En Corea Rusia también pone paños fríos
Ante
una agresividad norteamericana crecientemente descontrolada, Vladímir
Putin busca cooperar con China restableciendo reglas para el orden
mundial
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
26 de abril de 2019
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26 de abril de 2019
Cuando
los presidentes de Rusia y Corea del Norte se separaron en Vladivostok
en la tarde del jueves 25, no repararon el daño causado por el fracaso
de la cumbre entre Donald Trump y Kim Jong Um en Hanoi en febrero
pasado, pero avisaron a los halcones que rodean al mandatario
norteamericano que no hay lugar para aventuras en Asia Oriental. En
Asia, el Cercano Oriente ampliado y América Latina Moscú multiplica sus
esfuerzos, más o menos coordinados con China, para mantener la paz y
contener el desorden que está provocando el intervencionismo de
Washington.
Más allá de los
previstos 50 minutos, las conversaciones entre ambos mandatarios se
extendieron por un total de cinco horas ilustrando el éxito del
encuentro. Durante dos horas Putin y Kim dialogaron a puerta cerrada
sobre el contencioso nuclear en la península y las relaciones
bilaterales entre dos países. No estaba previsto que se firmara
comunicado ni declaración conjunta alguna, pero el
líder ruso ofreció después una rueda de prensa en la que abogó por dar
«garantías de seguridad» al régimen de Pyonyang para que éste acepte
renunciar de forma definitiva a las armas atómicas. Putin dio, además, a
entender que dichos avales debían ser «jurídicos», es decir, plasmarse
en un tratado.
El presidente ruso
declaró también que informaría a la parte norteamericana de los
resultados de sus gestiones con Kim Jong-un. Aunque Moscú y Washington
coinciden en que la península coreana esté libre de armas atómicas,
EE.UU. ha optado en este caso también por aplicar sanciones para obligar
a Corea del Norte a negociar bajo sus condiciones. Por el contrario,
Rusia defiende siempre la vía diplomática y las negociaciones
multilaterales. De hecho, varias veces ha sido acusada de violar los embargos económicos de la ONU contra el régimen norcoreano.
En
esta reunión cumbre Putin ha vuelto a insistir en el plan que Rusia y
China presentaron en la ONU en 2017 para alcanzar la desnuclearización
de Corea garantizando la “estabilidad” del régimen del Norte, evitando
alteraciones drásticas en el tablero geopolítico y previniendo una
crisis masiva de refugiados. En agudo contraste con la retórica belicosa
de la Administración Trump y de Washington en general, Rusia y China
proponen conversaciones 5+1 (Corea del Norte, China, Rusia, Japón y
Corea del Sur, más Estados Unidos) en territorio neutral y el
desmantelamiento progresivo de las sanciones económicas contra
Pyongyang.
Si bien esta reunión no
va a influir directamente sobre la reanudación de las conversaciones
entre Trump y Kim, que fracasaron en febrero pasado en Vietnam por el
masivo bloqueo ejercido por el Secretario de Estado Mike Pompeo, envía a
los neoconservadores que desde enero pasado se han adueñado de la Casa
Blanca una poderosa advertencia, para que bajen el tono de la
confrontación con el presidente norcoreano.
Éste
es sólo uno de los escenarios mundiales en los que Rusia, en el marco
de un acuerdo global con China, está tratando de controlar las aventuras
en las que John Bolton, Mike Pompeo, su propio yerno Jared Kushner y
Elliot Abrams quieren involucrar al presidente Trump. El mandatario está
pagando muy cara su fanfarronada ante el Congreso, cuando cerró el
gobierno a principio de año, para obligar al Capitolio a votarle los
fondos para el muro en la frontera con México. Al ser derrotado, perdió
el control de la política exterior y de la estrategia internacional. Así
se acumulan actualmente las confrontaciones con Venezuela, Irán, Rusia
(en el Mediterráneo y en Europa Oriental), China (en el plano comercial y
en América Latina) y el recalentamiento de la guerra en Libia. En la
mayoría de los frentes Rusia y China intentan echar paños fríos y forzar
instancias de negociación. En Libia, en tanto, Moscú se está
involucrando a favor de los rebeldes del Este, apoyados por Arabia
Saudita, Egipto, los Emiratos y EE.UU., para neutralizar la influencia
anglofrancesa y forzar negociaciones.
En
el marco de una crecientemente agresiva confrontación internacional que
en cualquier escenario puede desembocar en guerras y de una amenazante
crisis económica mundial, intentos como el que Putin emprendió esta
semana en Corea son imprescindibles, aunque es de temer que no siempre
ni en todas partes lleguen a tiempo.