martes, 26 de abril de 2022

Las legislativas pueden revertir el triunfo de Macron

 

Francia impulsa la reforma de Europa y el fin de la OTAN

El triunfo de Macron de este domingo puede revertirse en las legislativas de junio y conducir a una “cohabitación” con Le Pen o Mélenchon, ambos radicalmente opuestos a Bruselas.

Por Eduardo J Vior
por Eduardo J. Vior
Agencia Télam
25-04-2022 | 23:01
Emmanuel Macron fue reelecto con el 5854 de los votos
Emmanuel Macron fue reelecto con el 58,54% de los votos.


Durante el festejo de la reelección presidencial en el Campo de Marte el domingo 24 a la noche no se veían rostros felices. Todos estaban ya pendientes de la campaña para la “tercera vuelta”: el 12 y el 19 de junio próximos tienen lugar las elecciones para la nueva Asamblea Nacional y el Senado. Los sondeos ya anuncian la derrota del mandatario, quien entonces debería “cohabitar” con Marine Le Pen o con Jean-Luc Mélenchon, quienes abogan por la salida de la OTAN y la reconstitución de la Unión Europea limitando las facultades de la Comisión y la burocracia europea. Un enfrentamiento duradero entre los palacios del Elíseo y de Matignon sobre las políticas europea y de defensa paralizaría al bloque supranacional y limitaría la capacidad operativa de la alianza atlántica.
 
El presidente de Francia fue reelecto este domingo en segunda vuelta con el 58,54% de los votos contra 41,46% de Marine Le Pen. Hace cinco años Macron también había derrotado a Le Pen en balotaje, pero entonces el actual mandatario había reunido 66,1% de los sufragios, ocho puntos más que ahora, y la perdedora había conseguido el 31%, diez por ciento menos que esta vez. Al mismo tiempo la abstención, de 28,1%, es la más alta desde 1969. Por edades, un 41% de los electores entre 18 y 24 años se abstuvo, así como el 38% de los 25-34 años, según un sondeo de Ipsos.

Si a estos guarismos se suman los tres millones de votos en blanco, puede verse que la mayoría de los votantes sufragó contra Le Pen, no por Macron.

De hecho, en su mensaje postelectoral el jefe del Estado admitió el descontento que posibilitó la alta abstencióny la mejora de la performance de Le Pen y agradeció a quienes lo votaron sólo para impedir el acceso de la extrema derecha al gobierno. “La rabia y los desacuerdos que llevaron a muchos de nuestros compatriotas a votar hoy por la extrema derecha deben encontrar respuesta; será mi responsabilidad y la de los que me rodean”, afirmó Macron. Asimismo agradeció al 41% de votantes de Mélenchon que lo votaron únicamente para “bloquear” el eventual acceso de la ultraderecha al gobierno e incluso a los que se abstuvieron de votar, cuyo “silencio” prometió “responder”. “A partir de ahora ya no soy el candidato de un sector sino el presidente de todos”, subrayó el mandatario, quien anunció un “método renovado” para gobernar en su segundo período, que, aseguró, no será simplemente una “continuidad” del actual.

Hace cinco aos Macron tambin haba derrotado a Le Pen en balotaje
Hace cinco años Macron también había derrotado a Le Pen en balotaje.


Le Pen reconoció inmediatamente la derrota, aunque sostuvo que “el resultado representa en sí mismo una brillante victoria” para su sector, ya que “millones de compatriotas apostaron por el cambio”, y se comprometió a actuar como un “contrapoder fuerte”. “Continuaré mi compromiso por Francia y los franceses” y “libraré la gran batalla electoral” en los comicios parlamentarios de junio próximo, porque “el partido no terminó”, agregó la candidata de Reagrupamiento Nacional (RN, en francés).

