jueves, 30 de agosto de 2018

EL bilateralismo avanza por América Latina

Trump aplasta a México y arrincona a Canadá

El presidente norteamericano aprovecha la transición de Peña Nieto a López Obrador, para imponer un acuerdo comercial bilateral que margina a Trudeau
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
29 de agosto de 2018
Eduardo J. Vior
México y EE.UU. anunciaron el pasado lunes 27 que alcanzaron un entendimiento, para sustituir el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) por un nuevo pacto bilateral. Así lo anunció el presidente estadounidense, Donald Trump, desde su despacho oval. El nuevo acuerdo tiene ribetes proteccionistas, especialmente de la industria automotriz y el mercado laboral estadounidense, que preanuncian nuevos conflictos comerciales con Europa y Asia. El futuro gobierno mexicano, en tanto, ya ha anunciado que hará revisar las cláusulas sobre la producción de hidrocarburos, para proteger a industrias mexicanas. O sea que el entendimiento está lejos de ser definitivo, aunque ya lleva claramente el sello de Donald Trump.
“Después de duras negociaciones el TLCAN ahora se llamará Acuerdo comercial entre EE.UU. y México”, dijo Trump, mientras se comunicaba telefónicamente con el presidente mexicano. Según el mandatario estadounidense, este anuncio representa el final formal del TLCAN, dando paso al nuevo pacto que se podría firmar a finales de noviembre, unos días antes de la trasmisión del mando en México. “Es un trato increíble para ambas partes”, afirmó el mandatario estadounidense, que calificó el acuerdo como “realmente bueno”.
Sin embargo, un tema que cobró relevancia fue la ausencia de Canadá. “Ya veremos si tratamos un acuerdo aparte con Canadá o uno más sencillo”, dijo Trump a Peña Nieto durante la conversación telefónica que sostuvieron ante los medios. “Si Canadá quiere negociar de manera justa, Estados Unidos hará lo mismo”, sentenció el presidente estadounidense quien también reconoció el trabajo conjunto de gobierno saliente de Peña Nieto y el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, durante el proceso de negociación.
El TLC (Nafta, en sus siglas en inglés) constituye una zona libre de comercio en la que viven 450 millones de personas y que mueve más de un billón de dólares al año. Trump llegó a la Casa Blanca tachándolo de “peor acuerdo de la historia”, culpable de la desindustrialización de Estados Unidos (por la competencia con costes más baratos).
Las negociaciones comenzaron en agosto de 2017 bajo la amenaza de ruptura y llenas de crispación por los continuos ataques del mandatario estadounidense a su vecino del sur por la inmigración. En los últimos meses, sin embargo, la victoria electoral de Andrés Manuel López-Obrador, por quien el republicano expresa una sorprendente simpatía, ha allanado el camino al consenso, al igual que la presión de las empresas estadounidenses, muy golpeadas ya por la guerra comercial con China y preocupadas por los efectos de una ruptura del TLC. En noviembre, además, se celebran las elecciones legislativas, a las que Trump quiere llegar con una de sus promesas estelares en vías de cumplimiento.
En los últimos meses, las negociaciones comerciales en torno al TLCAN habían estado paradas, principalmente, por desacuerdos en el sector automotriz. Sin embargo, en la última semana, el equipo negociador mexicano cedió ampliamente a la presión de EE.UU.
La oficina de Representación Comercial estadounidense planea presentar la carta sobre el acuerdo en el Congreso antes de que finalice esta semana. Tras este trámite, deben transcurrir legalmente 90 días, para que el Gobierno pueda firmar el acuerdo y se apruebe en las Cámara. Para entonces podría haberse incorporado Canadá.
Las líneas maestras del entendimiento se basan sobre todo en el sector de la automoción, sobre el que Washington ha logrado que los automóviles contengan un 75% de componentes norteamericanos, para que puedan considerarse producto local (ahora es del 62%) y que entre el 40% y el 45% esté hecho por trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora. Además, la vigencia del acuerdo será de 16 años, prorrogable a otros 16, y se revisará cada seis años.
El presidente mexicano saliente agradeció la “voluntad política y personal” de su homólogo estadounidense; celebró el trabajo de su equipo negociador, encabezado por Robert Lightizer y el acompañamiento de la Casa Blanca, en la figura de Jared Kushner, yerno de Trump y el principal enlace de la Administración con México por su buena relación con el canciller, Luis Videgaray. De hecho, el canciller mexicano ya tiene en cartera un contrato para trabajar en Wall Street después del 1º de diciembre que –dicen las malas lenguas- fue mediado por el yerno del presidente norteamericano.
Un portavoz del Gobierno canadiense celebró el “progreso” en la negociación entre EE.UU. y México como un “requisito necesario” para el acuerdo trilateral, pero aclaró que sólo firmarán un TLC que sea “bueno para Canadá y para las clases medias”. Aunque las autoridades canadienses sean muy recatadas, es evidente su descontento por haber sido apartados durante estas cinco últimas semanas de negociación. Ahora toda la presión se traslada a Ottawa: o acepta unas reglas en cuya negociación no participó o se queda fuera del nuevo marco comercial norteamericano o negocia un nuevo acuerdo bilateral con Washington que luego habrá que engarzar con el anunciado este lunes. O sea que, aunque el TLCAN sobreviva jurídicamente, se habrá convertido en una combinación de dos acuerdos bilaterales.
Después de la victoria electoral del 1º de julio Andrés Manuel López Obrador nombró un equipo de asesores liderado por Jesús Seade, para que se incorporaran a las conversaciones con EE.UU. De hecho, desde entonces las negociaciones se han acelerado. El apoyo del futuro presidente es determinante, porque toda modificación del TLCAN debe ser aprobada por el Senado mexicano en el que Morena y sus aliados tienen la mayoría. Todavía el jueves pasado Seade reclamó que en la ulterior negociación del acuerdo se respeten los derechos soberanos de México sobre su sector energético.
El estilo de Trump es brutal, pero efectivo: sólo negocia bilateralmente, aprovechando las debilidades de sus interlocutores para exigir el máximo y luego hacer concesiones. Si este entendimiento se convierte en acuerdo, indudablemente –como alarman los globalistas- aumentará el precio de los vehículos producidos en ambos países. También es probable que, para defender su mercado automotriz de la competencia asiática y europea, Washington introduzca nuevas barreras arancelarias. Si esta política se mantiene en el tiempo, al menos las tres grandes de Detroit (Ford, Chrysler y General Motors) adquirirán una posición monopólica que no necesariamente redundará en aumentos de producción. De todos modos, en las condiciones actuales de pleno empleo (la tasa de desocupación ronda el tres por ciento) cualquier incremento de la producción y/o la distribución implicará atraer trabajadores inmigrantes. Pero ésta es otra negociación que Trump deberá mantener con López Obrador y que también aspira a ganar.

