentina tiene, además, seis bases temporales:

La Brown fue inaugurada por el Destacamento Naval el 6 de abril de 1951 en la Punta Proa de la Península Sanavirón, en Bahía Puerto Paraíso. Fue clausurada nueve años más tarde y desde 1965 funciona como Estación Científica Temporaria.

La Cámara, por su parte, se encuentra en la Isla Media Luna, en las Shetland del Sur. Se la nombró como Destacamento “Bahía Luna”, pero fue rebautizada en 1955 en honor del Teniente de Navío D. Juan Cámara, miembro del Grupo Aeronaval de la Campaña Antártica 1954-55.

La Base Naval Melchior fue la primera base nacional construida en la Península Antártica en 1947 y se ubica en el archipiélago Melchior.

Entre tanto, el nombre de la Base Decepción recuerda al Destacamento Naval del mismo nombre. Debido a la actividad volcánica cercana[7], en 1967 cambió su estatus a base temporal.

A su vez, la Base Primavera funciona desde 1977 en la costa Danco, Tierra de San Martín.

También la Base Matienzo, fundada en 1972 en el pico montañoso Larsen, funciona de manera exclusiva durante el verano antártico  (La Nación, 2024).

Este despliegue territorial, su cercanía al continente americano y la variedad y cantidad de los recursos empleados ubican a Argentina como una de las primeras potencias antárticas.

La 120ª Campaña Antártica de Verano

El pasado 8 de mayo finalizó oficialmente la 120ª Campaña Antártica de Verano. Entre los objetivos cumplidos durante la misma se destaca el apoyo a la actividad científica de acuerdo con el Plan Anual Antártico 2023/24. El total de personal desplegado a lo largo de estos 140 días fue de 1.753 personas, entre científicos, grupos de trabajo y dotaciones de bases antárticas, unidades navales y aeronaves.

Además del ARA Almirante Irízar, el único buque con capacidades combinadas de rompehielos, investigación científica, tecnológica y logística de la región, se emplearon el transporte ARA Canal Beagle y el aviso ARA Bahía Agradable. Asimismo, se utilizaron un pontón autopropulsado y dos vehículos anfibios (VAR). Mientras tanto, el aviso ARA Estrecho de San Carlos brindó apoyo a la Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC) junto con la Armada de Chile.

Entre los medios aéreos se contó con tres aviones de transporte C-130 Hércules, una aeronave Boeing 737, dos helicópteros Bell 212 desplegados en la Base Antártica Conjunta Marambio de forma permanente y los dos nuevos helicópteros Sea King de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros embarcados en el rompehielos Irízar.

Se aprovisionó con víveres, combustible y materiales y se realizó el relevo de las dotaciones en las siete bases permanentes, así como se abrieron las seis bases temporarias. En la Base Decepción se consolidó, además, el proyecto de sismografía.

Durante el verano se entregaron a las bases antárticas 2.270.000 litros de gas oil antártico a granel, 7.500.00 litros de combustible para unidades navales (gas oil naval), 1.874 tambores de 200 litros de combustibles/aceites varios y 508 tubos de gas propano. La carga general entregada fue de 2.173 toneladas, equivalentes a 5.316 m³.

Como parte de la Fase II del Plan de Desarrollo de la Base Conjunta Permanente Petrel se trasladaron 190 toneladas de estructuras, 30 toneladas de columnas y 54 toneladas de aislación para la construcción de los módulos habitacionales de esta base, computando un total de 274 toneladas de carga.

Se construyeron tres nuevos laboratorios antárticos multidisciplinarios en las bases Marambio y Carlini y uno en la Isla de los Estados (donde, además, se inició la construcción de una casa habitacional), que se complementan con los tres ya construidos en las Bases Antárticas Conjuntas Esperanza, Orcadas y San Martín. En esta última se creó, también, un nuevo centro de investigación de rayos cósmicos.

En la Base Antártica Conjunta Belgrano 2, entre tanto, se instalaron dos antenas de la CONAE; un contenedor para el desarrollo del proyecto Hidroponia con apoyo del INTA y se construyó un refugio. Otro se emplazó en Esperanza, donde, además, se destaca la construcción del laboratorio de hidrógeno verde.

En cumplimiento del Protocolo para la Protección del Medio Ambiente Antártico vigente en el marco del Tratado Antártico hubo continuidad del plan de evacuación de residuos históricos.

