miércoles, 24 de febrero de 2021

La UE está cavando una fosa que divide Europa

 

El atlantismo reivindica su “occidentalidad” a los palos

Después de la reunión del G-7 y de la Conferencia de Seguridad de Múnich, la UE disfraza su incapacidad política y su sumisión a EE.UU. con nuevas sanciones contra Rusia

por Eduardo J. Vior
Infobaires24
24 de febrero de 2021

Eduardo J. Vior

A falta de inteligencia para proponer soluciones políticas a la creciente fractura de su continente, los ministros de relaciones exteriores de los 27 países de la Unión Europea acordaron el lunes 22 nuevas sanciones contra funcionarios del gobierno ruso por la condena a Alexei Nawalny. El encuentro sucedió a la reunión del G-7, el grupo de los siete países más industrializados del mundo, y acompañó el inicio de la Conferencia sobre Seguridad de Múnich. En las tres instancias se celebró “la vuelta” de Estados Unidos al escenario europeo y se proclamó a viva voz la solidaridad trasatlántica, es decir, el alineamiento contra Rusia y China. Pero las proclamas no remplazan la política y el bloque europeo se va a ver muy pronto confrontado con una acumulación de conflictos que no sabe ni puede resolver solo. El atlantismo no es un camino para la instalación de Europa en el mundo.

Las sanciones propuestas por los jefes de la diplomacia europea afectarían a cuatro funcionarios de primer nivel del Ministerio Público, la seguridad y el sistema penitenciario ruso vinculados con la decisión judicial de hacer efectiva la condena contra Alexei Navalny. En 2014 el opositor y su hermano Oleg fueron condenados por fraude comercial y blanqueo de capitales. En el caso de Alexéi se suspendió la ejecución de la pena de 3,5 años de prisión, mientras que su hermano purgó la condena y salió en 2018. Si bien el Tribunal Europeo de Derechos Humanos cuestionó en 2017 la sentencia rusa, su fallo no es vinculante para la Justicia de la Federación. Por lo tanto, en 2018 el Tribunal Supremo de ese país confirmó el veredicto. En agosto de 2020, en tanto, Navalny ingirió veneno durante un viaje por Siberia y con autorización expresa del gobierno ruso fue trasladado a Alemania, donde cursó una lenta recuperación hasta fin de septiembre siguiente. Si bien nunca se llevó a cabo una investigación internacional acordada y confiable y nunca se presentaron pruebas que inculpen a alguien en particular, los medios y gobiernos occidentales continúan acusando a Vladímir Putin por el hecho.

El 28 de diciembre, dos días antes del vencimiento de la pena suspendida, el SPF acusó a Navalny de haber incumplido su obligación de presentarse regularmente ante las autoridades y solicitó su captura. El reo regresó entonces a Rusia el 17 de enero de 2021, siendo detenido inmediatamente. Al día siguiente fue enviado a prisión preventiva, hasta que el 15 de febrero pasado la Corte ordenó efectivizar su detención en un penal de Siberia.

Sin gestos ostensibles de mediación ni haber recabado públicamente las informaciones pertinentes, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas (socialdemócrata) y otros colegas exigieron inmediatamente la adopción de nuevas sanciones contra autoridades rusas. Al hacerlo, desoyeron al embajador ruso ante la UE, Vladímir Chischov, quien advirtió que una nueva ola de sanciones sería “adecuadamente” respondida por su gobierno.

La relación entre la Unión y Rusia ha estado muy tensionada en los últimos tiempos, no sólo por el caso Navalny. La construcción del gasoducto North Stream II, para el que este lunes ya se solicitó la autorización alemana para concluir su construcción en aguas de la RFA (está listo en un 95%), ha suscitado también protestas de círculos atlantistas de Bruselas. Del otro lado, Rusia ha reclamado acerbamente contra la realización de maniobras de la OTAN en Polonia y Lituania. Finalmente, aumentó asimismo la desconfianza mutua la reticencia de numerosos dirigentes europeos contra la vacuna Sputnik V, que por fin debieron rendirse ante la necesidad y comprarla.

La decisión de los ministros de relaciones exteriores de la UE fue inmediatamente posterior a la reunión del G-7 el pasado viernes 19 y acompañó la apertura de la Conferencia de Seguridad de Múnich. Debe ser, por lo tanto, analizada en este contexto. En la reunión del G-7, realizada de modo virtual, se celebró “la vuelta” de Estados Unidos a las instituciones globales, como el Acuerdo de París, la OMS y la OMC. En el encuentro los líderes del G-7 se comprometieron a intensificar la cooperación internacional para superar la pandemia y a “trabajar juntos y con otros para hacer de 2021 un punto de inflexión para el multilateralismo”, subraya el comunicado final.

