Una guerra con tres vencedores anuncia una nueva contienda
EE.UU., Rusia y China están saliendo con ganancias del conflicto de Ucrania, en tanto Europa es la mayor derrotada. Cuando se silencien los disparos, la paz estará supeditada a nuevas disputas para reordenar el mundo
Día más, día menos, Rusia va a vencer a Ucrania. Ésta va a quedar desmilitarizada, desnuclearizada, desprovista de armas bacteriológicas, desnazificada
(aunque esta limpieza demore en llegar) y neutralizada. Su
reconstrucción va a llevar años, pero, si sabe darse un gobierno
democrático y realista, lo va a conseguir. La potencia vencedora, en tanto, va a necesitar mucho tiempo, para recuperar la credibilidad perdida en Occidente
gracias a la masiva y exitosa campaña mediática de desinformación y a
los propios errores. Aunque golpeada psicológica y financieramente,
Moscú será una de las capitales del mundo nuevo cuyos perfiles ya se
avizoran.
Estados Unidos, por su parte, ha obtenido su mayor victoria: al bloquear los suministros de hidrocarburos para Europa, derrotó a Alemania y Francia, aumentando los costos de sus industrias lo suficiente, como para que la transición energética quede relegada por décadas. Al mismo tiempo, al congelar gran parte de las reservas de oro y divisas del Banco Central de Rusia, ha propinado a su adversario una fuerte paliza financiera.
El gran ganador de la jornada, empero, es China. Con una economía robusta y en continuo crecimiento, las sanciones occidentales contra Rusia no sólo han intensificado los lazos entre ambas potencias sino que han asustado suficientemente a otros emergentes en el Sur Global, como para que aumenten el uso del yuan, para reducir el daño que eventuales sanciones y/o bloqueos pueda producir. Moviéndose con soltura en el área del yuan como en la del dólar la República Popular pisa cada vez más fuerte en el parquet económico y financiero mundial.
Estados Unidos, por su parte, ha obtenido su mayor victoria: al bloquear los suministros de hidrocarburos para Europa, derrotó a Alemania y Francia, aumentando los costos de sus industrias lo suficiente, como para que la transición energética quede relegada por décadas. Al mismo tiempo, al congelar gran parte de las reservas de oro y divisas del Banco Central de Rusia, ha propinado a su adversario una fuerte paliza financiera.
El gran ganador de la jornada, empero, es China. Con una economía robusta y en continuo crecimiento, las sanciones occidentales contra Rusia no sólo han intensificado los lazos entre ambas potencias sino que han asustado suficientemente a otros emergentes en el Sur Global, como para que aumenten el uso del yuan, para reducir el daño que eventuales sanciones y/o bloqueos pueda producir. Moviéndose con soltura en el área del yuan como en la del dólar la República Popular pisa cada vez más fuerte en el parquet económico y financiero mundial.
El sistema de las Naciones Unidas y TODAS las instituciones vinculadas a él han demostrado en los últimos veinte años una flagrante incapacidad para ordenar las relaciones internacionales.
Sin normas consensuadas, reglas ni organizaciones con poder ordenador,
es imposible sostener la paz. Si los vencedores de esta guerra no
acuerdan reglas mínimas de convivencia, el próximo choque entre ellos
está programado.
Los mercados del petróleo y el gas están actualmente en pánico total. Ningún agente occidental quiere comprar el fluido ruso, a pesar de que Gazprom lo sigue suministrando debidamente a los clientes que firmaron contratos con tarifas fijas entre 100 y 300 dólares (en el mercado al contado otros están pagando más de 3.000 dólares). Es que los bancos europeos temen conceder préstamos para la compra de hidrocarburos a Rusia por la histeria provocada por la ola de sanciones. Incluso el consorcio Wintershall-Dea, que debía operar el gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania, canceló su parte de la financiación, asumiendo de facto que el gasoducto nunca se pondrá en marcha.
Europa importa unos 400.000 millones de metros cúbicos de gas al año, de los cuales 200.000 millones corresponden a Rusia. No puede sustituir tal volumen ni desde Argelia, Catar ni Turkmenistán. Con seguridad competirá con Asia para ver quién paga más y ésta última ganará.
