Lula avanza con confianza y conocimiento
Año 6. Edición número 245. Domingo 27 de enero de 2013
La ocupación del Instituto Lula en el sur de la ciudad de San Pablo
por un grupo de los Sin Tierra que acabó en la tarde del jueves 24
mostró la complejidad del proceso político-social en el que se inserta
la vuelta del expresidente al centro del escenario político. La acción
–iniciada el miércoles 23, pocas horas después de que terminara en el
Instituto la reunión de intelectuales del Mercosur convocada por Lula
para discutir sobre el proceso de integración regional– fue realizada
por militantes del Movimiento de los Sin Tierra (MST), que reclamaban de
la presidenta Dilma Rousseff la promulgación de un decreto suspendiendo
el desalojo de un asentamiento en el norte del Estado de San Pablo.
Luego de varias horas de discusiones, los militantes decidieron dejar el
Instituto y mantener la ocupación de la sede del Instituto Nacional de
Colonización y Reforma Agraria (Incra) en la capital paulista.
Este conflicto materializó las discusiones mantenidas durante los dos días anteriores en el “Encuentro con intelectuales sudamericanos” en el Instituto Lula. La reunión sobre el desarrollo y la integración de América latina congregó a 30 intelectuales de distintos países. El expresidente Lula abrió las discusiones el lunes por la mañana. Según resumió especialmente el domingo pasado en Miradas al Sur el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, participante en la reunión, “el encuentro contó en primer lugar con una atenta participación de Lula, que realizó en sus dos exposiciones una meditación de gran alcance sobre el oficio del político. La fuerza sale de la confianza y el conocimiento, no de la disuasión armada. Las burocracias estatales son el resumen de las inhabilitaciones a las que están sometidos gobiernos y pueblos, pues a veces salen más caros los viajes que hacen los funcionarios para construir un puente, que el puente mismo. Latinoamérica debe estar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Brasil pretende tener un asiento efectivo, pero coordinando con los demás gobiernos de la región, sabiendo de los dilemas válidos que proponen México y la Argentina, aunque es necesaria esta participación, para evitar decisiones unilaterales, como la de Francia sobre Malí a la que no aludió más que implícitamente. La tarea política es un largo aprendizaje que comienza con el desconocimiento de las complejidades del mundo y concluye cuando se comprenden las exigencias mayúsculas que suponen mantener la igualdad social y la paz. Cuando eso se comprende, el político debe llegar a inspirarse en la confianza y no en la fuerza, sin olvidar sus orígenes”.
“La arena internacional es dificultosa –continuó reseñando González–, al punto que las convicciones originarias deben estar atentas siempre, como cuando en una reunión internacional Brasil acercó un documento divergente al grupo de los 7 y Merkel dijo ‘muy bien, lo agregaremos al documento oficial’. Y Lula debió responderle: ‘No es un mero agregado, nuestro documento implica divergencias específicas que deben ser discutidas’”. El expresidente Lula recordó que antiguamente los países de la región veían a los Estados Unidos y a Europa como socios preferenciales y se daban la espalda mutuamente, porque no creían poder mantener una relación fructífera. “Queremos aprender con ustedes –culminó Lula–, saber qué están pensando sobre este tema en la Academia (…) para crear los instrumentos para avanzar en la integración”. Las intervenciones de los participantes resaltaron que América latina vive un momento de avances, con gobiernos reformistas, democracias que avanzan y mejoras sociales. “Nunca tuvimos un momento tan propicio para este debate”, destacó Aldo Ferrer, quien subrayó tres cambios fundamentales que ya se dieron: la mejora en la calidad de las conducciones, el fracaso del neoliberalismo y la consolidación de la democracia.
Por su parte, Marco Aurélio Garcia, asesor de la Presidencia para Asuntos Internacionales, alertó que no se puede tratar este momento como “un paréntesis progresista en una historia conservadora”. Resumiendo las intervenciones restantes, Horacio González señaló que “las demás fueron todas de alto nivel, rondando una suerte de neodesarrollismo con muchos horizontes de inclusión social y combate a la inflación, punto en que todos los economistas del gobierno fueron enfáticos. La filósofa de la Universidad de San Pablo (USP) Marilena Chauí, por su parte, hizo una gran intervención con incisivas preguntas que de hecho implicaban postular que no se retornara a los esquemas desarrollistas de las décadas pasadas, que no se olvidara que el sujeto de la historia deben ser los trabajadores y que las clases medias, aceptables cuando son efectos culturales del crecimiento de los trabajadores, no pueden ser partícipes privilegiadas de un ámbito emancipador, cuando se hallan en situaciones de asfixia ideológica, como el caso de la clase media de Brasil”. Para pensar los próximos pasos, afirmó Chauí, hay que concentrarse en la cuestión de la desindustrialización y en el riesgo de establecer con China una relación de metrópolis-colonia. Se agrega a esto la necesidad de pensar sobre los actores políticos que protagonizarían esa integración y sobre cómo lidiar con la llamada “sociedad de la información” que, para Marilena, no es capaz de generar nuevos sujetos políticos por trabajar con nociones de espacio y tiempo fragmentadas.
