domingo, 20 de enero de 2019

Ni Brexit sí ni no: May quiere impedir las reformas

A la élite británica sólo le interesa frenar a Corbyn

(Foto: AFP)
Por Eduardo J. Vior - Analista internacional
Tiempo Argentino
20 de Enero de 2019
La situación política del Reino Unido puede caracterizarse como de “parálisis febril”: todo está estancado, pero los políticos y periodistas saltan, gritan y se agitan, como si el país avanzara. En realidad, a la élite y la mayoría del sistema político británico interesa poco hallar una salida sostenible de la UE, ya que están mucho más preocupadas en evitar elecciones anticipadas que podrían llevar al gobierno a Jeremy Corbyn. Tanto Theresa May como los euroescépticos y muchos de quienes buscan un segundo referendo para quedarse en la UE en realidad procuran mantener los privilegios obtenidos desde 1979 cuando Margaret Thatcher instauró el neoliberalismo. ¿Qué les importan, entonces, los miles de puestos de trabajo que se perderían con un Brexit no acordado?
En los medios y en gran parte del bloque parlamentario laborista cundió el nerviosismo el pasado jueves, cuando Corbyn declaró que estaba "dispuesto a hablar (con May), sólo si se descarta una desastrosa salida sin acuerdo". La primera ministra convocó a diálogos interpartidarios después de que fuera derrotada la moción de censura presentada por los laboristas como resultado del masivo rechazo parlamentario  al acuerdo firmado con la UE.
May tiene hasta el lunes para presentar su "Plan B" alternativo. En realidad, el nuevo plan no puede ser muy diferente al anterior, porque la UE ya avisó que el acuerdo de diciembre no se cambia.
Ni entre conservadores y laboristas ni dentro de las propias formaciones hay consenso sobre el curso a seguir. Corbyn quiere insistir con las mociones, pero sus aliados Demócratas Liberales, los nacionalistas escoceses, y muchos diputados laboristas prefieren repetir el referendo de 2016 en la esperanza de que ahora venza el remain (quedarse).
La mayoría de los parlamentarios, incluso varios ministros, propone declarar la semana próxima que no habrá salida sin acuerdo y, por consiguiente, solicitar a la UE la aplicación del artículo 50 del documento de diciembre para prorrogar la salida mientras se negocia. Sin embargo, la primera ministra está en contra, porque teme que los numerosos antieuropeos dentro de su propio bloque lo vean como una excusa para posponer la salida. 
Corbyn, a su vez, se niega a un segundo referendo, porque distraería de la discusión sobre las reformas necesarias para superar el neoliberalismo. Además, pretender permanecer en la UE, después de todo lo que sucedió desde 2016, es ir a sentarse al banco de suplentes, sin que los DT del bloque (Alemania y Francia) alguna vez los saquen a la cancha. El líder laborista espera que May, confiada en las encuestas actuales (que la dan vencedora) pida a la Reina la convocatoria a elecciones anticipadas. En este escenario él piensa vencer planteando las cuestiones de fondo.
Entre tanto se aproximan las elecciones europeas de mayo y, si Gran Bretaña no sale antes de la UE, dentro de dos meses entrará en plena campaña. Sin embargo, hasta ahora Bruselas está planeando la votación sin los británicos. Si no se llega rápidamente a un acuerdo sobre la salida o sobre la prórroga de la misma, puede suceder que el Reino Unido siga adentro y se quede sin representación en Estrasburgo.
De todas las maneras el estancamiento agrava las perspectivas económicas y sociales, pero, con tal de no perder privilegios, la elite británica está dispuesta a hacer caer al reino en el abismo. «

