El mundo ha cambiado, ¿para mejor?
Las
discusiones sobre la primacía del combate a la pandemia o la retomada
de la actividad económica traslucen la preocupación de las grandes
potencias por su lugar en la economía global
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
15 de abril de 2020
Infobaires24
15 de abril de 2020
El coronavirus no es la causa de la
pavorosa crisis económica que ha estallado en el planeta, pero la ha
desatado. Decenas de millones de personas han perdido sus trabajos y
millones de empresas de todos los tamaños están cerrando sus puertas sin
retorno. Es un buen pretexto, para llenar los medios con una dicotomía
aparente entre la primacía de la salud o de la economía. Sin embargo,
como la experiencia reciente demuestra que quienes mantuvieron la libre
circulación provocaron una mortandad que desarticuló todas las
actividades económicas, evidentemente hay alguna otra razón para la
insistencia de centrales empresarias, fondos de inversión y grandes
consultoras en que ya se reanude la vida laboral.
Alguien tan autorizado como Anthony
Fauci, el principal asesor del presidente Donald Trump para la lucha
contra el coronavirus, afirmó este lunes que, si las restricciones a la
movilidad se hubieran impuesto más temprano, se habrían salvado vidas y
que, si se las relaja, con certeza aflorarán nuevos casos.
Según Robert Redfield, director del
Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC, por su
nombre en inglés), se espera que en EE.UU. la pandemia alcance su pico
durante esta semana. Aunque sólo tiene la tercera población más numerosa
del globo, EE.UU. ha batido el récord internacional de muertes por
coronavirus. Y pueden ser más, ya que las estadísticas oficiales no
estarían contando los fallecimientos producidos en casa.
En una entrevista dada el domingo, Fauci
anunció que en algunas regiones del país se podría retomar la actividad
económica ya el mes próximo, si las autoridades sanitarias pueden
aislar a las poblaciones vulnerables. No obstante, el experto no pudo
garantizar absoluta libertad de circulación ni siquiera para el día de
la elección presidencial, el próximo 3 de noviembre.
Por su parte, cediendo a las presiones
empresarias, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, declaró
este lunes que su equipo debía balancear entre salvar vidas y proteger
la economía. Llenos de miedo, trabajadores fabriles y de la construcción
llenaron este lunes los medios de transporte de Madrid. Aunque se había
anunciado que se les entregarían tapabocas adecuados, la policía sólo
distribuyó barbijos de uso único.
Entre tanto, en Alemania la Academia
Nacional de Ciencias Leopoldina sostuvo este mismo lunes en un informe
entregado a la Canciller Angela Merkel que la normalidad de la vida
pública en el país se podría restablecer gradualmente, si la tasa de
infección se estabiliza en un nivel bajo. Si bien el número de nuevos
infectados se ha reducido, sigue siendo alto. Este miércoles la
presidenta del gobierno va a mantener una teleconferencia con los
ministros presidente de los 16 estados que componen la RFA, en la que se
espera que se diseñe una “ruta de salida” de las limitaciones a la
movilidad que, por otra parte, nunca han sido rígidas.
Por su parte, en Corea del Sur el primer
ministro Chung Sye-kyun informó asimismo el lunes que su gobierno
estaba discutiendo nuevas reglamentaciones, para autorizar “un cierto
nivel de actividad económica y social”, pero manteniendo la distancia
social necesaria para evitar la dispersión del virus. Si bien su país ha
podido fijar la cifra diaria de contagios en alrededor de los 500, las
autoridades advierten contra la “difusión silenciosa″ que se estaría
dada en los bares, que nunca se clausuraron. No obstante, el presidente
Moon Jae-in proclamó el lunes 13 su voluntad de salvar empleos y
proteger la economía en un contexto de creciente recesión.
El récord indiscutible en cuanto a
cantidad de contagiados y muertos lo sigue teniendo, día por día,
Estados Unidos. De los aproximadamente 22.000 muertos la mitad se ha
registrado en Nueva York. No obstante, se están hospitalizando cada vez
menos pacientes y distintos indicadores muestran que las restricciones
de contacto (que no de circulación) están teniendo efectos positivos.
A su vez, el presidente del Tribunal de
Cuentas de la Federación de Rusia, Alexey Kudrin, estimó el mismo lunes
13 que, si se prolonga la cuarentena actual, el PBI del país caerá en
2020 un 5%.
Entre tanto, en Gran Bretaña la cifra de
muertos superó el mismo día los 10.600, cuando el primer ministro Boris
Johnson, el primer jefe de gobierno que enfermó y superó el contagio,
reconoció la calidad de la atención que recibió en el Servicio Nacional
de Salud (NHS, por su nombre en inglés) que él tanto denostaba hasta
infectarse.
De acuerdo a investigadores de la
Universidad Johns Hopkins de Baltimore, más de 1,9 millones de personas
han contraído la enfermedad en el mundo y 115.000 han muerto. Sin
embargo, habida cuenta del falseamiento de los datos por algunos
gobiernos, de la baja proporción de testeos y de los dispares criterios
estadísticos, estas cifras distan de reflejar la realidad.
La llegada a Nueva York de aviones rusos
y barcos chinos llevando ayuda dieron la señal de que el mundo ha
cambiado. Estados Unidos está encerrado en sí mismo y no atina a
responder a las demandas internacionales. Esta ausencia norteamericana
tiene su contrapartida en el activismo chino, que junto a Rusia y Cuba
despliega su cooperación con países de regímenes y orientaciones muy
contrapuestas, como Italia, España, EE.UU. o Venezuela.
Washington se ha replegado, mientras
Beijing y Moscú expanden su “soft power” y Bruselas y Tokio se debaten
en sus laberintos, pero en el medio quedan muchos espacios vacíos que
nadie llena y pueden incitar a aventureros, como, por ejemplo, una
América Latina desintegrada y sin liderazgos.
Detrás del aparente dilema entre
protección de la salud o de la economía asoma la angustia de los fondos
de inversión por no perder demasiadas posiciones. China ya está
volviendo a funcionar al 100% de sus capacidades y hasta fin de año
recuperará las pérdidas sufridas. Los Estados Unidos, por el contrario,
no podrán retomar la normalidad hasta junio o julio próximos y todas las
estimaciones prevén que en 2020 su PBI se reduzca en un 5%. Esta
divergencia entre ambas superpotencias augura que en 2021 la República
Popular puede llegar a ser primera potencia mundial. Esto conllevaría la
conquista de posiciones de poder duro y blando y el predominio en
amplias regiones del globo. El mundo ya ha cambiado y la discusión
actual no lo puede disfrazar, pero no sabemos si para mejor o peor.
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Eduardo J. Vior