Por otro lado, en apoyo al Servicio de Hidrografía Naval, se prosiguió el plan de mantenimiento de balizamiento antártico.

Como sucede en cada una de las Campañas Antárticas de Verano, nuestro país brindó también apoyo a programas antárticos extranjeros, en este caso de Brasil, Ecuador, España, Perú, República Checa y Uruguay (Gaceta Marinera, 2024).

De este informe puede inferirse hasta ahora la continuidad del avance de la ocupación pacífica de la Antártida por Argentina como una política de Estado que, con altas y bajas, se ha venido desarrollando a lo largo de las décadas. Esta continuidad ha convertido a nuestro país en la principal potencia antártica en cuanto a cantidad, extensión y distribución de bases permanentes y temporarias. La línea principal de esta ocupación es la investigación en ciencias duras sobre la geografía, la geología, el clima y el medio ambiente antártico y cubre un aplio espectro disciplinario. Particularmente los gobiernos peronistas se han distinguido por su impulso a la ocupación del territorio en una fuerte defensa de la soberanía ante Gran Bretaña y en cooperación, sobre todo con Chile, y también con otras naciones. En esta estrategia de afirmación de la soberanía se destaca la reconstrucción de la Base Petrel, puerta de entrada al continente y nodo para el desarrollo de la Provincia de Tierra del Fuego. No obstante, como era de esperar, este avance de Argentina ha sido repetidamente saboteado por Gran Bretaña y actualmente se halla seriamente amenazado.

Provocaciones británicas en la Antártida Argentina

Desde el inicio de la presencia argentina en la Antártida nuestros derechos fueron impugnados por Inglaterra, llegándose en varias ocasiones al borde de enfrentamientos militares (1903, 1943 y 1952/53). El Tratado Antártico de 1959 congeló las disputas de soberanía, pero no los reclamos. Además, el avance del turismo y de la pesca comercial, junto con el cambio climático, acrecientan el interés económico en la región. El turismo todavía no ha sido regulado y su creciente masificación plantea problemas de todo tipo: legales, sanitarios, fiscales y medioambientales. Recién en la reunión de Kochi, India logró que se forme un grupo de trabajo sobre el tema (Brignoni, 2024).

El Tratado Antártico rige sobre las tierras y hielos continentales, pero no sobre los mares circunantárticos. Si se considera el clima relativamente más benigno del norte de la Antártida Argentina, puede entenderse la codicia de las grandes flotas pesqueras, especialmente la española, por las riquezas de las aguas antárticas. Gran Bretaña se ha montado sobre estos intereses y los capitanea.

El cambio climático está modificando aceleradamente el escenario geopolítico: “Esta crisis ambiental global que afecta intensamente tanto el Ártico como a la Antártida opera a su vez como un cambio manifiesto del escenario geopolítico de este siglo XXI, ya que los espacios marítimos de la Antártida están adquiriendo un nuevo valor estratégico, al punto de que las propias corporaciones privadas transnacionales están proyectando la explotación comercial del continente. De esta forma, se potencia la militarización de estos espacios de cara a la revisión del Tratado Antártico en 2041 y del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente en 2048” (Brignoni, 2024).

Ya desde 1927 Inglaterra (ahora Gran Bretaña) ha asociado a otros miembros de la Commonwealth (sobre todo a Australia y Nueva Zelanda, entonces también a Sudáfrica e India) a su política de colonización antártica. Como muy bien sintetiza Brignoni (2024), “en mayo de 2009, el Reino Unido de Gran Bretaña realizó una presentación ante la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) donde reivindicó 350 millas marinas de plataforma continental adyacentes a los archipiélagos de Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, y reclamó como propias porciones de la Antártida Argentina, y como resultante, 200 millas marinas de zona económica exclusiva (ZEE) y 350 millas de la plataforma continental; en resumen, una superficie de 3 millones y medio de kilómetros cuadrados.”