jueves, 17 de enero de 2019

A May sólo le interesa impedir a Corbyn

La elite británica juega a la ruleta rusa

Después de que Theresa May logró derrotar la moción de censura de los laboristas, el establishment prefiere un Brexit caótico a elecciones anticipadas
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
17 de enero de 2019
Eduardo J. Vior
El pasado miércoles 16 la primera ministra británica, Theresa May, superó por 19 votos la moción de confianza que presentó la oposición en el Parlamento británico tras el rechazo del martes al acuerdo sobre el Brexit firmado en diciembre pasado con la Unión Europea (UE). Aunque la jefa de gobierno promete seguir con el proceso de salida, viene aumentando la presión, para que el gobierno negocie con la UE una prolongación del plazo que vence el 29 de marzo y que durante ese lapso se celebre un segundo referendo. Esa presión, empero, busca también evitar que el jefe de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, llegue al gobierno en la próxima moción de censura.
May sobrevivió la moción con 325 votos a favor y 306 en contra. Los parlamentarios del Partido Conservador y los unionistas de Irlanda del Norte (DUP) la sostuvieron, mientras que la moción presentada por Corbyn fue respaldada por todos los partidos opositores, incluidos el Partido Nacional Escocés (SNP) y los demócratas liberales.
Tras conocerse los resultados, la primera ministra declaró: “La Cámara ha expresado su confianza en este gobierno”. Y agregó que seguirá trabajando para cumplir “los resultados del referendo [de 2016] y abandonar la Unión Europea”. May invitó a todos los partidos a celebrar reuniones individuales con ella para avanzar en el camino hacia el llamado Brexit, pero los conminó a hacerlo con “espíritu constructivo”.
Antes del voto, el jefe laborista tildó de “zombi” al gabinete de Theresa May del que dijo que perdió el derecho a gobernar. Después del resultado, en tanto, señaló que, para poder mantener “debates positivos”, la primera ministra debe descartar un Brexit sin acuerdo. Su partido pretende presentar futuras mociones de confianza, aunque Corbyn está bajo presión de decenas de sus propios diputados que le piden que se una a la petición de un segundo referendo.
A esta presión se sumó ayer el Partido Nacional Escocés (SNP, por su nombre en inglés), que convocó a Theresa May y Jeremy Corbyn a apoyar la realización de un segundo voto que “tiene que estar en la agenda” de las conversaciones interpartidarias sobre las condiciones de la salida a las que ha llamado la primera ministra. “Si bien el SNP está comprometido a trabajar constructivamente con la primera ministra, declaró Ian Blackford, líder del bloque parlamentario escocés en Westminster, la exclusión de una salida sin acuerdo, la prórroga del plazo de salida previsto en el art. 50 del acuerdo y la realización de una segunda votación deben figurar en la agenda de las conversaciones”.
