lunes, 19 de octubre de 2020

En EE.UU. se acerca el momento de la decisión

 

Ya queda poco margen para sorpresas

Eduardo J. Vior

Dado que todas las encuestas dan a Joe Biden una cómoda ventaja sobre Donald Trump y que el tiempo hasta la elección se acorta, sus posibilidades de revertir la tendencia son muy reducidas

Por Eduardo J. Vior
Infobaires24
19 de octubre de 2020

A poco más de dos semanas del 3 de noviembre, el candidato demócrata a la Presidencia lidera ampliamente en todas las encuestas nacionales y también en la mayoría de los estados oscilantes, incluso en aquéllos tradicionalmente demócratas de la “Franja de Óxido” (la antigua región industrial en torno a los Grandes Lagos devastada por el cierre de industrias desde la década de 1970), varios de los cuales Donald Trump conquistó en 2016. Biden supera también al presidente en la cantidad de donaciones que ha recibido y está gastando muchísimo más que él en la propaganda por los canales de aire. Si bien nadie descarta una sorpresa, el tiempo corre y la elección se aproxima.

En la jerga política norteamericana se llama “Sorpresa de Octubre” (October surprise) a las acciones inesperadas que puede emprender un presidente que busca el segundo mandato en las semanas previas a la elección. Esas “sorpresas” generalmente se han dado en el exterior, mayormente escenificando algún ataque enemigo contra blancos norteamericanos, para despertar la solidaridad patriótica de los votantes con el jefe de Estado. Sin embargo, esta vez no parece que el Pentágono y la CIA tuvieran tiempo para preparar el teatro: provocaron en el Mar Negro, amenazan en el Mar de la China Meridional, trataron de llevar a cabo una “revolución de colores” en Bielorrusia, agravaron las sanciones contra Irán y en ningún caso tuvieron respuesta a sus provocaciones.

Ahora el presidente está intentando escenificar una “sorpresa” dentro de Estados Unidos, pero sin éxito. El martes pasado el diario sensacionalista The New York Post publicó el primero de una serie de informes sobre las actividades corruptas de Hunter Biden (el hijo mayor del candidato demócrata) en Ucrania en el período inmediatamente posterior al golpe de estado de febrero de 2014. Con suculentos pagos a autoridades ucranianas el vástago del entonces vicepresidente se habría asegurado contratos exclusivos para una comercializadora de petróleo y gas en la que participaba junto con sus socios ucranianos. A pesar de las advertencias de diplomáticos estadounidenses Joe Biden habría persistido entonces en proteger a Hunter.

La denuncia no es nueva. Ya hubo algunas publicaciones al respecto el año pasado, cuando los demócratas comenzaron el fallido proceso de juicio político contra el presidente. Lo absolutamente nuevo es que las redes sociales hayan censurado la publicación que, entonces, los republicanos difundieron por correo electrónico. Con esta censura las mayores empresas de información y comunicación demostraron no sólo el poder omnímodo que ejercen sino su imbricación con la comunidad de inteligencia y su apoyo a la candidatura demócrata.

A Trump, por lo tanto, le queda muy poco tiempo, para remontar la diferencia que le lleva Biden. En el debate entre ambos candidatos que se realizará el jueves próximo en Nashville (Tennessee) deberá presentarse con un perfil muy diferente al del primero, si es que quiere recuperar puntos.

Hasta el viernes pasado 20 millones de votantes habían ya mandado su sobre por correo. Esta inédita afluencia de sufragantes tempranos puede adjudicarse en parte a su temor a que las aglomeraciones en los locales de votación aumenten el contagio de Covid-19, pero también a una mayor movilización de los votantes demócratas.

En el promedio nacional de las encuestas que Real Clear Politics (RCP) publica en ningún momento de la campaña Trump ha podido reducir la ventaja de Biden a menos de cinco puntos. La relativa estabilidad de las diferencias en las sucesivas encuestas, tanto nacionales como estaduales, sugiere que los votantes tienen una opinión consolidada sobre Trump y su gobierno. Una importante minoría de ellos (entre el 30 y el 35%) adora al presidente y su voto es inconmovible. El presidente puede contar también con otros grupos conservadores que, no obstante las actitudes personales del jefe de Estado, lo siguen en tanto garante del cumplimiento de una agenda conservadora, como, por ejemplo, sucederá con la muy probable confirmación de Amy Coney Barrett en la Corte Suprema, la tercera jueza que el presidente designa allí y en este caso aún antes del 3 de noviembre.

Sin embargo, las fronteras del apoyo a Trump parecen estar rígidamente dibujadas. De acuerdo a una encuesta realizada por NBC News y el Wall Street Journal la semana pasada, el 47% de los votantes empadronados afirmó que “desaprueba enérgicamente” el resultado de la presidencia de Trump contra sólo un 32% que la aprueba entusiastamente. La misma encuesta otorgó a Biden una ventaja de 11 puntos en el promedio nacional.

Hay dos factores que muy especialmente justifican la calificación negativa de la gestión presidencial republicana: en primer lugar, su manejo desastroso de la pandemia. Segundo, Trump se ha malquistado con las mujeres de todas las formas posibles. En la encuesta de NBC News y Wall Street Journal el 60 por ciento de ellas rechaza al presidente contra el 34 por ciento que lo apoya. Por el contrario, entre los hombres el 50 por ciento aprueba su desempeño contra el 45 por ciento que lo rechaza. No parece haber habido algún hecho o actitud en particular que haya motivado este repudio masivo, sino que ha sido un efecto negativo que se ha ido acumulando a lo largo de los años.

Todavía hay alguna tenue posibilidad de que el presidente remonte la cuesta. Observadores cuidadosos advierten sobre la timidez y retraimiento de los encuestados republicanos. Cuando los encuestadores llaman, los adherentes al presidente en general prefieren no contestar o les da vergüenza reconocer que lo apoyan. En las encuestas presenciales también callan, para evitar represalias de sus vecinos y conocidos. Hay quien sospecha, por consiguiente, que las encuestas no reflejan la dimensión real del voto republicano.

Además, a falta de dinero, la campaña del GOP ha acudido al activismo de base. Mientras que los demócratas confían casi exclusivamente en las redes y la publicidad masiva (en octubre han gastado hasta ahora 56 millones de dólares en publicidad televisiva contra 32 de los republicanos), especialmente en los estados oscilantes los partidarios de Trump han realizado ya 20 millones de visitas domiciliarias cara a cara y en los caminos de las zonas rurales sólo se ve publicidad a favor del presidente. Al mismo tiempo, la campaña reeleccionista ha puesto considerable énfasis en la población afroamericana, si bien se debate mucho si es que quiere sumar o asustar a este grupo poblacional.

Se discute también públicamente sobre la falibilidad de las encuestas y sondeos de opinión. Sin embargo, hasta el momento Biden mantiene una ventaja considerable. Al sábado a la tarde, según la evaluadora de encuestas Five Thirty Eight (538), Biden tenía el 87 por ciento de chances de vencer. SI va a haber una “sorpresa de Octubre”, va a tener que verse pronto, porque el tiempo huye.

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Eduardo J. Vior