El ataque a las exportaciones rusas se dirige asimismo a los metales de paladio, vitales para la electrónica. Rusia controla el 50% del mercado mundial de estos metales. También están los gases nobles -neón, helio, argón, xenón-, esenciales para la producción de microchips. El titanio ha subido una cuarta parte y tanto Boeing (un tercio) como Airbus (dos tercios) dependen del titanio de Rusia.
Más que a Rusia, la reciente ola de sanciones castiga a la industria alemana y la economía europea. Tras cerrarles el intercambio con Rusia, EE.UU. buscará evitar que la UE aumente su comercio con la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por su nombre en inglés), el mayor acuerdo comercial del mundo que abarca a 15 países del Asia y el Pacífico incluida China.
Los mercados del petróleo y el gas están actualmente en pánico total. Ningún agente occidental quiere comprar el fluido ruso, a pesar de que Gazprom lo sigue suministrando debidamente a los clientes que firmaron contratos con tarifas fijas entre 100 y 300 dólares (en el mercado al contado otros están pagando más de 3.000 dólares). Es que los bancos europeos temen conceder préstamos para la compra de hidrocarburos a Rusia por la histeria provocada por la ola de sanciones. Incluso el consorcio Wintershall-Dea, que debía operar el gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania, canceló su parte de la financiación, asumiendo de facto que el gasoducto nunca se pondrá en marcha.
Europa importa unos 400.000 millones de metros cúbicos de gas al año, de los cuales 200.000 millones corresponden a Rusia. No puede sustituir tal volumen ni desde Argelia, Catar ni Turkmenistán. Con seguridad competirá con Asia para ver quién paga más y ésta última ganará.
El ataque a las exportaciones rusas se dirige asimismo a los metales de paladio, vitales para la electrónica. Rusia controla el 50% del mercado mundial de estos metales. También están los gases nobles -neón, helio, argón, xenón-, esenciales para la producción de microchips. El titanio ha subido una cuarta parte y tanto Boeing (un tercio) como Airbus (dos tercios) dependen del titanio de Rusia.
Más que a Rusia, la reciente ola de sanciones castiga a la industria alemana y la economía europea. Tras cerrarles el intercambio con Rusia, EE.UU. buscará evitar que la UE aumente su comercio con la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por su nombre en inglés), el mayor acuerdo comercial del mundo que abarca a 15 países del Asia y el Pacífico incluida China.
Por lo pronto, el juego de sanciones y contrasanciones no parece
detenerse. Si bien Moscú no ha anunciado todavía la totalidad de su
réplica, un decreto oficial firmado el pasado sábado permite a las
empresas rusas saldar sus deudas en rublos. Funciona así: para pagar los
préstamos obtenidos de un país sancionador que superen los 10 millones
de rublos al mes, la empresa rusa en cuestión no precisa hacer una
transferencia en dólares o euros, sino abrir en un banco ruso una cuenta
de corresponsalía en rublos a nombre del acreedor y transferir a esta
cuenta el monto adeudado al tipo de cambio vigente. De este modo, la
factura se considerará legalmente saldada.
Esto significa que la mayor parte de los aproximadamente 478.000 millones de dólares de la deuda externa rusa puede "desaparecer" de los balances de los bancos occidentales. El equivalente en rublos estará depositado en algún lugar, pero los bancos occidentales no podrán acceder a él, hasta que Occidente levante las actuales sanciones. Es improbable que esta sencilla estrategia haya sido propuesta por los directivos y técnicos del Banco Central de Rusia, de mentalidad tan neoliberal que depositaron dos tercios de las reservas del país (estimativamente, unos 463 mil millones de dólares) en bancos occidentales, por lo que a EE.UU. se le hizo muy sencillo bloquearlas. El distanciamiento de Rusia de la economía globalizada también deberá realizarse en la mentalidad de sus dirigentes.
Desde el otro extremo de Eurasia los analistas chinos miran con preocupación creciente el desacople ruso y el hundimiento de Europa. "Estados Unidos está pisoteando su propio ideal de libre mercado, al abusar del crédito del dólar. Si Rusia logra resistir las sanciones financieras de EE.UU., podría significar el fin de una era en la que el dólar estadounidense domina el sistema mundial de pagos y liquidación de operaciones", dijo Dong Dengxin, director del Instituto de Finanzas y Valores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Wuhan, al Global Times.
