domingo, 15 de enero de 2017

Los tropezones de la revolución conservadora

Trump comienza a pagar las facturas que llegan por su retórica de campaña
 Antes de asumir el próximo viernes, el magnate ya enfrenta un grave conflicto diplomático con China. Adem´s, sus asesores y secretarios lo contradijeron en temas centrales
 Eduardo J. Vior
Tiempo Argentino
15 de enero de 2017

Donald Trump ganó la elección del 8 de noviembre pasado con una agresiva retórica nacionalista, xenófoba y misógina. Triunfó sin equipo y con un programa limitado. Pretendía, y pretende, hacer la revolución conservadora, pero los Estados Unidos no están solos en el mundo y los secretarios que rejuntó para completar su gobierno juegan cada uno para su equipo y ninguno para la selección.

El pasado viernes China advirtió extraoficialmente a través del periódico Global Times que si EE UU intenta impedirle el acceso a las islas artificiales que construyó en los últimos años en el Mar Meridional, habrá guerra. El conflicto data de hace algunos años, cuando Barack Obama intentó cercar al gigante asiático por el sur. Este respondió construyendo las islas para instalar allí bases militares y afianzar su soberanía sobre el Mar Meridional. Además de que Trump durante la campaña electoral tronó repetidamente contra la invasión de productos chinos, su designado Secretario de Estado, Rex Tillerson, prometió el pasado martes 10 en la audiencia para su confirmación que impediría a China acceder a las islas. El grave furcio diplomático es producto de la improvisación del equipo que acompañará al nuevo presidente a partir del próximo viernes 20.

La Constitución estadounidense diferencia entre los miembros del Gabinete presidencial que deben ser ratificados por el Senado y aquellos cargos que el Presidente puede ocupar con personal de confianza. Entre estos últimos el más importante es el de Jefe de Asesores, para el cual Trump designó a su yerno Jared Kushner, de 36 años, esposo de su hija Ivanka. Artífice del triunfo electoral de su suegro, Kushner es su persona de mayor confianza.
También sin necesidad de ratificación, Steve Bannon fue nombrado como Jefe de Asesores de la Casa Blanca. El nuevo consejero fue hasta hace poco editor del sitio web Breitbart, plataforma de la ciberderecha (“alt-right"), un movimiento blanco nacionalista, racista y misógino.

A su vez, como Asesor en Seguridad Nacional el mandatario eligió al general retirado Michael Flynn quien entre 2011 y 2013 dirigió la Agencia de Inteligencia para la Defensa. Prestigioso oficial de inteligencia, después de retirarse se desempeñó como lobista de empresas rusas y turcas.

Para la Jefatura del Gabinete, finalmente, fue nombrado Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano y uno de los pocos dirigentes partidarios con buenas relaciones con el presidente electo. Tiene asimismo buenos lazos con el republicano presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan, lo cual facilitará la relación con los republicanos en el Congreso.

Mientras que el equipo de asesores está compenetrado con las ideas del Presidente, aunque carece de muchos conocimientos específicos –entre otros, los internacionales-, los principales secretarios de departamentos gubernamentales oídos en el Senado han desentonado fuertemente.

El Secretario de Estado confirmado es Rex Tillerson, que entre 2006 y 2016 presidió ExxonMobil. Los medios criticaron duramente sus lazos con Vladimir Putin y sus críticas de 2014 a las sanciones contra Rusia. Sin embargo, durante la audiencia Tillerson se defendió exitosamente de las acusaciones de simpatía prorrusa y expresó su adhesión al Acuerdo Transpacífico de Comercio (TPP) que Trump rechaza. No obstante, su amenaza contra China demuestra cuán unilateral es su formación. Puede ser que se entienda bien con estados productores de hidrocarburos, pero carece de sensibilidad para tratar con el gigante asiático.

Por su parte, el nuevo secretario de Defensa James N. Matti es un teniente general retirado del Ejército que dirigió entre 2010 y 2013 el Comando Conjunto Centro. Dado el despliegue mundial de las fuerzas armadas, las opiniones políticas del Secretario de Defensa son relevantes. Mattis apoya la convivencia de un estado judío y otro palestino y critica la actual política israelí, piensa que Irán es la mayor amenaza para Medio Oriente y cuestiona el acuerdo nuclear con ese país. También elogió vivamente a la OTAN, pero no tiene idea de qué hacer en Asia Oriental.
Por su lado, Jeff Sessions será el nuevo Fiscal General. Sessions es partidario de no legalizar a los 12 millones de inmigrantes de hecho que viven en el país y de reducir aún más la inmigración legal, se opuso a la introducción del femicidio como figura penal, es radicalmente antiabortista y descree del cambio climático. Consecuentemente, su audiencia en el Senado duró dos días y estuvo jalonada de protestas populares.

