jueves, 23 de marzo de 2017

La elección de Le Pen o Macron definirá a Europa

Francia: la puesta en abismo

A un mes de unas elecciones que pueden definir el futuro de Europa, los franceses oscilan entre Macron y Le Pen. Integración y economía, los ejes principales de unos comicios claves.
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Después del debate televisivo entre los cinco candidatos mejor posicionados para la primera vuelta de la elección presidencial francesa del próximo 23 de abril, Emmanuel Macron alcanzó en los sondeos a Marine Le Pen. Al otro lado del Rin, Angela Merkel debe haber suspirado de alivio, pero la decisión sobre el futuro de la integración europea no es la única opción sobre la que deben decidir los votantes galos. También está en juego el modelo económico y social y la posición ante la nueva ola proteccionista que viene de Estados Unidos. La complejidad de las decisiones pendientes carga una enorme responsabilidad sobre los hombros de las y los votantes. De la decisión de los franceses depende la suerte de Europa.

El sábado pasado el Consejo Constitucional confirmó que once candidatos disputarán la primera vuelta de la elección presidencial. Sin embargo, sólo cinco tienen chances de pasar al segundo turno a realizarse el 7 de mayo: Marine Le Pen (Front National, FN), Emmanuel Macron (En Marche!/¡En Marcha!), François Fillon (Les Republicains/Los Republicanos), Benoît Hamon (Parti Socialiste, PS), Jean-Luc Mélenchon (France Insoumisse/La Francia Insumisa).

La undécima elección presidencial de la Vª República fundada en 1958 tiene la particularidad de que, por primera vez, el Presidente no se presenta a un segundo mandato, aunque está habilitado para hacerlo. Sin voluntad de poder ni capacidad de convocatoria, François Hollande prefiere volver a su casa.
 
Por eso este lunes a la noche había tanta expectativa antes del primer debate que el canal oficial TF1 realizaría entre los cinco candidatos “mayores”. Hubo mucha polémica por la exclusión de los seis restantes, pero se justificó por el éxito de público y la complejidad de los temas a discutir. Además de la profundización de la unidad europea que Alemania reclama, el debate se ocupó de la discusión entre globalistas y proteccionistas acicateada por el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y de la progresiva reducción de la tradicional intervención del Estado francés en la economía que algunos candidatos proponen.
Las encuestas posteriores al debate demostraron que, por primera vez en la campaña Macron superó a Le Pen y alcanzó el primer puesto en las preferencias del electorado. Mientras que el primero alcanzó ya el 25,5 por ciento, la segunda se estanca en 25 puntos. Es que, gracias al descenso de François Fillon, dañado por el affaire sobre el empleo ficticio de su esposa Penélope, y al escándalo que estalló la semana pasada porque el Ministro del Interior Guido La Roux habría empleado ventajosamente a dos hijas en la administración pública, Macron está cosechando votantes en el centroderecha y el centroizquierda.

El joven dirigente (39 años) había explicado las grandes líneas de su política en su libro Révolution (2012) en el que se presenta a la vez como liberal y de izquierda y propone una “tercera vía” (a la Tony Blair) que, por ejemplo, proteja a los asalariados y no el empleo. Quiere reducir el presupuesto del Estado en 60 mil millones de euros, 25 mil de los cuales sólo en los programas sociales. Otros 10 mil pretende ahorrarlos en el subsidio de desempleo.

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Emmanuel Macron es especialista en inversión bancaria. Trabajó y acabó siendo socio de la Banca Rothschild hasta llegar al Palacio del Elíseo como asesor económico del Presidente François Hollande. Entre 2014 y 2016 se convirtió en uno de los más jóvenes ministros de Economía de la historia reciente. Como corresponde a un alto funcionario francés, realizó su formación de posgrado en la Escuela Nacional de Administración (ENA) entre 2002 y 2004, una de las “grandes escuelas” en las que se recluta la elite francesa.

En su programa electoral Macron combina fuertes bajas de impuestos a las empresas y las personas físicas con recortes presupuestarios. Propone eliminar 120.000 empleos en las administraciones públicas, descentralizar la negociación de los contratos colectivos y sustituirlos progresivamente por leyes. También promete un régimen de “tolerancia cero” hacia la delincuencia, endurecer las penas de cumplimiento efectivo e incorporar 15.000 efectivos a las fuerzas de seguridad. Del mismo modo se propone flexibilizar el acceso a la jubilación según los oficios y profesiones.