Llamativamente, a la reunión no fueron invitados ni Vladímir Putin ni Xi Jinping, lo que motivó un sarcástico comentario de la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zajarova: «considerando que en la agenda se mencionaban temas como ‘Prioridades para la Acción Global,’ ‘Lucha contra la Pandemia’ y ‘Enfrentar el Cambio Climático’, la lista de participantes es extremadamente desconcertante», señaló. Y observó: «Problemas que afectan a toda la humanidad se discuten en un formato muy limitado. En lugar de invitar también a Rusia y China, se los ha tratado como amenazas a confrontar». Zajarova enfatizó finalmente el reclamo ruso, para que haya una cooperación amplia en base a una agenda común y en el marco de las Naciones Unidas.

El tercer hito atlantista del fin de semana lo marcó la Conferencia de Seguridad de Múnich, que comenzó el lunes 22. Esta reunión se realiza anualmente en la capital bávara y congrega a los principales fabricantes de armamentos del mundo, líderes políticos y empresarios. Por ello ha servido desde el fin de la Guerra Fría y hasta hace pocos años, para confrontar las visiones de las principales potencias sobre la paz y la seguridad en el mundo. Sin embargo, en los últimos tiempos ya no fueron invitados los presidentes de Rusia y de China. Este año, además, se está celebrando en forma virtual.

Fiel a las demandas del militarismo, el presidente Joe Biden aprovechó allí su discurso para proclamar la lealtad de su país a la OTAN. «Los Estados Unidos están absolutamente comprometidos con la Alianza Atlántica», afirmó, mientras que Angela Merkel anunciaba que «Alemania está dispuesta a permanecer más tiempo en Afganistán». «El retiro de las fuerzas [de la OTAN], aclaró, no debe servir para que alcancen el poder las fuerzas que no corresponden».

El discurso de Biden en Múnich fue recibido con euforia por varios dirigentes europeos. Curiosamente la conferencia tiene como lema “Más allá de la desoccidentalización”. Es que el año pasado se dedicó al surgimiento de los nacionalismos en los países occidentales y estuvo concentrada en la “desoccidentalización” (Westlessness). Ahora, vueltos los demócratas al poder en Washington, los líderes del “mundo libre” depositan todas sus esperanzas en el retorno del atlantismo.

El presidente Biden ha expresado claramente que pretende retornar a los viejos buenos tiempos de la década de 1990, cuando EE.UU. era la potencia militar suprema que ordenaba un mundo de tres cabezas (Estados Unidos, Unión Europea y Japón) y los líderes europeos lo siguen, porque no se les ocurre otra solución. Sin embargo, el atlantismo está completamente fuera de lugar en 2021. En 2020 China se ha convertido en el primer socio comercial de la UE, pero ésta sigue dependiendo del paraguas nuclear norteamericano. Si la confrontación entre Beijing y Washington se agudiza nuevamente, Europa (y muy especialmente Alemania) se va a ver tironeada por ambos lados. Las farmacéuticas occidentales se han demostrado incapaces de abastecer al continente con vacunas suficientes y en el plazo acordado, de modo que los europeos debieron recurrir a Rusia. Como lo demostró la escasez de combustible ocasionada por los fríos extremos de este invierno boreal, tampoco pueden depender unilateralmente de los envíos de gas licuado de EE.UU. y precisan el fluido ruso.

El comercio, las finanzas, la energía, la salud pública de Europa y su seguridad contra la verdadera amenaza (el crimen organizado) requieren de cooperaciones multilaterales. Nuevas sanciones económicas contra Rusia sólo van a dañar a las poblaciones de ambas partes y a abrir una fosa insalvable en medio del continente, sin resolver ningún problema. Los dirigentes europeos no van a encontrar el camino de la “reoccidentalización” que tanto añoran dando palos de ciego, sino buscando cooperaciones multidireccionales para resolver los tremendos problemas de sus poblaciones. ¿Cuánto tendrán que sufrir los pueblos, hasta que se den cuenta?

jueves, 18 de febrero de 2021

Es muy peligroso que Washington no reconozca la realidad

 

Biden repite errores del pasado e ignora la realidad

Que el Senado de EE.UU. haya exculpado a Donald Trump era esperable. Sin embargo, es raro que el gobierno quiera repetir los crímenes de Clinton, Bush y Obama y nadie se escandalice

por Eduardo J. Vior
Infobaires24
18 de febrero de 2021

Eduardo J. Vior

Estados Unidos parece hoy El Reino del Revés al que cantaba María Elena Walsh en la década de 1960. Se escandalizan por lo que el sentido común indica y no se asombran por las más flagrantes infracciones al realismo y a un mínimo de moralidad política. Tanto los medios norteamericanos como las redes sociales siguen clamando al cielo, porque el Senado el sábado pasado rechazó la condena a Donald Trump, pero nadie se asombra de que la política exterior y de Defensa de Joe Biden repita las fórmulas y esté conducida por los mismos funcionarios que en los últimos 30 años han llevado a su país a las derrotas que llevaron a un sector importante del electorado a votar a un personaje tan excéntrico como el expresidente. Lamentablemente, el ímpetu vengativo de estos dirigentes del establishment es tal, que pueden causar dolor y sufrimiento a mucha gente en muchos sitios del globo al mismo tiempo.