La Unión Europea (UE) reaccionó sin demora a la continuidad de una política neoliberal y europeísta implícita en el triunfo de Macron: “Podemos contar con Francia cinco años más”, afirmó en Twitter el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Durante su campaña el mandatario reelecto abogó por “más Europa”, ya sea en materia económica, social o de defensa, y por recuperar un impulso reformista y liberal, con su propuesta estrella de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años, que en 2020 ya provocó protestas masivas. Por el contrario, la candidata derechista tenía un amplio programa social, si bien propuso inscribir la “prioridad nacional” en la Constitución, para excluir a los extranjeros de las ayudas sociales, así como abandonar el mando integrado de la OTAN y reducir las competencias de la UE.

Los comicios mostraron que se consolida tanto la polarización social como la desintegración del modelo político tradicional del país. Macron obtuvo sus mejores resultados entre votantes jubilados y de clase media y alta, mientras que Le Pen gozó de las preferencias de los trabajadores menos calificados, desempleados y precarizados. Los votantes del presidente viven principalmente en las grandes ciudades y en el oeste del país. Los opositores, en tanto, habitan sobre todo el antiguo bastión industrial del norte, en el este, a orillas del Mediterráneo y en los territorios de América Latina y el Caribe (Guayana, Martinica y Guadalupe).
 
La composicin de la prxima Asamblea Nacional va a ser clave para la gobernabilidad del pas
La composición de la próxima Asamblea Nacional va a ser clave para la gobernabilidad del país


Todo el mundo en Francia se prepara para las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio, que son presentadas por la oposición como una "tercera vuelta” susceptible de imponer una “cohabitación”. Así se llama en la jerga política francesa a la coexistencia de un presidente de un partido con un gobierno con su primer ministro surgidos de la oposición. El bloque identitario conducido por  Marine Le Pen y el bloque popular liderado por Jean-Luc Mélenchon sueñan con su respectiva victoria y que uno u otro se convierta en primer/a ministro/a. Por lo pronto, las primeras encuestas posteriores a la presidencial sugieren la posibilidad de que en las elecciones legislativas Emmanuel Macron pierda la mayoría parlamentaria.

En un sondeo de Ifop, publicado el mismo domingo el 68% de los votantes se manifestó a favor de que "la oposición tenga la mayoría de los diputados en la Asamblea Nacional e imponga a Emmanuel Macron una cohabitación". La misma encuesta también preguntó a los encuestados, si querían que los partidos salgan de las elecciones "reforzados" o "debilitados". El 39% respondió que le gustaría ver a La Francia Insumisa (LFI, el movimiento liderado por Mélenchon) "reforzada" frente al 29% que preferiría que estuviera "debilitada", una cifra comparable a la del Reagrupamiento Nacional, con un 38% contra el 36%.

”La tercera vuelta empieza esta noche”, dijo Mélenchon el domingo por la noche y recalcó que “Francia rehusó confiarle a Le Pen su porvenir y es una muy buena noticia para el pueblo”. Con todo, continuó, “sería un error creer que esta reelección equivale a continuar con la misma política”. Por lo tanto, el líder de LFI pidió a la izquierda que “no se resignen. Entren en acción francamente, masivamente. La democracia puede darnos de nuevo los medios de cambiar de rumbo”. Esos medios estarían en la elección legislativa. ”Llamo a que me elijan como Primer Ministro”, convocó Mélenchon a sus militantes.

En el mismo sentido se pronunció Marine Le Pen: “Esta noche lanzamos la gran batalla electoral de las legislativas”. Aguerrida pese a la derrota, invitó a formar un “contrapoder fuerte ante Macron”, porque, agregó, “Macron no hará nada para reparar los sufrimientos de los franceses”.

La elección presidencial de 2022 ha devuelto a los franceses la política. Después de 30 años de neoliberalismo, con su despolitización de la vida pública y la mercantilización de todas las relaciones, por primera vez la triple crisis de la pandemia de Covid-19, la crisis económico-social y la guerra en Ucrania ha obligado a los franceses a discutir sobre modelos de sociedad confrontados. Añádase a esto el hábito, de larga data en el hexágono, de tratar los problemas de Francia como si fueran los de la humanidad toda. En este caso hasta puede tener efectos positivos, si induce en el resto del continente una discusión sobre el futuro de Europa.

