Agencia Télam
Opinión |
Conflicto
Por encima de los alambrados sólo se puede gritar
La crisis migratoria en la frontera oriental de la UE y la multiplicidad de intereses que la complican resaltan la necesidad de restablecer el diálogo entre el Este y el Oeste de Europa
Dr. en Ciencias Sociales
Analista internacional
Analista internacional
Aumentando la tensión reinante en la frontera entre Bielorrusia y Polonia,
un grupo de migrantes lanzó este martes piedras y palos hacia los
guardias fronterizos polacos y empezó a romper un alambrado limítrofe, a
lo que la policía polaca respondió arrojando agua, gases lacrimógenos y granadas aturdidoras.
Desde agosto pasado se viene agudizando la crisis política y diplomática entre Bielorrusia por un lado y Polonia y Lituania por el otro, que se desató por la afluencia de migrantes y refugiados de Medio Oriente y África que intentan ingresar a la Unión Europea (UE) por ese confín. Sin embargo, en este conflicto se entrelazan intereses y presiones internacionales que exceden ampliamente el ámbito limítrofe. Si bien los migrantes son sólo la carne de cañón del juego entre las potencias, su desesperación puede desatar tragedias que sólo la reconstrucción de los canales de diálogo intraeuropeo puede evitar.
El lunes 15 los ministros de Asuntos Exteriores de la UE impusieron nuevas sanciones contra Bielorrusia, acusándola de haber atraído intencionadamente a varios miles de inmigrantes de Medio Oriente y África para desestabilizar el bloque europeo.
Según ellos, Minsk habría recurrido a esta maniobra, para castigar la intromisión de Bruselas a favor de la oposición en la elección presidencial de 2020 y las protestas posteriores. Bruselas sancionará a unas 33 personas y empresas aéreas, agencias de viajes e individuos de Bielorrusia imputados de haber organizado un "empuje ilegal de migrantes".
Desde la pasada primavera boreal grandes grupos de personas que huyen de los conflictos y la pobreza en Oriente Medio y África comenzaron a volar a Minsk, para, a continuación, dirigirse a la frontera con Polonia, Lituania o Letonia con la intención de cruzarla ilegalmente y alcanzar Alemania, el destino final de la mayoría.
Desde agosto pasado se viene agudizando la crisis política y diplomática entre Bielorrusia por un lado y Polonia y Lituania por el otro, que se desató por la afluencia de migrantes y refugiados de Medio Oriente y África que intentan ingresar a la Unión Europea (UE) por ese confín. Sin embargo, en este conflicto se entrelazan intereses y presiones internacionales que exceden ampliamente el ámbito limítrofe. Si bien los migrantes son sólo la carne de cañón del juego entre las potencias, su desesperación puede desatar tragedias que sólo la reconstrucción de los canales de diálogo intraeuropeo puede evitar.
El lunes 15 los ministros de Asuntos Exteriores de la UE impusieron nuevas sanciones contra Bielorrusia, acusándola de haber atraído intencionadamente a varios miles de inmigrantes de Medio Oriente y África para desestabilizar el bloque europeo.
Según ellos, Minsk habría recurrido a esta maniobra, para castigar la intromisión de Bruselas a favor de la oposición en la elección presidencial de 2020 y las protestas posteriores. Bruselas sancionará a unas 33 personas y empresas aéreas, agencias de viajes e individuos de Bielorrusia imputados de haber organizado un "empuje ilegal de migrantes".
Desde la pasada primavera boreal grandes grupos de personas que huyen de los conflictos y la pobreza en Oriente Medio y África comenzaron a volar a Minsk, para, a continuación, dirigirse a la frontera con Polonia, Lituania o Letonia con la intención de cruzarla ilegalmente y alcanzar Alemania, el destino final de la mayoría.
En los últimos meses los principales países de origen de los migrantes fueron Irak, Siria, Afganistán, Turquía e Irán. La mayoría de ellos ha pagado entre 14 y 17.000 dólares
a agencias de viajes de Oriente Medio, que se asociaron con empresas
bielorrusas, para reservar paquetes turísticos que suelen incluir visado, vuelo y alojamiento.
