El establishment intenta controlar el racismo que impulsa la Casa Blanca
Donald Trump movilizó a los nacionalistas, para exceder a los
partidos, el Congreso, el sistema de inteligencia y las fuerzas armadas
que le impiden realizar su programa aislacionista y proteccionista
Eduardo J. Vior
Tiempo Argentino
20 de agosto de 2017
Tiempo Argentino
20 de agosto de 2017
El
desplazamiento, el viernes, de Stephen Bannon, asesor ideológico de
Donald Trump, confirmó que el Estado Mayor Conjunto y los senadores
republicanos decidieron poner un límite a la movilización de los
supremacistas blancos por la Casa Blanca, ordenar la caótica gestión de
su gobierno y devolver el país al intervencionismo en los asuntos
mundiales.
Todo comenzó cuando el sábado 12 un coche
atropelló intencionalmente en Charlottesville, Virginia, a manifestantes
que protestaban contra una marcha neonazi que, a su vez, procuraba
evitar el derribo de la estatua del general Robert E. Lee, comandante de
los ejércitos de la Confederación durante la guerra civil (1861-1865).
El conductor mató a la agente financiera Heather Heyer e hirió a otras
19 personas. Durante los hechos murieron también dos agentes estaduales,
cuando cayó el helicóptero desde el que observaban los choques. Al
comentar los acontecimientos, el presidente tuvo el mal tino de igualar a
los manifestantes neonazis y a sus contrarios de izquierda, acusándolos
por igual de violentos.
Como la oleada de críticas a sus
palabras incluyó a parlamentarios republicanos y altos militares, dos
días después el mandatario amenazó a los supremacistas blancos con
perseguirlos legalmente. No obstante, un día después (martes 15)
retrocedió, diciendo que los derechistas, en realidad, solo habían
respondido a la violencia de la izquierda. Finalmente, intentó dar el
pésame a la madre de la asesinada, pero la señora se negó a atender el
teléfono.
En protesta por las palabras del presidente, ocho
líderes empresarios renunciaron a los dos consejos asesores de la
Presidencia que integraban. En lugar de lamentar la decisión, el
mandatario clausuró sin más ambas entidades.
¿Quiénes son los
supremacistas?
La idea de la superioridad de la raza blanca sobre los
demás pueblos de EE UU y sobre el mundo es parte de la ideología
fundacional de la nación desde el siglo XVIII, pero últimamente ha
adquirido una especial virulencia. Amplios sectores de la clase
trabajadora y la baja clase media blanca creen hoy que los blancos están
condenados a la extinción ante la "avalancha" de gente de color
controlada y manipulada por los judíos. Esta creencia se expresa en las
llamadas 14 palabras: "Debemos asegurar la existencia de nuestro pueblo y
el futuro para los niños blancos".
Desde que en 2009 comenzó la
actual expansión supremacista, su número no creció tanto, pero están más
nerviosos y agitados, provocando más actos violentos y más graves. La
mayoría de ellos no adhiere a organizaciones, lo que los hace aun más
incontrolables. El movimiento supremacista tiene diferentes componentes:
1) los neonazis, 2) los cabezas rapadas, 3) los blancos supremacistas
"tradicionales", 4) los miembros de la llamada Christian Identity y 5)
las bandas supremacistas en las prisiones. Las últimas, sobre todo,
están creciendo aceleradamente. Además, hay un creciente número de
"odinistas" (adoradores del dios nórdico Odín) o supremacistas paganos.
También es muy importante la llamada "derecha alternativa" (altright, en
inglés), liderada por el propio Stephen Bannon y organizada
–principalmente en las redes digitales– desde el portal Breitbart y The
American Prospect. Los líderes de este grupo pueden ser considerados
como "intelectuales" que buscan justificar públicamente la barbarie
supremacista. Se trata de un informal enjambre de grupos y
organizaciones que se conectan mayormente a través de las redes.
Los
alternativos son aislacionistas (o sea, contrarios a las intervenciones
de EE UU en la política mundial), proteccionistas, antisemitas y
supremacistas blancos. A menudo son también neonazis, nativistas,
islamofóbicos, antifeministas, homofóbicos, populistas y
neorreaccionarios.
Si bien la gama de sus actividades es muy
variada, están crecientemente envueltos en hechos violentos. El 83% de
las muertes relacionadas con extremismo en EE UU ha sido cometido en los
últimos diez años por supremacistas y en el 52% de los tiroteos entre
extremistas y la policía han estado involucrados ellos. Sin embargo, la
mayoría de las muertes de las que son responsables tenían simples
motivaciones criminales.
El supremacismo racista es sintomático de
la cultura estadounidense desde el inicio de la colonización. EE UU fue
construido sobre la esclavitud, el genocidio contra los indios, la
violencia de clase y contra las minorías, y en base a un sangriento
supremacismo masculino blanco.
Trump, por su parte, movilizó a
los nacionalistas, para rebalsar a los partidos, el Congreso, el sistema
de inteligencia y las fuerzas armadas que le impiden realizar su
programa aislacionista, proteccionista y desarrollista. Pero los
militares norteamericanos piensan en términos del universalismo liberal
de la Segunda Guerra Mundial y aventaron el peligro neonazi con un golpe
de Estado de palacio. Ahora es probable que el magnate-presidente
intensifique su retórica, para mantener una aparente autonomía, mientras
retorna al libre comercio y envía tropas a todo el mundo. Salimos de la
sartén, para caer en el fuego. «
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Eduardo J. Vior