sábado, 14 de septiembre de 2019

¿La política exterior de EE.UU. retorna a la racionalidad?


Al despedir a Bolton, Trump acerca la paz y su reelección

El relevo del Consejero de Seguridad Nacional reduce los riesgos de guerra con Norcorea, Irán y Venezuela. Si el domingo 15 Netanyahu pierde, quizás lo siga Pompeo
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
14 de septiembre de 2019
Eduardo J. Vior
“Cuando veas las barbas de tu vecino mesar, pon las tuyas a remojar”, reza el refrán español. Al echar el martes pasado a John Bolton, Donald Trump recuperó buena parte del comando sobre la Casa Blanca. Para alcanzar su reelección en noviembre de 2020, el mandatario quiere retirar las tropas de Afganistán y Siria, acordar con Irán y pacificar Corea y Ucrania. En pos de estos objetivos, no duda en sacrificar a los neoconservadores que lo rodean y al primer ministro israelí Benyamin Netanyahu. Pero deberá esforzarse mucho, porque está retrasado en las preferencias de los electores y sus enemigos son muchos y poderosos.
Donald Trump adujo el atentado que se produjo en Kabul el jueves 5 como motivo para cancelar la reunión cumbre entre el gobierno afgano y los talibanes que estaba prevista para el sábado 7 en Camp David, cerca de Washington. Sin embargo, hasta ahora ningún presidente norteamericano había cancelado negociaciones de paz, porque se siguiera combatiendo, a menos de que se hubiera violado una tregua concertada. Más bien, es probable que haya renunciado al encuentro, para no pelearse al mismo tiempo con todos sus oponentes en el Partido Republicano. Según informó Fox News el martes 10, tanto el vicepresidente Mike Pence como el senador Lindsey Graham y los generales retirados David Petraeus y Jack Keane se oponían a la cumbre.
El presidente quería mostrarse sonriente ante las cámaras con el presidente de Afganistán y el líder de la insurgencia talibán y así presentarse como “el presidente de la paz”. De hecho, en la campaña electoral de 2020 pretende explotar el raro récord de ser el primero desde Grover Cleveland (1893-97) que no empieza ninguna guerra. Sin embargo, los militares descreen que los talibanes vayan a respetar eventuales acuerdos y Bolton se negaba a invitar a una organización “terrorista”. El secretario de Estado Mike Pompeo, por el contrario, no tuvo empacho en defender la propuesta presidencial en cuanto talk show encontró.
Por ahora parecería que Pompeo ganó la partida. Tiene importantes aliados en el Departamento de Defensa y en la CIA de la que fue director entre 2017 y 2018, aunque sus estrechos vínculos con el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu atan su continuidad en el cargo al triunfo de éste último en la elección del próximo domingo 17. Si el jefe del gobierno de Tel Aviv es derrotado, irá a la cárcel por corrupto y el secretario de Estado probablemente pierda el cargo.
El despido de Bolton y el retiro del apoyo de Donald Trump trajeron augurios funestos para Benyamin Netanyahu. Israel vota el domingo 16 por segunda vez en el año en una elección en la que –todos los observadores coinciden- se juega el carácter del Estado. Ya incriminado por corrupción, el primer ministro ha convertido la compulsa en un referendo sobre su persona. Si gana, ha advertido reiteradamente, va a anexar los asentamientos judíos en Cisjordania, haciendo imposible la organización de un Estado palestino. Sería el paso previo al avance de la frontera israelí hasta el río Jordán, lo que –como advierten sus críticos- significaría el fin del sionismo. Los fundadores del Estado de 1948 querían erigir una entidad mayoritariamente judía con una democracia liberal limitada por el rabinato. Si Israel incorpora Cisjordania, se convertirá en un Estado minoritariamente judío que gobierna a una mayoría árabe. Para detener este proceso, un grupo de militares retirados promueve la candidatura de Benny Gantz, exjefe del Estado Mayor, con grandes chances de vencer, según los últimos sondeos. En caso de que Netanyahu pierda, es posible que vaya preso y, de todos modos, Donald Trump se reúna la semana próxima con el presidente iraní Hassán Rouhaní aprovechando la Asamblea General de la ONU. El mayor temor de los neoconservadores e israelíes es que Trump reduzca las sanciones contra Irán a cambio de concesiones sobre el programa nuclear y el de cohetería.
No obstante el desplazamiento de Bolton y la eventual derrota de Netanyahu, Trump va a tener mucho trabajo para convencer a los congresistas republicanos de la conveniencia de llegar a un compromiso con Irán cuyo debilitamiento y aislamiento es una bandera que ningún conservador norteamericano arría, no sólo por razones ideológicas.
Mike Pompeo se presenta todavía como el más fiel seguidor del presidente, pero la eventual derrota de Netanyahu y un diálogo con Irán debilitarían su poder. No obstante, como aspira a candidatearse para el Senado por Kansas, probablemente trate de guardar un perfil bajo, buscando apaciguar el amor del mandatario hacia los ayatolás y el mediador Emmanuel Macron.
La salida de Pompeo del gabinete sería la solución ideal para Trump, así podría tomar el control de la política exterior y liberarse de la presión de Sheldon Adelson, el magnate de los casinos que controla al Partido Republicano (GOP) y, quizás, al futuro gobierno de Israel.
En la campaña presidencial de 2016 y en la legislativa de 2018 Sheldon y su esposa Miriam Adelson, Paul Singer y Bernard Marcus contribuyeron para los principales candidatos republicanos con un total de 259 millones de dólares. Del esas donaciones, 205 millones fueron hechas por los Adelson, incluyendo una porción de 35 millones para la campaña de Trump en 2016. Fue también Adelson quien propuso al presidente que designara a Bolton a quien también financia. Mientras tanto, Paul Singer se definía como “un conservador no trumpista”, hasta que el presidente ganó y él donó un millón para la fiesta inaugural. Singer es el más callado de los donantes conservadores, pero financia a los dirigentes más agresivos, especialmente a los más antiiraníes. Todos estos financiadores reclaman la destrucción de la República Islámica. Aunque Adelson rompió hace pocos meses con Netanyahu, luego de que la policía israelí le informara sobre las maniobras del “Bibi” para favorecer a la competencia de su emporio de medios, es impensable que acepte un acercamiento entre EE.UU. e Irán.
La salida del Consejero de Seguridad Nacional aleja varios riesgos bélicos a la vez y da al presidente un poco más de libertad para ejecutar su política internacional. Sin embargo, Mike Pompeo es tan reaccionario como Bolton, aunque sea más astuto y callado, y los servicios de inteligencia y el Pentágono tienen intereses hasta corporativos en la continuidad de las guerras en las que está enfrascado EE.UU. Los financiadores del Partido Republicano quieren la destrucción de Irán y los demócratas se están uniendo contra el presidente. Por ahora es muy difícil prever quién sucederá a Bolton. Después de la elección del domingo en Israel sabremos más. De todos modos, por ahora, el mundo respira aliviado.

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Eduardo J. Vior