martes, 29 de mayo de 2018

Los conflictos Asia son inseparables

La paz en Corea depende del acuerdo con Irán

Tanto la cooperación nuclear norcoreano-iraní como la confianza que este tipo de negociaciones requiere entrelazan ambos procesos y los hacen aún más complicados
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
29 de mayo de 2018
Eduardo J. Vior
Cuando el viernes 25 un periodista preguntó al presidente Donald Trump, si el líder norcoreano Kim Jong Un no estaba “jugando”, el viejo zorro le respondió con una sonrisa que “todos estamos jugando”. El problema con el espíritu lúdico de Trump y Kim es que los conflictos en la península coreana y en Medio Oriente están tan estrechamente interrelacionados que un error cualquiera en un extremo de Asia puede provocar un desastre en el otro.
Intentando salvar la cumbre entre Trump y Kim prevista para el próximo 12 de junio en Singapur, una delegación norteamericana cruzó este domingo 27 la línea de alto el fuego entre ambas Coreas, para reunirse con representantes del gobierno norcoreano. En las reuniones de trabajo que durarán hasta este martes 29 participan el ex embajador de EE.UU. en Seúl, Sung Kim, quien ya estuvo en 2005 en las conversaciones a seis bandas sobre el programa nuclear de Pyongyang. La representación del Norte, a su vez, está encabezada por la viceministra de Exteriores, Choe Son Hui, quien provocó la semana pasada a Trump, al amenazar por segunda vez con la retirada de su país de las conversaciones. Como reacción, fue el norteamericano quien el jueves 24 canceló la cumbre de Singapur, para retractarse a medias un día después.
A quien no le hizo gracia el jugueteo fue al presidente surcoreano Moon Jae-in, que el sábado se reunió sin preaviso con Kim Jong Un en Panmunjon, sobre la línea de tregua. La reunión urgente mostró también la preocupación de Kim por salvar la cumbre con Trump, para obtener que Washington cancele las sanciones económicas y dé seguridades. Ambos países todavía difieren sobre la sucesión de los pasos a dar, ya que, mientras los norteamericanos exigen un desarme nuclear total y unilateral, Kim pretende que el desmonte del plan atómico se combine paso por paso con la reducción de las sanciones y el aumento de las garantías de seguridad.
El programa nuclear norcoreano fue posible gracias a la asistencia del físico paquistaní Abdul Kadir Jan (AQK, por su nombre en inglés) quien, entre los 1980 y los 1990 colaboró en el desarrollo de la bomba atómica de su país y organizó una red internacional para la venta de centrifugadoras y otros equipamientos para el enriquecimiento de uranio, entre otros a Corea del Norte, Libia, Irak e Irán. Hasta que fue descubierto y encarcelado en 2003 (fue liberado en 2009), AQK proveyó a Corea del Norte e Irán con tecnología e insumos para sus programas nucleares. Sin embargo, hay más conexiones entre Irán y Norcorea. Kim Il-Sung (presidente de Corea del Norte entre 1948 y 1994) estuvo entre los primeros en congratular a Ruholá Jomeini, cuando tomó el poder en 1979. Ante la invasión iraquí a Irán en 1980, Kim puso a disposición de Jomeini cohetes de alcance medio de diseño soviético y asesoró a la Guardia Revolucionaria Islámica. Parece, incluso, que la táctica iraní de “ataque en enjambre” se derivó de una similar utilizada en 1950 por Kim contra los norteamericanos.
Cuando en 1988 terminó la guerra entre Irak e Irán, Norcorea ayudó al segundo a desarrollar sus cohetes Shahab. El actual Shahab-3 se basa en el norcoreano Nodong-1. Incluso los submarinos iraníes lanzacohetes Ghadir reproducen los norcoreanos Ono. Donald Trump, por lo tanto, está mucho más preocupado por la difusión de las tecnologías armamentistas norcoreanas que por el propio plan nuclear del país asiático. Del mismo modo, en su denuncia del acuerdo nuclear con Irán pesa mucho más el control del programa persa de cohetería que el inexistente desarrollo de armas nucleares.
Ante este panorama complejo y volátil, China, Rusia y la Unión Europea (liderada por Angela Merkel) están haciendo enormes esfuerzos por contener diplomáticamente a Pyongyang y Teherán. Para ello, Beijing se asoció con Seúl, tratando de dar a Pyongyang todas las garantías de seguridad y promesas económicas que ésta requiera. Al mismo tiempo, Rusia mantiene el diálogo con Israel, para evitar que los bombardeos de éste sobre objetivos iraníes en Siria se desborden. Este mismo lunes 28 el jefe del Estado Mayor israelí ha anunciado que a fin de la semana estará en Moscú, para conversar con sus pares rusos sobre el desescalamiento en Siria. Moscú y Damasco ya han anunciado que, a cambio de un pacto de no agresión, Israel deberá aceptar que el Ejército Árabe Sirio (EAS) avance hasta el confín de las alturas del Golán y libere las sureñas provincias de Deraa y Sweida, lindantes con Jordania.
Debido a la aguda lucha por el poder entre la facción del presidente Hassán Rohaní y la Guardia Revolucionaria, que busca expandir la revolución islámica en Oriente Medio, no está aún claro, si Irán se avendrá a un compromiso con Israel y EE.UU. Por lo pronto, el pasado miércoles 23 el Guía Espiritual de la Revolución, el ayatolá Alí Jamenei, presentó a la Unión Europea una dura lista de condiciones a cumplir, si pretende que Irán se mantenga dentro del acuerdo nuclear. Europa debería condenar el abandono norteamericano del tratado, oponerse a la reactivación de las sanciones económicas contra Irán y garantizar la continuidad de las transacciones petroleras y bancarias bilaterales, pero sin tocar el programa iraní de desarrollo de cohetes tácticos. Según cómo responda Bruselas, Teherán decidirá en las próximas semanas si continúa en el acuerdo nuclear de 2015.
El gobierno de Trump desea usar su retiro del acuerdo nuclear con Irán, para señalizar a Norcorea una genuina voluntad de negociación. Sin embargo, Pyongyang puede también entender que Washington quiere ponerla de rodillas y hacerle firmar su rendición, como condición para levantar las sanciones económicas. Si así fuera, los norteamericanos estarían muy errados, ya que para Kim el programa nuclear es la carta principal para defender la soberanía del acosado país.
En la medida en que el relanzamiento de las negociaciones entre EE.UU. e Irán sobre el plan nuclear de éste último depende de la evolución del conflicto entre Irán e Israel y el avance de las tratativas entre EE.UU. y Corea del Norte, a su vez, se relaciona con la exportación de tecnología balística para el desarrollo de los cohetes iraníes de alcance medio, la complejidad de los escenarios involucrados exige una altísima precisión y mucho cuidado. El más mínimo desajuste puede desatar una catástrofe. Por ello es tan importante que Rusia mantenga calma a Israel y China y Surcorea, por su lado, a Corea del Norte.