El evento se inserta dentro de un conjunto de acciones que Lula está emprendiendo para retomar la iniciativa. La gira que se prepara para hacer próximamente por varias ciudades ayudará a fortalecer al PT en regiones estratégicas y permitirá contrarrestar la campaña presidencial anticipada del senador Aécio Neves (PSDB/Minas Gerais). No obstante, el objetivo más importante es responder efectivamente a quienes quieren implicarlo en los casos de corrupción que se dieron en la oficina de la Presidencia en San Pablo (el affaire “Puerto Seguro”) y en el esquema del “mensalão”. También aprovechando el festejo por el 459° aniversario de la fundación de San Pablo, el viernes 25 de enero, Lula saludó en Facebook a los paulistas y a su nuevo alcalde, Fernando Haddad, quien ese mismo día cumplió 50 años.
Corroborando la importancia que los dirigentes petistas dan a San Pablo, la presidenta Dilma Rousseff y Lula se encontraron allí el 25. Dilma también se reunió con Haddad (PT) y con el gobernador del Estado, Geraldo Alckmin (PSDB). Asistentes de la presidenta afirmaron que “la acción política de Lula tiene por objetivo mantener la alianza con el PMDB y el PSB, asegurando la continuidad del arco de apoyo al gobierno en un momento en el que la economía no reluce como antes”. Lula estaría intentando garantizar la “seguridad política” del gobierno, manteniendo al PSB del gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos, dentro del arco de alianzas petista. Se trata de un fuerte líder del nordeste, región que ayuda a asegurar la votación y la popularidad de la presidenta. Un segundo frente de acción está en el Congreso Nacional. La ministra de Relaciones Institucionales, Ideli Salvatti, declaró el miércoles 23 que la presidenta sigue teniendo como objetivo central de su gobierno reducir el llamado “Costo Brasil”, o sea el conjunto de factores que limitan la competitividad y la eficiencia de la industria brasileña. Para alcanzar esta meta, se promoverán en 2013 votaciones impositivas y tributarias centrales. En una segunda línea de trabajo, Lula también va a impulsar la tan postergada reforma política. Dos proyectos de ley de iniciativa popular van a proponer el fin del actual modelo de financiamiento de las campañas electorales ya para las elecciones de 2014.
Con esta batería de acciones el ex-presidente retorna al centro del escenario, sin inmiscuirse en la labor del gobierno y quitándole a la derecha la bandera de la lucha contra la corrupción. Trata de pavimentar el camino de Dilma hacia la reelección en 2014, mientras él asegura los frentes internos y externos. Su objetivo parece ser que Dilma se encargue del gobierno, él del poder.
Este conflicto materializó las discusiones mantenidas durante los dos días anteriores en el “Encuentro con intelectuales sudamericanos” en el Instituto Lula. La reunión sobre el desarrollo y la integración de América latina congregó a 30 intelectuales de distintos países. El expresidente Lula abrió las discusiones el lunes por la mañana. Según resumió especialmente el domingo pasado en Miradas al Sur el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, participante en la reunión, “el encuentro contó en primer lugar con una atenta participación de Lula, que realizó en sus dos exposiciones una meditación de gran alcance sobre el oficio del político. La fuerza sale de la confianza y el conocimiento, no de la disuasión armada. Las burocracias estatales son el resumen de las inhabilitaciones a las que están sometidos gobiernos y pueblos, pues a veces salen más caros los viajes que hacen los funcionarios para construir un puente, que el puente mismo. Latinoamérica debe estar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Brasil pretende tener un asiento efectivo, pero coordinando con los demás gobiernos de la región, sabiendo de los dilemas válidos que proponen México y la Argentina, aunque es necesaria esta participación, para evitar decisiones unilaterales, como la de Francia sobre Malí a la que no aludió más que implícitamente. La tarea política es un largo aprendizaje que comienza con el desconocimiento de las complejidades del mundo y concluye cuando se comprenden las exigencias mayúsculas que suponen mantener la igualdad social y la paz. Cuando eso se comprende, el político debe llegar a inspirarse en la confianza y no en la fuerza, sin olvidar sus orígenes”.