viernes, 24 de agosto de 2018

La lucha por el poder desestabiliza el Imperio

Trump busca romper el cerco en noviembre

La batalla entre el presidente y el “Estado profundo” agudiza la división interna en EE.UU., haciéndolos más imprevisibles y peligrosos
Por Eduardo J. Vior
Infobaires24
24 de agosto de 2018
Eduardo J. Vior
Donald Trump vivió el pasado martes 21 por una pesadilla que nunca olvidará. Mientras que el abogado y operador del Presidente Donald Trump, Michael Cohen, se entregaba al FBI y aceptaba colaborar con la Justicia, una corte de Virginia condenaba a Paul Manafort, jefe de la campaña presidencial republicana de 2016. El fiscal Robert Mueller, que investiga la supuesta intervención rusa en esas elecciones, aprovechó estas caídas para cantar jaque al presidente. Cercado, el jefe de la Casa Blanca aprieta ahora el acelerador, para ganar la elección legislativa del 6 de noviembre y tener su propia mayoría. La grieta interna se ahonda, haciendo a EE.UU. más imprevisibles y peligrosos.

Manafort fue declarado culpable en ocho cargos por fraude bancario y evasión de impuestos, así como por haber omitido declarar cuentas bancarias en el exterior. Sin embargo, el juez declaró nulas otras diez acusaciones por falta de acuerdo entre los jurados. A la misma hora de este veredicto, Michael Cohen admitía ante una corte federal en Manhattan haber violado la legislación electoral mediante contribuciones corporativas y donaciones excesivas para la campaña.

Especialmente esta última confesión aumenta la posibilidad de que Trump sea inculpado por irregularidades financieras. El abogado neoyorquino declaró que durante la campaña de 2016 había hechos pagos ilegales, para favorecer a un candidato que no mencionó, pero cuya identidad era evidente. Se trata de transferencias respectivamente por 130 mil y 150 mil dólares a una empresa periodística amiga, para que comprara los derechos de publicación de los testimonios de dos mujeres (una estrella porno y una prostituta) que aseguran haber tenido hace muchos años sexo con el empresario inmobiliario. Más allá de sus ribetes sensacionalistas, el problema legal reside en que Cohen afirma haber hecho los pagos con fondos de la Fundación Trump, con la que se financió la campaña, y la legislación prohíbe desviar fondos electorales para otros fines.

Ninguno de los dos casos ofrece al fiscal Mueller las pruebas que necesita, para demostrar la colusión entre Rusia y la campaña trumpista, aunque demuestran cuán vulnerable es el entorno presidencial a acusaciones por delitos tributarios y bancarios. Manafort enfrenta también acusaciones similares en otros tribunales e inclusive en la misma corte de Virginia pueden reabrirse las causas sobre las que el jurado no se había expedido. Además, el histórico lobbista mantiene fuertes lazos con el oligarca ruso Oleg Deripaska, en tanto Konstantin Kilimnik, un ruso-ucraniano que trabajó con Manafort en la campaña de 2016, está sospechado de pertenecer a un servicio de inteligencia ruso. El ex jefe de campaña participó, asimismo, en la reunión que Donald Jr. mantuvo durante la campaña en la Trump Tower con una delegación rusa en la que los visitantes ofrecieron documentación para ensuciar a Hillary Clinton. Estos datos y la actual condena hacen de Manafort un bocado de cardenal para los medios y los servicios de inteligencia que buscan implicar al presidente en la trama rusa.

Trump es consciente de los riesgos legales que está corriendo. Por ello se mantiene en una permanente ofensiva contra Mueller y el “Estado profundo” a los que acusa de conspiración. Por la misma razón retiró al ex jefe de la CIA, John Brennan, la autorización para acceder a información sensible. Sus peleas con la Reserva Federal, el presidente turco Erdogan y los medios son parte de la misma maniobra de autovictimización, para agitar a “los de abajo” contra “los de arriba”.