A pesar de la falta de apoyo parlamentario y del breve plazo que media hasta la fecha prevista para comenzar la salida de la Unión, el portavoz de May dijo el miércoles que el Reino Unido dejará el bloque en la fecha prevista del 29 de marzo. No obstante, la humillante derrota del martes, cuando el acuerdo con la Unión Europea fue masivamente derrotada por una diferencia de 230 votos, pareció poner fin a la estrategia de May en estos últimos dos años para forjar un divorcio amistoso, en el que un periodo de transición daría paso a una política comercial británica independiente, manteniendo vínculos estrechos con la UE.
Por lo pronto, Francia y Alemania avisaron el miércoles que no renegociarán el pacto alcanzado con Londres. La ministra francesa para Asuntos Europeos, Nathalie Loiseau, aseguró que Francia podría retrasar el Brexit, si así lo piden las autoridades en Londres, pero que no estaría dispuesta a renegociar el acuerdo. Por su parte, la Canciller alemana Angela Merkel dijo en una reunión a puerta cerrada de la Comisión de Exteriores del Bundestag que tampoco prevé que haya una renegociación del pacto alcanzado de diciembre pasado. Sin embargo, según informó Reuters, Merkel no descarta que se puedan producir clarificaciones en torno a algunos puntos de la relación futura de Reino Unido con la UE.
En junio de 2016 la mayoría de los electores británicos se pronunció a favor de la salida de la Unión Europea como rechazo al modo de actuar elitista e inconsulto de la UE. El voto antieuropeo fue también fogoneado por el Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP, por su nombre en inglés) y por numerosos oportunistas dentro del propio Partido Conservador, así como por grupos financieros especulativos. Sin embargo, nadie tenía un plan para el período post-referendo y el gobierno de Theresa May, que asumió después del voto, fue a negociar con sus pares europeos y con la UE, sin tener una idea clara de qué ofrecer y qué exigir. El resultado fue el acuerdo firmado en diciembre pasado con cláusulas contradictorias e insostenibles para la política británica.
Desde entonces chocan tres estrategias: el gobierno conservador defiende el acuerdo firmado y pretende que se implemente a partir del 29 de marzo próximo, aun sabiendo que el Parlamento no aprobará las leyes para ponerlo en práctica. Por el contrario, el líder laborista Jeremy Corbyn quiere llegar rápidamente al gobierno, para controlar la transición hacia la salida. Finalmente, fuerzas diversas (entre ellas también muchos laboristas) abogan por repetir el referendo, en la esperanza de que la mayoría del electorado se decida ahora por permanecer dentro de la UE.
Tanto la salida no reglada como la revisión del voto de 2016 ocasionarían graves desórdenes económicos y una fuerte pérdida de soberanía, pero la inmensa mayoría del establishment prefiere el suicidio a habilitar la llegada al poder del “populista” Corbyn. Mejor destruir el reino que democratizarlo.