El pasado sábado 13 Donald Trump fue absuelto por el Senado por segunda vez. Sólo 57 senadores votaron por su condena en el juicio político por la toma del Capitolio el pasado 6 de enero, impidiendo así que los demócratas alcanzaran los dos tercios necesarios para desposeerlo de sus derechos políticos. De este modo puede preverse que el exmandatario asuma formalmente el liderazgo del Partido Republicano y en 2024 se candidatee de nuevo a la Presidencia.

Se trata de una derrota mayor de la estrategia demócrata de hacer tabla rasa con todo lo que sucedió en los últimos cinco años y de su pretensión de retornar a la situación de 2015. Trump ha conquistado en la elección pasada 74 millones de votos, entre los cuales (como atestiguó el lunes  15 una encuesta del New York Times) el 75% sigue aprobando su gestión. Entre los más fieles de ellos, en tanto, se encuentran grupos de supremacistas blancos armados y dispuestos a seguir toda orden del líder y nadie con poder se atreve dentro del Partido Republicano a cuestionarlo.

La absolución no es noticia, ya que desde el inicio del show se sabía que la inmensa mayoría de la bancada republicana en el Senado rechazaría la condena. Sí, en cambio, debería ser noticia la repetición de gestos y actitudes que denotan el alejamiento de la realidad por parte de la elite del país y el retorno a puestos directivos de equipos enteros de las tres presidencias entre 1993 y 2017 que, además, sostienen convencidos que volverán a hacer lo mismo que ya hicieron entonces.

Cuando el 4 de febrero Joe Biden se dirigió al cuerpo diplomático desde la Secretaría de Estado, afirmó que «America is back» (EE.UU. ha vuelto al escenario) y sostuvo que “el liderazgo norteamericano debe enfrentar este momento de renovado avance del autoritarismo, incluidas las crecientes ambiciones de China para competir con EE.UU. y la determinación de Rusia de dañar e interrumpir el funcionamiento de nuestra democracia”. Nadie ha pedido recientemente que Estados Unidos ejerza liderazgo alguno y no se sabría para qué. Nadie puede afirmar tampoco con seriedad que China se lo quiera arrebatar. Que Rusia haya interferido en la elección norteamericana de 2016 está todavía por probarse y usarlo cinco años después como justificativo de actos agresivos es sangrar por la herida o una burda mentira. 

Ya antes, el 26 de enero, durante su primera conversación con el presidente ruso Vladímir Putin, Joe Biden se había referido en tono enérgico a la supuesta intromisión rusa, había condenado la detención del opositor Alexei Navalny, reflotado el rechazo a la reincorporación de Crimea a Rusia en 2014 y repetido la acusación sobre el supuesto respaldo ruso a atentados contra soldados norteamericanos en Afganistán. Cierto que el miércoles 3 de febrero ambos países acordaron prolongar por cinco años más el Tratado sobre Reducción de Armas Estratégicas (START, por su sigla en inglés) que caducaba esa misma semana, pero el tono agresivo no ayuda al entendimiento.

Dos semanas debieron pasar, hasta que el norteamericano llamara a su homólogo chino el pasado miércoles 10, para quejarse por la alegada violación de los derechos humanos en Xinjiang, las regulaciones comerciales de China, la represión contra opositores en Hong Kong y la presión que la República Popular ejerce contra el independentismo de Taiwán. Por el contrario, el tenor de la información oficial china sobre la conversación fue extremadamente gentil. De acuerdo al oficioso Global Times, Xi habría recalcado la importancia de la cooperación para ambos países y advertido que la confrontación dañaría a ambos. Pero –llamó la atención, aludiendo a las críticas de su interlocutor-, nadie debe inmiscuirse en los asuntos internos de China. 

