martes, 28 de junio de 2016

Aprovechar la chance que nos brindan los británicos


Trabajo & Economía
semanario
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BuenosAires,  Martes 28 de Junio de 2016 - Número 141

El Brexit nos da una oportunidad

por Eduardo J. Vior
No queda aún claro quién ganó con el resultado del referendo británico sobre la salida de la Unión Europea (UE), pero es evidente que la oligarquía financiera que domina a Europa desde hace veinticinco años fue derrotada. En el viejo continente se abre un período de intensa conmoción cambiaria y monetaria que desatará crisis políticas en cadena. Sin embargo, el colapso de la Europa reaccionaria abre una ventana de oportunidades para los países emergentes y los pueblos del Sur.
 El comportamiento de los votantes es sintomático de las causas de la ruptura. Los partidarios de la salida (leave) concurrieron a las urnas en mayor proporción que sus contrincantes. Los primeros relevamientos indican, además, que fue sobre todo un voto dividido por pertenencia de clase, etaria y regional. A favor de la permanencia se manifestaron los ganadores de la europeización financiera y los distritos beneficiados por los subsidios. También Escocia, Gales e Irlanda del Norte optaron por el “remain”, porque perteneciendo a Europa las nacionalidades menores del Reino Unido están mejor posicionados para negociar con Londres. El 75 por ciento de los votantes entre 18 y 24 años votaron por seguir en la UE. Entre los ciudadanos de más de 50, por el contrario, sólo el 44 por ciento optó por la continuidad. La otra causa que explica el “leave” fue la inmigración. Muchos votaron por la salida de la Unión en la esperanza de frenar el ingreso de trabajadores de Europa Oriental.
Los grandes derrotados cuentan en sus filas a los líderes del Partido Conservador, David Cameron, y del Partido Laborista, Jeremy Corbyn. Para ganar las elecciones de 2015, el premier prometió a los electores conservadores e independentistas realizar este referendo, confiado en poder en el entretiempo arrancar a Bruselas concesiones importantes, pero el compromiso que alcanzó en febrero pasado estuvo lejos de satisfacer las expectativas de la población.
Jeremy Corbyn, en tanto, no pudo conciliar el resentimiento justificado de la base laborista contra la oligarquía europea y local con la necesidad de mantener unido a su partido, de modo de poder ofrecer una creíble alternativa de reformas democráticas y sociales. Su “sí, pero” (sí a la permanencia en la Unión Europea, pero con sustanciales reformas) no convenció. Resta ver si podrá mantenerse a la cabeza de un laborismo profundamente dividido entre la mayoría del bloque parlamentario y las organizaciones territoriales.Los dos mayores partidos del reino se hunden ahora en sendas crisis de conducción que, sumadas a la tormenta financiera y cambiaria, van a demandar la intervención de la corona.
Entre apresurados y mesurados la UE y Gran Bretaña comienzan a discutir su futura convivencia. Una salida sería negociar una asociación similar a la de Noruega, que no pertenece a la Unión, pero cuyos habitantes y mercancías pueden circular libremente por ésta. Sin embargo, la economía británica es mucho más grande y compleja que la del país escandinavo y sus productos y servicios compiten con los de muchos socios de la UE que tratarán ahora deocupar los lugares libres.
Mientras tanto, el gobierno regional escocés anunció que intentará negociar directamente con Bruselas su permanencia en la Unión, una declaración fáctica de independencia que puede desatar una crisis de Estado. En el país del norte todos los distritos electorales se expresaron a favor de la permanencia.
Después de la primera polvareda es hora de hacer las cuentas y enfriar el partido. “Lo mejor sería que durante el verano conversemos informalmente sobre nuestro futuro vínculo“, declaró el sábado a Reuters Matthew Elliott, jefe de la campaña por la salida. Se abre un período de turbulencias financieras. El voto británico debilita en el
corto plazo el rol hegemónico de la City de Londres en el casino financiero internacional y fortalece a Wall Street. Gracias a Barack Obama Estados Unidos ha recuperado el control sobre buena parte de la especulación financiera mundial.
Con esta palanca en la mano, el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) y su hegemonía sobre el Continente Americano procura como próximo paso negociar por separado con la UE y el ReinoUnido el Tratado Transatlántico de Comercio e Intercambio (TTIP). Probablemente la división de Europa retrase en algo las tratativas, pero, si Hillary Clinton llega a la Presidencia en noviembre, estará en las mejores condiciones para imponer sus términos a una Europa conmocionada y desorientada.
Mientras dure el proceso de divorcio los países del Mercosur estarán en óptimas condiciones para negociar con Europa y/o Gran Bretaña. Contra la visión catastrofista del gobierno argentino, la situación internacional del Mercosur ha mejorado sustancialmente. La prudencia aconseja suspender las tratativas sobre el acuerdo comercial con la Unión Europea y renegociar la agenda. Desde que las Islas Malvinas cesan de ser territorio de ocupación europea para depender sólo de Londres, es el momento para denunciar los tratados de Madrid de 1990, recuperar nuestra soberanía y avanzar en la ONU con una propuesta para asociar las islas al Mercosur.
El referendo británico ha conmocionado la estructura del poder imperial, pero, después de un período de ajuste, éste volverá a funcionar. Por eso es urgente que los gobernantes suramericanos aprovechen la coyuntura para recuperar autonomía. Estamos viviendo una fractura epocal del poder mundial, pero si nuestros gobernantes no se ponen a la altura de las circunstancias, perderemos por largas décadas el tren de la historia.