Según Dong, las consecuencias de las medidas de sanción financiera de EE.UU. ya han aparecido, incluidas las recientes perturbaciones en los mercados bursátiles mundiales, pero eso no es nada comparado con la erosión a largo plazo del crédito estadounidense, ya que la gente se cuestionará sobre la seguridad de dejar fluir su capital hacia los mercados de EE.UU. "Los inversores globales deberían buscar un nuevo refugio seguro para almacenar sus activos", dijo. "Es probable que la tendencia a la salida de capitales [de EE.UU.] sea un fenómeno a largo plazo", afirmó.
China está jugando a crear el propio espacio económico, financiero y monetario, mientras sigue participando activamente en el área dólar. Tras una reunión virtual, la Unión Económica Euroasiática (EAEU, por su nombre en inglés) y la República Popular acordaron el viernes pasado poner en funcionamiento un sistema monetario y financiero internacional alternativo al vigente. La EAEU -formada por Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Bielorrusia y Armenia- está estableciendo acuerdos de libre comercio con otras naciones euroasiáticas y se está interconectando progresivamente con la Iniciativa del Camino y la Franja (BRI, por su nombre en inglés).
Se trata de un proyecto pensado por Sergei Glazyev, el economista independiente más importante de Rusia, antiguo asesor del presidente Vladimir Putin y actual ministro de Integración y Macroeconomía de la Comisión Económica de Eurasia, el organismo regulador de la EAEU. Ya desde que en 2014 EE.UU. decretó sanciones contra Rusia, Glazyev previó que Occidente usaría crecientemente este instrumento para dañar la economía de su país y argumentó (muchas veces infructuosamente) contra la credulidad globalista del Ministerio de Finanzas y del Banco Central de Rusia.
Este sistema financiero euroasiático se basará en "una nueva moneda internacional", muy probablemente con el yuan como referencia, calculada como un índice de las monedas nacionales de los países participantes así como de los precios de las materias primas. El primer borrador se discutirá ya a finales de mes. Este sistema está llamado a convertirse en una alternativa seria al dólar estadounidense, ya que la EAEU puede atraer no sólo a las naciones que se han unido a la BRI, sino también a los principales actores de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO, por su nombre en inglés), así como a la ASEAN (la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, por su nombre en inglés). Con seguridad, también los principales actores de Asia Occidental (Irán, Irak, Siria y Líbano) estarán interesados en participar.
Mientras tanto, el banco ruso Sberbank confirmó que emitirá las tarjetas de débito/crédito Mir de Rusia con la marca UnionPay de China. Alfa-Bank -el mayor banco privado de Rusia- también emitirá tarjetas de crédito y débito UnionPay. Aunque sólo se introdujo hace cinco años, el 40% de los rusos ya tiene una tarjeta Mir para uso doméstico. Ahora también podrán utilizarla a nivel internacional a través de la enorme red de UnionPay. Y sin Visa ni Mastercard, las comisiones de todas las transacciones se quedarán en el ámbito ruso-chino. La desdolarización en la práctica.
Como lo formuló el analista geopolítico norteamericano residente en Bangkok, Brian Berletic, "aunque el dólar estadounidense sigue siendo una formidable moneda de reserva en todo el mundo con un tremendo poder coercitivo, el éxito de una moneda de reserva se basa, en primer lugar, en la estabilidad, la relativa equidad y la reticencia a utilizar el poder de una moneda de reserva para coaccionar o manipular a las naciones de forma abierta".
Esto significa que la mayor parte de los aproximadamente 478.000 millones de dólares de la deuda externa rusa puede "desaparecer" de los balances de los bancos occidentales. El equivalente en rublos estará depositado en algún lugar, pero los bancos occidentales no podrán acceder a él, hasta que Occidente levante las actuales sanciones. Es improbable que esta sencilla estrategia haya sido propuesta por los directivos y técnicos del Banco Central de Rusia, de mentalidad tan neoliberal que depositaron dos tercios de las reservas del país (estimativamente, unos 463 mil millones de dólares) en bancos occidentales, por lo que a EE.UU. se le hizo muy sencillo bloquearlas. El distanciamiento de Rusia de la economía globalizada también deberá realizarse en la mentalidad de sus dirigentes.
