Putin y Trump celebran
Tiempo Argentino
18 de diciembre
por Eduardo J. Vior
18 de diciembre
por Eduardo J. Vior
Si algo debe agradecer el sufrido pueblo sirio al norteamericano es
la elección de Donald Trump. Apenas este fue electo, cesó el apoyo
militar norteamericano para los islamistas y el gobierno sirio hoy
controla casi toda Alepo.
Aunque la recuperación de la
segunda ciudad del país aproxima la reunificación del Estado, la paz aún
no asoma. Siria y Rusia se concentran ahora en retomar Palmira, ocupada
por el Estado Islámico (EI) la semana pasada. La competencia
representada por los bombardeos de EE UU y sus aliados para destruir el
armamento capturado por los islamistas al Ejército Sirio (SAA, por su
sigla en inglés) decidieron al mando ruso-sirio a priorizar la
recuperación del sitio arqueológico sobre el avance contra la
noroccidental Idlib, principal base de Yabat Fatej al-Sham, filial de Al
Qaeda en Siria.
Por su parte, Irán forzó a Turquía y Rusia a
modificar su acuerdo de cese del fuego enAlepo, para que también
incluyera a dos villorrios chiítas sitiados en la vecina Idlib. Y aún
quedan grupos rebeldes que rehúsan aceptar la tregua.
La toma
de Alepo sepultó la conspiración que los sauditas, los jeques del Golfo
y los israelíes urdieron con el apoyo de la CIA para dividir Siria.
Esta derrota norteamericana habría replicado la de Vietnam, si el 8 de
noviembre pasado no hubiera sido elegido Donald Trump, quien, convencido
del fracaso de la estrategia ejecutada por Barack Obama para instaurar
un imperio norteamericano universal, busca por la fuerza contener los
daños externos e internos.
Con el nombramiento de
RexTillerson, presidente de Exxonmobil, como secretario de Estado, Trump
ofrece a Moscú compartir el control del petróleo mundial.
Exxonmobil
coopera desde hace años estrechamente con la rusa Rosneft y fue
afectada por las sanciones impuestas por Obama y la Unión Europea contra
Rusia a raíz de la crisis en Ucrania. La designación de Tillerson
implica también impulsar junto con rusos e iraníes la construcción del
gasoducto iraní-iraquí-sirio-libanés contra el Transcaspiano y el del
Golfo a Turquía, propulsados por Chevron y Shell. Que la tubería
continúe hacia Turquía o acabe en el puerto sirio de Latakia, depende de
cómo se recomponga el equilibrio ruso-turco-norteamericano.
En
el norte los kurdos no aspiran a otra cosa que a la autonomía de su
región. Sin embargo, como demuestran las idas y vueltas de los últimos
días en Alepo y las amenazas del todavía presidente Barack Obama de
tomar represalias contra Rusia por la intervención cibernética de esta
en la campaña electoral norteamericana, Siria continúa siendo el nudo
gordiano de la política mundial que hasta ahora nadie pudo desatar ni
cortar.
El acuerdo ruso-norteamericano para repartirse el
petróleo y el gas de Levante no se alcanzará fácilmente ni bastará por
sí solo para calmar a los numerosos poderes regionales que intervienen
en ese país, pero Vladimir Putin y Donald Trump tienen buenos motivos
para brindar.
El pueblo sirio, también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Estimad@s lector@s:
Este es un blog moderado. Sus comentarios serán evaluados antes de la publicación, para evitar spam.
Agradezco su atención.
Eduardo J. Vior