Un capítulo especial de su plataforma se dedica al fortalecimiento de la Unión Europea, por lo cual fue especialmente bien acogido por la Canciller alemana, cuando visitó Berlín hace dos semanas. Para la protección “inteligente” del mercado europeo, el ex-ministro sugiere coordinar las políticas anti-dumping. Como complemento de la unión monetaria aboga por un presupuesto común de la zona del euro.
 
En el debate del lunes Marine Le Pen necesitó sólo un minuto y medio para acusar a la Unión Europea de frenadora de la iniciativa francesa, reclamar la independencia respecto a Bruselas, aplaudir el Brexit, acusar a Merkel de hegemonista y responsabilizar a la moneda común por la disminución de la producción industrial en la mayoría de los países europeos. Sus contendientes no le respondieron.

A casi cinco semanas de la primera vuelta electoral parece haberse perfilado ya la bipolarización entre Macron y Le Pen. El primero puede aumentar su potencial electoral sumando votantes conservadores y socialistas, mientras que la segunda parece haber tocado techo. No obstante, más allá del enfrentamiento entre pro y antieuropeístas, la líder nacionalista todavía puede apelar al miedo de muchos sectores populares a perder los subsidios y las ayudas sociales, al de las corporaciones locales que se quedarían sin el impuesto inmobiliario, al de los pequeños y medianos empresarios que reniegan de la hegemonía alemana y, en general, al resentimiento popular contra el “niño bien” salido de la ENA.

Como en junio se hacen también las elecciones legislativas, los candidatos presidenciales sazonan sus campañas nacionales con los problemas regionales y locales. Junto a Alemania, Francia es uno de los pilares de la construcción europea. Del rumbo que ella tome dependerá el futuro de la UE. Con tantos factores a considerar, cualquier error que un candidato cometa puede tener consecuencias internacionales funestas. El juego está abierto y recién el 22 de abril comenzará a definirse.

martes, 14 de marzo de 2017

Los militares empujan a Trump a un choque con Irán

El camino a una nueva guerra

Por la carencia de una política consistente el presidente norteamericano avala decisiones de los militares que pueden tener consecuencias desastrosas para el mundo.
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Después de 16 años de reiteradas y fallidas intervenciones en Levante y Asia Central los Estados Unidos están ahora incrementando aceleradamente su presencia militar en Afganistán, Siria, el Golfo y Yemen, sin que Donald Trump u otro responsable político haya fijado los fines y alcances de estas operaciones. El riesgo de una confrontación con Irán aumenta, pero después del levantamiento del embargo en 2015 la nación persa retornó al mercado mundial y tiene en Rusia y China poderosos aliados. Un ataque norteamericano podría desatar un conflicto mundial que nos involucraría por la presencia de fuerzas de EE.UU., autorizada irresponsablemente por el gobierno argentino.

Ante una comisión del Senado de EE.UU. el jefe del Comando Centro del Ejército (Centcom), el general Joseph Votel, anunció el jueves pasado que solicitará al Congreso la autorización para enviar próximamente más tropas a Afganistán, Irak y Siria. Aunque el gobierno aún no se ha expedido sobre el tema, se supone que apoyará el pedido del comandante.

El reclamo es parte de un súbito incremento de la presencia militar norteamericana en la región. La semana pasada cientos de efectivos fueron desplegados en el noreste de Siria para controlar a las milicias kurdas en la decisiva batalla que se acerca para la toma de Rakka, el centro administrativo del llamado Estado Islámico (EI). Al mismo tiempo la aviación estadounidense lanzó una nueva campaña de bombardeos contra Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) en el sur de Yemen.

Los jefes militares norteamericanos se esfuerzan por presentar el repentino aumento de su presencia entre el Mediterráneo y el Hindu Kush como la continuación de una política ya iniciada bajo el gobierno de Barack Obama, pero la velocidad con la que están interviniendo en numerosos frentes a la vez revela que han dejado de lado las cavilaciones que antecedían cada operación bajo el anterior presidente.
 