domingo, 20 de mayo de 2018

Israel está cada vez más aislado

Netanyahu no remontará la derrota
en Gaza sin diálogo
Mientras continúan las Marchas del Retorno e Irán unifica a la resistencia palestina, Israel queda más aislado. En ese contexto, toma cada vez más fuerza el movimiento que propone boicot, desinversión y sanciones para obligar a Tel Aviv a negociar un Estado laico
Después de seis semanas de protestas junto a la frontera con Israel, la Franja de Gaza pasó el primer viernes de Ramadán en una relativa calma. Indudablemente, la apertura del paso fronterizo hacia Egipto descomprimió en algo la situación. Mientras, el primer ministro israelí Benjamín "Bibi" Netanyahu busca recomponer su imagen dañada por la brutal represión de la protesta. En tanto, ante la imposibilidad de que un eventual Estado palestino pueda sobrevivir al ahogo israelí, crece la demanda por un Estado binacional democrático y multiétnico.
Rechazando los rumores circulantes de que Egipto estaría mediando entre Israel y Hamás, el líder de esta, Ismail Haniye, declaró el viernes que las movilizaciones en Gaza para pedir el derecho al retorno de los refugiados y el fin del bloqueo continuarán.
No obstante la pausa en las protestas, francotiradores, tanques y blindados israelíes permanecían desplegados a lo largo de la valla que aísla la Franja. El jueves aviones de la FDI (Fuerza de Defensa de Israel) bombardearon objetivos en Gaza, en tanto el viernes topadoras militares arrasaron tierras en el área colindante con la valla, mientras sus drones sobrevolaban los acampes palestinos en el sur de la Franja.
A una cierta tranquilidad contribuyó que el presidente egipcio, Abdel Fattaj al-Sisi, ordenara la apertura de la frontera con la Franja de Gaza durante el mes del Ramadán. Al-Sisi explicó que esta decisión se tomó para "aliviar los sufrimientos" de los dos millones de personas sometidas al bloqueo israelí desde hace más de diez años.
Los gazatíes iniciaron la "Gran Marcha por el Retorno" a fin de marzo, para exigir el derecho de los cinco millones de palestinos en la diáspora a regresar a su tierra, pero el episodio más violento ocurrió el pasado lunes, cuando más de 60 palestinos murieron y otros 2000 resultaron heridos por la FDI. Esta masacre se produjo el mismo día que EE UU inauguraba su nueva embajada en Jerusalén. La masividad de las protestas y la brutalidad de la represión perjudicaron la imagen de Israel y su gobierno. Tel Aviv perdió la batalla en la opinión pública mundial y quedó sumamente aislado. 
Como reacción ante la masacre del lunes pasado, Turquía y Sudáfrica retiraron a sus embajadores de Israel y despidieron a los representantes de Tel Aviv. Al mismo tiempo Turquía convocó de urgencia a una reunión de la Liga Islámica Mundial cuya presidencia temporaria ejerce. La reunión tiene lugar este fin de semana en Estambul.
A pesar del ferviente apoyo del gobierno norteamericano y las iglesias pentecostales, Israel está en una situación cada vez más precaria. Su paranoia, las medidas terroristas contra la población civil y sus provocaciones permanentes contra las fuerzas iraníes en Siria sólo lograron el efecto contrario: la población palestina está más movilizada e Irán ha tejido una sólida alianza con las distintas facciones resistentes en Gaza unificándolas. 
El proceso de paz que debía llevar a la convivencia de un Estado israelí y uno palestino codo a codo ha sucumbido a la represión y la ocupación de Cisjordania por colonias israelíes. La situación es comparable a la del apartheid sudafricano entre 1948 y 1994. Por eso el creciente movimiento internacional BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) propone una solución similar a la sudafricana. Con el boicot comercial, la desinversión de las empresas extranjeras y las sanciones internacionales se busca forzar a Israel a negociar con los palestinos, acabar con la represión, permitir el retorno de los cinco millones de refugiados y darse una Constitución (hoy no tiene ninguna) que reconozca a toda la población plenos derechos ciudadanos e instituya un Estado laico binacional. Actualmente la propuesta puede parecer utópica, pero en el largo plazo es más realista que declamar la convivencia de dos Estados, cuando uno no tiene dónde asentarse. Si al final del camino israelíes y palestinos conviven en un único Estado democrático, los muertos del lunes pasado en Gaza no habrán sido en vano. «