Desde el otro extremo de Eurasia los analistas chinos miran con preocupación creciente el desacople ruso y el hundimiento de Europa. "Estados Unidos está pisoteando su propio ideal de libre mercado, al abusar del crédito del dólar. Si Rusia logra resistir las sanciones financieras de EE.UU., podría significar el fin de una era en la que el dólar estadounidense domina el sistema mundial de pagos y liquidación de operaciones", dijo Dong Dengxin, director del Instituto de Finanzas y Valores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Wuhan, al Global Times.
Según Dong, las consecuencias de las medidas de sanción financiera de EE.UU. ya han aparecido, incluidas las recientes perturbaciones en los mercados bursátiles mundiales, pero eso no es nada comparado con la erosión a largo plazo del crédito estadounidense, ya que la gente se cuestionará sobre la seguridad de dejar fluir su capital hacia los mercados de EE.UU. "Los inversores globales deberían buscar un nuevo refugio seguro para almacenar sus activos", dijo. "Es probable que la tendencia a la salida de capitales [de EE.UU.] sea un fenómeno a largo plazo", afirmó.
China está jugando a crear el propio espacio económico, financiero y monetario, mientras sigue participando activamente en el área dólar. Tras una reunión virtual, la Unión Económica Euroasiática (EAEU, por su nombre en inglés) y la República Popular acordaron el viernes pasado poner en funcionamiento un sistema monetario y financiero internacional alternativo al vigente. La EAEU -formada por Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Bielorrusia y Armenia- está estableciendo acuerdos de libre comercio con otras naciones euroasiáticas y se está interconectando progresivamente con la Iniciativa del Camino y la Franja (BRI, por su nombre en inglés).
Se trata de un proyecto pensado por Sergei Glazyev, el economista independiente más importante de Rusia, antiguo asesor del presidente Vladimir Putin y actual ministro de Integración y Macroeconomía de la Comisión Económica de Eurasia, el organismo regulador de la EAEU. Ya desde que en 2014 EE.UU. decretó sanciones contra Rusia, Glazyev previó que Occidente usaría crecientemente este instrumento para dañar la economía de su país y argumentó (muchas veces infructuosamente) contra la credulidad globalista del Ministerio de Finanzas y del Banco Central de Rusia.
Este sistema financiero euroasiático se basará en "una nueva moneda internacional", muy probablemente con el yuan como referencia, calculada como un índice de las monedas nacionales de los países participantes así como de los precios de las materias primas. El primer borrador se discutirá ya a finales de mes. Este sistema está llamado a convertirse en una alternativa seria al dólar estadounidense, ya que la EAEU puede atraer no sólo a las naciones que se han unido a la BRI, sino también a los principales actores de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO, por su nombre en inglés), así como a la ASEAN (la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, por su nombre en inglés). Con seguridad, también los principales actores de Asia Occidental (Irán, Irak, Siria y Líbano) estarán interesados en participar.
Mientras tanto, el banco ruso Sberbank confirmó que emitirá las tarjetas de débito/crédito Mir de Rusia con la marca UnionPay de China. Alfa-Bank -el mayor banco privado de Rusia- también emitirá tarjetas de crédito y débito UnionPay. Aunque sólo se introdujo hace cinco años, el 40% de los rusos ya tiene una tarjeta Mir para uso doméstico. Ahora también podrán utilizarla a nivel internacional a través de la enorme red de UnionPay. Y sin Visa ni Mastercard, las comisiones de todas las transacciones se quedarán en el ámbito ruso-chino. La desdolarización en la práctica.
Como lo formuló el analista geopolítico norteamericano residente en Bangkok, Brian Berletic, "aunque el dólar estadounidense sigue siendo una formidable moneda de reserva en todo el mundo con un tremendo poder coercitivo, el éxito de una moneda de reserva se basa, en primer lugar, en la estabilidad, la relativa equidad y la reticencia a utilizar el poder de una moneda de reserva para coaccionar o manipular a las naciones de forma abierta".