El aumento de la intervención militar en Yemen ejemplifica esta falta de política. Después de semanas de intensos bombardeos en el sur del país la guerra civil entre el norte apoyado por Irán y el sur sostenido por los sauditas sigue empatada. Como la acción aérea no ha estado acompañada de gestiones diplomáticas, nadie tiene idea hasta cuándo y dónde piensa seguir bombardeando la Fuerza Aérea de EE.UU. (USAF).

Sin dudas el general Votel cumplió con su deber, cuando el pasado jueves asumió ante el Senado su responsabilidad como comandante de la desastrosa operación de fuerzas especiales que el pasado 29 de enero terminó matando a 30 civiles y causó la pérdida de un oficial estadounidense en una aldea del sur de Yemen. Éste, empero, no es el tema. Alguien debe tomar la responsabilidad política y decir qué piensan hacer en la región y qué límites están dispuestos a respetar.

También en Siria las fuerzas norteamericanas se están involucrando en el conflicto sin planificación ni concepto y pueden producir una catástrofe. El viernes pasado las fuerzas turcas que actúan en el noroeste del país junto con milicias árabes anunciaron que durante la semana habían matado a más de 70 kurdos. Ankara identifica a los milicianos kurdos del norte de Siria con los guerrilleros que combaten dentro de su territorio, pero para Estados Unidos los milicianos kurdos son por su efectividad y control del territorio norte el mejor aliado en el norte de Siria, sobre todo ante la próxima batalla por Rakka. Los kurdos, a su vez, han declarado que están en condiciones de tomar la capital del EI sin ayuda externa, o sea que desprecian la ayuda norteamericana y rechazan toda colaboración con los turcos y el gobierno sirio.

Como los turcos y los kurdos -cada uno por su lado- están cercando en el noroeste la ciudad de Manbij, las tropas estadounidenses han debido colocarse en medio de ambos para que no choquen antes de la toma de la posición islamista. Al mismo tiempo se publicaron fotografías que muestran a oficiales rusos junto con milicianos kurdos equipados por Estados Unidos, o sea que Washington no puede confiar en ninguno de sus aliados.

Sin concepto ni plan los norteamericanos están aumentando vertiginosamente su presencia militar simultáneamente en Siria, el Golfo, Yemen y Afganistán. En todos estos frentes pueden chocar con fuerzas apoyadas por Irán y/o Rusia. Si Washington no define públicamente su política para la región, acciones irreflexivas de los militares pueden fácilmente producir reacciones difíciles de controlar que obliguen a Irán, Rusia y China a intervenir para proteger sus intereses y a sus aliados. Una escalada de este nivel podría tener consecuencias mundiales, por lo que es aconsejable que el gobierno argentino, que ha abierto tan generosamente cuarteles y bases navales y aéreas argentinas a tropas norteamericanas, intervenga para moderar en algo a su poderoso aliado.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Argentina no puede ser el "aliado privilegiado" de EE.UU.

Macri go home

A pesar de su autopostulación como “interlocutor privilegiado”, el gobierno argentino no encaja con la Casa Blanca y Trump lo empuja de vuelta hacia América Latina.
Foto: AFP
Foto: AFP

El gobierno de Mauricio Macri subió el 10 de diciembre de 2015 con el objetivo de alejar a Argentina de América Latina, alinearla con el proyecto globalista de Barack Obama y Hillary Clinton y ofrecerse como bisagra entre las zonas de libre comercio del Pacífico y el Atlántico. Catorce meses más tarde, la estrategia de Donald Trump para fracturar el mercado mundial en áreas comerciales dominadas por grandes potencias rivalizantes empuja a los conservadores argentinos de vuelta a su continente. Ahora bien, como este imprevisto y brutal retorno a nuestro entorno histórico les repele, el regreso se perfila como más desastroso aún que la ida hacia el globalismo.

Mauricio Macri se muestra mucho más cauto que hace unos meses cuando le preguntan por Donald Trump. Ya no dice que es un hombre “totalmente chiflado”. Entrevistado el pasado jueves 23 en Madrid por el fundador del grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, prefirió definirlo como “un personaje particular” al que “hay que darle tiempo”. No obstante, dejó en claro en sus presentaciones que no comparte la visión proteccionista del nuevo presidente de los Estados Unidos y se presentó como un “convencido defensor del libre comercio”. También manifestó su voluntad de intensificar lazos con México y Brasil para coordinar posiciones en el G-20 y en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Del mismo modo, insistirá para impulsar la firma del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur.

