07-04-2022 23:01 - Elecciones presidenciales
Gane quien gane en Francia cuestionará a la UE
Como la primera vuelta electoral del domingo 10 de abril va a arrojar un empate técnico, el resultado de la segunda ronda del próximo 24 está abierto. Sólo es seguro que la crisis europea se agudizará
Este domingo 10 de abril las y los franceses están convocados a votar en primera vuelta al próximo presidente de la Vª República. Si bien el mandatario actual sigue liderando en las encuestas, la crisis económica y un escándalo de corrupción le han restado adhesiones, mientras sube la intención de voto de sus dos principales contrincantes, Marine Le Pen en la extrema derecha y Jean-Luc Mélenchon en la izquierda. Si en la campaña para la segunda ronda del 24 de abril Emmanuel Macron no logra posicionarse como “opción republicana” y obtener el apoyo de la izquierda y la candidata del Reagrupamiento Nacional (RN) conquista el apoyo de otras opciones de la derecha, ésta podría convertirse en la primera presidenta de Francia. Le Pen podría entonces conjugar las demandas sociales que incorporó a su programa electoral con el extendido resentimiento contra la Unión Europea. Pocos en Francia hablan del “Frexit”, pero muchos dirigen sus cañones contra Bruselas.
A tres días de la primera vuelta de la elección presidencial 2022 aumenta la incertidumbre: si bien el presidente Emmanuel Macron sigue liderando las encuestas, el continuado ascenso de la candidata derechista Marine Le Pen ha puesto a ambos en situación de empate técnico.
Efectivamente, dado que el margen de error de las encuestas electorales puede alcanzar los dos puntos, ambos postulantes están hoy igualados en la intención de voto, pero con una diferencia importante: mientras que Le Pen viene mejorando, Macron empeora continuadamente.
Los asesores del presidente confían en que éste liderará las elecciones este domingo, pero ¿qué pasará en la segunda vuelta del 24 de abril? De acuerdo a otra encuesta de la misma fuente (también del 7-04), en principio, el presidente vencería a su contendiente y sería reelecto:
Sin embargo, otros relevamientos dan una diferencia menor, ya dentro del margen de error, o sea que también en la segunda vuelta podrían salir empatados. A esta indefinición contribuyen factores estructurales y coyunturales. Como si fuera poco, en medio de la campaña estalló un escándalo por malversación de fondos públicos.
El pasado 16 de marzo una comisión senatorial reportó la dependencia del actual gobierno de las consultoras y los montos pagados, especialmente a la empresa estadounidense McKinsey. Así, los gastos de consultoría de los ministerios han subido de 379,1 millones de euros en 2018 a 893,9 millones en 2021. "El fiasco de la misión de McKinsey sobre el futuro de la profesión docente", "el reparto de contratos durante la crisis sanitaria" o la utilización de la firma McKinsey pese a las dudas sobre su situación fiscal son unos ejemplos de una "opacidad" que refuerza el "clima de desconfianza", lamentaron los senadores de la comisión de investigación en un comunicado.
Según reveló el informe, Mc Kinsey habría omitido pagar impuestos en Francia durante los últimos diez años. Y todo ello con el telón de fondo de los no tan limpios vínculos entre los directivos de McKinsey y la “Macronie”.
Este escándalo se suma al cansancio de los franceses por la crisis económica, sobre todo por la suba de la inflación en general y el aumento en el costo de los servicios, especialmente la energía y los transportes, pero también los alimentos, desde el inicio de la guerra en Ucrania. La inflación en Francia aumenta rápidamente y alcanzó el 4,5% anual en marzo, según la estimación del Insee (Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos, por su nombre en francés).
Además de la subida de los precios de los productos petrolíferos, el instituto observa un claro aumento en los precios de los productos manufacturados y alimentos. Si bien de acuerdo a la ley el salario mínimo aumenta proporcionalmente de forma automática para emparejar el incremento en el costo de vida, millones de franceses tienen trabajos precarios, están desempleados, son trabajadores independientes o autónomos o simplemente pobres y no perciben este aumento.
Por otra parte, en las últimas décadas los sueldos y salarios se han venido depreciando en términos reales y gran parte de la población con empleo remunerado vive poco más arriba de la línea de pobreza. Los actuales aumentos de precios golpean, entonces, muy severamente en el bolsillo de la inmensa mayoría.
Este empeoramiento coyuntural de la situación económica se da en el contexto de una creciente fractura social. En Francia las desigualdades de riqueza son mucho mayores que las de ingresos.
