¿Quién es John Doe?
Por Veintitres
Por Eduardo J. Vior
La única información que dio el Süddeutsche Zeitung al presentar hace
casi dos semanas los Papeles de Panamá fue que hace un año un tal John
Coe se puso en contacto por mail con ellos y les preguntó si querían
informaciones interesantes. Cuando se lo aceptaron y comenzó a mandar
los documentos encriptados, declaró que lo hacía porque “quiero que este
crimen se haga público”. Desde entonces no hay más informaciones sobre
el origen de la documentación. A todos los analistas les asombra que en
los mismos prácticamente no se haya mencionado hasta ahora a inversores
norteamericanos. A la vez el perfil de los líderes políticos expuestos
es muy peculiar: excepto Putin y miembros de la jerarquía china, son
todos aliados problemáticos del gobierno de Barack Obama (Salman,
Poroschenko, Cameron y Macri). Quizás esclareciendo la selección de los
blancos de esta campaña pueda inferirse quién está detrás de ella y para
qué.
En un ensayo publicado el pasado 7 de abril por la centrista Brookings Institution, C. Gaddy se burla de las versiones que complican a Vladimir Putin con las cuentas offshore. Para él suena absurdo suponer que el líder ruso necesitara una cuenta offshore para esconder su fortuna del fisco. Por el contrario, el autor ve detrás de John Coe al Servicio Ruso de Monitoreo Financiero (Rosmonitoring), una agencia para la persecución del lavado, la evasión de capitales y el financiamiento del terrorismo que depende directamente del presidente de la Federación. Esta agencia habría hackeado el banco de datos del estudio panameño para dañar la imagen de políticos occidentales y sus aliados. El que hasta ahora no haya implicado a casi ningún norteamericano se debería a que se lo estaría guardando para poder negociar con Washington. No obstante, puede entenderse el interés ruso en debilitar a Cameron, Poroschenko y al rey Salman, pero ni Mauricio Macri ni Lionel Messi parecen objetivos interesantes.
En la edición de Página 12 del domingo 10, Alfredo Zaiat refiere que el pasado 14 de marzo uno de los fundadores del estudio panameño, Ramón Fonseca Mora, respondiendo a las denuncias que lo implican en el escándalo de corrupción en Petrobras, acusó a Paul Singer de promover la campaña en su contra. No es imposible, pero no basta para explicar los ataques a las demás figuras denunciadas.
Una primera pista firme la da saber que el Consorcio de Periodismo Investigativo (ICIJ, por su sigla en inglés), que analizó durante un año la documentación, está financiado por el Centro para la Integridad Pública (CPI, por su sigla en inglés), un organismo con sede en Washington sostenido a su vez por la Fundación Ford, Carnegie Endowment, Open Society (de George Soros) y la Fundación Rockefeller, es decir, por los representantes del capital financiero concentrado con intereses productivos.
Por otra parte, el centro de las transacciones financieras mundiales está en Londres, no en Nueva York (http:// www.nytimes.com /2012 /03 /04/magazine/ how-london-surpassed-wall-street.html?). Convertida en paraíso fiscal hace más de medio siglo, junto a sus satélites (desde Guernsey y Jersey hasta Hong Kong) la City ha acaparado más de la mitad de los depósitos bancarios mundiales. El otro filón se encuentra en Wall Street, de la que dependen en el exterior las islas Bahamas, Caimán, Vírgenes, Samoa y Marshall (las dos últimas en el Pacífico) e interiormente Delaware, Florida y Nevada, entre otros estados. Sin embargo, desde el estallido de la crisis en 2007 la metrópolis británica concentró el mayor movimiento de capitales, también norteamericanos.
Hay muchos indicios de que la paulatina difusión de los Panamá Papers sirve a la estrategia del presidente Barack Obama para cerrar los paraísos fiscales, concentrar las inversiones especulativas en Estados Unidos y meter en caja a los fondos buitre, liberándose así de la tutela británica. Para esta campaña el presidente cuenta con la CIA, a la que él pertenece desde los años ochenta (http://www.infowars. com/bombshell-barack-obama-conclusively -outed-as-cia -creation/), y la comunidad de inteligencia en general. En rara coincidencia con Vladimir Putin, el gobierno de Obama puede entenderse así en parte como un esfuerzo del aparato de inteligencia por recuperar la independencia de su país frente al capital financiero especulativo.
Esta inferencia se refuerza si se observa con atención el modo en que las revelaciones están golpeando al primer ministro británico David Cameron. Después de haber despotricado demagógicamente durante años contra los evasores y de haber negado cualquier involucramiento en las inversiones de su padre Ian Cameron (fallecido en 2010), finalmente el premier tuvo que reconocer que él mismo había tenido a través del estudio Mossack Fonseca una inversión de 30.000 libras esterlinas que canceló en 2010, al ser elegido como jefe del gobierno. El premier británico apaña todas las aventuras de los buitres, sobre todo las vinculadas con el dominio sobre los recursos energéticos en Ucrania, Levante, Libia, Brasil y Argentina, entre otros lugares. Por eso Obama le pega.
El elemento común entre Cameron, Poroschenko, Salman y Macri es que son aliados que a Estados Unidos le traen más problemas que soluciones. Mientras que David Cameron es castigado para quitar a Londres el control del mercado financiero global, el presidente ucraniano representa un obstáculo mafioso para la estabilización del frente ante Rusia. El apoyo del rey saudita a los yihadistas en Levante, Magreb y Yemen, en tanto, debilita la influencia de Washington sobre sus aliados mediorientales a la hora de renegociar la relación con Irán. El presidente argentino, finalmente, se ha convertido en una pieza de recambio, después de haber entregado el manejo del país a los Estados Unidos e Israel. El que su campaña haya sido financiada por Paul Singer lo acerca demasiado a la derecha republicana, como para que un gobierno demócrata preocupado por su sucesión pueda tolerarlo.
Los Papeles de Panamá son una mina de acción retardada que irá estallando paso a paso en los próximos meses, hasta que Barack Hussein Obama pueda el próximo 20 de enero entregar el mando a Hillary Rodham Clinton con la seguridad de que el Hemisferio Occidental, Levante y el Sudeste Asiático estén firmemente en manos del Imperio y éste en condiciones de abocarse al cerco de Rusia y de China.
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Eduardo J. Vior