Las agencias consiguen los visados en los consulados bielorrusos desde
Ankara hasta Beirut, pero actualmente los principales puntos de partida
son tres ciudades de la región kurda de Irak: Irbil, Shiladze y
Sulaymaniyah. Sobre este dato se volverá especialmente más adelante.
En octubre, Minsk restringió el número de agencias de viajes de Bielorrusia autorizadas a entregar invitaciones turísticas y los vuelos directos de Bagdad a Minsk se suspendieron en agosto, generando un aumento en los precios de los traslados.
El viernes pasado se suspendieron también para los ciudadanos de Irak, Yemen y Siria los viajes vía Turquía. Una compañía aérea privada siria suspendió sus vuelos el sábado y el lunes, finalmente, se cerraron los viajes desde Dubai. De este modo tiende a reducirse el número de inmigrantes que llega a Bielorrusia.
En octubre, Minsk restringió el número de agencias de viajes de Bielorrusia autorizadas a entregar invitaciones turísticas y los vuelos directos de Bagdad a Minsk se suspendieron en agosto, generando un aumento en los precios de los traslados.
El viernes pasado se suspendieron también para los ciudadanos de Irak, Yemen y Siria los viajes vía Turquía. Una compañía aérea privada siria suspendió sus vuelos el sábado y el lunes, finalmente, se cerraron los viajes desde Dubai. De este modo tiende a reducirse el número de inmigrantes que llega a Bielorrusia.
Todavía
no hay detalles sobre las medidas que podría tomar la UE, pero ya está
en conversaciones con una docena de países sobre el tema. En agosto, a
pedido del bloque europeo Irak accedió durante un periodo limitado a
suspender los vuelos de Bagdad a Bielorrusia.
Como resultado, Frontex, la autoridad fronteriza europea, informó que en septiembre se redujo fuertemente el número de iraquíes detectados al cruzar las fronteras terrestres orientales hacia la UE en comparación con agosto: de 1.345 a 181. Pero aún no se sabe si esta tendencia ha continuado en octubre.
Belavia ya tiene prohibido el acceso al espacio aéreo de la UE en virtud de las sanciones impuestas tras un incidente ocurrido a principios de este año, cuando un vuelo de RyanAir con destino a Lituania tuvo que aterrizar en Minsk por una emergencia y las autoridades del país aprovecharon la ocasión para detener a un agente opositor buscado por organizar atentados. Bruselas ahora discute la posibilidad de impedir también que Belavia arriende aviones a empresas con sede en la UE, principalmente irlandesas, ya que empresas de este origen gestionan más de la mitad de los alquileres de aviones en el mundo.
Varsovia y Bruselas afirman que Lukashenko está empujando deliberadamente a los migrantes hacia la UE e incluso los ayuda dándoles herramientas para cortar las vallas fronterizas, pero el gobierno de Minsk ha rechazado la imputación.
Como resultado, Frontex, la autoridad fronteriza europea, informó que en septiembre se redujo fuertemente el número de iraquíes detectados al cruzar las fronteras terrestres orientales hacia la UE en comparación con agosto: de 1.345 a 181. Pero aún no se sabe si esta tendencia ha continuado en octubre.
Belavia ya tiene prohibido el acceso al espacio aéreo de la UE en virtud de las sanciones impuestas tras un incidente ocurrido a principios de este año, cuando un vuelo de RyanAir con destino a Lituania tuvo que aterrizar en Minsk por una emergencia y las autoridades del país aprovecharon la ocasión para detener a un agente opositor buscado por organizar atentados. Bruselas ahora discute la posibilidad de impedir también que Belavia arriende aviones a empresas con sede en la UE, principalmente irlandesas, ya que empresas de este origen gestionan más de la mitad de los alquileres de aviones en el mundo.
Varsovia y Bruselas afirman que Lukashenko está empujando deliberadamente a los migrantes hacia la UE e incluso los ayuda dándoles herramientas para cortar las vallas fronterizas, pero el gobierno de Minsk ha rechazado la imputación.