Algunas cifras llamativas: el 10% de los hogares más ricos posee casi el 50% de la riqueza total, y 160 veces más que el 10% más pobre, que no posee más de 3.800 euros de media cada uno (fuente INSEE). Según datos de Oxfam, entre 1998 y 2015 la riqueza del 10% más rico aumentó un 113%, mientras que la del 10% más pobre disminuyó un 31%.
El 1% más rico posee el 16% del total de la riqueza francesa y sólo 7 hipermillonarios poseen más que el 30% más pobre. El
haber de las mayores fortunas de Francia se ha disparado un 439% en 10 años. Esta cifra es superior a la de Alemania, Estados Unidos o el Reino Unido. Y durante la crisis la riqueza de las 500 personas más ricas de Francia ha aumentado un 30%.
La conjunción de desigualdad, empobrecimiento y la percepción de que la elite dirigente es corrupta ha creado en la población un profundo cansancio y desasosiego. Sobre este estado de ánimo han operado masivamente los medios de información y las redes sociales desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Efectivamente, han tenido éxito en la medida en que han obtenido la adhesión de más de tres cuartos de la población a la posición de la OTAN.
Macron se ha beneficiado en parte de esta ola de atlantismo. El más damnificado por el giro de la opinión pública ha sido el candidato ultraderechista Eric Zemmour, quien al comienzo de la guerra sostuvo posiciones prorrusas. Todos los demás, si alguna vez tuvieron posiciones críticas hacia EE.UU., han retrocedido a los saltos y se han alineado con el consenso mayoritario.
De tanto jugar al “petit roi” Macron ya no convence como opción republicana La combinación de la “crítica desde abajo” con el alineamiento a la derecha no sólo redunda en el crecimiento de la intención de voto para Le Pen (se estima que el 48% de las y los trabajadores votarán a RN), sino también en la penetración de su programa electoral en sectores ajenos a la tradición de la extrema derecha. RN ha sabido incluir en su plataforma reivindicaciones sociales muy sentidas por los trabajadores (aumento de las jubilaciones y pensiones mínimas, jubilación opcional anticipada para los mayores de 62 años, autorizar a las empresas a aumentar los salarios para compensar la inflación, subsidios para los estudiantes que trabajan, etc.).
En conclusión, las reivindicaciones sociales aumentan a derecha e izquierda y, como hace tiempo que se han roto las identificaciones ideológicas, muchos electores van a decidir oportunistamente si votan a Le Pen o a Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa (LFI, por su nombre en francés).
De hecho, según una encuesta de IPSOS, cerca de un tercio de los votantes de RN optaría por LFI en el caso de que el izquierdista pasara a segunda vuelta. Ambos coinciden en su discurso anti establishment.
Esta fluidez del escenario electoral y la paridad entre los principales candidatos han suscitado en las últimas horas una intensa movilización electoral. De acuerdo a una encuesta de Ipsos-Sopra Steria (los principales institutos privados de sondeos) de este jueves a la noche un inédito 72% de los votantes piensa hacer uso de su derecho en la elección del domingo. Es difícil prever a quién favorecerá esta mayor participación electoral, previsiblemente más a Le Pen y a Mélenchon que a
Macron, pero no hay certeza.
Después de la primera vuelta se espera que el presidente apele a la “solidaridad republicana”, para conquistar el voto de la dispersa izquierda, el centro y la derecha tradicional contra el Reagrupamiento Nacional. Sin embargo, no está claro que hará Mélenchon (hoy con el 17,5% de intención de voto). Si se abstiene, una parte de sus seguidores podría volcarse a Le Pen y muchos votar en blanco. A su vez, si Le Pen continúa como hasta ahora ganando adeptos entre los votantes conservadores, podría alzarse con la elección. En el contexto de crisis económica, social, política y moral que aqueja a Francia las apelaciones a la República ya no repercuten como antes.
Toda reflexión sobre el futuro cercano de “la Grande Nation” (De Gaulle) debe formularse en oraciones condicionales. No está claro qué política implementaría realmente Marine Le Pen en caso de mudarse al Elíseo, pero muy probablemente transfiera a Bruselas el enojo popular por las políticas antisociales de los últimos quince años. La UE va a ser el destinatario de la bronca
popular por el fracaso y la inmoralidad de la elite francesa.
Pero Francia no se va a ir como el Reino Unido. Aunque en crisis, sigue siendo una potencia industrial y tiene mucho que ganar si
conquista Europa.
Por su parte, si Macron revalida, no va a poder retornar cómodamente al neoliberalismo de su primer período. Él también deberá pasar factura a Europa por la crisis y el empobrecimiento de su pueblo. Gane quien gane en Francia, tras la guerra en el este la Unión Europea deberá rendircuentas.
Entonces se verá a quién benefició tanta militancia atlantista.
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Eduardo J. Vior