De cara a las legislativas las tres fuerzas están rascando la olla, para ver de dónde sacar los votos necesarios para constituirse en mayoría relativa. Es preciso tratarlas en plural, porque en la elección venidera cada distrito es un mundo, los candidatos son muy conocidos localmente y las lealtades se reparten mucho más por su prestigio y su trayectoria que por su pertenencia a uno u otro bloque. Esta característica favorece también a las fuerzas con mayor implantación territorial. Más importante aún es la trayectoria de las y los candidatos en la segunda vuelta, cuando deben cerrar alianzas con otras y otros líderes regionales con quienes se conocen desde hace décadas. En esta ocasión los líderes nacionales deben limitarse a hacer apelaciones generales y a articular con los aparatos electorales ya presentes en la diversa geografía de Francia. Por ello es que los tres principales están ya buscando alianzas con los restos de los partidos hundidos en la elección presidencial.

Macron, como es lógico, buscará aliarse con las distintas fuerzas de centro que en la primera vuelta quedaron por debajo del cinco por ciento. Se trata de partidos tradicionales de la Vª República, como Los Republicanos o el Partido Socialista, que mantienen aparatos extendidos por las distintas regiones. Le Pen, por su parte, está forzada a abrevar en la derecha nacionalista, aunque sin dudas buscará robar votos en el campo de la izquierda popular. Mélenchon, finalmente, juega una carta importante a la unidad de la izquierda, que en la primera vuelta se presentó dividida con cuatro candidatos.

Si bien fijar las líneas de la política exterior es una facultad exclusiva del presidente, en caso de que se reeditara la “cohabitación” (la última experiencia tuvo lugar entre 1997 y 2002) el gobierno presionaría al presidente, para que impulse la reforma de la Unión Europea y la salida de Francia del Comando Conjunto de la OTAN. Se trata de dos reivindicaciones muy sentidas por el pueblo francés que tanto RN como LFI incorporaron –con muy distintos fundamentos- a sus plataformas.

Por eso es que el ciclo electoral francés preocupa tanto a los jerarcas de Bruselas y a los líderes de los principales países de Europa. Si en Francia llega al gobierno una fuerza contraria al centralismo burocrático de la UE y al aventurerismo belicista de la OTAN, su influencia se hará sentir en gran parte de Europa. Una onda de soberanía popular y de independencia comienza a recorrer la península occidental de Eurasia.

viernes, 22 de abril de 2022

Nueva Delhi usa la confrontación entre Rusia y EE.UU.

India aprovecha la crisis europea para posicionarse

Lejos de alinearse contra Rusia, como exige Estados Unidos, el gobierno de Narendra Modi se beneficia de la confrontación entre Washington y Moscú incentivando su rol como actor global

Por Eduardo J Vior
por Eduardo J. Vior
Agencia Télam
22-04-2022 | 11:31
Telam SE

Acosado por la crisis política en su país, Boris Johnson llegó este jueves 21 a Nueva Delhi, para forzar la adhesión de su excolonia a la coalición antirrusa. Arribó tres semanas después de la exitosa visita del canciller ruso, Serguei Lavrov, quien a principios de abril cerró en la capital india acuerdos provechosos para ambas partes y un mes tras la visita de su colega chino, Wang Yi, que distendió las relaciones entre ambos gigantes, muy tensionadas desde los choques en la frontera del Himalaya el año pasado. India quiere aprovechar la confrontación entre EE.UU. y Rusia, para proyectarse hacia la primera liga de la política mundial, pero el camino está plagado de escollos y su elite deberá hacer gala de suma prudencia para no pelearse con tirios ni troyanos.