Paradójicamente, mientras se queja del “sistema” que no lo deja gobernar, el presidente ha ido incrementando sensiblemente su control sobre el Estado. Durante su primer año de gobierno estuvo muy limitado por funcionarios experimentados con visiones políticas divergentes de la suya, pero paso a paso se desembarazó de casi todos ellos. El último de la fila, el jefe de gabinete John Kelly, sabe cuán precaria es su posición. Por el contrario, el secretario de Estado Mike Pompeo y el Asesor de Seguridad Nacional John Bolton parecen almas gemelas del presidente. También los nuevos miembros de la Suprema Corte son a la hechura del jefe de Estado. En el Departamento de Justicia, en tanto, continúa buscando el desplazamiento de los seguidores de Mueller.

A pesar de su situación precaria, el presidente sigue adelante, porque confía en que, aun si ganaran el control de la Cámara de Representantes, los demócratas no estarán después de noviembre en condiciones de imponer al Senado el juicio político contra el mandatario.

Sin embargo, el mandatario enfrenta a la vez tres investigaciones importantes. Gracias a la condena penal que manda a Manafort a prisión por muchos años y a la verificación de que estuvo en la reunión de la Trump Tower con los rusos, el fiscal Mueller tiene una fuerte palanca para presionarlo y obligarlo a colaborar contra el jefe de Estado.

Hasta las elecciones legislativas del 6 de noviembre el Presidente debe superar numerosos y duros obstáculos. Si llega indemne y consigue imponer al Partido Republicano una mayoría propia, no cesarán los ataques, pero los resistirá mejor. Por el contrario, si el fiscal Mueller consigue doblar a Manafort y utilizar a Cohen, no faltarán senadores republicanos que huelan sangre y decidan entronizar al vicepresidente Mike Pence, el Temer de Trump.

Donald Trump se ha mostrado consistente en la búsqueda de un compromiso con Vladimir Putin y ha construido un puente hacia Xi Jinping que le permite surfear la guerra comercial. Al mismo tiempo se ha mostrado consecuentemente imperialista hacia América del Sur. Si bien quienes quieren derrocarlo traerían al mundo mucho horror y sufrimiento, probablemente su política internacional sería más inconsecuente que la del magnate mandatario. No se trata de elegir entre la sartén y el fuego, sino de estar alertas ante una situación muy inestable que puede desbarrancarse en cualquier momento.

jueves, 23 de agosto de 2018

En la historia mundial ha comenzado una nueva era

La cuarta revolución industrial y el fin de la globalización

por Eduardo J. Vior
Revista Movimiento Nº 3
agosto de 2018
La única política seria es la mundial. El resto es cabotaje” (atribuido a Juan Perón).
La cita, puesta en boca del fundador del Justicialismo por muchos intérpretes, otorga un mayor peso analítico al estudio de las relaciones de poder entre los actores más importantes en el escenario mundial que a las determinaciones de la política nacional, e indica una opción estratégica que es preciso adaptar a las condiciones del siglo XXI: todo proyecto de salvación nacional debe incluirse en una estrategia para la incorporación soberana a las integraciones regionales y mundiales.
 
La adaptación a procesos regionales y mundiales requiere, primero, estudiar serenamente la situación mundial tal cual es, para recién después decidirse por alternativas de acción. Para ello, es importante tomar conciencia de los cambios epocales que se están dando desde hace más o menos cinco años. La crisis actual se incubó en largos procesos que se agudizaron después del fin de la Guerra Fría. En la década de 1990 las potencias occidentales tuvieron la oportunidad de consolidar la paz, pero, en cambio, decidieron abrir un nuevo período de guerras y conquistas, para instalar un Imperio universal. Este monopolio del poder se consolidó a partir del atentado contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. La invasión de Irak en 2003 invirtió el orden internacional vigente desde el siglo XVII: la relación entre Estados dejó de estar regida por vínculos contractuales. Sin embargo, ante el fracaso norteamericano en asegurar el orden económico internacional, las elites mundialistas se disgregaron y cada una buscó su propio refugio de poder.
 
Después del fin de la Guerra Fría, Rusia fue colonizada por las fuerzas más espurias del capital financiero internacional. Recién a partir de 1999, cuando Boris Yeltsin designó a Vladimir Putin como primer ministro, y en 2000, cuando éste fue elegido como presidente, un nuevo compromiso entre la oligarquía industrial, el sistema de inteligencia y las fuerzas armadas aseguró la reconstrucción del Estado y el país. Por su parte, China atravesó desde el fin de la Revolución Cultural (1966-1976) un período de reconstrucción que culminó en la presidencia de Xi Jinping (desde 2013). El sistema se sostiene en la alianza entre la conducción del Partido Comunista, el ejército y la burocracia estatal. Hasta asumir Xi, la República Popular China fue altamente prescindente de la política mundial, pero las propias crisis del mundo unipolar obligaron a Rusia y China a intervenir.
 