La ONU investigará la masacre
El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, dijo el viernes en la sesión de emergencia del Consejo de Derechos Humanos (CDH) que debe ponerse fin a la ocupación de los territorios palestinos. El máximo responsable de DD HH de la organización sostuvo que los que han muerto en las manifestaciones “estaban completamente desarmados”, pero recibieron disparos “en la espalda, en el pecho, en la cabeza y en las extremidades” e informó que apoyará la realización de una investigación internacional independiente.
Por su parte, en su intervención ante el CDH el relator especial de la ONU sobre los Derechos Humanos de los palestinos, Michael Lynk, afirmó que la responsabilidad por la violencia en Gaza recae sobre Israel y recordó que el “asesinato deliberado” es un crimen de guerra de acuerdo al Estatuto de Roma.
En tanto, la embajadora de Israel ante la ONU en Ginebra, Aviva Raz Scechter, negó cualquier responsabilidad de su gobierno por las muertes del lunes pasado.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Victoria palestina a 70 años de la Nakba

Israel perdió la batalla de Gaza

La astucia iraní, la torpeza de Trump y de Netanyahu y el heroísmo palestino convirtieron el 70º aniversario de la fundación del Estado judío en su mayor derrota
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
16 de mayo de 2018
Eduardo J. Vior
El 14 de mayo debía ser un día de gloria para Israel: la inauguración de la embajada norteamericana en Jerusalén certificaría su capitalidad y consagraría la incorporación fáctica de Cisjordania al Estado judío, pero Washington y Tel Aviv hicieron la cuenta sin el heroísmo del pueblo palestino y la astucia iraní que, juntos, convirtieron la jornada en una gigantesca denuncia del apartheid israelí.

Cuando los 59 muertos producidos por las balas de la Fuerza de Defensa de Israel (FDI) en el límite entre la Franja de Gaza y el Estado judío aún no habían sido enterrados y muchos de los 2400 heridos de la jornada del lunes todavía seguían luchando por su vida, nuevos choques ocasionaron dos muertes y 160 heridos.

Durante la jornada del martes el conflicto, empero, se trasladó a los pasillos de la diplomacia. Luego de que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, acusara a Israel de aplicar una política de apartheid y perpetrar crímenes contra los palestinos, Benjamin Netanyahu le negó autoridad para criticar a Israel. Mientras tanto, Turquía llamó a consultas a sus embajadores en Washington y Tel Aviv y convocó a reunión de la Liga Mundial Islámica cuya presidencia pro tempore ejerce actualmente.

Entre tanto, la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, convocada de urgencia por pedido de Kuwait en nombre de la Liga Árabe, fue el ámbito para una batalla retórica. De un lado, el embajador israelí Danny Danon acusó a Hamas de ser responsable de las muertes del lunes, al haber empujado a los manifestantes a traspasar la frontera, rompiendo así el bloqueo impuesto a la Franja desde hace diez años. Del otro el observador del Estado de Palestina, Riyad Mansur, acusó a Israel de haber cometido un crimen de lesa humanidad. La norteamericana Nikki Haley, en tanto, asumió la defensa de la “moderación” con la que actuó la FDI en la represión y desligó los hechos de la inauguración de la embajada.