Tanto globalismo no podía caer bien en Washington. 48 horas tardó la embajada de EE.UU. en Buenos Aires hasta sacar un comunicado de forma sobre la conversación telefónica que ambos mandatarios mantuvieron el pasado 14 de febrero. El informe tiene apenas tres líneas y media en las que consta que Trump destacó “las fuertes y duraderas relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Argentina”. Luego, subrayó “el liderazgo que el Presidente Macri está desempeñando en la región”. Como último punto menciona que el jefe de Estado fue invitado a visitar Washington “en los próximos meses”. La tardanza en publicar el comunicado y la insistencia -como único tema- en la valoración que Trump haría de Macri sugieren que varias llamadas de la Casa Rosada fueron necesarias para que la minuta saliera a la luz.
 
El gobierno de Cambiemos confió desde el inicio en “la lluvia de inversiones” y la apertura hacia el Acuerdo Transpacífico (TPP) que -en su cálculo- le permitiría jugar como bisagra hacia la Unión Europea y beneficiarse a dos bandas. Pero la llegada de Trump, la retirada norteamericana del TPP y su bloqueo a las importaciones de limones argentinos, combinados con la resistencia de varios países europeos a abrirse a las importaciones agropecuarias provenientes de nuestro país, así como la desconfianza generalizada con la que potencias y empresas europeas ven la capacidad de la resistencia popular para bloquear las políticas neoliberales han dejado a los conservadores a la intemperie. Ni los norteamericanos los cuidan ni los europeos les dan cheques en blanco.

Trump y Macri comparten la misma ideología reaccionaria. Ambos son hijos de empresarios exitosos que acrecentaron la riqueza y el poder de sus familias por métodos cuasi-mafiosos. Llegados al poder, los dos armaron gobiernos de CEOs y se presentan como ajenos a la política. Sin embargo, los ejecutivos de Trump buscan hacer nuevamente de Estados Unidos una potencia, mientras que los de Macri aumentan la riqueza de los capitales y monarcas extranjeros.

El gobierno argentino cometió el enorme error de inmiscuirse a favor de los demócratas en la campaña electoral norteamericana. Este error lo cobró ásperamente Ivanka Kushner Trump al meterse en la primera conversación que su padre y Macri mantuvieron el pasado 14 de noviembre después del triunfo del primero y reclamar a Macri que facilitara la construcción de una torre en Puerto Madero, a lo que éste accedió raudo.

El gobierno argentino insiste en su optimismo de oficio sobre el desarrollo de las relaciones con EE.UU., pero “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. Mauricio Macri ganó las elecciones del 25 de octubre de 2015 como ejecutor de un plan de los fondos buitre, el J.P. Morgan, el HSBC y las coronas de Gran Bretaña y Holanda, para apropiarse de los recursos energéticos y mineros argentinos, entregar el Atlántico Sur a la marina británica y -golpe en Brasil mediante- alinear el continente con el globalismo. Sin embargo, la realidad le pegó una patada en la nuca. En vez de Hillary vino Donald y en lugar del libre comercio, la fractura del mundo en cotos de caza exclusivos de las grandes potencias. Argentina entró en el angloholandés, no en el norteamericano.

La expulsión del área comercial norteamericana y las persistentes barreras que bloquean el ingreso a Europa están devolviendo a los conservadores argentinos al ámbito del que nunca debieron salir: a América Latina. En los países mayores del continente, empero, no gobiernan patriotas con visión estratégica, sino mediocres reaccionarios que buscan un imperio al que someterse. Tanto Peña Nieto como Temer y Macri ansían acceder al mercado estadounidense, pero Trump impide su ingreso. Ante el cercano colapso los tres se ven forzados a coordinar su salida al mundo. La realidad los empuja a unirse defensivamente, lo que termina por alejarlos de todo acuerdo de libre comercio con potencias exteriores. Buscando a Estados Unidos, Mauricio Macri puede terminar por descubrir América Latina, pero de la peor manera.