En tanto, John Francis Kelly, nuevo secretario de Seguridad Interior, es un general retirado de la Infantería de Marina, que sirvió como último destino como jefe del Comando Sur con sede en Miami. Kelly rechazó que el planeado muro en la frontera con México sirva para frenar la inmigración.

Todos los auditados entre martes y jueves se opusieron a la reintroducción de la tortura, al registro de los musulmanes, apoyaron el informe de inteligencia sobre los ciberataques rusos y consideraron a Moscú un riesgo especial para la seguridad de Estados Unidos, pero omitieron referirse a China. El gobierno de Donald Trump comienza con serias contradicciones internas y graves falencias en su visión internacional. El presidente electo pretende modernizar el Estado y la economía con métodos reaccionarios, pero no le basta con asesores leales: necesita un equipo de gobierno coherente que no meta goles en contra y se ubique en un mundo multipolar. «

Girando el foco de la relación con el mundo

La política exterior de Donald Trump pretende reducir y racionalizar las intervenciones de EE UU en el mundo, para controlar la producción mundial de hidrocarburos y defender la propia área de influencia internacional. La única motivación ideológica es el apoyo a Israel, aunque al mismo tiempo busca una coexistencia pacífica con Rusia. Al comparecer ante el Senado, para que ratifique su designación, el nominado secretario de Estado Rex Tillerson(ex ExxonMobil) explicó la futura política exterior. La audiencia se concentró en el informe de las 17 agencias de inteligencia sobre los ciberataques desde Moscú para favorecer la elección de Trump. Tillerson consideró "preocupantes" las informaciones y anticipó que mantendrá las sanciones contra Rusia, a la que criticó también por la anexión de Crimea en 2014, aunque reprochó que previamente no se hayan desplegado tropas allí. También defendió la presencia de la OTAN en el este de Europa. Por otro lado, confirmó la dureza de Trump sobre las relaciones con China. Asimismo, Tillerson aprovechó su comparecencia para rebajar la tensión con México al que mencionó como "un viejo amigo". Trump sustituirá el multilateralismo demócrata por acuerdos bilaterales de comercio e inversión y “secará” el mercado mundial absorbiendo dólares para financiar las prometidas inversiones en infraestructura. Es dudoso que tanto unilateralismo sea factible, pero el empresario-presidente está acostumbrado a apostar fuerte para después negociar. Habrá que ver quién lo para.

¿Otra oportunidad perdida?

Argentina es importante para EE UU cuando en nuestro país hay gobiernos populares que pueden soliviantar al resto del continente pero, cuando en la Casa Rosada acampa una tropa afín al Imperio, nuestro país solo interesa por sus recursos energéticos y minerales, por el Acuífero Guaraní y las riquezas del mar periantártico, quizás por algunas inversiones inmobiliarias y como posta para la bicicleta financiera global. Nuestro país es una colonia angloholandesa y EE UU lo respeta. Lo demuestran los viajes periódicos de la reina Máxima entrando y saliendo por algún aeropuerto desconocido y la pleitesía que le rinde el presidente Macri, el reconocimiento de la soberanía británica sobre Malvinas por la ministra Malcorra, la base clandestina de Joe Lewis en la Patagonia y los honores al ex rey de España, testaferro de los fondos financieros angloholandeses titulares de las prestadoras españolas de servicios públicos. Barack Obama presionó brutalmente, hasta someter a Argentina. El gobierno de Donald Trump, por el contrario, amaga con desentenderse de América Latina, mientras sus negocios florezcan. El control sobre Argentina quedaría primordialmente librado a la sagacidad de los monarcas europeos y sus gerentes locales. El Reino Unido y los Países Bajos son fuertes por su poder financiero y militar, pero más poderosos por el servilismo de los gobernantes y la miopía de los opositores. Si Washington mira para otras latitudes, tendremos la chance de recuperar independencia. ¿Sabremos aprovechar la oportunidad?

miércoles, 4 de enero de 2017

Putin no choca con Obama, mientras Trump ataca a China

El pase del torero

Aunque preocupados porque Trump agudiza la tensión con China, los medios norteamericanos siguen profundizando la tirantez con Rusia, mientras Putin los elude.
vladimir-putin

Aunque se manifiestan preocupados porque el entrante presidente Donald Trump está agudizando la tensión con China, bajo la influencia de Barack Obama los medios demócratas norteamericanos siguen atacando a Rusia como forma de dirimir en la política mundial su propia polarización interna. Tanto más sabia aparece, entonces, la actitud de Vladimir Putin quien, con pases de torero, elude un ataque tras otro.