Más adelante añade “el 18 de diciembre de 2012 el Foreign and Commonwealth Office anunció que como parte de la conmemoración por el 60 aniversario del reinado de Isabel II decidió llamar Tierra de la Reina Isabel (Queen Elizabeth Land) al territorio de 437 mil kilómetros cuadrados, ubicado en el vértice sur de la reclamación británica en la Antártida, al que no daba ningún nombre hasta entonces. El área limita al noroeste con la Tierra de Coats, al norte con la barrera de hielo Filchner-Ronne y al noreste con la corriente de hielo Rutford. La parte norte de esta zona es conocida por otros países como Tierra de Edith Ronne.”

Y continúa: “la Cancillería Argentina, que por entonces aún existía, no se quedó en silencio y emitió una declaración oficial señalando que era un ‘sistemático ataque’ y ‘una provocación’ británica, luego de lo que significó la Guerra de las Islas Malvinas. Rusia apoyó la posición argentina citando el Tratado Antártico: ‘Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el presente Tratado se halle en vigencia constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida, ni para crear derechos de soberanía en esta región por parte de ningún país’ (artículo 4).”

Continuando, “el Reino Unido de Gran Bretaña siguió adelante y en 2020, en el marco de lo que denominó ‘Festejos por el 200 Aniversario de la Presencia Británica en la Antártida’ denominó 28 lugares de la Antártida de modo unilateral con nombres ingleses” (Brignoni, 2024).

Y más adelante añade lo siguiente: “en los últimos años tanto Washington como Londres han señalado su ‘preocupación’ sobre presuntas actividades de China y sobre todo de Rusia en la supuesta exploración y explotación de los recursos naturales antárticos, a lo que han ‘contestado’ con la construcción de nuevas bases antárticas y actualmente, con la construcción de una quinta base británica, igualando el número de bases estadounidenses, a las que deben sumarse los asentamientos australianos, que juntos representan al AUKUS en la Antártida” (Brignoni, 2024).

El AUKUS y la OTAN en el Atlántico Sur

Cito extensamente a Brignoni (2024): “el AUKUS (Australia-United Kingdom-United States) se presentó como la Alianza Estratégica Militar complementaria de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) por parte centralmente del Reino Unido de Gran Bretaña y Estados Unidos con Australia de invitado. Se anunció públicamente el 15 de septiembre de 2021 para la región del Océano Indo-Pacífico, aunque su pretensión incluye además el Atlántico Sur.”

“La probable incorporación de Nueva Zelanda en un corto plazo posibilitaría a esta alianza geopolítica militar reclamar soberanía en más de la mitad del territorio antártico. De hecho, con una creciente cantidad de rompehielos y de submarinos nucleares, AUKUS se plantea controlar los accesos a la Antártida”.

“En el marco del desarrollo del AUKUS se inscriben seis acciones recientes que ratifican sus reales objetivos:”

1)      “El lanzamiento en 2020 de la Campaña ‘The Falkland Islands gateway to Antarctica’, la que externaliza de modo fehaciente la certeza de la convicción de lo estratégico de Malvinas para los intereses de Reino Unido de Gran Bretaña y del AUKUS en la Antártida.”

2)      “La firma en 2020 por parte del gobierno de usurpación británico en Malvinas de un contrato con la empresa británico-holandesa BAM Nuttall para el diseño y la construcción de un nuevo Mega Puerto en Puerto Argentino.”

3)      ”El insólito anuncio del gobierno de Alberto Fernández en la COP26 de 2021 en Glasgow, de la construcción de una planta de generación de ‘hidrógeno verde’ en Río Negro (proyecto congelado por el momento) a cargo del polémico empresario australiano Andrew Forrest, dueño de la minera Fortescue, destinada según los propios medios australianos, a proveer de combustible a la flota de submarinos livianos de custodia de Malvinas, enmarcados en el AUKUS.”

4)      “El pedido británico que se concretó en mayo de 2021 para que las ‘Falklands Islands’ obtuvieron su primera calificación crediticia soberana, una calificación A+ de grado de inversión de S&P Global para solventar dicha infraestructura del nuevo puerto y sus capacidades operativa.”

5)      “El acuerdo entre las autoridades británicas que ocupan las Malvinas y el icónico astillero de Belfast donde se construyó el Titanic, denominado Harland & Wolff, para el equipamiento de instalaciones portuarias y la construcción de embarcaciones destinadas a la nueva operatoria de Port Stanley que indican estará terminado a fines de 2026.”

6)      “La visita de David Cameron a las Islas Malvinas para ratificar explícitamente la decisión británica de permanecer en las Islas y avanzar en el control de la Antártida y el Atlántico Sur.”

