domingo, 18 de mayo de 2014

El abogado del ex espía es un viejo amigo de Argentina

La cara dieta del Dr. Snowden para Ángela Merkel

Año 7. Edición número 313. Domingo 18 de Mayo de 2014
Denuncias. El ex analista de la CIA podria evidenciar el nivel de complicidad entre los servicios secretos de Alemania y de los EE.UU.
Los críticos de la Canciller alemana adjudican su adelgazamiento reciente más al próximo testimonio del fugitivo ante el Bundestag que a un régimen maravilloso.

Cuando en Berlín se habla de dietas, se piensa más en las remuneraciones de los diputados del Bundestag que en regímenes para adelgazar, pero ahora soplan nuevos vientos sobre el Spree, desde que los sacos de la Canciller Ángela Merkel ya no aprietan su abdomen. Desde enero pasado, la primera ministra ha estilizado su figura. Varios ministros la siguen en el esfuerzo. Las revistas y los programas de chimentos –como siempre, el Bild-Zeitung a la vanguardia– curiosean desde hace un par de semanas en la cocina de la Cancillería federal. Que si sólo almuerza zanahorias, mucha fruta y toma agua en lugar de vino. Los opositores verdes y rojos prefieren dar como causa del repentino adelgazamiento de la Canciller la venidera declaración testimonial del “soplón” (Wistleblower) Edward Snowden ante la comisión parlamentaria de investigación del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por su sigla en inglés) de Estados Unidos contra millones de alemanes y la propia Canciller.
Luego de largas polémicas, el pasado 8 de mayo la comisión resolvió unánimemente citar a Snowden, para que el próximo 3 de julio dé testimonio sobre el espionaje. Los partidos mayoritarios (Demócratas Cristianos, CDU y Socialdemócratas, SPD) acompañaron la moción de los opositores Verdes (B90/Die Grünen) e Izquierda (Die Linke). Sin embargo, la votación sólo resolvió una parte del problema, porque la gran coalición se sigue oponiendo a que el ex espía testifique personalmente en el Bundestag.
Según el nuevo presidente de la comisión, Patrick Sensburg (CDU), en una entrevista con la revista Der Spiegel, hay que evaluar, si “es posible tomar declaración a Snowden en un tercer país seguro o por videoconferencia. Suiza, por ejemplo, tiene instalada en su embajada en Moscú una magnífica tecnología de seguridad informática”. De este modo, se podría hacer una indagatoria segura por video. El presidente de la comisión no descartó citar al testigo a Berlín, pero advirtió que “Snowden debe prepararse a ser sometido a un proceso de extradición a los Estados Unidos”.
La jefa de la izquierda en la comisión, Martina Renner, en tanto, está contenta con la votación, porque “se han creado las condiciones formales, para que Snowden pueda ser citado”. “La puerta de entrada, para que tomemos declaración a Snowden en Alemania está ahora medio abierta”, evaluó a su vez el diputado verde Hans-Christian Ströbele.
La CDU no quiere que el testimonio se tome en el Bundestag, porque –dicen– el tratado de extradición con Estados Unidos prevé la entrega inmediata de acusados por la Justicia. El gobierno federal teme también agravar su conflicto con Washington por la crisis en Ucrania, aunque la Canciller sigue muy ofendida por haber sido espiada por la NSA. En un informe que el ejecutivo entregó a la comisión argumentó que, si se cita al ex espía a Alemania “habría que prepararse a sufrir consecuencias graves en las relaciones bilaterales, especialmente en la cooperación entre los servicios de inteligencia, de enorme importancia para Alemania”.
La semana pasada, los miembros de la comisión se encontraron reservadamente con el abogado de Edward Snowden en Alemania, Wolfgang Kaleck, para discutir las modalidades de la declaración testimonial. La minoría y el propio abogado insisten en que el testigo declare personalmente, porque el reglamento de las comisiones parlamentarias de investigación se ajusta al Código de Procedimientos en lo Penal cuyo artículo 250 exige que las declaraciones sean presenciales.
En un debate sobre el tema en un centro cultural berlinés, Ströbele subrayó el pasado viernes 9 que, en caso de tener que declarar desde Moscú, Snowden no podría decir toda la verdad, porque ajustarse a los términos del asilo otorgado por Rusia en agosto pasado que prohíben al informático emprender actividades que puedan dañar las relaciones ruso-norteamericanas. Como a fin de julio caduca su asilo y no se sabe si será prolongado, el testigo debe cuidar lo que dice en suelo ruso. Con este argumento los verdes y la izquierda amenazan a la gran coalición con demandarla ante la Justicia federal, para imponer la citación a Alemania. A fin de la semana pasada el gobierno federal entregó entonces a la comisión un nuevo informe técnico sobre esta cuestión.Redactado por representantes de varios ministerios, el peritaje es confidencial y no trascendió a la prensa.
Mientras tanto, una primera encuesta sobre la cuestión, realizada por la renombrada empresa Forsa para la revista Stern entre el 8 y el 9 de mayo, dio como resultado que el 47% de los alemanes prefiere que Snowden sea oído por la comisión en trasmisión de video. El 40%, por el contrario, insiste en que declare personalmente en Berlín. Paradójicamente, el 56% de los simpatizantes de la izquierda y el 48% de los verdes están a favor de la primera opción. Lógicamente, también el 52% de los demócratas cristianos.
En su voto, la comisión parlamentaria decidió también tomar declaración a 29 testigos más, entre ellos, el periodista Glenn Greenwald, la Canciller Ángela Merkel, el ex Canciller Gerhard Schröder (actualmente alto asesor de la empresa rusa Gazprom) y el ex Ministro del Interior (hasta 2013)Hans-Peter Friedrich.
En el debate en Berlín, Ströbele y el presidente del bloque de diputados de la Izquierda, Gregor Gysi, sostuvieron que la indagación al norteamericano es fundamental para aclarar el espionaje de la NSA contra millones de ciudadanos alemanes. No obstante, Ströbele advirtió que Snowden sabe por su abogado alemán que el riesgo de extradición a Estados Unidos es grande. El verde y el izquierdista estuvieron de acuerdo en que se debe intensificar la presión pública sobre el gobierno, para que éste otorgue la visa al fugitivo. Para ello, antes de la sesión de la comisión varias organizaciones de derechos civiles entregaron a los parlamentarios una petición de residencia para Snowden firmada por 191.000 personas. Los peticionantes reclaman que se le dé residencia y no asilo, para que pueda hacer declaraciones públicas, así como la protección para testigos en riesgo.
No obstante la cerrazón de la CDU (el SPD titubea), un peritaje legal del servicio científico del Bundestag concluyó que el Derecho alemán no obliga a extraditar a Snowden a Estados Unidos, si éste va a testimoniar a Berlín. Por consiguiente, el Ministerio del Interior debería darle visa, “si no representa una amenaza a los intereses del Estado alemán”.