Sin embargo, llamativamente los representantes de Gran Bretaña y Francia pusieron reparos ante el exceso de violencia en la represión israelí. Ya previamente el presidente francés Emmanuel Macron manifestó su protesta en una conversación telefónica con Netanyahu. Por su parte, en una conferencia de prensa junto con su huésped Erdogan, la primera ministra británica Theresa May reclamó una investigación independiente sobre los choques y las muertes en la frontera. A su vez, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lu Kang, declaró el martes que su país apoya al pueblo palestino en su esfuerzo por recuperar sus derechos nacionales y establecer un Estado independiente en los límites de 1967, con Jerusalén Oriental como capital.

El traslado de la embajada estadounidense, hasta ahora situada en la ciudad de Tel Aviv, se adelantó para hacerlo coincidir con el 70º aniversario de la creación del Estado de Israel. Para el acto oficial viajaron hasta Jerusalén la hija del presidente estadounidense, Ivanka Trump, y su esposo, Jared Kushner, ambos asesores de alto rango de la Casa Blanca. La policía y el ejército israelí desplegaron un fuerte dispositivo de seguridad ante las celebraciones previstas, mientras miles de palestinos protestaban desde hace semanas en la frontera entre la Franja de Gaza e Israel en la denominada “Marcha del Retorno”, con la que querían forzar el levantamiento del bloqueo que Israel y Egipto mantienen desde hace diez años sobre el manchón territorial en el que se hacinan dos millones de personas.

La mayoría de los países occidentales no participó en los actos organizados para la apertura de la embajada estadounidense en prueba de su desacuerdo. En la Unión Europea el asunto causó división. Pese a que los Estados con más peso, como Francia, Alemania o Reino Unido, se mostraron en contra, diplomáticos de países como Rumanía, Hungría o la República Checa acudieron a la invitación del gobierno israelí.

La inauguración tuvo dos objetivos: por un lado, Netanyahu quería mostrar el apoyo incondicional de Estados Unidos en ocasión del 70º aniversario y en un momento en que se encuentra acosado por una denuncia de corrupción; por el otro, Trump deseaba satisfacer una promesa hecha a su base evangélica durante la campaña electoral de 2016. Varios líderes de iglesias pentecostales participaron en la ceremonia.

Sin embargo, ambos gobiernos ignoraron el cercano contexto internacional. La salida de EE.UU. del acuerdo nuclear con Irán, anunciada por el presidente la semana pasada, agudizó dentro de la República Islámica la competencia entre sus facciones por definir el mejor modo, para obligar a los norteamericanos a volver a la mesa de negociaciones en condiciones ventajosas para Irán. Una de ellas, la más enérgica, es la que se expresa en la Guardia Revolucionaria y, particularmente, en la brigada al Quds, encargada de sus operaciones exteriores. El comandante de la misma, el general Qassem Suleimani, es un excelente estratega que ha tenido un gran papel en la derrota del Estado Islámico en Irak y en Siria y ahora –según fuentes sirias- conduce a la Yihad Islámica y a un sector de Hamás que impulsan el alzamiento palestino en la Franja de Gaza. Iraníes y palestinos sabían que, provocando a las fuerzas israelíes, ocasionarían un baño de sangre que aguaría la fiesta de Trump y Netanyahu. Pero la FDI cayó en la trampa, reprimiendo a mansalva a miles de civiles –muchos de ellos mujeres y niños- que heroicamente ponían el pecho ante las balas.

Sin dudas, las fuerzas militares israelíes tienen el derecho a proteger la frontera legal de su país, pero hay muchas formas menos brutales de controlar manifestaciones civiles. Además, Israel y Egipto están atentando contra la vida de dos millones de palestinos confinados en lo que ellos mismos llaman “un campo de concentración a cielo abierto”. Por otra parte, Hamás ha hecho últimamente serias propuestas de desescalamiento del conflicto que el gobierno israelí ha ignorado.

