Brasil, entre la popularidad presidencial y los desafíos
Año 6. Edición número 242. Domingo 6 de enero de 2013
El nuevo año encuentra a la presidenta brasileña en
la cresta de la aceptación popular y en la línea de largada para nuevos
emprendimientos.
La presidenta Dilma Rousseff completó la mitad de su mandato con el
78% de popularidad, pero comienza 2013 con el desafío de relanzar el
crecimiento económico, aplicar el paquete de mejoras en infraestructura y
logística, además de ampliar el alcance de los programas para sacar a
seis millones de brasileños de la indigencia. Pero su mayor reto será
contrarrestar la “Operación 2014” con la que los conservadores intentan
maniatarla desde la Justicia, los medios y el propio Congreso, para
evitar su reelección.
En 2012 Brasil tuvo el menor índice de desempleo de la historia, el 5%. Y eso a pesar de la desaceleración de la economía que, después de crecer el 2,7% en 2011, bajó al 1% en 2012. Para recuperar el ímpetu, se implementaron importantes exenciones impositivas y se liberó a las empresas del pago de las contribuciones jubilatorias. Sin embargo, los empresarios ahora se quejan por la baja de las tasas de interés bancarias. Como comentó Mino Carta –editor de la revista Carta Capital– el pasado viernes 4, “en el caso de las tasas de interés, las medidas del gobierno Dilma revelaron que muchos brasileños que se dicen empresarios son en verdad apenas especuladores”.
En el área de infraestructura, en el segundo semestre el gobierno lanzó un paquete de concesiones para el sector de logística y para el sector eléctrico que van a traer la baja de las tarifas eléctricas hogareñas. También se impulsó la modernización de puertos y aeropuertos. Al mismo tiempo, se concluyó el 38,5% de las obras previstas en la segunda etapa del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC 2). Por el contrario, no se terminaron en el plazo previsto los estadios para la Copa del Mundo de 2014 y la producción industrial brasileña en la comparación interanual mostró en noviembre una caída del 2,5%. En cambio, en el combate a la pobreza (principal meta de su gobierno) los números fueron positivos, aunque todavía queda un 3,4% de indigentes.
En la columna antes citada, Mino Carta hace un balance de la primera mitad del mandato: “En sus primeros dos años de mandato Dilma puso una marca personal a la obra de su antecesor. Se libró de ministros incómodos, siguió por los caminos trazados por Lula en la política social y exterior y lanzó, en fin, las bases de una política económica digna de un gobierno socialdemócrata adaptado a la época”. Sin embargo, advierte que “las dificultades se presentan más allá de la economía, aunque ésta sea importante. De cierta manera ya comenzó la campaña para las elecciones del año próximo y se definieron los temas a tratar. Claro que los portavoces del poder real no convencen más a la mayoría de la Nación. Sobran, empero, los problemas dentro del PT, de la coalición que apoya al gobierno en el Congreso y dentro del mismo gobierno. Asustan –añade– un Supremo Tribunal Federal y un procurador general de la República claramente comprometidos con la ‘Operación 2014’. El gobierno también debe reestructurar el Partido de los Trabajadores, hoy dividido y confundido. La intervención del fundador es indispensable. Lula es el único líder en condiciones de conducir el partido de vuelta hacia sus fuentes y a la energía con que ganó las elecciones en 2002, 2006 y 2010”.
Después de haber sufrido una gran derrota en la votación del Código Forestal, minado por el grupo transversal ruralista, la primera tarea del gobierno este año será aprobar el Presupuesto 2013, que fue frenado por la intervención extemporánea de un juez del STF. A su vez, las inundaciones que enero tras enero afectan la región serrana del estado de Río de Janeiro, destruyendo bienes y vidas, reavivaron en la primera semana del año la discusión sobre las intervenciones gubernamentales de emergencia. Con el pretexto de combatir la corrupción los conservadores han montado una maraña de controles múltiples sobre la ejecución de los planes presupuestados que muchas veces frena completamente la acción estatal. Consecuentemente, el Ministro de Integración Nacional, Francisco Bezerra, reclamó el viernes 4 una modificación de la legislación para intervenciones de emergencia.