Y termina así: “El objetivo de Estados Unidos y el Reino Unido de Gran Bretaña de controlar y colonizar el Atlántico Sur mediante el AUKUS y sus bases de Ascensión y Malvinas sumado a su indisimulable vocación de colonizar la Antártida están a la vista. Si Argentina vuelve a ser un país soberano y no esta colonia de la actualidad, tal vez aún no sea tarde para honrar nuestros mártires y reivindicar nuestro legitimo territorio” (Brignoni, 2024).

Cuando AUKUS fue firmado en 2021, se lo presentó como un pacto para la defensa del Indo-Pacífico, sugiriendo que se trataba de una alianza antichina. Para ello, ya entonces fue invitado a sumarse Japón. Sin embargo, hay que considerar que los países firmantes ya forman parte del pacto “Cinco Ojos” (Five Eyes) para el intercambio de inteligencia con Canadá y Nueva Zelanda,  que EE.UU., Australia y Japón ya participan con India en el pacto Quad (Quadrilateral Security Dialogue), firmado también en 2021 y que EE.UU., Australia y Nueva Zelanda participan desde la década de 1950 en la alianza ANZUS. Si fuera sólo para la defensa del Indo-Pacífico, entonces, AUKUS sería superfluo. Por lo que se conoce del acuerdo, se sabe que prevé la venta a Australia de tres submarinos nucleares norteamericanos y la capacitación de su tripulación. Australia se convertiría así en el segundo país, tras Gran Bretaña, con el que Estados Unidos comparte su tecnología en submarinos nucleares (el llamado “Pilar I” del tratado). Esta transferencia requiere un tratado internacional, condición sine qua non para que las legislaciones de Gran Bretaña y EE.UU. autoricen tal traspaso de la tecnología. Sin embargo esta precondición legal no basta para explicar la finalidad de AUKUS y el papel que Gran Bretaña tiene en el mismo. Parece muy poco que se la incorpore solamente, porque haya sido la potencia colonial en la zona o por su capacidad para fabricar los motores Rolls Royce para los submarinos nucleares.

En mayo de 2024 Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda se han sumado al llamado “Pilar II” de la alianza como socios tecnológicos, para desarrollar de forma conjunta misiles hipersónicos, drones submarinos o cibertecnología (Sánchez Cascado, 2024). De este modo el tratado se ha ampliado con tres naciones con proyección al Océano Pacífico, una de las cuales tiene reclamos soberanos sobre un sector de la Antártida y otra (Japón) que está presente desde hace años en el continente blanco con expediciones científicas.

En realidad, AUKUS adquiere sentido si se invierte el mapa: China se está expandiendo hacia la Antártida y ya tiene allí cinco bases: una en la Antártida Occidental (en las Islas Shetland del Sur) y cuatro en la Antártida Oriental. Si, efectivamente, EE.UU., Gran Bretaña y Australia se aliaron para contener a China, es, principalmente, para hacerlo en la Antártida y los mares circundantes. Si a ellos se une Noruega (otro miembro de la OTAN), la alianza suma reclamos de soberanía sobre 80% del continente.

¿Qué ofrece Gran Bretaña a esta coalición? Ya en 1917 Leopold Amery, entonces subsecretario de Estado para las Colonias, escribió en un memorándum a los gobernadores de Australia y Nueva Zelanda que “con la excepción de Chile y Argentina y algunas islas estériles pertenecientes a Francia... es deseable que toda la Antártida quede finalmente incluida en el Imperio Británico” (Encyclopedia, 2024). Si se rememoran las permanentes intromisiones de dicha potencia en la Antártida Argentina, los graves enfrentamientos ocurridos hasta la década de 1950 entre fuerzas argentinas y británicas, que desde 1962 los territorios y aguas de la Antártida Occidental sobre los que Londres reclama soberanía están reunidos en el llamado Territorio Antártico Británico administrado desde las Islas Malvinas y el tono confrontativo de sus diplomáticos en las reuniones del Tratado Antártico al dirigirse a los nuestros, debe colegirse que el mandato del subsecretario Amery sigue vigente.