martes, 15 de enero de 2019

Sólo los militares pueden controlar al presidente

El Ejército brasileño refrena a Bolsonaro

A cargo del arma más poderosa de América del Sur, los excamaradas del presidente quieren evitar que su aventurerismo embrete a Brasil en la competencia mundial
(Foto: AFP)
Eduardo J. Vior
Tiempo Argentino
13 de Enero de 2019
Cuando el pasado viernes 11 el general Eduardo Villas Bôas traspasó el comando del Ejército Brasileño (EB) al general Edson Leal Pujol (63), se completó la renovación generacional que dio el liderazgo del arma a oficiales de la promoción de 1977 de la Academia Militar de las Agujas Negras (AMAN), a la que también pertenece Jair Bolsonaro. Esta camada de oficiales tendría motivos para celebrar, pero sus representantes están hoy más preocupados que festivos, ya que el remedo de Frankenstein que han inventado está metiendo peligrosamente a Brasil en la competencia por el poder mundial.
Fue necesaria una fuerte presión militar, para que el nuevo presidente desistiera de instalar una base militar estadounidense en territorio brasileño, tal como propuso en su primera entrevista televisiva el pasado 3 de enero. La idea había sido aplaudida por el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, quien probablemente se lo solicitó cuando estuvo en Brasilia para la trasmisión del mando el pasado 1 de enero. Sin embargo, la agencia británica Reuters informó el 5 que los "militares de Brasil se encuentran intranquilos con la apertura de Bolsonaro a una base militar de EE UU", mientras que Folha de São Paulo citaba a un alto mando no identificado que cuestionaba la oportunidad de la propuesta y el ministro de Defensa, general Fernando de Azevedo, manifestaba sus reservas al diario Valor Económico.
Junto con los generales Paulo Humberto de Oliveira (comandante de Operaciones Terrestres y desde diciembre pasado jefe del Estado Mayor del Ejército), Mauro Cesar Lourena Cid (jefe del Departamento de Educación y Cultura) y Carlos Alberto Barcellos (comandante de Logística), el general Pujol forma un cuarteto de miembros de la promoción 1977 que asesoran estrechamente a Bolsonaro.
Sin embargo, precisamente por su enorme cercanía al presidente buscan limitar el compromiso del EB con el gobierno. Por ello se inquietaron mucho ante el anuncio presidencial.
La solicitud norteamericana responde a un cálculo miope. Si bien la idea es antigua, el Pentágono se exasperó cuando en diciembre pasado los "cisnes blancos" rusos (dos bombarderos estratégicos con capacidad nuclear que volaron casi diez horas y 12 mil kilómetros) visitaron Venezuela y regresaron a su hogar cinco días después, demostrando que podrían retornar fácilmente en caso de ataque al país caribeño. Para controlar este riesgo, los norteamericanos quieren sumar una base en Brasil a las que ya tienen en Colombia, Perú y Guyana. Sin embargo, como señala el mexicano Alfredo Jalife Rahme, "los militares de EE UU no podrían confrontar un ataque hipersónico a través de Sudamérica". El cohete de ese tipo Avangard, que acaba de ser probado a una velocidad de 30 mil km/h y con una trayectoria multivariable que horada cualquier defensa enemiga en cualquier punto del planeta, podría atacar a EE UU desde la Antártida o desde Venezuela, sin que su defensa antiaérea pueda detenerlo. Los generales brasileños conocen esta debilidad estratégica de Estados Unidos y no quieren convertir a su país en blanco de un ataque ruso.
Por el propio despliegue territorial del arma, su doctrina y sus necesidades de equipamiento, la cúpula militar brasileña rechaza el alineamiento automático con EE UU que postulan los neoliberales en el gobierno, aunque nadie suponía que las diferencias saldrían tan pronto y tan abiertamente a la luz. Las profundas diferencias en el seno del gobierno y el aventurerismo del presidente permiten prever una sucesión de pequeñas y grandes crisis más o menos ruidosas que generarán fracturas tanto mayores en las fuerzas armadas cuanto más estrecha sea su identificación con el gobierno. El próximo corticuito se producirá entre Pujol y el ultraliberal ministro de Economía, Paulo Guedes, que está decidido a incluir a los militares en la reforma previsional, algo a lo que los uniformados rechazan de plano. Al llevar a Jair Bolsonaro a la Presidencia, el Ejército Brasileño se ha aventurado en aguas peligrosas en las que se hundirá cada vez más. Hasta qué punto lo haga y cómo saldrá de la trampa en la que se metió solo es el tema central del futuro inmediato.