El esfuerzo chino por demostrar cordialidad no logra ocultar su enojo por la agresividad norteamericana. El mismo día de la conversación entre ambos mandatarios Biden anunció la creación de una fuerza de tareas especial, para contener a la potencia oriental. Lo aclaró el secretario de Estado Antony Blinken en una entrevista que dio el martes 16 a la productora pública de radio NPR: “Si pensamos cómo tener éxito en las relaciones con China –sea que hablemos de la competencia o a la cooperación con ella- en todo caso debemos tratarla desde una posición de fuerza, que se nutre de algunos pocos elementos: una estrecha cooperación con los aliados y socios que hayan sido afectados por las prácticas de China, intervenir enérgicamente por nuestros valores, como por ejemplo contra los campos de concentración en Xinjiang o el pisoteo de la democracia en Hong Kong. Y, por supuesto, estaremos actuando desde una posición de fuerza, si invertimos en nuestra propia gente y en nuestra propia tecnología, para ser tan competitivos como sea posible.”

El secretario de Estado Blinken durante la entrevista con la radio pública norteamericana NPR el 16 de febrero
El secretario de Estado Blinken durante la entrevista con la radio pública norteamericana NPR el 16 de febrero

El general Lloyd Austin, secretario de Defensa y exejecutivo de la fabricante de armamentos Raytheon corresponde en el plano militar al retorno a la estrategia de Obama concentrando las fuerzas militares en la “contención” de China y de Rusia, supuestamente sin retirar fuerzas del Medio Oriente y todo con un reducido presupuesto para el Pentágono. El Departamento de Defensa, obviamente, no cuestionó el cambio de prioridades de la nueva administración, pero sí planteó reparos sobre la compatibilidad de las nuevas metas con el objetivo de completar esta misma primavera boreal el retiro de las fuerzas de Afganistán.

Aunque el secretario de Estado Blinken presenta la concentración estratégica en China como una continuidad respecto a la línea de Trump, se trata más bien de retomar las líneas de Bush y Obama. Desguarneciendo el Medio Oriente y concentrándose en Asia Oriental, EE.UU. deja el campo libre para el fomento del terrorismo por Israel y Saudiarabia, que así minan la influencia de Irán en la región, amén de dificultar las gestiones de paz de Rusia y la expansión del Nuevo Camino de la Seda hasta el Mediterráneo.

Victoria Nuland, designada subsecretaria de Asuntos Políticos en el Departamento de Estado
Victoria Nuland, designada subsecretaria de Asuntos Políticos en el Departamento de Estado

Finalmente, la designación de Victoria Nuland como subsecretaria de Asuntos Políticos del Departamento de Estado, aún pendiente de confirmación senatorial, ejemplifica palmariamente la continuidad y repetición de las peores prácticas de Clinton, Bush y Obama en el actual gobierno. Desde la década de 1990 Nuland sirvió a la política de sucesivos gobiernos hacia Rusia y en el Medio Oriente. Entre 2000 y 2003 representó a su país ante la OTAN, entre 2003 y 2005, a su vez, fue la principal asesora de política exterior del vicepresidente Dick Cheney, de 2005 a 2008 nuevamente estuvo en la OTAN. No obstante, su compromiso con el gobierno de George W. Bush, en 2011 se convirtió en vocera del Departamento de Estado conducido por Hillary Clinton, puesto desde el cual convocó a y justificó el asalto al poder en Libia. Una vez que este se produjo y que los yihadistas se apropiaron de los arsenales libios, EE.UU. los envió a Siria y Nuland nuevamente salió a defender las “manifestaciones pacíficas” contra el gobierno de Bashir al Assad.

En septiembre de 2013 Victoria Nuland fue designada secretaria de Estado adjunta para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, cargo desde el que dirigió el alzamiento ucraniano que culminó en febrero de 2014 con el derrocamiento del presidente Yanukovich y el establecimiento de un régimen pronorteamericano. Finalmente, en 2016 proveyó los datos que alimentaron el informe de Christopher Steele acusando a Donald Trump de estar sostenido por Rusia. Durante toda su carrera Victoria Nuland ha promovido políticas exteriores de intervención mediante golpes de estado, guerras sustitutas, agresiones directas y ocupaciones militares en Afganistán, Irak, Libia, Siria y Ucrania. Se trata de una militante antirrusa que propaga la guerra permanente y ahora quiere completar su obra atacando a Rusia. 

Repitiendo la misma política que llevó a los desastres de la década pasada, con las mismas personas a cargo que, además, juran que harán lo mismo de entonces, el gobierno norteamericano no puede esperar recuperar el liderazgo mundial, como dice que se propone hacer. La actitud del gobierno de Joe Biden es prepotente, pero sobre todo desubicada. Rusia y China son mucho más poderosas que hace cinco años, Irán avanzó sustancialmente en su plan nuclear y misilístico, Europa y los demás aliados de EE.UU. sufrieron mucho desdén y en América Latina fracasó el plan restaurador de Obama.