Israel y EE.UU. han perdido la batalla de Gaza y el 70º aniversario de la fundación del Estado de Israel ha sido opacado por la masacre. El derecho de los palestinos a circular libremente y a entrar y salir de su territorio ha pasado al tope de la agenda internacional y no bajará fácilmente. Por otra parte, Netanyahu ha logrado lo que más temía: que Irán pueda atacarlo por dos frentes a la vez. Solamente un gran acuerdo internacional puede poner paños fríos y evitar una catástrofe.

domingo, 13 de mayo de 2018

Israel busca una guerra que puede involucrarnos

Tras la movida de Trump
cada cual atiende su juego
La decisión de EEUU de abandonar el acuerdo nuclear con Irán provocó una serie de reacciones, algunas impensadas, en los países involucrados
por Eduardo J. Vior
Tiempo Argentino
13 de mayo de 2018
“Cuando el gato duerme, los ratones danzan sobre la mesa”, reza el viejo refrán. Al cumplir el pasado martes su promesa electoral y retirar a EE UU del acuerdo nuclear con Irán firmado en 2015, el presidente Donald Trump apostó a que durante el plazo hasta la concreción de un nuevo pacto, las relaciones de fuerza en el Medio Oriente se mantendrían equilibradas, pero no calculó que el vacío que dejó Washington sería inmediatamente llenado por los demás actores del drama regional.
El jueves Israel lanzó unos 60 cohetes contra supuestas infraestructuras iraníes en territorio sirio. Su ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, exigió luego al presidente sirio, Bashar al Assad, que “eche a los iraníes".
Según el Ministerio de Defensa ruso, en el ataque participaron 28 aviones israelíes F-15 y F-16 que lanzaron cohetes aire-tierra contra distintas regiones sirias. Además, Israel también disparó 10 cohetes tierra-tierra desde las alturas del Golán. Más de la mitad de los proyectiles fueron interceptados por la defensa antiaérea siria. El ataque se produjo como respuesta al disparo, el miércoles, de por lo menos 20 cohetes sobre una decena de objetivos israelíes en el Golán sirio ocupado desde 1967.
Tel Aviv acusó a Irán de haber realizado este ataque en respuesta al bombardeo israelí del martes pasado. Apenas Trump hubo anunciado la salida del acuerdo nuclear, aviones israelíes atacaron al oeste de Damasco lo que supuestamente era un convoy militar iraní. El jueves Teherán negó toda responsabilidad en el ataque a posiciones israelíes, una versión confirmada por distintas fuentes sirias consultadas para esta nota. De acuerdo a las mismas, el ataque contra las posiciones israelíes en el Golán fue realizado por el Regimiento 137 de la 7ª división del Ejército Árabe Sirio (EAS) que disparó 27 proyectiles. Además, Israel no habría afectado ningún objetivo iraní, sino todos sirios. 
El ataque sirio representa un salto cualitativo, ya que por primera vez desde 1978 Damasco se atreve a atacar a Israel y lo hace exitosamente. El EAS perforó la defensa antiaérea en el Golán y demostró su porosidad. Damasco llevó el ataque solo, aunque en consulta con Teherán, pero no con Moscú. Israel lo sabe, pero insiste en que ha atacado objetivos iraníes, porque necesita una guerra con Irán que involucre a EE UU y sus aliados árabes y no quiere reconocer su vulnerabilidad. 
El gobierno de Assad arriesga mucho al atacar el territorio ocupado por Israel, pero le pareció necesario como prólogo a la recuperación en el sur y sureste del país de las provincias de Deraa y Kuneitra, todavía en poder de los terroristas. Cuando sus fuerzas se aproximen al pie del Golán, pueden darse choques con Israel que los sirios quisieron prevenir con esta advertencia. 
En Damasco nadie se hace ilusiones. Los sirios saben que Benjamin Netanyahu está a punto de ser inculpado por corrupción y que está desesperado por provocar una gran guerra con Irán. 
Sin dudas, Siria reconoce la importancia de Rusia en la derrota de la agresión exterior. Sin embargo, Assad no quiere ser espectador de los acuerdos que Putin haga y sabe que éste es el mejor momento para golpear a un enemigo políticamente débil y negociar después. Por su parte, Washington sabe que Irán cesó en 1988 por razones religiosas de producir armas atómicas, pero agita el fantasma de las mismas para negociar sobre los cohetes iraníes de medio alcance y las intervenciones externas de Teherán. 
Con la salida norteamericana del acuerdo nuclear, Trump quiere imponer a sus interlocutores en la región un nuevo acuerdo que le permita recuperar el papel arbitral que EE UU alguna vez tuvo allí, pero superar el choque provocado por su decisión, hallar una nueva agenda de diálogo y hacerlo culminar exitosamente demandarán demasiado tiempo, durante el cual el entrecruzamiento de los intereses de los actores intervinientes puede provocar un desastre. 