Hay demasiados interesados en explotar el sufrimiento de los refugiados. Sin dudas, al presidente bielorruso le sirve presionar a la UE con ellos, para empujarla a negociar la derogación de las sanciones
contra su gobierno y el restablecimiento de las relaciones. Pero
también el presidente polaco Duda aprovecha la agudización de las
tensiones en su frontera oriental, para reclamar mayores transferencias de Bruselas, hacerse perdonar sus violaciones al Tratado de Lisboa y consolidar el frente nacionalista interno.
Rusia, por su parte, -aunque prudente y recatada- se suma a la presión bielorrusa, para advertir a la OTAN que, si ésta la amenaza en Ucrania y el Mar Negro, la recién formada Unión Ruso-Bielorrusa puede responder en cualquier frontera.
Hasta el momento Estados Unidos no se ha involucrado abiertamente en el conflicto, pero lo hará si la crisis se prolonga o agudiza. No faltan tampoco actores medio-orientales interesados en avivar el fuego.
Hasta hace pocos días Turquía permitía el embarque de refugiados de la región, pero también africanos, desde los aeropuertos de Estambul y Antalya. Es que azuzar la discordia entre la UE y Rusia-Bielorrusia mantiene vigente la política pendular de Recep T. Erdogan.
Que los EAU hayan participado hasta hace pocos días en el tráfico de refugiados no es extraño, si se consideran los múltiples lazos de los jeques del Golfo con las mafias y el tráfico de personas. Por el contrario, suscita más intriga el involucramiento en esta crisis del clan Barzani, señores del Kurdistán iraquí. Tradicionalmente cómplices de la CIA, del Mossad y de Turquía, desde la década de 1960 han participado en todos los negocios sucios de Medio Oriente, pero no se entiende qué ganarían agudizando la crisis migratoria en la frontera oriental de la UE.
Comenzada como una respuesta del gobierno bielorruso a las provocaciones occidentales para alcanzar una negociación, la crisis migratoria se ha independizado y adquirido una dinámica propia impulsada por la desesperación de los miles de personas que huyen de las guerras, la criminalidad y el hambre con la ilusión de salvarse en Europa Central.
Contener los choques entre esta masa y las fuerzas de represión polacas requiere una intensa concertación entre las capitales europeas y resalta el absurdo de un continente que ha interrumpido las líneas telefónicas y sólo se entiende a los gritos por encima de las alambradas.
Rusia, por su parte, -aunque prudente y recatada- se suma a la presión bielorrusa, para advertir a la OTAN que, si ésta la amenaza en Ucrania y el Mar Negro, la recién formada Unión Ruso-Bielorrusa puede responder en cualquier frontera.
Hasta el momento Estados Unidos no se ha involucrado abiertamente en el conflicto, pero lo hará si la crisis se prolonga o agudiza. No faltan tampoco actores medio-orientales interesados en avivar el fuego.
Hasta hace pocos días Turquía permitía el embarque de refugiados de la región, pero también africanos, desde los aeropuertos de Estambul y Antalya. Es que azuzar la discordia entre la UE y Rusia-Bielorrusia mantiene vigente la política pendular de Recep T. Erdogan.
Que los EAU hayan participado hasta hace pocos días en el tráfico de refugiados no es extraño, si se consideran los múltiples lazos de los jeques del Golfo con las mafias y el tráfico de personas. Por el contrario, suscita más intriga el involucramiento en esta crisis del clan Barzani, señores del Kurdistán iraquí. Tradicionalmente cómplices de la CIA, del Mossad y de Turquía, desde la década de 1960 han participado en todos los negocios sucios de Medio Oriente, pero no se entiende qué ganarían agudizando la crisis migratoria en la frontera oriental de la UE.
Comenzada como una respuesta del gobierno bielorruso a las provocaciones occidentales para alcanzar una negociación, la crisis migratoria se ha independizado y adquirido una dinámica propia impulsada por la desesperación de los miles de personas que huyen de las guerras, la criminalidad y el hambre con la ilusión de salvarse en Europa Central.
Contener los choques entre esta masa y las fuerzas de represión polacas requiere una intensa concertación entre las capitales europeas y resalta el absurdo de un continente que ha interrumpido las líneas telefónicas y sólo se entiende a los gritos por encima de las alambradas.
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Eduardo J. Vior