La crisis civilizatoria tiene cinco aspectos que explican los conflictos sociales actuales:
  • a) La crisis del orden económico-social mundial: cuando en 1971 el presidente norteamericano Richard Nixon alteró la paridad de 35 dólares por onza de oro, inauguró un período de inestabilidad financiera que solamente no afectó a los Estados Unidos hasta 2007, porque tienen el monopolio de la moneda de cambio internacional. El intento de Barack Obama (2009-2017) por descargar el peso de la crisis sobre el resto del mundo profundizó a partir de 2012 el desorden económico mundial, el “sálvese quien pueda” de los distintos centros financieros y prácticas salvajes en las relaciones entre las potencias y corporaciones que aumentaron la desconfianza mutua.
  • b) La crisis del orden político mundial: el sistema de relaciones internacionales, asentado desde la Paz de Westfalia (1648) sobre el principio de que el vínculo entre los Estados sigue las reglas de un contrato, fue roto por Estados Unidos al asaltar Irak sin declaración de guerra ni autorización de la ONU. Finalmente, las invasiones a Libia y Siria, respectivamente en 2011 y 2012, convencieron a Rusia y China de la caducidad del sistema internacional de la posguerra.
  • c) El empobrecimiento y destitularización de los países del Sur y la crisis medioambiental han expulsado a millones de personas que buscan su supervivencia ingresando a los países del Norte, donde ponen en cuestión la ciudadanía monocultural que los fundamenta.
  • d) El Papa Francisco se ha convertido en el primer líder mundial que trata integralmente la crisis económico-social, la política-ideológica y la ecológica, contrastando así con la modernización conservadora del sistema de producción y distribución.
  • e) La crisis de los sistemas de creencias: el fin del Imperio universal ha hecho caducar la ideología de la globalización que desde hace cinco años es confrontada por culturas con certezas duras.
Ante el colapso del orden internacional y la agudización de las crisis demográfica y ambiental, a partir de 2013 Rusia y China han articulado alternativas convergentes para la defensa de la civilización humana. Al mismo tiempo, la confluencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) y las biotecnologías produjo un salto cualitativo que ha dado en llamarse “Cuarta Revolución Industrial”. Si bien el término es una creación de Klaus Schwab, fundador y coordinador del Foro Económico Mundial, el concepto es de origen alemán. Con la denominación de “Industria 4.0” el concepto fue presentado por primera vez en 2011 en la Feria Industrial de Hannover. En 2012 el gobierno federal alemán formó una comisión que un año después presentó sus recomendaciones. Después de la publicación del informe, el grupo siguió trabajando como parte de la “Plataforma industrial 4.0”, una iniciativa conjunta de tres cámaras industriales. A través de la concertación con cámaras empresarias, sindicatos, partidos y universidades, la Plataforma está creando el consenso para la reforma integral de la sociedad alemana en función del nuevo proyecto. Esta breve historia sirve para ilustrar el carácter político de la iniciativa. Se está organizando la sinergia entre varias TICs y biotecnologías, para reducir márgenes de error, reducir costos y adecuarlas a las necesidades específicas de usuarios y las realidades cada vez más divergentes.
 
Después de Alemania, la iniciativa se extendió con diversas denominaciones a otros países. En China, en tanto, el proyecto industrial 4.0 fue incluido en el plan quinquenal aprobado en 2015 (Made in China 2025). Aunque el proyecto chino se basa en el alemán, lo supera ampliamente, ya que se trata de una estrategia para la reforma de toda la sociedad y el Estado. Gracias a la plataforma WeChat, creada en 2011, ya es posible realizar todas las operaciones, sin necesidad de cambiar de plataforma. De este modo los usuarios ahorran tiempo y costos. Como la plataforma se basa en un sistema exclusivamente chino, está defendida de agresiones desde el exterior. Además, la Ley de Seguridad Informática, de 2016, eliminó la anonimidad en Internet y sanciona enérgicamente todo tipo de delitos informáticos. Asimismo, el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha puesto el campo de combate cibernético a la par del de tierra, aire, mar y espacio.
 
Si bien en otros países industriales hay iniciativas similares, ninguna alcanza el nivel de las expuestas. Por esta razón, en 2016 Klaus Schwab puso la “Cuarta Revolución Industrial” en la agenda de los próximos años.
 
Como en todos los procesos anteriores de innovación tecnológica en la historia del capitalismo, los beneficios o daños que el proceso pueda traer dependen del entorno político-social y cultural, de los sistemas de valores imperantes y del lugar de la respectiva economía en el sistema mundial.
 
Contra lo que sostuvo el mito de la globalización, el caso del actual proceso de innovación que algunos denominan “Industria 4.0” y otros “Cuarta Revolución Industrial” subraya el rol de las decisiones éticas y políticas en el cambio de la economía mundial.
 
La agresión contra Libia en 2011, la invasión a Siria en 2012, el golpe de estado en Ucrania en 2014, la expansión de la OTAN hacia el Este de Europa y el golpe de Estado en Tailandia en 2014, persuadieron a Rusia y China de que Estados Unidos estaba tratando de cercarlas desde la periferia. 

Ambas respondieron consecuentemente. Rusia recuperó Crimea y sostiene en el este de Ucrania a las repúblicas autónomas de Donetsk y Luhansk, mientras intenta habilitar alguna ruta para construir el gasoducto que la conecte con Europa Central. A fin de 2015 comenzó a auxiliar a Siria y potenció su base naval en el puerto de Tartus, hasta poder neutralizar todos los radares en el Mediterráneo Oriental, con lo que anuló la ventaja estratégica del pasaje por el Canal de Suez. Además, se mantiene como segundo exportador de armas del mundo, ejerce una gran influencia sobre países emergentes, y el rol de Vladimir Putin –como interlocutor privilegiado de Donald Trump– le da una gran influencia. Por su parte, China modernizó sus sistemas defensivos y expandió su presencia naval hasta la costa oriental de África. Mientras tanto, sus inversiones en todo el mundo le aseguraron el abastecimiento sostenido de su industria. Finalmente, el plan Made in China 2025 y la decisión de reconvertir su parque automotor a vehículos eléctricos hasta 2030 decidieron el cambio tecnológico de la industria alemana, su principal proveedora en varios rubros.
 