Gira la calesita diplomática
El anuncio de Donald Trump de abandonar el acuerdo nuclear con Irán puso en marcha un frenético carrusel de llamadas y encuentros entre los principales líderes de los países firmantes del Acuerdo de 2015 (EE UU, Gran Bretaña, Francia, China, Rusia y Alemania), con actores internacionales y regionales. El presidente ruso Vladimir Putin habló entre miércoles y jueves con su colega francés Emmanuel Macron y con la canciller alemana Angela Merkel. Por su parte, el gobierno turco de Recep T. Erdogan manifestó el viernes su interés en incrementar su comercio con Irán, si el restablecimiento de las sanciones económicas contra el país persa crea una demanda insatisfecha. 
En tanto, el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohammad J. Zarif, se reunirá, primero, el lunes 14 en Moscú con su colega ruso, Serguei Lavrov, y el martes 15 en Bruselas con miembros de la Comisión Europea. El mismo lunes en el balneario de Sochi, junto al Mar Negro, Putin discutirá la cuestión con Yukiya Amano, director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA). «

jueves, 10 de mayo de 2018

Israel y Siria ocupan el lugar que EE.UU. dejó

Una apuesta extremadamente riesgosa

EE.UU. se retiró del acuerdo con Irán para negociar uno mejor, abriendo un vacío que Rusia quiere llenar, mientras se separan los caminos de Damasco y Teherán
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
9 de mayo de 2018
Eduardo J. Vior
Al cumplir el martes pasado su promesa electoral y retirar a los Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán firmado en 2015 por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, el presidente Donald Trump apostó a que Rusia, China y las potencias europeas se encarguen de mantener el orden en Medio Oriente y a que Israel, Siria e Irán no se enfrenten frontalmente, mientras él arrastra a la República Islámica a una renegociación y ampliación del pacto que incluya los cohetes persas de alcance medio y sus intervenciones militares en la región. Son demasiados supuestos, como para que salga bien, pero, si lo logra, habrá avanzado seriamente hacia una paz duradera en Oriente Medio.
Por el Acuerdo 5+1 se levantaban las sanciones internacionales contra Irán a cambio de que éste limitara su programa nuclear y aceptara un estricto régimen de inspecciones. Desde 2015 el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) certificó repetidamente que la nación persa cumplía el acuerdo y los países europeos fueron levantando las sanciones. En rigor de verdad, la República Islámica ya había puesto fin a su investigación nuclear militar en 1988, porque el padre de la revolución, el ayatolá Ruholá Khomeini, decretó que las armas de destrucción masiva contradicen los principios del islam. O sea que el único país de Oriente Medio que posee armas atómicas y rechaza toda inspección internacional es Israel. El aspecto nuclear del acuerdo es, por consiguiente, una farsa. La preocupación de Washington se dirige, en realidad, a los cohetes de medio alcance desarrollados exitosamente por Irán y a las intervenciones externas de su Guardia Revolucionaria.
En las próximas semanas habrá que estar atentos a la evolución interna tanto en Arabia Saudita e Israel como en Irán. Los sauditas están felices con el retiro norteamericano del acuerdo, porque aspiran al cambio de régimen en Teherán. Riyad ve con temor la creciente influencia iraní en Oriente Medio, sobre todo después de la derrota en Irak y Siria de los terroristas que la monarquía apañó durante años, aunque, como el reino se halla en una transición autoritaria hacia un neoliberalismo moderno, no se atreve a meterse en un nuevo conflicto externo.
En tanto, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu está acusado de corrupción y, para adelantarse a la presentación de cargos formales, quiere convocar a elecciones parlamentarias adelantadas que pretende ganar con gestos duros en lo interno y en el exterior. No obstante, debe reconocérsele un cierto grado de sensatez. Desde el comienzo de las operaciones rusas en Siria, en septiembre de 2015, los estados mayores de Moscú y Tel Aviv han evitado choques directos. Para continuar el contacto, el primer ministro llegó el miércoles 9 a Moscú, donde asistió junto a Vladimir Putin al desfile del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi y mantuvo conversaciones sobre Oriente Medio.
En Irán, por su parte, pesan mucho los Guardianes de la Revolución que ambicionan la expansión de la revolución islámica y la destrucción del Estado de Israel. En segundo lugar está el presidente Hassán Rohaní, quien busca el acercamiento a Occidente, para atraer inversiones y relanzar el crecimiento económico y, finalmente, hay que considerar al ayatolá Alí Jamenei, Guía de la Revolución, quien arbitra entre los otros dos poderes.
Cuando en 2011 comenzó la agresión exterior, Irán acudió en ayuda de Siria en virtud de un tratado anterior. Gracias a esa ayuda Siria pudo resistir a la Hermandad Musulmana y, desde septiembre de 2015, con el apoyo ruso pudo derrotarla.
Hoy en día, cuando los terroristas están prácticamente vencidos, los objetivos de Irán y Rusia divergen. Ésta última quiere erradicar las organizaciones yihadistas, restablecer la paz en la región y restaurar el vínculo histórico entre su cultura ortodoxa y Damasco, la cuna del cristianismo. Para la Federación Rusa, Israel es un Estado internacionalmente reconocido, con más de un millón de ciudadanos provenientes de la antigua URSS, y tiene derecho a defenderse, a pesar de que haya robado territorios y de su actual régimen de apartheid.
Para Siria, en tanto, Israel es el ocupante ilegal del Golán que durante la guerra apoyó a los yihadistas y bombardeó Siria un centenar de veces. Sin embargo, Damasco no desconoce al Estado hebreo y busca un tratado de paz con su vecino.
Por el contrario, para Irán, Israel es sólo una entidad ilegítima que ocupa Palestina y oprime a los habitantes históricos de esa tierra y debe ser destruida.
Junto a esta diferencia estratégica, hay que considerar cálculos tácticos. Detrás del tratado nuclear multilateral firmado en julio de 2015 se esconde un acuerdo bilateral secreto entre EE.UU. e Irán cuyos términos se desconocen. No obstante, desde la conclusión del mismo, las fuerzas norteamericanas e iraníes no han chocado en ninguno de los numerosos teatros de guerra del Medio Oriente en los que compiten. La amenaza que Teherán ejerce desde Siria puede interpretarse, entonces, también como una forma de presionar, para que se mantengan las cláusulas secretas del acuerdo 5+1 y que Washington levante las sanciones económicas que hunden la economía iraní.
Desde hace tres años Israel exige que Rusia impida a Irán instalar bases militares a menos de 50 kilómetros de la línea de demarcación. Hasta hace poco tiempo Moscú respondía que Tel Aviv no podía exigir nada, porque en Siria había perdido frente a Irán, pero, al acercarse el fin de la guerra, Rusia ha cambiado de opinión y quiere evitar un choque iraní con Israel.
Apenas Trump hubo hablado, el mismo martes por la tarde aviones israelíes atacaron al oeste de Damasco lo que parece haber sido un convoy militar iraní. Por lo menos ocho efectivos habrían sido muertos. No queda claro, si los israelíes querían impedir una concentración de fuerzas enemigas cerca del Golán o si sus militares querían boicotear el viaje del primer ministro a Rusia, pero el choque aumentó la tensión.
El presidente Trump conoce y aprovecha estas contradicciones entre sus adversarios, así como las limitaciones de sus aliados. Habrá que ver cómo reaccionan, entonces, Teherán y Tel Aviv. Las potencias occidentales, a su vez, dependen del petróleo iraní y de su mercado y buscarán todas las vías de negociación. China, por su parte, necesita que en Medio Oriente haya paz, para avanzar con la Ruta de la Seda que por allí debe pasar. Rusia, finalmente, quiere la paz, para asegurar su rol de mediador regional.
Trump aplica una política de riesgo controlado que, de tener éxito, puede llevar a la paz en Medio Oriente. Pero, si alguno de los actores se desmadra o si sucede algo inesperado, puede desatarse una catástrofe mundial. Durante meses viviremos en vilo, pendientes de que ningún idiota o criminal encienda la mecha del polvorín.