Apreciar la realidad en todas sus variantes es el primer requerimiento para ejercer el liderazgo político. Y si ésta cambia, deben modificarse las políticas a aplicar. Probablemente, también las personas encargadas de aplicarlas. No es noticia que el Senado haya absuelto a Donald Trump. La noticia que debería preocuparnos es que Estados Unidos insista en las fórmulas que ya se chocaron con la realidad hace cinco años y lo haga con los mismos funcionarios que entonces llevaron a la derrota.

miércoles, 10 de febrero de 2021

La CIA azuza la escisión entre Quito y Guayaquil

 

Ecuador va a la segunda vuelta profundamente dividido

La fragmentación del voto popular según aparentes clivajes regionales y culturales plantea incógnitas sobre las alianzas posibles para el 11 de abril y prolonga la crisis política aún más allá

por Eduardo J. Vior
Infobaires24
10 de febrero de 2021

Eduardo J. Vior

La victoria del candidato correísta Andrés Arauz en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebrada el domingo pasado en Ecuador no ha sido ninguna sorpresa. La traición, la ineptitud y la corrupción del gobierno de Lenín Moreno (2017-21) hicieron que el 80% del electorado votara contra el neoliberalismo. Al mismo tiempo, el recuerdo de los logros de la “Revolución Ciudadana” (2007-17), la persecución sufrida por Rafael Correa y sus compañeros y las violentas represiones de 2019 impulsaron el triunfo del candidato de la Unión Nacional por la Esperanza (UNES). Sin embargo, sí sorprendió la excelente performance del candidato indigenista Yaku Pérez y del empresario socialdemócrata Xavier Herbas. Pérez superó los 19 puntos y puede pasar a la segunda vuelta en vez del banquero Guillermo Lasso, de la coalición CREO, a quien supera por apenas 0,27%. Como todavía falta contar algunos miles de votos y revisar los observados, el Consejo Nacional Electoral (CNE) aún demorará varios días hasta definir quién será el contendiente de Araúz en la ronda del 11 de abril. De su perfil dependerá el cariz de la campaña electoral y, mucho más, la futura gobernabilidad de un país profundamente dividido.

Con el 98,81% de votos escrutados a nivel nacional, ya se va conociendo el panorama que tendrá la próxima Asamblea Nacional. El mayor porcentaje de votos lo tiene UNES, liderada por Pierina Correa, hermana del expresidente Rafael Correa, con hasta ahora un 31,66% de los votos para el legislativo. Por su parte, Unidad Plurinacional Pachakutik se convertiría en la segunda fuerza parlamentaria con el 17,37% de los sufragios. Tercera salió la Izquierda Democrática, con el 12,25%. En cuarto y quinto lugar llegaron, en tanto, CREO, con 9,71 %, y el Partido Social Cristiano (PSC), con 9,38 % de las boletas.

Según datos del CNE, Yaku Pérez obtuvo la victoria en 13 provincias de la Sierra (así llaman en Ecuador a la región andina) y de la Amazonía, en tanto Andrés Arauz ganó en 8 provincias de la Costa. Por su parte, Guillermo Lasso triunfó en Pichincha (donde está la capital, Quito) y Galápagos. Finalmente, el empresario Xavier Herbas se llevó la victoria por Izquierda Democrática en Carchi, en la frontera con Colombia.

Ecuador está dividido entre la Sierra y la Amazonía, por un lado, y la Costa por el otro.
Ecuador está dividido entre la Sierra y la Amazonía, por un lado, y la Costa por el otro.

Yaku Pérez es, por lo menos, una figura poco trasparente. Inscrito al nacer en Cuenca en 1969 como Carlos Ranulfo Pérez Guartambel, de 2013 a 2019 fue presidente de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa (ECUARUNARI), desde donde participó en manifestaciones contra el gobierno de Rafael Correa. En las elecciones seccionales de 2019 fue elegido como Prefecto de Azuay (cuya capital es Cuenca) y participó en las manifestaciones de octubre de 2019 contra el gobierno de Lenin Moreno.

En diferentes ocasiones criticó “las dictaduras” de Evo Morales y Nicolás Maduro. Por sus cambiantes apoyos a figuras de la elite política desde su entrada en política a mediados de los años 90, su autoadjudicada identidad indígena (que muchos le cuestionan), el apoyo que recibe desde los años 2000 por parte de organizaciones ecologistas norteamericanas, sus enfrentamientos con la dirección colegiada de CONAIE (Confederación Nacional de Organizaciones Indígenas de Ecuador), su estilo autoritario y aparentes malversaciones de fondos como Prefecto del Azuay, no sólo el correísmo, sino amplios sectores del movimiento indígena cuestionan su honestidad y su supuesto izquierdismo.