Viene en este contexto a colación la referencia geográfica que aporta Omar Ruiz (2024): “el Reino Unido desde su ‘Collar de Perlas’ atlántico (Islas de Ascensión, Santa Helena y Tristán de Acuña) junto a la ocupación ilegal de Malvinas, proyecta su poder en tres continentes (África, América del Sur y Antártida), estableciendo además sobre cuatro océanos (Atlántico, Pacífico, Indico y Antártico) un control aéreo y marítimo. Esto se expresa en una militarización de toda la región desde la base instalada a partir de 1982 en Monte Agradable, Islas Malvinas,” (Ruiz, 2024). A las posesiones atlánticas debe añadirse el llamado Territorio Británico del Océano Índico (BIOT, por su nombre en inglés) del que dependen las islas y grupos de islas de Diego García, Tres Hermanos, Egmont, Nelson, Peros Banhos, Águila, Islas Salomón y Peligrosa. Aunque en las islas no hay población civil permanente, habitualmente están estacionados allí unos 4.000 militares y civiles estadounidenses contratados y británicos. El territorio tiene una superficie total de 60 km2.

Es decir, que mediante las dos cadenas de islas bajo su dominio (en el Atlántico y en el Índico), a pesar de su menguado poder y de sus magras capacidades navales, Gran Bretaña ofrece a AUKUS el control sobre una porción importante del Océano Antártico. A su vez, la incorporación de nuevos aliados al control de la Antártida permite a Estados Unidos compensar la baja de recursos destinados a las zonas polares en los últimos veinte años y genera una demanda de equipamiento polar por parte de sus aliados que su industria espera satisfacer, ganando así nueva clientela.

Puede concluirse que China, Rusia y Argentina estñan amenazados en el continente antártico por el mismo competidor: la OTAN del sur o AUKUS.

   
Los miembros de la OTAN y de AUKUS reclaman soberanía sobre 80% de la Antártida

O Argentina se antartiza o muere

Por todo lo expuesto, es evidente que Argentina tiene su continuidad geoeconómica en el Océano Atlántico Sur y en la Antártida. Si nuestro país prescindiera de ambos o le fueran quitados, perdería la Patagonia y el control sobre sus rutas de navegación por el Atlántico Sur. Desde el punto de vista geopolítico, en tanto, si una potencia manifiestamente enemiga de nuestra independencia y unidad, como ha sido Gran Bretaña a lo largo de la historia, controla la Antártida y el Atlántico Sur y -como también ha sucedido habitualmente- mantiene su alianza con Uruguay y con la Armada de Chile, Argentina carecerá de espacio soberano. Debemos, entonces, asumir el enfrentamiento.

Ya en 2021 J.G. Tokatlián (2021) llamó la atención, inmediatamente tras la firma de AUKUS, sobre la renovada importancia estratégica de los océanos y la imperiosa necesidad de que Argentina tenga una estrategia atlántica. “Esto requiere de cuatro condiciones básicas, argumentó. La primera es entender la envergadura del desafío y alcanzar el indispensable acuerdo nacional en la materia. Si la dirigencia persiste en polarizar toda la agenda del país la Argentina vivirá una insolvencia estratégica que será aprovechada por múltiples actores del exterior en un escenario global cada vez más pugnaz. La segunda es tener una prioridad clara. Respecto al Atlántico Sur, sería conveniente tener a China afuera, a Estados Unidos neutral, al Reino Unido agobiado (en otras partes del mundo), a Brasil aliado y a Chile distante. La tercera es poseer una política de aprovisionamiento militar precisa y balanceada. En ese sentido, por ejemplo, comprar primero submarinos y después aviones; primero a Occidente (en especial, a Francia) y luego a Oriente (entre otros, a China). Y la cuarta es institucional: es imperativo una mayor coordinación respecto a lo que algunos denominan la Pampa Azul entre los Ministerios de Relaciones Exteriores, de Defensa, de Seguridad, la Secretaría de Asuntos Estratégicos y la Agencia Federal de Inteligencia” (Tokatlián, 2021).