jueves, 3 de mayo de 2018

La quiebra del acuerdo nuclear acarrearía la guerra

El presidente norteamericano decide sobre la paz mundial

Si el 12 de abril Trump retira a EE.UU. del acuerdo con Irán, éste retomaría su programa nuclear e Israel iría a la guerra, con graves consecuencias para Argentina
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
3 de mayo de 2018
Eduardo J. Vior
A poco más de una semana de la fecha en la que el presidente norteamericano debe decidir, si mantiene a su país dentro del Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA, por su sigla en inglés) de 2015 que regula la suspensión del programa nuclear iraní, no se sabe qué decidirá el inquilino del Salón Oval. De su resolución depende la paz mundial y, directamente, nuestro futuro como nación, ya que, la alianza del gobierno de Cambiemos con Israel nos ha embretado en un conflicto en el que no tenemos arte ni parte.

La decisión de Trump impacta en tres círculos

El mandatario estadounidense se alzó tempranamente contra las negociaciones de su predecesor, Barack Obama, con la República Islámica y se opuso firmemente, cuando en 2015 se firmó el acuerdo que congelaba el plan nuclear iraní a cambio del levantamiento progresivo de las sanciones económicas, pero más por oportunismo electoral que por principio. Desde hace 16 meses gobierna y hasta ahora pudo zafar de una decisión definitiva, pero, ante las cercanas elecciones legislativas de noviembre próximo, está compelido a cumplir su promesa de campaña.
El presidente sabe que, si retira a su país del acuerdo, puede desatar una guerra regional en Medio Oriente en la que los EE.UU. necesariamente deberán intervenir para apoyar a sus aliados israelíes y sauditas. Este desarrollo, empero, iría en la dirección opuesta a su estrategia de retirar las fuerzas norteamericanas de Levante y delegar en sus aliados la defensa de sus intereses. También es consciente de que la abrogación del tratado dejaría a Irán las manos libres para retomar el enriquecimiento de uranio. No duda tampoco de que el retiro norteamericano abriría una grieta en la alianza atlántica. Especialmente Alemania está interesada en incentivar la cooperación económica con la República Islámica como parte de su creciente vínculo con China cuya Ruta de la Seda debería llegar al Mediterráneo por Irán, Irak y Siria o por Turquía.
Mientras tanto, el jueves 3 Teherán marcó doblemente los límites de la negociación. Por un lado, el ministro de Asuntos Exteriores Mohammad Yavad Zarif advirtió que Irán no aceptará la modificación del acuerdo de 2015 y ha denunciado que Estados Unidos ha violado repetidamente el tratado, al hostigar a otros países para que no mantengan negocios con la nación persa. Por el otro lado, Ali Akbar Velayati, su predecesor entre 1981 y 1997 y actual consejero del Jefe Supremo de la Revolución, el Ayatolá Ali Jamenei, avisó el mismo día que “si los EE.UU. se retiran del acuerdo nuclear, nosotros también nos vamos”.