viernes, 10 de junio de 2016

Sin los derechos de los trabajadores no hay recuperación

El neoliberalismo “bueno” marcha por Francia

Por Revista Veintitres
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A la cabeza de un nuevo movimiento “reformista”, el ministro de Economía francés, Emmanuel Macron, dinamita la izquierda en busca de una nueva mayoría.
Por Eduardo J. Vior 

Ni el inicio de la Copa Europea de fútbol este viernes ha dado pausa al gobierno francés de Manuel Valls (Partido Socialista, PS). La Intersindical (que reúne a todas las centrales) está movilizada para frenar la “reforma laboral” que amenaza derechos vigentes desde hace mucho tiempo. Y para echar aceite al fuego, cuando la popularidad del gabinete está en su nivel más bajo, su ministro de Economía, Emmanuel Macron, lanza un nuevo movimiento neoliberal. En medio de la crisis económica, política y social el gobierno socialista se desangra en luchas intestinas y deja libre el camino al Frente Nacional y a la derecha tradicional de Nicolas Sarkozy.

En marche! (“¡En marcha!”), el movimiento político que presentó el ministro de Economía, Industria y Tecnologías Digitales Emmanuel Macron en abril pasado, salió el pasado sábado 4 de junio a timbrear casa por casa para recoger 100.000 testimonios que le permitan diagnosticar la situación del país. En septiembre próximo su líder pretende presentarlo públicamente y en el próximo invierno boreal anunciar “un plan de acción progresista para transformar el país”.

Aunque el joven ministro (39 años) fue miembro del Partido Socialista (PS) entre 2006 y 2009, ha declarado que su fuerza política es a la vez de izquierda y de derecha. Según el diario Libération, En marche! se basa en un sistema de enrolamiento piramidal directamente inspirado por las campañas electorales de Barack Obama en 2008 y 2012. 

Aunque ya está bien posicionado y es conocido por el 70% de los votantes, Macron deberá mejorar mucho su imagen en lo que queda del año. De acuerdo con una encuesta publicada el 3 de junio, por ejemplo, 52% de los franceses piden su dimisión del gobierno. Especialmente el 55% de los votantes de izquierda contra el 44% de los de derecha desea su salida. La encuesta se hizo en medio de un debate intenso sobre su evasión del Impuesto sobre las Fortunas (ISF) gracias a que habita una casa artificialmente subvaluada.

Emmanuel Macron nació en 1977 en Amiens, se formó en un colegio católico, estudió en el Instituto de Ciencia Política (“SciencePo”) de París y en la Escuela Nacional de Administración (ENA) de Estrasburgo. Pertenece, por lo tanto, a la selecta elite formada en las llamadas “grandes escuelas”, los establecimientos superiores de los que salen los dirigentes del Estado y de las grandes empresas privadas. Luego de su posgraduación trabajó como inspector de Finanzas hasta 2008, cuando ingresó a la Banca Rothschild, en la que hizo una brillante carrera y se enriqueció, hasta su regreso a la política en 2014, al incorporarse al segundo gobierno dirigido por Manuel Valls. Paralelamente, desde 2007 forma parte del grupo de expertos denominado “Comisión Attali” (por su presidente). Entre tanto, también en 2007 se casó con Brigitte Trogneux, 18 años mayor que él, su ex profesora de francés en el liceo y descendiente de una familia de fabricantes de chocolate de Amiens que abrió al joven de clase media baja las puertas de la aristocracia provincial. 

Desde que asumió como ministro de Economía, Industria y Tecnologías Digitales, Macron dio un vuelco social liberal a la política económica francesa en el sentido de las reformas de Bill Clinton en Estados Unidos, Tony Blair en Gran Bretaña y Gerhard Schröder en Alemania. En diciembre de 2014 presentó un proyecto de ley, conocida como “ley Macron”, que desreguló el trabajo de los domingos, las profesiones liberales, el transporte privado y de pasajeros y las relaciones laborales en las empresas. El primer ministro Manuel Valls promulgó en agosto pasado la reforma por decreto. En una declaración ilustrativa de su pensamiento, en julio de 2015 Macron se lamentó de que Francia no fuera una monarquía.
 
Aunque fue incorporado al gobierno por el primer ministro Valls, muy pronto obtuvo acceso directo al presidente François Hollande, quien le dio amplia libertad para implementar su política. De este modo comenzó a competir con su jefe inmediato y se convirtió en un instrumento del presidente para anular a sus competidores internos. Particularmente ha respaldado el proyecto de reforma del Código del Trabajo impulsado por la ministra de Trabajo Myriam El Khomri que todas las centrales sindicales rechazan. 


El proyecto de ley ha provocado una intensa movilización sindical, protestas estudiantiles y de la izquierda. Aprobado sin votación por la Asamblea Nacional (gracias al mismo truco constitucional usado para la “Ley Macron”), en los próximos días será tratado por el Senado. Si se promulga, se acabará la semana laboral de 35 horas, se reimplantarán los límites de resarcimiento para los tribunales laborales y se simplificarán los despidos. Valls y Macron apuestan a derrotar a los sindicatos, para poder desregular las relaciones laborales, reduciendo el costo salarial y recuperando competitividad en la perspectiva de los tratados de libre comercio que se negocian actualmente (TTIP, TISA y Acuerdo UE-Mercosur).

En ese camino recrudecen las internas. El presidente da vía libre al ministro de Economía para que sus dos competidores en la carrera hacia las elecciones presidenciales de 2017 se anulen mutuamente. Macron, a su vez, se enfrenta por la candidatura con el presidente y con el primer ministro Valls. En este juego de destrucción mutua el gobierno de Hollande quizá tenga suerte y limite el poder sindical, pero quien herede los votos será la derecha tradicional de Nicolas Sarkozy, el único en condiciones de derrotar al populismo xenófobo de Marine Le Pen.