Johnson llegó el jueves a India en visita de dos días y el viernes por la mañana fue recibido en la residencia presidencial de Rashtrapati Bhavan. Más tarde debía reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, y con el primer ministro Narendra Modi. La relación entre Nueva Delhi y Londres fue elevada a Asociación Estratégica Integral durante una cumbre virtual el año pasado y el intercambio comercial entre ambos países se situó en 15.450 millones de dólares en 2019-20, con ventaja para la nación asiática. El Reino Unido es el sexto mayor inversor en India. Según funcionarios británicos, Boris Johnson aprovechará su estancia para impulsar el Tratado de Libre Comercio que vienen negociando desde principios de este año.

Durante su primera visita a India el primer ministro británico ofrecerá ayudar a su anfitrión a reducir su dependencia del petróleo y los equipos de defensa rusos y fortalecer la cooperación en materia de seguridad, tecnología y salud. Sin embargo, Gran Bretaña no tiene suficiente petróleo ni el tipo de equipamiento militar adecuado para vender a India. El Reino Unido era el tercer socio comercial del país asiático a principios de este siglo, pero el año pasado descendió al puesto 17 y no parece en condiciones de recuperar posiciones. Los mayores socios comerciales de India son Estados Unidos, China y los Emiratos Árabes Unidos.
Por las dudas, el portavoz del primer ministro británico ya avisó que Johnson se abstendrá de aleccionar a su colega indio. Las elites y las masas de ese país reciben mal los intentos moralizantes de los occidentales que ven como resabios de una mentalidad colonialista. No obstante, tratan a sus interlocutores con suma paciencia, porque necesitan las buenas relaciones con Estados Unidos, China y Rusia.

De los tres, Estados Unidos es el país más joven y poderoso. Las relaciones entre ambos países han oscilado a lo largo de la historia entre choques y acercamientos. Al atacar EE.UU. a Afganistán en 2001, la complicidad paquistaní con los talibanes llevó a Washington a estrechar sus vínculos con Nueva Delhi. Desde entonces las relaciones indio-estadounidenses se han desarrollado de forma bastante constante. Sin embargo, el pasado 11 de abril, cuando el secretario de Estado Antony J. Blinken y el de Defensa Lloyd J. Austin recibieron en Washington al ministro de Asuntos Exteriores de India, Subrahmanyam Jaishankar, y a su colega de Defensa, Rajnath Singh, Antony Blinken cuestionó la situación de los derechos humanos en India. Jaishankar respondió inmediatamente que su país también vigila la situación de los derechos humanos en Estados Unidos. Aunque Nueva Delhi ya había dejado en claro que su política exterior se basa en el interés nacional y Washington dice entenderlo, evidentemente la ideología puede más que el interés.

De Estados Unidos los indios necesitan dinero, tecnología y armas. Los estadounidenses, en tanto, quieren que India se convierta en un baluarte contra China, sin tener que invertir ellos fondos ni recursos. Para conseguirlo, intentan regularmente obligar a Nueva Delhi a pagar por el apoyo que le dan, a abrir totalmente su mercado a los productos y servicios norteamericanos, a participar en las iniciativas antichinas y a transformar su modelo de democracia, para adaptarlo a los estándares estadounidenses. Pero, cuanto más presionan, más se resiste India.

Por el contrario, tal como lo ve la elite del gigante surasiático, su país es ya por su propia existencia un contrapeso de China, por lo cual no tiene interés en complicarse la vida entrando en alianzas comprometedoras. El nacionalismo indio no quiere convertirse en un bastión antichino ni en un vasallo estadounidense, sino erigir un fuerte centro de poder asiático y mundial.