Bibi impulsa la guerra para salvarse de la cárcel

Con sus declaraciones los funcionarios iraníes respondieron al show montado el lunes por la noche por el primer ministro israelí, Benjamin “Bibi” Netanyahu, quien, hablando aparentemente desde un comando militar, mostró una profusión de documentos y CDs supuestamente robados por la inteligencia israelí en Teherán que demostrarían que el programa atómico de Irán siempre estuvo dirigido a la producción militar. Con un gran telón de fondo en el que se leía “Irán miente”, el jefe de gobierno mostró además imágenes de cohetes iraníes de alcance medio, para ejemplificar cuán amenazante es la República Islámica para sus vecinos en Oriente Medio. Sin embargo, no pudo demostrar que Irán haya seguido enriqueciendo uranio después de la firma del acuerdo y confundió groseramente entre sí los proyectiles presentados.
Por otra parte, Gideon Levy, miembro del comité editorial del diario centroizquierdista israelí Haaretz, desestimó en una columna del jueves 3 las acusaciones del primer ministro recordando que Israel durante décadas ha ocultado al mundo sus armas atómicas, no ha firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1968, no ha permitido nunca que expertos neutrales inspeccionen sus instalaciones nucleares y desde hace 60 años miente sobre el supuesto carácter pacífico de las mismas.
El espectáculo dado por “Bibi” fue una de tres jugadas casi simultáneas con las que busca desatar la guerra frontal con Irán. Un día antes, el domingo, aviones supuestamente israelíes bombardearon depósitos de cohetes en la central provincia siria de Hama y cerca de la norteña Alepo. Habrían destruido 200 proyectiles y matado a 16 personas, 11 de los cuales serían iraníes, al menos según fuentes de Tel Aviv.
Paralelamente, la Kneset (parlamento) aprobó el lunes 30 una ley que traspasa la facultad de ordenar operaciones militares y/o ir a la guerra del gabinete de ministros entero al más reducido gabinete de seguridad e incluso, bajo “circunstancias extremas”, al primer ministro y su ministro de Defensa.
Tradicionalmente, Netanyahu ha sido renuente a meter a Israel en una guerra regional cuya escala es difícil de controlar, pero actualmente está esperando ser acusado en un caso de corrupción, trata de adelantar a este año la elección parlamentaria prevista para el próximo y necesita ratificar su imagen de ser el único líder capaz de proteger a su país.
En los últimos meses Israel ha provocado repetidamente a Siria, Irán y Rusia con sus bombardeos a instalaciones persas en Siria. Ha tenido sí el cuidado de no afectar a las fuerzas rusas en el país árabe, pero el ministro de Defensa Avigdor Lieberman ha amenazado recientemente con bombardearlas, si Rusia entrega a Siria cohetes antiaéreos S-300 y éstos son usados contra la aviación israelí.
Por primera vez en nueve años, los libaneses eligen el próximo domingo 6 nuevo parlamento y es altamente probable que otra vez se forme un gabinete de unidad nacional con miembros de todas las etnias y confesiones, incluidos los chiíes representados por Hizbulá, que ya tiene dos ministros en el gobierno actual. El ruido de sables que llega desde su frontera sur es, entonces, también una advertencia contra la permanencia en el gobierno de coalición de ministros chiíes.
Un choque frontal entre fuerzas israelíes e iraníes en Siria inmediatamente involucrará, por un lado, a Rusia y, por el otro, a Arabia Saudita y sus aliados del Golfo. EE.UU. no tendría forma de quedar afuera. La guerra regional se generalizaría. Por la estrecha alianza entre los gobiernos de Netanyahu y Macri, Argentina quedaría directamente involucrada. Este compromiso nos colocaría en una situación de extremo riesgo, sin ventaja alguna ni estar preparados para tamaño peligro.

Donald Trump es consciente de las consecuencias de la decisión que tome el 12 de mayo. Los demás líderes de las potencias directamente involucradas, también. Macri, no.