Un comandante prudente
El pasado viernes 11 el general de ejército Edson Leal Pujol (1955) asumió el Comando del Ejército Brasileño (EB), cargo que le correspondió por ser el general más antiguo. Hasta entonces era jefe del Departamento de Ciencia y Tecnología del arma. Hijo de militar, se formó en liceos militares, hasta entrar en 1977 a la Academia Militar de las Agujas Negras (AMAN), en Río de Janeiro, donde convivió con Bolsonaro y los principales integrantes del Alto Comando actual. Pasó por varios comandos en el país y en el exterior (Haití), y de 2014 a 2015 coordinó el Gabinete de Seguridad Institucional de la Presidencia. De enero de 2016 a abril de 2018 dirigió el Comando Militar del Sur, en Porto Alegre, para luego ocupar el cargo que acaba de dejar.
Pujol está considerado como "liberal", porque defiende la legalidad y rechaza toda intervención extraconstitucional del Ejército. Su imagen es la de un anticomunista, cristiano devoto, conciliador y discreto. Pronto se verá si estas virtudes lo ayudan a moderar a su excompañero de la promoción 1977.

domingo, 6 de enero de 2019

Bolsonaro lleva el Continente al desastre

Se profundiza la crisis brasileña

(Foto: AFP)
por Eduardo J. Vior
Tiempo Argentino
6 de Enero de 2019

A Jair Messias Bolsonaro le gusta que lo llamen "el Trump de los trópicos". Admira la figura y performance de su colega, pero su política recuerda más a la República oligárquica (1889-1930) que al imperialismo plebeyo de Trump.
Embretado entre tecnócratas ultraliberales, pastores evangélicos proisraelíes y militares conservadores, el recién ungido mandatario cambia de posición todos los días. Por ejemplo, sobre la reforma previsional. Esta moderación contraería la demanda de los fondos de inversión, pero responde a la opinión mayoritaria. No obstante, el mandatario anunció en la misma entrevista que analiza eliminar la Justicia laboral. Durante la entrevista Bolsonaro también confirmó que privatizará aeropuertos, puertos y ferrocarriles y tampoco descartó discutir "en un futuro" la instalación en territorio brasileño de una base militar de EE UU.
Desde que subió al gobierno el presidente cambió asimismo su posición sobre la fusión de Embraer con Boeing, que promovía durante la campaña electoral. Los reparos de la Fuerza Aérea parecen haberlo convencido de la necesidad de moderar dicha asociación.
Similar distancia entre la retórica electoral y la práctica presidencial pudo observarse el viernes en la declaración del Grupo de Lima que tachó de su comunicado la amenaza de invasión a Venezuela. El documento aprobado por 13 de los 14 miembros (México se opuso) desconoce la elección de Nicolás Maduro como presidente y le pide que no asuma este 10 de  enero, pero omite referirse a la intervención militar. Es que el Ejército brasileño respalda las presiones contra Caracas, pero rechaza intervenir allí.
El realismo también primó en la suspensión del traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén. Precisamente, Benjamín Netanyahu acudió a la investidura de Bolsonaro, para simbolizar la alianza privilegiada con el nuevo gobierno, pero los países árabes compran el 40% de las exportaciones de carne bovina brasileña, un negocio de unos 7100 millones de dólares anuales que la ministra de Agricultura, Tereza Cristina, lobbista de los grandes conglomerados agropecuarios, no estaba dispuesta a perder... y ganó.
Tampoco resultará tan fácil romper el Mercosur, como pretende el ministro Paulo Guedes. El canciller Eduardo Araújo pretende volver a la diplomacia de 1900, cuando Brasil privilegiaba la alianza con EE UU y Chile para aislar a Argentina, pero a Brasil no le resultará sencillo imponer sus fantasías hegemonistas sobre sus vecinos suramericanos.
Entre tanto, en una entrevista con Folha de São Paulo, el general Edson Leal Pujol, quien el próximo 11 de enero asumirá el comando del Ejército, consideró negativa la participación de los militares en política y rechazó su involucramiento en la lucha contra la criminalidad.
El programa y la coalición de gobierno de Jair Bolsonaro apuntan a retornar a la República oligárquica, basada en la exportación de commodities y sin derechos laborales ni sociales. Sin embargo, cada una de las heterogéneas fuerzas participantes tiene intereses y proyectos propios. Si Bolsonaro quiere sobrevivir y hasta reelegirse, deberá ceder a presiones encontradas, saltando de crisis en crisis. Si no hace concesiones y pretende imponer su visión ideológica, sólo apresurará la fractura. Brasil ha entrado en un curso zigzagueante que afectará a todo el continente. «

viernes, 4 de enero de 2019

Brasil retrocede a 1900

La política exterior de Bolsonaro atrasa un siglo

Al alinearse automáticamente con EE.UU. e Israel, el nuevo gobierno subraya su política colonial, su hegemonismo en América Latina y su rivalidad con Argentina