Si India se relaciona con Estados Unidos buscando el mutuo beneficio, su trato con China es mucho más complicado. Después de la independencia de India (1947) y de la liberación de China (1949) ambas potencias podrían haberse puesto de acuerdo, pero chocaron por un conflicto sobre el límite trazado por los británicos en 1911, librando en 1962 una guerra que India perdió. En los últimos 60 años indios y chinos no han resuelto la cuestión fronteriza ni superado el sentimiento de desconfianza mutua, pero han aprendido a comerciar con éxito. El año pasado el comercio bilateral entre ambos alcanzó un récord de más de 125.000 millones de dólares. Las exportaciones procedentes de Pekín aumentaron un 46,2%, hasta los 97.520 millones de dólares, mientras que los envíos en sentido inverso crecieron un 34,2%, hasta los 28.140 millones de dólares. O sea que el déficit comercial de India con China aumentó en 69.380 millones de dólares en 2021.

Telam SE

India no busca derrotar a China ni recuperar los territorios perdidos en 1962, sino que Pekín la reconozca como centro de poder paritario. Esto, a su vez, implicaría que China acepte que India tiene una esfera de intereses regionales propia donde China no debe inmiscuirse. Sin embargo, hasta ahora, parece que Pekín no presta suficiente atención a su vecino del sur.

El comercio de Rusia con India es bastante modesto: apenas supera los 10.000 millones de dólares. Sin embargo, Moscú sigue siendo uno de los principales socios de Nueva Delhi. Esto se debe a tres factores: la antigua amistad, la cooperación en industrias críticas y las perspectivas futuras.

La Unión Soviética ayudó en la década de 1960 a India a llevar a cabo un programa de industrialización y a construir una potente industria pesada. Las centrales eléctricas diseñadas por ingenieros soviéticos e indios dieron energía a esta industria, las personas que estudiaron de los libros soviéticos se convirtieron en su reserva de personal y las armas suministradas por la URSS garantizaron su seguridad. La URSS fue neutral en la guerra chino-india de 1962 y apoyó a India en su guerra contra Paquistán en 1971. Estos viejos vínculos están todavía muy presentes en la consciencia nacional india. Durante décadas fue la principal abastecedora de armas del país asiático.

En el ámbito económico, Rusia mantiene sus posiciones en la esfera de la energía nuclear, pero va perdiendo terreno en el campo de la investigación espacial y la cooperación técnico-militar. En parte, las élites indias están tratando de diversificar los vínculos en áreas sensibles, para no repetir la situación de principios de los noventa, cuando tras el colapso de la URSS, India se quedó sin fuente de suministro de componentes para equipos ya adquiridos. Sin embargo, también hay que considerar la incapacidad de Rusia para ofrecer la tecnología y el equipo que India necesita y el creciente retraso del complejo militar-industrial ruso. No obstante, si se ponen en marcha determinados proyectos conjuntos (vehículos aéreos no tripulados, vehículos submarinos, aviación naval), la situación sólo podría revertirse.

No obstante las dificultades, en el proyecto indio de futuro, Rusia aparece como uno de los centros de poder amigos tanto como India en las construcciones geopolíticas de los dirigentes rusos. Ahora que el país eslavo ha perdido acceso a las inversiones y los mercados occidentales, India puede convertirse en punto de transbordo para las inversiones y los bienes occidentales que van a Rusia así como en un mercado para los bienes y la tecnología rusa. En este camino, hace tres semanas ambos países acordaron la venta de 3 millones de barriles de petróleo ruso diarios pagaderos en rublos y rupias. Después de Estados Unidos y China, India es el tercer consumidor mundial de petróleo, del que importa más del 80%. En 2021 compró a Rusia unos 12 millones de barriles de los Urales, lo que hace sólo alrededor del 2% de sus importaciones totales. En realidad, los mayores suministros del año pasado procedieron de Oriente Medio, de EE.UU. y de Nigeria.

Ahora, tras la invasión de Ucrania, hay menos compradores para el crudo ruso de los Urales y su precio ha caído. Aprovechando la coyuntura, entonces, la nación surasiática ha comprado tanto el emblemático Ural, que se embarca desde puertos del oeste, como un raro cargamento de ESPO del Lejano Oriente, habitualmente favorecido por China.