“La arena internacional es dificultosa –continuó reseñando González–, al punto que las convicciones originarias deben estar atentas siempre, como cuando en una reunión internacional Brasil acercó un documento divergente al grupo de los 7 y Merkel dijo ‘muy bien, lo agregaremos al documento oficial’. Y Lula debió responderle: ‘No es un mero agregado, nuestro documento implica divergencias específicas que deben ser discutidas’”. El expresidente Lula recordó que antiguamente los países de la región veían a los Estados Unidos y a Europa como socios preferenciales y se daban la espalda mutuamente, porque no creían poder mantener una relación fructífera. “Queremos aprender con ustedes –culminó Lula–, saber qué están pensando sobre este tema en la Academia (…) para crear los instrumentos para avanzar en la integración”. Las intervenciones de los participantes resaltaron que América latina vive un momento de avances, con gobiernos reformistas, democracias que avanzan y mejoras sociales. “Nunca tuvimos un momento tan propicio para este debate”, destacó Aldo Ferrer, quien subrayó tres cambios fundamentales que ya se dieron: la mejora en la calidad de las conducciones, el fracaso del neoliberalismo y la consolidación de la democracia.
Por su parte, Marco Aurélio Garcia, asesor de la Presidencia para Asuntos Internacionales, alertó que no se puede tratar este momento como “un paréntesis progresista en una historia conservadora”. Resumiendo las intervenciones restantes, Horacio González señaló que “las demás fueron todas de alto nivel, rondando una suerte de neodesarrollismo con muchos horizontes de inclusión social y combate a la inflación, punto en que todos los economistas del gobierno fueron enfáticos. La filósofa de la Universidad de San Pablo (USP) Marilena Chauí, por su parte, hizo una gran intervención con incisivas preguntas que de hecho implicaban postular que no se retornara a los esquemas desarrollistas de las décadas pasadas, que no se olvidara que el sujeto de la historia deben ser los trabajadores y que las clases medias, aceptables cuando son efectos culturales del crecimiento de los trabajadores, no pueden ser partícipes privilegiadas de un ámbito emancipador, cuando se hallan en situaciones de asfixia ideológica, como el caso de la clase media de Brasil”. Para pensar los próximos pasos, afirmó Chauí, hay que concentrarse en la cuestión de la desindustrialización y en el riesgo de establecer con China una relación de metrópolis-colonia. Se agrega a esto la necesidad de pensar sobre los actores políticos que protagonizarían esa integración y sobre cómo lidiar con la llamada “sociedad de la información” que, para Marilena, no es capaz de generar nuevos sujetos políticos por trabajar con nociones de espacio y tiempo fragmentadas.
El evento se inserta dentro de un conjunto de acciones que Lula está emprendiendo para retomar la iniciativa. La gira que se prepara para hacer próximamente por varias ciudades ayudará a fortalecer al PT en regiones estratégicas y permitirá contrarrestar la campaña presidencial anticipada del senador Aécio Neves (PSDB/Minas Gerais). No obstante, el objetivo más importante es responder efectivamente a quienes quieren implicarlo en los casos de corrupción que se dieron en la oficina de la Presidencia en San Pablo (el affaire “Puerto Seguro”) y en el esquema del “mensalão”. También aprovechando el festejo por el 459° aniversario de la fundación de San Pablo, el viernes 25 de enero, Lula saludó en Facebook a los paulistas y a su nuevo alcalde, Fernando Haddad, quien ese mismo día cumplió 50 años.
Corroborando la importancia que los dirigentes petistas dan a San Pablo, la presidenta Dilma Rousseff y Lula se encontraron allí el 25. Dilma también se reunió con Haddad (PT) y con el gobernador del Estado, Geraldo Alckmin (PSDB). Asistentes de la presidenta afirmaron que “la acción política de Lula tiene por objetivo mantener la alianza con el PMDB y el PSB, asegurando la continuidad del arco de apoyo al gobierno en un momento en el que la economía no reluce como antes”. Lula estaría intentando garantizar la “seguridad política” del gobierno, manteniendo al PSB del gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos, dentro del arco de alianzas petista. Se trata de un fuerte líder del nordeste, región que ayuda a asegurar la votación y la popularidad de la presidenta. Un segundo frente de acción está en el Congreso Nacional. La ministra de Relaciones Institucionales, Ideli Salvatti, declaró el miércoles 23 que la presidenta sigue teniendo como objetivo central de su gobierno reducir el llamado “Costo Brasil”, o sea el conjunto de factores que limitan la competitividad y la eficiencia de la industria brasileña. Para alcanzar esta meta, se promoverán en 2013 votaciones impositivas y tributarias centrales. En una segunda línea de trabajo, Lula también va a impulsar la tan postergada reforma política. Dos proyectos de ley de iniciativa popular van a proponer el fin del actual modelo de financiamiento de las campañas electorales ya para las elecciones de 2014.
Con esta batería de acciones el ex-presidente retorna al centro del escenario, sin inmiscuirse en la labor del gobierno y quitándole a la derecha la bandera de la lucha contra la corrupción. Trata de pavimentar el camino de Dilma hacia la reelección en 2014, mientras él asegura los frentes internos y externos. Su objetivo parece ser que Dilma se encargue del gobierno, él del poder.
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Eduardo J. Vior