Esta descripción del nuevo contexto mundial muestra que las diferencias entre los grupos globalistas y las corporaciones vinculadas a la producción tienden a agudizarse. La elección de Donald Trump en 2016 representa el intento de un sector productivista de la elite norteamericana por reducir la exposición internacional de su poder. Sin embargo, abre demasiados frentes a la vez y arriesga a quedar entrampado en conflictos interminables. En este contexto de relaciones de fuerza, el Papa Francisco es una gran novedad. Su apelación a la política de los pueblos, a los movimientos populares y al diálogo rompe con la lógica de las políticas de potencia.
 
Si bien Gran Bretaña es un actor secundario de la política mundial, finalmente, no puede despreciarse el rol que desempeña. Su ruptura con la Unión Europea coincide con su intento por convertir a Londres en la principal plaza financiera mundial, el rearme de su marina, el renovado control sobre el Atlántico y su retorno al Golfo Pérsico.
 
La “Cuarta Revolución Industrial” puede dar a Alemania y China el liderazgo de la economía mundial, pero el poder de ambas todavía está limitado a Eurasia y no han roto el cerco marítimo de las potencias anglosajonas. Mientras que América Latina ha quedado en la retaguardia de este último bloque, la batalla por la supremacía mundial se va a librar en el amplio espacio entre el centro de África y el Oriente Medio ampliado. Las naciones se resguardan en bloques regionales o en acuerdos de pares limitados a temas precisos.
 
Todo indica que el gobierno de salvación nacional que –esperamos– asuma en diciembre de 2019 lo hará en condiciones de extrema debilidad del Estado, una soberanía muy limitada, probablemente sin aliados regionales de envergadura y en el marco de un mercado crediticio internacional concentrado y de una aguda competencia por la hegemonía mundial. En esas condiciones, la tarea principal del nuevo gobierno debería consistir en recuperar soberanía territorial y monetaria, y en explorar la recuperación de alianzas estratégicas que le permitan ampliar su campo de juego internacional. La consigna es ganar tiempo e ir ampliando el poder del Estado. Hay que ser prudentes y silenciosos, evitando conflictos de los que no se sepa con seguridad que se ganan y acumulando el máximo poder material y cultural posible. Argentina no puede imponer las condiciones de desarrollo de la Cuarta Revolución Industrial y el mundo multipolar, pero puede elegir cómo integrarse a ellos.