Entre tanto, además de la crisis económica internacional y las barreras proteccionistas en EE.UU., los economistas brasileños se preocupan por la desaceleración de la economía argentina. Argentina es el tercer socio comercial de Brasil, después de China y de Estados Unidos, y cada punto de menos de crecimiento argentino significa muchos millones de dólares de menos en el comercio exterior.
Para mantener la economía en funcionamiento, el superávit primario (disponible para pagar las obligaciones de la deuda pública) fue la principal víctima de la política de reducción de impuestos y de aumento de los gastos federales. Para los especialistas, este movimiento esconde un cambio en la política fiscal. En vez de ceñirse a las metas del superávit primario, el gobierno cada vez más se aboca a controlar el déficit en las cuentas después del pago de los intereses de la deuda pública. Para esto el equipo económico confía en la caída de las tasas de interés. Sin embargo, para arreglar las cuentas y conformar a los inversores, el secretario del Tesoro, Arno Augustin, confirmó este viernes 4 que se transfirieron seis mil millones de dólares del Fondo Soberano de Brasil (FSB) al Tesoro, para ayudar a cumplir la meta de superávit primario de 2012. El FSB es un fondo de inversiones del Estado brasileño creado en 2009 para operar contracíclicamente en el contexto de la crisis mundial.
Claro que la maniobra generó la reacción de los conservadores. En la vereda de enfrente, Folha de São Paulo tituló el pasado viernes 4 que “Dilma usa una maniobra contable inédita para engordar el superávit”.
Sin oposición a la vista, el gobierno encuentra hoy sus peores adversarios en la Justicia y en los medios. No pueden derrotarlo, pero sí paralizarlo. Por eso es tanto más importante la renovación del PT. Lula y Dilma tienen diferentes estilos, pero están indisolublemente unidos. Mientras moviliza a sus bases para la nueva batalla, el jefe histórico confía en la Presidenta para un nuevo período. Como dice el repetidamente mencionado Mino Carta: “Hablo de Dilma Rousseff. Siento en ella la fe, la energía, la determinación, la capacidad y el porte de los escogidos por el destino”.
En 2012 Brasil tuvo el menor índice de desempleo de la historia, el 5%. Y eso a pesar de la desaceleración de la economía que, después de crecer el 2,7% en 2011, bajó al 1% en 2012. Para recuperar el ímpetu, se implementaron importantes exenciones impositivas y se liberó a las empresas del pago de las contribuciones jubilatorias. Sin embargo, los empresarios ahora se quejan por la baja de las tasas de interés bancarias. Como comentó Mino Carta –editor de la revista Carta Capital– el pasado viernes 4, “en el caso de las tasas de interés, las medidas del gobierno Dilma revelaron que muchos brasileños que se dicen empresarios son en verdad apenas especuladores”.
En el área de infraestructura, en el segundo semestre el gobierno lanzó un paquete de concesiones para el sector de logística y para el sector eléctrico que van a traer la baja de las tarifas eléctricas hogareñas. También se impulsó la modernización de puertos y aeropuertos. Al mismo tiempo, se concluyó el 38,5% de las obras previstas en la segunda etapa del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC 2). Por el contrario, no se terminaron en el plazo previsto los estadios para la Copa del Mundo de 2014 y la producción industrial brasileña en la comparación interanual mostró en noviembre una caída del 2,5%. En cambio, en el combate a la pobreza (principal meta de su gobierno) los números fueron positivos, aunque todavía queda un 3,4% de indigentes.