Brillante síntesis la del maestro geopolítico, pero falla en dos aspectos: la dirigencia argentina no puede superar su división, para encarar unificadamente el rescate de la soberanía argentina en el Atlántico Sur y la Antártida, porque, precisamente, el alineamiento con o contra Gran Bretaña es constitutivo de la división política, social e ideológica de Argentina desde su origen como república, aunque desde hace tiempo no se la discuta abiertamente. En segundo lugar, desde que él escribió ese artículo la confrontación mundial se ha agudizado y ampliado, como demuestra lo expuesto más arriba sobre la expansión de AUKUS al Continente Antártico. En el Atlántico Sur ya no hay espacio para neutralismos. Cuando mucho, si recupera su independencia, Argentina puede aspirar a aliarse con Brasil, a neutralizar a Chile y Uruguay y a equiparse en Francia (aunque con las limitaciones implícitas en la integración de la misma en OTAN) e India. Pero no puede esquivar su comunión de intereses con China y Rusia. Aunque estas dos potencias no han presentado reclamos territoriales sobre la Antártida, en la medida en que AUKUS busca tomar el control sobre el Océano Antártico, amenaza la navegación en todos los mares australes y, por lo tanto, la libertad de navegación y comercio.

La antartización de Argentina se ha convertido en una cuestión existencial. En primer lugar, es necesario crear consciencia sobre la importancia constitutiva de nuestra presencia en ese continente para la propia vigencia internacional de Argentina y los enormes riesgos que la acechan. En segundo lugar, es imperioso denunciar el proyecto colonial británico en todas sus dimensiones, tanto en la Antártida como en las Islas Malvinas, la Patagonia o el propio poder central de Argentina.

Todos los instrumentos que impidan el control del Estado nacional sobre el territorio sudamericano, el Mar Argentino y la Antártida Argentina deben ser removidos. Ningún acuerdo o pacto internacional, público o secreto, que restrinja la soberanía argentina puede seguir teniendo vigencia. Cualquier ley o paquete legal que entregue la soberanía a empresas y/o potencias extranjeras debe ser denunciada como contraria a la independencia de la nación.

Si, en la eventualidad de que vuelva a asumir un gobierno nacional y popular, las relaciones de fuerza regionales no permiten asumir la necesaria alianza militar con China y Rusia, por lo menos puede (y debe) acudirse a ejecutar completamente los acuerdos vigentes. Deben redimensionarse y adecuarse las FF.AA. a la protección, vigilancia y ocupación de las aguas y territorios antárticos.

El destino de Argentina está indisolublemente ligado a nuestra presencia en la Antártida. O nos antartizamos o morimos.

Referencias

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Amazon, Mapa físico de la Antártida, https://www.amazon.com/-/es/f%C3%ADsico-Ant%C3%A1rtida-pulgadas-ancho-22-65/dp/1635970075

Brignoni, Marcelo, 2024, La Antártida, el AUKUS y la OTAN, Tektónikos, Dinámica de la Arquitectura Global, 19-06-24, https://tektonikos.website/la-antartida-el-aukus-y-la-otan/

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Tokatlián, Juan G., 2021, Por una estrategia urgente para el Atlántico Sur, DiarioAR, 26-09-21, https://www.eldiarioar.com/opinion/estrategia-urgente-atlantico-sur_129_8338491.html

Vior, Eduardo J., 2024, Occidente usa el petróleo antártico como pretexto, Dossier Geopolítico, 27-05-2024, https://dossiergeopolitico.com/2024/05/27/9107/

Wikipedia1 (2024), Tratado Antártico, https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_Ant%C3%A1rtico

Wikipedia2 (2024), Antártida, https://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%A1rtida

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Wikipedia4 (2024), Antártida Argentina, https://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%A1rtida_Argentina

Wikipedia5 (2024),  Base Petrel. https://es.wikipedia.org/wiki/Base_Petrel



[1]              En efecto, el primer ministro Rishi Sunak disolvió el Parlamento el pasado 22 de mayo y convocó a nueva elección para el próximo 4 de julio.

[2]              Lo señaló recientemente en una entrevista radial Mariano Memolli, durante muchos años presidente del Instituto Antártico Argentino (IAI).

[3]              Un viento catabático es un viento que cae en picada desde una zona elevada de la atmósfera hacia una zona más baja, llevando aire que trae una mayor densidad del que reemplaza (Wikipedia3).

[4]              Actualmente son siete (v. más abajo).

[5]              Un nunatak es un pico montañoso rodeado por un campo de hielo.

[6]              Sobre las aspiraciones británicas, v. más abajo.

[7]              La propia Isla Decepción es el cráter de un volcán que se estima puede activarse.