En tanto, la fuerza que hoy dirige, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, fundado en 1995, fungió durante años como brazo electoral de CONAIE. Luego del triunfo de Rafael Correa en 2006 Pachakutik se unió a la coalición de gobierno y fue clave en la aprobación de la Constitución de Ecuador de 2008, de avanzado carácter intercultural. Sin embargo, a partir de 2009 rompió con el gobierno en desacuerdo con la nueva ley de aguas. Desde entonces hasta 2017 fue enérgico opositor al gobierno de la Revolución Ciudadana.

Cuando en 2017 Lenín Moreno sucedió a Correa e invirtió el curso político, la CONAIE se sumó al llamado “diálogo nacional”, mientras que en la Asamblea Nacional los legisladores de Pachakutik votaban junto con el oficialismo y formaban una coalición con Izquierda Democrática y partidos de derecha. Cuando en 2019 el movimiento popular hizo retroceder al gobierno de Moreno en sus intentos privatizadores, la dirección de Pachakutik dejó al gobierno operar durante 13 días, antes de reclamarle la derogación del decreto respectivo. Ese fue el tiempo que Moreno necesitó para arbitrar la imposición de las mismas medidas por otras vías.

El Movimiento Pachakutik aboga por la instauración de un Estado plurinacional con amplia autonomía para las regiones y comarcas, aunque, después de que en Wall Street ha comenzado a cotizarse el agua como una commodity, es fácil imaginarse qué puede suceder si una pequeña comunidad indígena (algunas de sólo 1.000 habitantes) debe negociar con una gran corporación internacional el aprovechamiento de sus recursos acuíferos. “Sólo el Estado nacional (en realidad, sólo un bloque regional) puede defender la soberanía hídrica”, sostiene Pedro Páez Pérez, ex ministro de Economía de Rafael Correa.

Declaraciones de Guillermo Lasso el pasado 3 de febrero.
Declaraciones de Guillermo Lasso el pasado 3 de febrero.

Ya en 2017 Pérez llamó a votar por Lasso para derrotar al correísmo (“es preferible un banquero a un dictador”, declaró entonces) y se cree que propondría lo mismo en caso de no alcanzar la segunda vuelta. Lasso, por su parte, ya hizo público su respaldo a Pérez si queda afuera del balotaje.

Enancado en un fuerte impulso mediático, Yaku Pérez se ha convertido en la carta alternativa para impedir el triunfo del correísmo. “No se trata de un clivaje regional o étnico”, afirmó acerbamente la asambleísta de UNES Jhajaira Urresta en entrevista con el autor de esta nota, “sino de un cambio de época. La mayoría de los votantes de la Sierra son jóvenes que no han vivido la presidencia de Correa y se han dejado arrastrar por la retórica supuestamente revolucionaria de Pérez”, sostiene. “Debemos escucharlos y atender sus demandas”, concluyó.

Ante la indefinición sobre el segundo puesto (sobre la que hay fundados temores), sobran las especulaciones. Muchos sostienen que para Arauz sería más fácil enfrentar en la segunda vuelta a Lasso, porque el contraste entre ambos es neto y, además, el banquero “cogobernó” con Moreno y tendrá que hacerse cargo del desastre en que ambos han sumido al país. Esto es cierto, pero debe tenerse en cuenta que Lasso dispone de ingentes recursos financieros, mediáticos, políticos y judiciales que no dudará en movilizar en la campaña. Otros en el entorno de Arauz prefieren confrontar con Pérez, para desenmascarar su retórica presuntamente izquierdista y ecologista.

Sin embargo, hasta que no termine el recuento definitivo de los votos y se confirme quién será el competidor de Andrés Arauz en la segunda vuelta, será muy difícil determinar los ejes de la campaña electoral y prever cómo se conformarán las alianzas. En principio, parece muy probable que la derecha y Pachakutik confluyan en una coalición anticorreísta, aunque esta opción puede costar a Pérez la escisión e sectores genuinamente antioligárquicos. Por el otro lado, no está claro si la socialdemocracia se coaligará con UNES y a qué precio. De todos modos, la primera vuelta de las elecciones ecuatorianas muestra ya que, si bien el neoliberalismo es unánimemente repudiado por los pueblos suramericanos, aún no está derrotado y está en condiciones de contraatacar por líneas interiores, provocando el enfrentamiento entre sectores populares. De la habilidad del correísmo para tender puentes dependerá el futuro de Ecuador y buena parte de lo que suceda en el resto de la región.

miércoles, 3 de febrero de 2021

Dos visiones del mundo contrapuestas

 