Ambas naciones han acordado asimismo la venta de carbón ruso. En marzo Nueva Delhi compró 1,04 millones de toneladas de las cuales dos tercios procedían de Siberia Oriental. Rusia es el sexto proveedor de carbón coquizable y térmico de India. En tanto, a finales de marzo el ministro del Acero de India, Ramchandra Prasad Singh, anunció que su país tiene previsto duplicar sus importaciones de carbón de coque ruso, un ingrediente clave en la producción de acero. Dijo que India estaba comprando hasta 4,5 millones de toneladas, pero no especificó a qué período se refería. En comparación, en 2021 la UE compró a Rusia 48,7 millones de toneladas de carbón térmico y coquizable, aumentando su volumen de suministro a 5 millones de toneladas al mes en el último tiempo antes de la guerra en Ucrania. Por lo tanto, el intercambio de carbón es muy provechoso para India, pero para Rusia sólo remplaza mínimamente las perdidas exportaciones a Europa.

En las últimas décadas las élites políticas indias han dominado el sutil arte de balancearse entre varios polos, aprendiendo a convertir las diferencias de otras grandes potencias en su beneficio. Si la actual confrontación por Ucrania continúa, empero, India va a tener serios problemas para compatibilizar su entendimiento con Rusia en el manejo de la turbulenta política de Asia Central con su alianza con Estados Unidos y Australia para vigilar el Océano Índico. Además, si Washington se recuesta en el gobierno surgido del reciente golpe de estado parlamentario en Paquistán e India continúa desarrollando su marina al paso actual, India se acercará aún más a Rusia e intentará remplazar a EE.UU. en el Índico. La guerra en Ucrania puede convertir a India en una potencia asiática de primer rango y en una firme aspirante a sentarse a la mesa del poder mundial, pero debe ser paciente y prudente.

 

viernes, 8 de abril de 2022

Izquierdas y derechas apuntan sobre Bruselas

 

07-04-2022 23:01 - Elecciones presidenciales

Gane quien gane en Francia cuestionará a la UE

Como la primera vuelta electoral del domingo 10 de abril va a arrojar un empate técnico, el resultado de la segunda ronda del próximo 24 está abierto. Sólo es seguro que la crisis europea se agudizará

Por Eduardo J Vior
Por Eduardo J. Vior
Agencia Télam
07-04-2022 | 23:01
Foto AFP
Foto: AFP


Este domingo 10 de abril las y los franceses están convocados a votar en primera vuelta al próximo presidente de la Vª República. Si bien el mandatario actual sigue liderando en las encuestas, la crisis económica y un escándalo de corrupción le han restado adhesiones, mientras sube la intención de voto de sus dos principales contrincantes, Marine Le Pen en la extrema derecha y Jean-Luc Mélenchon en la izquierda. Si en la campaña para la segunda ronda del 24 de abril Emmanuel Macron no logra posicionarse como “opción republicana” y obtener el apoyo de la izquierda y la candidata del Reagrupamiento Nacional (RN) conquista el apoyo de otras opciones de la derecha, ésta podría convertirse en la primera presidenta de Francia. Le Pen podría entonces conjugar las demandas sociales que incorporó a su programa electoral con el extendido resentimiento contra la Unión Europea. Pocos en Francia hablan del “Frexit”, pero muchos dirigen sus cañones contra Bruselas.

A  tres días de la primera vuelta de la elección presidencial 2022 aumenta la incertidumbre: si bien el presidente Emmanuel   Macron sigue liderando las encuestas, el continuado ascenso de la candidata derechista Marine Le Pen ha puesto a ambos en situación de empate técnico.

Efectivamente, dado que el margen de error de las encuestas electorales puede alcanzar los dos puntos, ambos postulantes están hoy igualados en la intención de voto, pero con una diferencia importante: mientras que Le Pen viene mejorando, Macron   empeora continuadamente.