sábado, 18 de agosto de 2018

Se amplía la grieta entre EE.UU. y Turquía

En el Bósforo se amplía la falla tectónica

Las sanciones recíprocas entre EE.UU. y Turquía y el acercamiento de ésta a Rusia ahondan la fosa entre el Este y el Oeste
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
17 de agosto de 2018
Eduardo J. Vior
Una enseñanza básica de la sismología indica que, cuando aumenta el ancho de las fallas tectónicas entre dos grandes bloques de la corteza terrestre, se incrementa la probabilidad de terremotos. En todo el talud de Eurasia tiembla la tierra, pero especialmente desde Ucrania hasta el Golfo de Adén. El más reciente movimiento se está dando en la conexión entre el Mar Negro y el Mediterráneo.
“Nos hallamos en un punto de inflexión entre el orden bipolar y uno multipolar”, declaró el miércoles 15 el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, en una conferencia de prensa celebrada en Ankara junto a su colega turco Mevlut Cavusoglu. “Las sanciones norteamericanas contra Rusia y Turquía minan los cimientos del comercio global”, señaló, “y afectan el rol del dólar como moneda de referencia”. Lavrov añadió que ambos países siguen negociando la implementación de los acuerdos alcanzados en Astana (Kazajistán) que prevén la erección de zonas de distensión en Siria.
“Ankara adoptará medidas legales en conformidad con el derecho internacional, si Washington se niega a entregarle los F-35 adquiridos por las autoridades turcas”, declaró a su vez este miércoles 15 el portavoz del presidente turco Recep Tayyip Erdogan. El 23 de julio el Senado de EE.UU. prohibió la entrega de estos cazas furtivos de quinta generación a Turquía, hasta tanto se evalúen los riesgos concomitantes con la posible compra por ese país de sistemas rusos de defensa aérea S-400.
El 10 de agosto siguiente el presidente Donald Trump agudizó aún más el conflicto, al aumentar los aranceles de importación para la importación de productos metalíferos turcos por la continuada detención allí del pastor evangélico Andrew Brunson. Éste y otros norteamericanos están presos en Turquía desde el fallido golpe de estado de 2016, acusados de complicidad con la organización terrorista kurda PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) y con el grupo de iluminados dirigido desde EE.UU. por Fetulá Gülen a quien Ankara responsabiliza por el alzamiento. El pastor Brunson solicitó recientemente ser liberado de su detención domiciliaria durante el juicio, pero la corte de Esmirna rechazó el pedido.
El pasado miércoles 14 el vocero presidencial turco Ibrahim Kalin afirmó que Turquía no busca una guerra económica con EE.UU., pero que responderá si es atacada. El portavoz de Erdogan también pidió a EE.UU. que respete el proceso judicial que en Turquía se está siguiendo contra los estadounidenses detenidos.
Según añadió Kalin, Turquía está discutiendo con Rusia y China la posibilidad de comerciar en las respectivas divisas, ya que el dólar ha dejado de ser confiable. Sus declaraciones se dieron después de que el 1º de agosto EE.UU. decidiera sancionar a dos ministros turcos, así como en respuesta a manifestaciones de la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, quien el martes 14 expresó la sensación de “frustración” que experimenta el presidente Trump por la reticencia turca a liberar a Brunson y sus compañeros.
Entre tanto, el entredicho hizo subir la cotización del dólar. Esta semana alcanzó su valor más alto en trece meses frente a una canasta de monedas, obteniendo además un impulso adicional por la venta masiva de bonos de los países emergentes debido al temor de que la crisis con Turquía se extienda a otras regiones.
EE.UU. se ha convertido en una aspiradora de dólares que permiten a la Reserva Federal seguir reduciendo el circulante, sin por ello disminuir la oferta crediticia en el mercado interno. Si bien la suba de su divisa daña coyunturalmente la exportación de productos estadounidenses, la devaluación de las monedas de países emergentes y las sanciones rebajan el valor de mercado de sus compañías y las hacen fácilmente adquiribles por sus rivales de EE.UU.
Mientras tanto, en los medios norteamericanos se multiplican los pedidos, para que se excluya a Turquía de la OTAN. Con el segundo ejército más importante de la alianza (detrás del de EE.UU.), la nación euroasiática asegura el flanco suroriental del pacto y su influencia sobre los estrechos que conectan el Mar Negro con el Mediterráneo. Desde la intervención rusa en Siria en noviembre de 2015 y el fallido golpe de estado contra Erdogan en julio de 2016 las relaciones entre Turquía y EE.UU. se han enfriado sensiblemente, tanto como se han intensificado los vínculos de Ankara con Teherán y Moscú. A esto se añade el interés de las grandes empresas constructoras turcas (que han sostenido al presidente desde que era alcalde de Istanbul, hace 20 años) en participar en la reconstrucción del norte de Siria (lo que Baschar al Assad resiste) y la oferta de financiamiento chino.
Olvidado del apoyo que dio durante años a los movimientos islamistas y de su propio origen en la Hermandad Musulmana, Erdogan acordó el año pasado comprar a Rusia cohetes antiaéreos S-400, anunció que no dejaría de comerciar con Irán a pesar de las sanciones estadounidenses y participa activamente en el proceso de Astana para la paz en Siria.
A pesar de que el Washington Post reclamó recientemente la expulsión de Turquía de la OTAN, los estatutos de la alianza no prevén tal procedimiento. El bloque militar tampoco tiene interés en la partida de Ankara. Pertenece al acuerdo desde 1952 y tiene cerca de la frontera siria la base aérea de Incirlik desde donde la aviación aliada realiza sus misiones en todo Oriente Próximo. La OTAN necesita a Turquía, pero ésta ya no precisa de la alianza atlántica, mucho menos si no tiene ninguna chance de ingresar a la Unión Europea.
Sin embargo, los oficiales de sus fuerzas armadas están formados en la estrategia, las tácticas, la organización y las armas occidentales y no aceptarán sin más cambiar de aliados. Por ahora el presidente se limitará a amenazar a EE.UU. con su salida, para mejorar su posición negociadora. Aliarse con Rusia rompería el equilibrio regional imperante desde hace dos siglos. En las fallas entre dos grandes placas tectónicas puede temblar la tierra, pero, si el Mar Negro se desborda sobre el Mediterráneo, el maremoto resultante sería imparable.

viernes, 17 de agosto de 2018

¿A qué vino Jim Mattis a Brasil y Argentina?

















En "Duplo Expresso" de hoy, viernes 17 de agosto, pueden ver mi conversación con Wellington Calasans y Romulus Maya sobre la venida de Jim Mattis a Brasil y Argentina. Comienzo en el minuto 66:

sábado, 11 de agosto de 2018

Moscú se ofrece como árbitro internacional

Cómo funciona la “Pax Russica”