I 
 Brigitte Bardot contra un futuro decente de la humanidad
 Eduardo J. Vior

Más que bloques geopolíticos, en el reciente Foro de Davos chocaron dos visiones contrapuestas sobre el mundo por venir: el elitismo tecnofeudal contra una comunidad de paz

Por Eduardo J. Vior
Infobaires24
3 de febrero de 2021

Brigitte Bardot lo dijo con claridad: “Sobre la Tierra somos demasiados y el Covid restablece el orden de la Naturaleza”. Por su parte, Klaus Schwab, fundador y coordinador del Foro Económico Mundial (Davos), dijo lo mismo en su discurso inaugural de la reunión virtual del encuentro el pasado 21 de enero, pero con más finura. Sin embargo, la elite política y empresarial que asistía al encuentro fue sorprendida por la arrasadora ofensiva de Vladímir Putin y la suave pero enérgica línea que marcó Xi Jinping. La tercera década del siglo comienza con un ruidoso enfrentamiento ideológico y cultural. El futuro inmediato nos dirá cómo seguirá en los materiales terrenos de la política, la economía y las armas.

 

Para los tecnócratas del Foro la crisis sanitaria provocada por la pandemia y la catástrofe económica y social que ha desatado han cambiado, sobre todo, las condiciones para la toma de decisiones. Ya en junio de 2020 Klaus Schwab publicó su libro “El Gran Reinicio” (The Great Reset) en el que, ante el estallido de la doble crisis sanitaria y económica, propuso un nuevo acuerdo del liderazgo mundial, para la aplicación de estrategias que reordenen completamente el mundo y resuelvan las incongruencias y falencias del capitalismo actual.

La propuesta –reiterada durante las sesiones del Foro- reconoce como problema prioritario la depresión y la ansiedad provocadas por la doble crisis en vastos sectores de la población. Para estos afectados propone apoyos financieros e intervenciones terapéuticas de bajo costo (sic). La deriva hacia el teletrabajo forzada por el confinamiento forzoso al principio de la pandemia alteró los hábitos laborales de grandes sectores, pero brinda una oportunidad de cambio, dice el Foro. En muchas áreas de la economía la migración debe considerarse como definitiva.

Asimismo, afirman, la escasez de recursos, la brecha digital, la creciente desigualdad y el cambio climático plantean desafíos complejos que requieren de los líderes empresarios mundiales voluntad política, habilidad y visiones de largo plazo, para inducir cambios en las conductas sociales capaces de modificar el sistema. 

El Foro propone un mundo (bien) gobernado por las grandes corporaciones, los principales gobiernos y los mayores organismos multilaterales, planificado, medido, eficiente y sólo atravesado por conflictos menores. En este planeamiento no entran los pueblos, ni la democratización de la economía, ni una gestión del cambio climático respetuosa con las particularidades de cada cultura. Se trata de un plan tecnocrático para la administración de la crisis «desde arriba”. Los de abajo quedan afuera. Para los tecnócratas Brigitte Bardot tiene razón.

 

Se sabía con antelación que, después de doce años, Vladímir Putin volvería a participar en el Foro, pero los líderes políticos y empresarios occidentales se vieron sorprendidos por la ofensiva retórica del líder ruso: “La pandemia de coronavirus (…) sólo ha estimulado y acelerado cambios estructurales cuyas condiciones previas ya se formaron hace bastante tiempo. (…) Por supuesto, continuó, no hay paralelos directos en la historia, pero algunos expertos comparan la situación actual con la de los años 30 del siglo pasado. (…) en términos de la escala y la naturaleza compleja y sistémica de los desafíos se sugieren ciertas analogías.”

Y explicó: “Como saben, la incapacidad y la falta de voluntad para resolver estos problemas se convirtió en la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, relativizó, ahora espero que un conflicto global tan ‘candente’ sea básicamente imposible, porque significaría el fin de la civilización. Pero, repito, (…) existe la posibilidad de que haya un colapso real en el desarrollo mundial, plagado de una lucha de todos contra todos, con intentos de resolver contradicciones urgentes mediante la búsqueda de enemigos ‘internos’ y ‘externos’, con la destrucción no sólo de esos valores tradicionales, sino también de las libertades básicas, incluida la de elección y la privacidad.”

Más adelante cuestionó las recientes tendencias del capitalismo: “¿Dónde está la línea entre negocios globales exitosos, la consolidación de la big data y los intentos por manejar la sociedad con rudeza, a su propia discreción, reemplazar instituciones democráticas legítimas, usurpar o restringir el derecho natural de una persona para decidir por sí misma cómo vivir, qué elegir, qué posición expresar libremente? E infirió: “Tal juego sin reglas aumenta críticamente los riesgos del uso unilateral de la fuerza militar bajo uno u otro pretexto inverosímil. Esto multiplica la probabilidad de nuevos ‘puntos calientes’ en nuestro planeta.”