Después de que el martes 27 la Casa Blanca anunció la expulsión de 35 diplomáticos y numerosos agentes de la inteligencia rusa como represalia por intromisiones cibernéticas rusas en el Comité Nacional Demócrata (DNC, por la sigla en inglés) durante la última convención del partido en julio pasado y la difusión de mails privados de Hillary Clinton, el ministro ruso de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov amenazó primero con represalias contra representantes estadounidenses en Rusia. Sin embargo, el jueves 29 Vladimir Putin rechazó replicar las sanciones, envió saludos de fin de año a Barack Obama y su familia e invitó a los hijos de los diplomáticos norteamericanos acreditados en Moscú a acompañar las festividades en el Kremlin. Si Putin hubiera replicado las sanciones, habría empeorado las relaciones entre ambos países y dificultado sensiblemente el reacercamiento que Trump y él desean.
 
No obstante, la arremetida se repitió al día siguiente. El viernes 30 el Washington Post informó que hackers rusos habrían penetrado la red eléctrica del estado de Vermont, en el noreste de EE.UU. La información -mechada con referencias a “fuentes de la seguridad nacional”- se viralizó inmediatamente en Twitter y en medios de todo el país. Sin embargo, como reveló Glenn Greenwald el lunes 2, tal irrupción no existió. Lo que sucedió fue que, después de que la empresa proveedora local Burlington Electric recibió de la Secretaría de Seguridad Interior (Homeland Security) la información sobre el software dañino hallado en las computadoras del DNC, revisó sus computadoras y encontró el mismo código en una laptop no conectada a la red eléctrica. Como el periódico no consultó a la compañía eléctrica antes de publicar su denuncia sensacionalista, la empresa sacó su desmentida en un periódico local.

Considerando los mutuos ataques cibernéticos entre Rusia y Estados Unidos desde hace años, no sería imposible que el FSB ruso haya intervenido en la campaña electoral norteamericana, pero no hay pruebas que lo confirmen. Que en la laptop analizada en Burlington se haya encontrado software de origen ruso no quiere decir que los servicios de ese país lo hayan introducido allí, ya que el software maligno puede comprarse en el mercado casi tan fácilmente como el legal.

Aunque más tarde el Post corrigió en algo su versión, el múltiple retuiteo de su artículo ya había generado la esperada reacción histérica. Es que los medios demócratas y muchos de los republicanos no digieren todavía la victoria electoral de Donald Trump y toman su propósito de normalizar las relaciones con Rusia por evidencia de su alianza con Vladimir Putin. La prevención antirrusa extendida entre políticos, militares y empresarios norteamericanos sirve de base de legitimación a cualquier medida que agudice la tensión entre ambos países.
 
Los medios demócratas están realmente preocupados por el rango semioficial que el futuro presidente ha dado a sus vínculos con Taiwán, desconociendo 45 años de política de “una sola China” de los sucesivos gobiernos estadounidenses. El liderazgo militar chino, a su vez, está seriamente alarmado por el giro que se perfila y anunció la realización de maniobras navales frente a la isla rebelde, agudizando así la tensión en el sur de Asia. La preocupación de los medios demócratas tiene fundamento en este caso, pero también deberían llamar a la cautela en relación a Rusia.
Es probable que Donald Trump y Vladimir Putin mejoren la relación entre ambos países, contribuyendo seriamente a la distensión en Europa, Levante y el ciberespacio. No obstante, si el precio a pagar es el empeoramiento de los vínculos con China, salimos de la sartén para caer en el fuego. A los medios norteamericanos cabe una responsabilidad mayor sobre el clima psicológico que crean en la opinión pública norteamericana y occidental, por lo que sería bastante útil para la paz mundial que hallaran un medio para superar pacíficamente la propia polarización.