El éxito del entendimiento entre Trump y Putin, para pacificar Siria, convalida la intervención de Moscú para pacificar regiones convulsionadas y mediar en conflictos
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
9 de agosto de 2018
Eduardo J. Vior
La reunión cumbre que Vladimir Putin y Donald Trump mantuvieron el mes pasado en Helsinki está comenzando a dar sus frutos en Siria y puede convertirse en un modelo para la solución de otros conflictos mundiales.
En la cumbre del 16 de julio ambos líderes concordaron en la urgencia de resolver la situación en el suroeste del país, ya que el imparable avance del Ejército Árabe Sirio (EAS) con el apoyo de fuerzas iraníes amenazaba provocar un choque frontal con los israelíes que ocupan desde 1967 las alturas del Golán. En la reunión Putin insistió en que se restableciera la situación previa al comienzo de la guerra en Siria, hace siete años. Trump, por su parte, exigía que Teherán se retirara de todo el país.
Finalmente, acordaron que los iraníes y la milicia libanesa Hizbulá se retiren a 80 km de distancia de los israelíes y que se permita al EAS estacionarse en la línea de tregua custodiada por la ONU desde 1974. A su vez, Israel aceptó la autoridad del presidente Bashar al Assad sobre toda Siria.
En cumplimiento del acuerdo, las milicias rebeldes entregaron las armas y el ejército sirio ocupó la fronteriza provincia de Kuneitra. Quienes no se quisieron someter, fueron transportados con salvoconducto ruso a la provincia de Idleb, en el noroeste. En cambio, quienes quisieron permanecer, se acogieron al programa de reconciliación patrocinado por Moscú. La policía militar rusa, en tanto, se desplegó entre israelíes y sirios, hasta que retorne la fuerza de paz de la ONU, que debió retirarse en 2014, cuando uno de sus oficiales fue secuestrado por al Qaeda.
Los detalles militares del acuerdo entre Trump y Putin fueron discutidos el pasado 23 de julio en Jerusalén por el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov y el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Valery Gerasimov, con el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu, el ministro de Defensa Avigdor Liberman, el jefe del Estado Mayor israelí, el general Gadi Eisenkot, y el presidente del Consejo de Seguridad Nacional, Meir Ben-Shabbat.
Sin embargo, se murmura que el acuerdo ya había sido diseñado en grandes líneas el 31 de mayo pasado, cuando Lieberman viajó a Moscú. En esa época Israel e Irán estaban al borde del enfrentamiento, luego de que el 10 de mayo se produjo un ataque con cohetes contra asentamientos israelíes en el Golán. Israel los atribuyó a la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (GRI), pero fuentes sirias adjudicaron el ataque al propio ejército. En ese momento Israel llevó a cabo una represalia que afectó a más de 40 blancos –principalmente iraníes- en distintas regiones de Siria. Moscú frenó inmediatamente la confrontación, amenazando con proveer a Damasco con cohetes antiaéreos de última generación. Aunque la situación se calmó, la mayor eficiencia de la defensa antiaérea siria en las últimas semanas permite inferir que los proyectiles efectivamente fueron entregados.
Rusia no concedió que las fuerzas iraníes se retiren a más de 80 km de la línea de tregua, porque las necesita como auxiliares del EAS en distintas regiones de Siria. Tampoco quiere malquistarse con Irán, porque lo precisa como interlocutor y/o socio en numerosas cuestiones de Oriente Medio. Finalmente, el acuerdo fue posible, porque el gobierno de Teherán entendió que le convenía aceptarlo, para que Damasco recuperara el control sobre todo el territorio e Irán quedara como un actor serio de la política regional. Este último argumento fue especialmente convincente, para convencer a la Unión Europea de seguir negociando con Irán el mantenimiento del acuerdo nuclear y no adherirse a las nuevas sanciones de EE.UU. De facto, el acuerdo sobre el suroeste de Siria implicó que todas las partes hicieran concesiones, pero todas salieron ganando.
Por supuesto que el gobierno israelí sigue actuando, como si demandara aún más. Es la táctica de jugador fullero que aplica Netanyahu desde siempre: pedir más, para conseguir algo. No obstante, en una notable y asombrosa muestra de realismo, Israel ha comenzado a tolerar a Assad y la continuidad de la presencia iraní en Siria..
Las consecuencias positivas del encuentro entre Trump y Putin se hacen sentir también en el nordeste del país árabe. Pocos días después de la reunión una delegación del Consejo Democrático Sirio (SDC, por su sigla en inglés), liderado por los kurdos, viajó invitado a Damasco, para dialogar con el gobierno. Poco después, el Consejo (apoyado por EE.UU.) declaró que “se ha acordado un plan de ruta para arribar a una Siria democrática y descentralizada”.
En su giro reciente, las fuerzas kurdas, que controlan casi un cuarto del territorio sirio, han comprendido que les conviene negociar con Damasco, y hasta entregar algunas posiciones al EAS, si pueden mantener el gobierno autónomo de su región y evitar la intervención turca.
Desde su intervención en Siria en noviembre de 2015 Rusia ha cosechado un triunfo tras otro. Comenzó apoyando al ejército sirio con su fuerza aérea y los radares interceptores que instaló en la base naval de Tartus. Luego asesoró a los sirios en las principales batallas. Más tarde se ofreció como mediador, para que los terroristas fueran entregando al gobierno los territorios ocupados, a cambio de garantías rusas o del salvoconducto para retirarse a Idleb. Finalmente, su policía militar patrulla las áreas pacificadas.
Durante 70 años (1945-2015) la humanidad ha vivido bajo una “pax americana”, que sólo funcionó en Europa hasta 1990. Tanto en Oriente Medio como en Asia Oriental fue un fracaso. Ahora en Levante se prueba la “pax russica”. Si tiene éxito, el experimento puede extenderse al resto de la región o a temas conexos. Por ejemplo, tanto Irán como Israel tienen conflictos pendientes en otras regiones del mundo en los que los buenos oficios de Rusia podrían ser de provecho. Si sigue siendo un mediador honesto, ¿por qué no probarlo?

sábado, 4 de agosto de 2018

EE.UU. necesita dialogar con Irán

Trump golpea para negociar, pero mejor que se apresure

El Presidente reconoce los límites de su presión sobre Irán, pero debe unir a su gobierno detrás de su política, si quiere evitar una catástrofe
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
3 de agosto de 2018