Fuente IFOP
(Fuente: IFOP)


Los asesores del presidente confían en que éste liderará las elecciones este domingo, pero ¿qué pasará en la segunda vuelta del 24 de abril?  De acuerdo a otra encuesta de la misma fuente (también del 7-04), en principio, el presidente vencería a su contendiente y sería reelecto:

Fuente IFOP
(Fuente: IFOP)


Sin embargo, otros relevamientos dan una diferencia menor, ya dentro del margen de error, o sea que también en la segunda vuelta podrían salir empatados. A esta indefinición contribuyen factores estructurales y coyunturales. Como si fuera poco, en medio de la campaña estalló un escándalo por malversación de fondos públicos.

El pasado 16 de marzo una comisión senatorial reportó la dependencia del actual gobierno de las consultoras y los montos pagados, especialmente a la empresa estadounidense McKinsey. Así, los gastos de consultoría de los ministerios han subido de 379,1 millones de euros en 2018 a 893,9 millones en 2021. "El fiasco de la misión de McKinsey sobre el futuro de la profesión docente", "el reparto de contratos durante la crisis sanitaria" o la utilización de la firma McKinsey pese a las dudas sobre su situación fiscal son unos ejemplos de una "opacidad" que refuerza el "clima de desconfianza", lamentaron los senadores de la comisión de investigación en un comunicado.

Según reveló el informe, Mc Kinsey habría omitido pagar impuestos en Francia durante los últimos diez años. Y todo ello con el telón de fondo de los no tan limpios vínculos entre los directivos de McKinsey y la “Macronie”.

Este escándalo se suma al cansancio de los franceses por la crisis económica, sobre todo por la suba de la inflación en general y el aumento en el costo de los servicios, especialmente la energía y los transportes, pero también los alimentos, desde el inicio de la guerra en Ucrania. La inflación en Francia aumenta rápidamente y alcanzó el 4,5% anual en marzo, según la estimación del Insee (Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos, por su nombre en francés).

Además de la subida de los precios de los productos petrolíferos, el instituto observa un claro aumento en los precios de los productos manufacturados y alimentos. Si bien de acuerdo a la ley el salario mínimo aumenta proporcionalmente de forma automática para emparejar el incremento en el costo   de   vida,   millones   de   franceses   tienen   trabajos   precarios,   están   desempleados,   son trabajadores independientes o autónomos o simplemente pobres y no perciben este aumento.

Por otra parte, en las últimas décadas los sueldos y salarios se han venido depreciando en términos reales y gran parte de la población con empleo remunerado vive poco más arriba de la línea de pobreza. Los actuales aumentos de precios golpean, entonces, muy severamente en el bolsillo de la inmensa mayoría.

Este empeoramiento coyuntural de la situación económica se da en el contexto de una creciente fractura social. En Francia las desigualdades de riqueza son mucho mayores que las de ingresos.

Telam SE


Algunas cifras llamativas: el 10% de los hogares más ricos posee casi el 50% de la riqueza total, y 160 veces más que el 10% más pobre, que no posee más de 3.800 euros de media cada uno (fuente INSEE). Según datos de Oxfam, entre 1998 y 2015 la riqueza del 10% más rico aumentó un 113%, mientras que la del 10% más pobre disminuyó un 31%.

El 1% más rico posee el 16% del total de la riqueza francesa y sólo 7 hipermillonarios poseen más que el 30% más pobre. El
haber de las mayores fortunas de Francia se ha disparado un 439% en 10 años. Esta cifra es superior a la de Alemania, Estados Unidos o el Reino Unido. Y durante la crisis la riqueza de las 500 personas más ricas de Francia ha aumentado un 30%.