Un viejo compañero en la lucha por los derechos humanos. El abogado de Snowden, Wilfgang Kaleck, es un viejo compañero de luchas de las organizaciones argentinas de derechos humanos. Desde 1998 es presidente de la Coalición contra la Impunidad de los Delitos de Lesa Humanidad en Argentina que primero intentó procesar a los genocidas argentinos en Alemania por la jurisdicción universal y luego de 2003 se concentró en las demandas contra empresas alemanas (especialmente Mercedes-Benz) por su complicidad con los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura cívico-militar entre 1976 y 1983. En 2006 presentó ante la Fiscalía General en Karlsruhe, en representación de seis ex presos iraquíes de Abu Graib, una demanda por crímenes contra los derechos humanos contra el entonces Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld, que el Procurador Federal rechazó. El entonces encargado especial de la ONU para investigar los crímenes norteamericanos en Irak, el argentino Leandro Despouy, acusó entonces a la Justicia alemana de falta de independencia.
El diputado berlinés Hans-Christian Ströbele, por su parte, es también un amigo de las luchas latinoamericanas desde hace más de cuarenta años y fervoroso adherente a la Coalición contra la Impunidad que encabeza Kaleck. El año pasado viajó por su cuenta a Moscú, para entrevistarse con Snowden, y explorar su deseo de testimoniar en Alemania. Resto de lo que alguna vez fue la izquierda verde, Ströbele goza en su ancianidad de un prestigio único entre los políticos alemanes y puede permitirse gestos éticos que horrorizan a sus colegas. No le falta picardía: con hábiles apariciones mediáticas logró reavivar en la opinión pública el interés por el escándalo de espionaje. Ströbele y Snowden se convirtieron para el alemán medio en dos nombres inseparables. Su partido, en tanto, que habitualmente le da la espalda, se colgó gustoso de la nueva escenificación, para sumar puntos en las elecciones europeas de la semana próxima. Los partidos opositores atizan el sentimiento patriótico del pueblo alemán que siente que su Canciller “se postró” ante Washington.
Ströbele y Kaleck insisten en que la indagatoria se haga en Berlín, no solamente para obligar al gobierno alemán a dar a Snowden la visa de residencia en Alemania, sino también, para que una declaración testimonial bien hecha permita en el futuro presentar con chances una demanda por violación de los derechos humanos contra el gobierno norteamericano y sentar un precedente mundial.
Para la gran coalición gobernante, por su parte, prima la razón de Estado. La revelación de las dimensiones del espionaje de la NSA ha indignado a la mayoría de la población que es extremadamente sensible en la defensa de sus derechos fundamentales. Sin embargo, al mismo tiempo Alemania no puede poner más en peligro su posición en Europa, cuando Estados Unidos y el Reino Unido están agudizando la crisis ucraniana, no sólo para debilitar a Rusia, sino también para minar la influencia de Berlín sobre los miembros de la Unión Europea y de la OTAN en Europa Central, Oriental y Suroriental. Para Ángela Merkel (CDU) y su vice Sigmar Gabriel (SPD) se impone, por lo tanto, encontrar un punto medio entre la política de derechos humanos a la que el Estado alemán adhiere oficialmente y sus intereses geopolíticos. No es de extrañar entonces que, al desfilar por este estrechísimo desfiladero, el gobierno entero esté perdiendo peso aceleradamente.

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Eduardo J. Vior