por Eduardo J. Vior
Infobaires24
4 de enero de 2019

Luego de reunirse el miércoles 2 en Brasilia con el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo, el presidente brasileño Jair Bolsonaro festejó que su país y EE.UU. “hayan dejado de ser enemigos”. Según el mandatario, el eje en formación entre Washington, Tel Aviv y Brasilia estaría iniciando un nuevo período en la historia de la política exterior de Brasil. Sin embargo, tan nuevo no es, ya que repite el estrecho vínculo que la República oligárquica tuvo con Estados Unidos entre 1889 y 1930. La “nueva” política exterior brasileña atrasa cien años, pero va a dañar severamente las relaciones regionales.
Las declaraciones de Bolsonaro del miércoles tocaron las mismas cuerdas que su discurso de asunción del mando del martes 1º y en éste resonaron los ecos de su campaña electoral: “Dios por encima de todo”, orden social, un sistema educativo “sin militancias”, combate a la “ideología de género”, el derecho a armarse en defensa propia, la autorización a las policías para usar la violencia sin control, “la lucha contra la corrupción”, “las reformas estructurales” (neoliberales), el equilibrio fiscal y liberar el comercio internacional “sin sumisiones ideológicas”.
La mención al libre comercio fue acompañada por una promesa de defensa del “interés nacional”. En esta coincidencia discursiva radica el nudo ideológico del bolsonarismo entre un ala ultraliberal liderada por el economista Paulo Guedes y otra militar, si bien no nacionalista, defensora del poder del Estado.
Al poner en funciones al nuevo ministro de Defensa, Fernando Azevedo e Silva, el mandatario se dirigió al todavía jefe del Ejército, el general Villas Bôas, reconociendo que sin su ayuda nunca habría llegado al Planalto. Probablemente, se refería a la presión que las fuerzas armadas ejercieron sobre el Supremo Tribunal Federal (STF), para que prohibiera toda participación pública de Lula durante la campaña electoral.
Los militares, o más específicamente el Ejército, son nuevamente el “partido” más poderoso de Brasil, con seis miembros del gabinete, incluyendo al vicepresidente, el general Hamilton Mourão, desde el que buscan limitar la apertura comercial con el apoyo de la industria no paulista y las privatizaciones que se propone realizar Guedes. Por lo pronto, ya le prohibieron meterse con las actividades de exploración y explotación de Petrobras. Para destacar su perfil, Mourão publicó el miércoles también un tuit en el que aparece reunido con representantes de la Cámara de Comercio China. El gigante asiático es el principal destino de las exportaciones brasileñas y sus empresas desean invertir en infraestructura y energía.

Guedes, por el contrario, presenta las privatizaciones como instrumento, para que lleguen inversiones externas y que el Estado recaude fondos, para cancelar deuda. Ahora bien, si el superministro económico no puede operar el corazón de la petrolera controlada por el Estado, el cumplimiento de sus metas queda severamente cuestionado. En esta puja se dirimirá la suerte del bolsonarismo.
Aunque se prevé la reacción de las izquierdas y los movimientos sociales contra la cruzada reaccionaria, en la primera etapa los conflictos más agudos van a darse entre el gobierno y sus aliados por la definición del rumbo.
En su discurso inaugural el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, hablando ante el más alto personal de Itamaraty, hizo una proclama mesiánica y condenó la globalización, pero no recibió aplausos. Es que el cambio de rumbo es muy evidente. La nueva/antigua política exterior de Brasil puede definirse por la aparente contradicción entre “americanismo” y “desamericanización”.Por “americanismo” se entiende el alineamiento con Estados Unidos, como tuvieron la “República vieja” (1889-1930) y el gobierno del Mariscal Humberto Castelo Branco (1964-67) en el inicio de la dictadura militar. La “desamericanización”, en tanto, es la contracara de la misma política. Originada en la época del Imperio, esta idea propone el distanciamiento de Brasil de América Latina, su desconfianza hacia las ideas y propuestas de sus vecinos hispanoamericanos y una política hegemonista en las cuencas del Amazonas y del Plata. En esta línea deben entenderse las críticas de Bolsonaro al Mercosur.
La reconstitución del eje Washington-Brasilia, con el añadido de la alianza privilegiada con Israel (motorizada por los pentecostales), sin dudas reordenará el escenario regional y tendrá implicaciones globales. Desde que llegó Trump a la Casa Blanca, la política estadounidense hacia América Latina se ha centrado en contrarrestar la expansión de China y Rusia. Un mayor acercamiento a Estados Unidos tendrá, asimismo, peligrosos efectos sobre la seguridad regional. Muy probablemente Bolsonaro profundice la cooperación con EE.UU. en el uso de la base aeroespacial de Alcântara y en la realización de ejercicios conjuntos en la Amazonía. Si a ello se suma la militarización de la seguridad interior, Brasil se transformará, junto con Colombia, en uno de los principales socios de Washington en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
De igual forma, el alineamiento con Estados Unidos despierta interrogantes sobre la actitud ante Venezuela. Se descuenta que el nuevo gobierno propondrá más sanciones y apostará por un mayor aislamiento de Caracas, pero, en tanto Trump pueda controlar a sus fuerzas armadas y el alto mando brasileño mantenga la línea del saliente comandante Villas Bôas, es difícil que ambas potencias cedan a la presión colombiana para invadir el país caribeño.