En la columna antes citada, Mino Carta hace un balance de la primera mitad del mandato: “En sus primeros dos años de mandato Dilma puso una marca personal a la obra de su antecesor. Se libró de ministros incómodos, siguió por los caminos trazados por Lula en la política social y exterior y lanzó, en fin, las bases de una política económica digna de un gobierno socialdemócrata adaptado a la época”. Sin embargo, advierte que “las dificultades se presentan más allá de la economía, aunque ésta sea importante. De cierta manera ya comenzó la campaña para las elecciones del año próximo y se definieron los temas a tratar. Claro que los portavoces del poder real no convencen más a la mayoría de la Nación. Sobran, empero, los problemas dentro del PT, de la coalición que apoya al gobierno en el Congreso y dentro del mismo gobierno. Asustan –añade– un Supremo Tribunal Federal y un procurador general de la República claramente comprometidos con la ‘Operación 2014’. El gobierno también debe reestructurar el Partido de los Trabajadores, hoy dividido y confundido. La intervención del fundador es indispensable. Lula es el único líder en condiciones de conducir el partido de vuelta hacia sus fuentes y a la energía con que ganó las elecciones en 2002, 2006 y 2010”.
Después de haber sufrido una gran derrota en la votación del Código Forestal, minado por el grupo transversal ruralista, la primera tarea del gobierno este año será aprobar el Presupuesto 2013, que fue frenado por la intervención extemporánea de un juez del STF. A su vez, las inundaciones que enero tras enero afectan la región serrana del estado de Río de Janeiro, destruyendo bienes y vidas, reavivaron en la primera semana del año la discusión sobre las intervenciones gubernamentales de emergencia. Con el pretexto de combatir la corrupción los conservadores han montado una maraña de controles múltiples sobre la ejecución de los planes presupuestados que muchas veces frena completamente la acción estatal. Consecuentemente, el Ministro de Integración Nacional, Francisco Bezerra, reclamó el viernes 4 una modificación de la legislación para intervenciones de emergencia.
Entre tanto, además de la crisis económica internacional y las barreras proteccionistas en EE.UU., los economistas brasileños se preocupan por la desaceleración de la economía argentina. Argentina es el tercer socio comercial de Brasil, después de China y de Estados Unidos, y cada punto de menos de crecimiento argentino significa muchos millones de dólares de menos en el comercio exterior.
Para mantener la economía en funcionamiento, el superávit primario (disponible para pagar las obligaciones de la deuda pública) fue la principal víctima de la política de reducción de impuestos y de aumento de los gastos federales. Para los especialistas, este movimiento esconde un cambio en la política fiscal. En vez de ceñirse a las metas del superávit primario, el gobierno cada vez más se aboca a controlar el déficit en las cuentas después del pago de los intereses de la deuda pública. Para esto el equipo económico confía en la caída de las tasas de interés. Sin embargo, para arreglar las cuentas y conformar a los inversores, el secretario del Tesoro, Arno Augustin, confirmó este viernes 4 que se transfirieron seis mil millones de dólares del Fondo Soberano de Brasil (FSB) al Tesoro, para ayudar a cumplir la meta de superávit primario de 2012. El FSB es un fondo de inversiones del Estado brasileño creado en 2009 para operar contracíclicamente en el contexto de la crisis mundial.
Claro que la maniobra generó la reacción de los conservadores. En la vereda de enfrente, Folha de São Paulo tituló el pasado viernes 4 que “Dilma usa una maniobra contable inédita para engordar el superávit”.
Sin oposición a la vista, el gobierno encuentra hoy sus peores adversarios en la Justicia y en los medios. No pueden derrotarlo, pero sí paralizarlo. Por eso es tanto más importante la renovación del PT. Lula y Dilma tienen diferentes estilos, pero están indisolublemente unidos. Mientras moviliza a sus bases para la nueva batalla, el jefe histórico confía en la Presidenta para un nuevo período. Como dice el repetidamente mencionado Mino Carta: “Hablo de Dilma Rousseff. Siento en ella la fe, la energía, la determinación, la capacidad y el porte de los escogidos por el destino”.
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Eduardo J. Vior