Si no fuera un magnate inmobiliario, uno pensaría que es un avezado dirigente sindical que grita y amenaza, para mejorar su posición en la mesa de negociaciones. Donald Trump viene aplicando esta táctica con relativo éxito en sus negociaciones internacionales. Ahora repite el juego con Teherán, pero EE.UU. está en campaña electoral, Irán en crisis y el endurecimiento de la presión económica sobre la nación persa por un tiempo demasiado prolongado puede provocar una catástrofe regional.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo el martes 31 durante un discurso electoral en Tampa, Florida, que tiene “la sensación” de que los líderes iraníes hablarán “muy pronto” con las autoridades estadounidenses. Recordando su decisión de retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear, Trump señaló: “Espero que sea bueno para Irán. Ellos tienen muchas dificultades en este momento (…) Tengo la sensación de que nos hablarán muy pronto… o tal vez no, y eso también está bien”.
Durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, de visita en Washington, el pasado lunes 30 Trump aseguró que está dispuesto a reunirse con su homólogo iraní “sin condiciones previas”, porque, según argumentó, “no hay nada de malo en reunirse”. Por el contrario, el secretario de Estado Mike Pompeo, declaró el mismo martes que sí hay precondiciones de política interna y externa que el gobierno iraní debe cumplir, antes de que Washington esté dispuesto a negociar.
Estados Unidos se retiró en mayo de un acuerdo internacional para levantar las sanciones contra Irán a cambio de limitar su programa nuclear y Washington instó a los demás países a detener todas las importaciones de petróleo iraní a partir del 4 de noviembre, si no quieren enfrentar medidas financieras. El posible retorno de las sanciones ha provocado una devaluación del 50% de la moneda iraní (rial), protestas de comerciantes, camioneros y manifestaciones públicas. Las primeras sanciones comienzan a entrar en vigor el próximo 6 de agosto, por lo que algunas compañías europeas ya se retiraron del país.
El pasado miércoles 1º la prensa estatal iraní informó que el gobierno ofrecerá incentivos impositivos y de precios a inversores privados para que adquieran proyectos ociosos y ayuden a impulsar la economía. El plan ofrece precios atractivos y términos flexibles como exenciones impositivas puntuales para inversores que acuerden hacerse cargo de algunos de los 76 mil proyectos del gobierno sin terminar u ociosos, dijo el vicepresidente Eshaq Jahangiri en la televisión estatal.
En la misma línea, este jueves 2 el canciller iraní, Mohamad Yavad Zarif, firmó en Singapur durante la cumbre de los ministros de Exteriores de los 10 países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) la adhesión de su país al Tratado de Amistad y Cooperación (TAC) en el Sudeste Asiático. La adscripción al acuerdo estrecha los vínculos políticos y diplomáticos entre Irán y la ASEAN y permite una mayor cooperación con naciones petroleras como Malasia e Indonesia o potencias comerciales y financieras como Singapur.
Mientras tanto, Irán está eludiendo dar una respuesta a las exigencias norteamericanas, porque todavía espera salvar el acuerdo nuclear de 2015 negociando discretamente con las mayores potencias de la Unión Europea, confía en mantener las compras indias de su petróleo y aumentar el comercio con Rusia y China, para escapar de las sanciones.
Como parte de esa táctica, el martes 31 Hamid Abutalebi, asistente del presidente iraní Hassán Rohaní, respondió a EE.UU. por Twitter exigiéndole que retorne al marco del acuerdo nuclear de 2015 y suspenda las nuevas sanciones económicas contra su país, si realmente pretende dialogar.
Paralelamente, en un ejercicio de diplomacia inoficial, el jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI), el mayor general Mohamed Ali Yafari, rechazó el mismo martes la oferta de Trump y le reclamó que ayude a resolver la crisis económica desatada tras el anuncio de las nuevas sanciones. Al mismo tiempo exigió al presidente Rohaní que adopte posiciones más firmes, para proteger el rial contra la especulación y controlar los precios.
La GRI es una poderosa organización militar con bases en todo el país y en el exterior que, además, controla una miríada de industrias estratégicas, servicios comerciales y negocios en el mercado negro. Su reclamo coincide también con la frustración popular ante la magra distribución de los beneficios que trajo la firma del acuerdo nuclear en 2015. En 2017 el PBI creció a una tasa del 5 por ciento, las exportaciones petroleras ascendieron al récord de 2,7 millones de barriles por día y numerosas compañías occidentales iniciaron negocios con y radicaciones en Irán, pero el retiro estadounidense del acuerdo nuclear, en mayo pasado, paralizó la economía y desató una fuerte inflación. Más gravemente, las contradicciones dentro del gobierno se hicieron muy visibles y multiplicaron las presiones para que endurezca el curso.
Desde enero se dieron en Irán cinco oleadas de protestas. Sin embargo, aunque aisladamente se pudieron escuchar consignas contra la República Islámica, la mayoría de los reclamos se dirigieron contra determinadas políticas, la corrupción y/o los costos de las operaciones exteriores. La mayoría del pueblo iraní es muy consciente del riesgo de disolución nacional y los ejemplos de las guerras en Siria e Irak están muy presentes.
EE.UU. se equivocaría gravemente, si intentara extremar la presión hasta destruir la economía iraní. El presidente Rohaní ya se está plegando a los sectores más radicales de la revolución. En condiciones extremas se militarizaría el Estado, con repercusiones impensadas para todo el Oriente Medio ampliado. Trump lo sabe. Por eso está ofreciendo negociaciones, pero debe apresurarse, antes de que el polvorín estalle.