La conjunción de desigualdad, empobrecimiento y la percepción de que la elite dirigente es corrupta ha creado en la población un profundo cansancio y desasosiego. Sobre este estado de ánimo han operado masivamente los medios  de información  y las redes sociales  desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Efectivamente, han tenido éxito en la medida en que han obtenido la adhesión de más de tres cuartos de la población a la posición de la OTAN.

Macron se ha beneficiado en parte de esta ola de atlantismo. El más damnificado por el giro de la opinión pública ha sido el candidato ultraderechista Eric Zemmour, quien al comienzo de la guerra sostuvo posiciones prorrusas. Todos los demás, si alguna vez tuvieron posiciones críticas hacia EE.UU., han retrocedido a los saltos y se han alineado con el consenso mayoritario.

De tanto jugar al “petit roi” Macron ya no convence como opción republicana La combinación de la “crítica desde abajo” con el alineamiento a la derecha no sólo redunda en el crecimiento de la intención de voto para Le Pen (se estima que el 48% de las y los trabajadores votarán a RN), sino también en la penetración de su programa electoral en sectores ajenos a la tradición de la extrema derecha. RN ha sabido incluir en su plataforma reivindicaciones sociales muy sentidas por los trabajadores (aumento de las jubilaciones y pensiones mínimas, jubilación opcional anticipada para los mayores de 62 años, autorizar a las empresas a aumentar los salarios para compensar la inflación, subsidios para los estudiantes que trabajan, etc.).

En conclusión, las reivindicaciones sociales aumentan a derecha e izquierda y, como hace tiempo que se han roto las identificaciones ideológicas, muchos electores van a decidir oportunistamente si votan a Le Pen o a Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa (LFI, por su nombre en francés).

Telam SE


De hecho, según una encuesta de IPSOS, cerca de un tercio de los votantes de RN optaría por LFI en el caso de que el izquierdista pasara a segunda vuelta. Ambos coinciden en su discurso anti establishment.

Esta fluidez del escenario electoral y la paridad entre los principales candidatos han suscitado en las últimas horas una intensa movilización electoral. De acuerdo a una encuesta de Ipsos-Sopra Steria (los principales institutos privados de sondeos) de este jueves a la noche un inédito 72% de los votantes piensa hacer uso de su derecho en la elección del domingo. Es difícil prever a quién favorecerá esta mayor participación electoral, previsiblemente más a Le Pen y a Mélenchon que a
Macron, pero no hay certeza.

Después de la primera vuelta se espera que el presidente apele a la “solidaridad republicana”, para conquistar el voto de la dispersa izquierda, el centro y la derecha tradicional contra el Reagrupamiento Nacional. Sin embargo, no está claro que hará Mélenchon (hoy con el 17,5% de intención de voto). Si se abstiene, una parte de sus seguidores podría volcarse a Le Pen y muchos votar en blanco. A su vez, si Le Pen continúa como hasta ahora ganando adeptos entre los votantes conservadores, podría alzarse con la elección. En el contexto de crisis económica, social, política y moral que aqueja a Francia las apelaciones a la República ya no repercuten como antes.

Toda reflexión sobre el futuro cercano de “la Grande Nation” (De Gaulle) debe formularse en oraciones condicionales. No está claro qué política implementaría realmente Marine Le Pen en caso de mudarse al Elíseo, pero muy probablemente transfiera a Bruselas el enojo popular por las políticas antisociales de los últimos quince años. La UE va a ser el destinatario de la bronca
popular por el fracaso y la inmoralidad de la elite francesa.

Pero Francia no se va a ir como el Reino Unido. Aunque en crisis, sigue siendo una potencia industrial y tiene mucho que ganar si
conquista Europa.

Por su parte, si Macron revalida, no va a poder retornar cómodamente al neoliberalismo de su primer período. Él también deberá pasar factura a Europa por la crisis y el empobrecimiento de su pueblo. Gane quien gane en Francia, tras la guerra en el este la Unión Europea deberá rendircuentas.

Entonces se verá a quién benefició tanta militancia atlantista.