Si bien el dólar ofrece cierta estabilidad y seguridad, cada vez se
asocia más con el riesgo de sanciones, que Washington ha ido aplicando
generosamente a países de todo el mundo. Ante la nueva ola de sanciones
contra Rusia, este proceso de desdolarización se acelerará, afirma el
economista italiano Fabio M. Parenti en diálogo con Sputnik News,
aunque, según Srikanth Kondapalli, profesor de estudios chinos de la
Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, se trata de un proceso que
todavía está en su "fase inicial". El profesor explica que, a pesar de
su retórica, Pekín no muestra ninguna prisa por abandonar el billete
verde.
Los expertos en China y los economistas difieren en sus estimaciones sobre el futuro del dólar y las perspectivas del yuan, pero la mayoría de ellos coincide en que el billete verde se usará cada vez menos. Fabio M. Parenti, por su parte, señala que la economía mundial ya está ampliamente regionalizada, con muchos países que utilizan monedas locales para sus intercambios intrarregionales. Según el experto, es posible que el mundo acabe dividido en dos sistemas financieros, como en los tiempos de la Guerra Fría, pero con una tendencia general a la sustitución del dólar por el yuan.
Rusia y China son más que aliados, pero no son lo mismo. Moscú es el centro del país más grande del mundo, entre Europa y Asia, y el cristianismo ortodoxo es una de sus grandes fuentes de identidad. Con seguridad, el Kremlin no querrá prescindir totalmente de sus lazos históricos con Alemania y Francia ni renunciar a la parte europea de su cultura. El “conservadurismo optimista” que propugna Vladimir Putin tiene sus raíces en la intersección entre ambos continentes y de ahí no querrá moverse.
Los expertos en China y los economistas difieren en sus estimaciones sobre el futuro del dólar y las perspectivas del yuan, pero la mayoría de ellos coincide en que el billete verde se usará cada vez menos. Fabio M. Parenti, por su parte, señala que la economía mundial ya está ampliamente regionalizada, con muchos países que utilizan monedas locales para sus intercambios intrarregionales. Según el experto, es posible que el mundo acabe dividido en dos sistemas financieros, como en los tiempos de la Guerra Fría, pero con una tendencia general a la sustitución del dólar por el yuan.
Rusia y China son más que aliados, pero no son lo mismo. Moscú es el centro del país más grande del mundo, entre Europa y Asia, y el cristianismo ortodoxo es una de sus grandes fuentes de identidad. Con seguridad, el Kremlin no querrá prescindir totalmente de sus lazos históricos con Alemania y Francia ni renunciar a la parte europea de su cultura. El “conservadurismo optimista” que propugna Vladimir Putin tiene sus raíces en la intersección entre ambos continentes y de ahí no querrá moverse.
A su vez, China siente nuevamente cómo el mundo gira crecientemente a
su alrededor. La “comunidad de futuro para un destino común de la
humanidad” es la propuesta para una nueva convivencia entre las culturas
en beneficio de todos quienes se sumen. No se identifica con UNA
cultura, sino con un modo armonioso de convivencia entre todas.
Ambas potencias están asociadas, pero son diferentes. Necesariamente tendrán diferencias, tiempos y caminos diversos, no importa cuán bien los conjuguen.
Estados Unidos, por su parte, festeja una victoria pírrica: ha sometido a Europa y dañado financiera y comunicacionalmente a Rusia, pero cada vez tiene menos aliados. Todos temen su deslealtad y egoísmo.
Es poco probable que la pequeña elite globalista neoconservadora que pergeñó la provocación ucraniana recapacite y acepte límites a su arbitrariedad. El próximo choque parece estar a la vuelta de la esquina. Si no se acuerdan reglas ni instituciones que arbitren, este mundo de tres puntas marcha inexorablemente hacia el colapso.
Ambas potencias están asociadas, pero son diferentes. Necesariamente tendrán diferencias, tiempos y caminos diversos, no importa cuán bien los conjuguen.
Estados Unidos, por su parte, festeja una victoria pírrica: ha sometido a Europa y dañado financiera y comunicacionalmente a Rusia, pero cada vez tiene menos aliados. Todos temen su deslealtad y egoísmo.
Es poco probable que la pequeña elite globalista neoconservadora que pergeñó la provocación ucraniana recapacite y acepte límites a su arbitrariedad. El próximo choque parece estar a la vuelta de la esquina. Si no se acuerdan reglas ni instituciones que arbitren, este mundo de tres puntas marcha inexorablemente hacia el colapso.
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Eduardo J. Vior