La elite británica juega a la ruleta rusa
Después
de que Theresa May logró derrotar la moción de censura de los
laboristas, el establishment prefiere un Brexit caótico a elecciones
anticipadas
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
17 de enero de 2019
Infobaires24
17 de enero de 2019
El
pasado miércoles 16 la primera ministra británica, Theresa May, superó
por 19 votos la moción de confianza que presentó la oposición en el
Parlamento británico tras el rechazo del martes al acuerdo sobre el
Brexit firmado en diciembre pasado con la Unión Europea (UE). Aunque la
jefa de gobierno promete seguir con el proceso de salida, viene
aumentando la presión, para que el gobierno negocie con la UE una
prolongación del plazo que vence el 29 de marzo y que durante ese lapso
se celebre un segundo referendo. Esa presión, empero, busca también
evitar que el jefe de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, llegue al
gobierno en la próxima moción de censura.
May
sobrevivió la moción con 325 votos a favor y 306 en contra. Los
parlamentarios del Partido Conservador y los unionistas de Irlanda del
Norte (DUP) la sostuvieron, mientras que la moción presentada por Corbyn
fue respaldada por todos los partidos opositores, incluidos el Partido
Nacional Escocés (SNP) y los demócratas liberales.
Tras conocerse los resultados, la primera ministra declaró: “La Cámara ha expresado su confianza en este gobierno”.
Y agregó que seguirá trabajando para cumplir “los resultados del
referendo [de 2016] y abandonar la Unión Europea”. May invitó a todos
los partidos a celebrar reuniones individuales con ella para avanzar en
el camino hacia el llamado Brexit, pero los conminó a hacerlo con “espíritu constructivo”.
Antes
del voto, el jefe laborista tildó de “zombi” al gabinete de Theresa May
del que dijo que perdió el derecho a gobernar. Después del resultado,
en tanto, señaló que, para poder mantener “debates positivos”, la
primera ministra debe descartar un Brexit sin acuerdo. Su partido
pretende presentar futuras mociones de confianza, aunque Corbyn está
bajo presión de decenas de sus propios diputados que le piden que se una
a la petición de un segundo referendo.
A esta presión se sumó ayer el Partido Nacional Escocés (SNP, por su nombre en inglés), que convocó a Theresa May y Jeremy Corbyn
a apoyar la realización de un segundo voto que “tiene que estar en la
agenda” de las conversaciones interpartidarias sobre las condiciones de
la salida a las que ha llamado la primera ministra. “Si bien el SNP está
comprometido a trabajar constructivamente con la primera ministra,
declaró Ian Blackford, líder del bloque parlamentario escocés en
Westminster, la exclusión de una salida sin acuerdo, la prórroga del
plazo de salida previsto en el art. 50 del acuerdo y la realización de
una segunda votación deben figurar en la agenda de las conversaciones”.
A
pesar de la falta de apoyo parlamentario y del breve plazo que media
hasta la fecha prevista para comenzar la salida de la Unión, el portavoz
de May dijo el miércoles que el Reino Unido dejará el bloque en la
fecha prevista del 29 de marzo. No obstante, la humillante derrota del
martes, cuando el acuerdo con la Unión Europea fue masivamente derrotada
por una diferencia de 230 votos, pareció poner fin a la estrategia de
May en estos últimos dos años para forjar un divorcio amistoso, en el
que un periodo de transición daría paso a una política comercial
británica independiente, manteniendo vínculos estrechos con la UE.
Por lo pronto, Francia y Alemania avisaron el miércoles que no renegociarán el pacto alcanzado con Londres. La ministra francesa para Asuntos Europeos, Nathalie Loiseau,
aseguró que Francia podría retrasar el Brexit, si así lo piden las
autoridades en Londres, pero que no estaría dispuesta a renegociar el
acuerdo. Por su parte, la Canciller alemana Angela Merkel
dijo en una reunión a puerta cerrada de la Comisión de Exteriores del
Bundestag que tampoco prevé que haya una renegociación del pacto
alcanzado de diciembre pasado. Sin embargo, según informó Reuters,
Merkel no descarta que se puedan producir clarificaciones en torno a
algunos puntos de la relación futura de Reino Unido con la UE.
En
junio de 2016 la mayoría de los electores británicos se pronunció a
favor de la salida de la Unión Europea como rechazo al modo de actuar
elitista e inconsulto de la UE. El voto antieuropeo fue también
fogoneado por el Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP,
por su nombre en inglés) y por numerosos oportunistas dentro del propio
Partido Conservador, así como por grupos financieros especulativos. Sin
embargo, nadie tenía un plan para el período post-referendo y el
gobierno de Theresa May, que asumió después del voto, fue a negociar con
sus pares europeos y con la UE, sin tener una idea clara de qué ofrecer
y qué exigir. El resultado fue el acuerdo firmado en diciembre pasado
con cláusulas contradictorias e insostenibles para la política
británica.
Desde entonces chocan
tres estrategias: el gobierno conservador defiende el acuerdo firmado y
pretende que se implemente a partir del 29 de marzo próximo, aun
sabiendo que el Parlamento no aprobará las leyes para ponerlo en
práctica. Por el contrario, el líder laborista Jeremy Corbyn quiere
llegar rápidamente al gobierno, para controlar la transición hacia la
salida. Finalmente, fuerzas diversas (entre ellas también muchos
laboristas) abogan por repetir el referendo, en la esperanza de que la
mayoría del electorado se decida ahora por permanecer dentro de la UE.
Tanto
la salida no reglada como la revisión del voto de 2016 ocasionarían
graves desórdenes económicos y una fuerte pérdida de soberanía, pero la
inmensa mayoría del establishment prefiere el suicidio a habilitar la
llegada al poder del “populista” Corbyn. Mejor destruir el reino que
democratizarlo.
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Eduardo J. Vior