Y concluyó esbozando cuatro prioridades:

“Primero. Una persona debe tener un entorno de vida cómodo. Se trata de vivienda e infraestructura accesible: transporte, energía, servicios públicos. Y, por supuesto, el bienestar ambiental, esto nunca debe olvidarse.

Segundo. Una persona debe estar segura de que tendrá un trabajo que le proporcionará un ingreso en constante crecimiento y, en consecuencia, un nivel de vida decente. Debe tener acceso a mecanismos de aprendizaje efectivos a lo largo de su vida; hoy es absolutamente necesario que le permita desarrollar y construir su carrera y luego de su culminación recibir una pensión digna y un paquete social.

Tercero. Una persona debe estar segura de que recibirá una atención médica eficaz y de alta calidad cuando se requiera, que el sistema de salud en cualquier caso le garantice el acceso al nivel moderno de servicios.

Cuarto. Independientemente de los ingresos de la familia, los niños deben poder recibir una educación decente y desarrollar su potencial. Cada niño tiene este potencial.”

Finalizando: “nuestras prioridades se construyen en torno a una persona, su familia, orientadas al desarrollo demográfico y la salvación de las personas, a mejorar el bienestar de las personas, protegiendo su salud. Trabajamos para crear las condiciones para un trabajo digno y eficaz y un emprendimiento exitoso, para asegurar la transformación digital como base del orden tecnológico del futuro de todo el país y no de un grupo reducido de empresas.”

Como señaló el analista ucraniano Rostislav Ishchenko, el contenido del discurso de Putin fue inesperado, tanto como el que pronunció en Múnich en 2007 (que marcó el retorno de Rusia a la primera línea de la política mundial), pero, a diferencia de aquél, no provocó risas entre sus oyentes, sino que muchos de los 80 máximos líderes políticos y empresarios que lo escucharon inmediatamente después de que terminó solicitaron reuniones privadas con el Presidente.

Con tonos diferentes, las alocuciones de Putin y Xi Jinping fueron convergentes.

“La historia siempre sigue adelante, comenzó el líder chino, y el mundo nunca podrá regresar al pasado. (…) En este sentido, debemos dar solución a las cuatro principales asignaturas pendientes de nuestra era:
Primera, fortalecer la coordinación de políticas macroeconómicas para promover juntos el crecimiento vigoroso, sostenible, equilibrado e inclusivo de la economía mundial.

Segunda, desechar los prejuicios ideológicos para tomar juntos el camino de coexistencia pacífica, beneficio mutuo y ganancia compartida. La civilización humana no hubiera existido sin la diversidad, que es una realidad perdurable. La diferencia en sí misma no da miedo alguno, pero sí lo hacen la arrogancia, los prejuicios y el odio, y aquellos que pretenden discriminar a otras civilizaciones e imponer culturas y sistemas sociales propios.

Tercera, superar la brecha entre los países desarrollados y los en vías de desarrollo para impulsar juntos el desarrollo y la prosperidad.

Cuarta, enfrentarnos juntos a los desafíos globales, en aras de crear juntos un futuro promisorio de la humanidad.”

Una vez fijadas las grandes cuestiones del presente, Xi pasó a proponer los caminos para resolverlas: “frente a los intrincados y complejos problemas del mundo, el camino correcto es defender y practicar el multilateralismo y promover la construcción de la comunidad de futuro compartido de la humanidad. Insistir en la apertura y la inclusión, en lugar del enclaustramiento y la exclusión.”

Estos caminos se orientan por valores universales: “Debemos guiarnos con el concepto de la comunidad de futuro compartido de la humanidad, persistir en los valores comunes de la humanidad de la paz, el desarrollo, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad, desechar los prejuicios ideológicos y hacer todo lo posible para que los mecanismos, las ideas y las políticas de cooperación sean más abiertos e incluyentes, con vistas a salvaguardar la paz y la estabilidad mundiales. Insistir en respetar las leyes y reglas internacionales, en lugar de la supremacía y el egoísmo, así como insistir en las consultas y la colaboración, en lugar del conflicto y la confrontación. Necesitamos desechar los conceptos anacrónicos como la mentalidad de la guerra fría y el juego de suma cero. Y finalizó: insistir en avanzar con los tiempos en vez de rechazar cambios.”

Para terminar, enunció los cinco compromisos que su país asume en la coyuntura actual: “China seguirá participando activamente en la cooperación antiepidémica internacional; seguirá la estrategia de apertura orientada al beneficio mutuo y la ganancia compartida, promoviendo el desarrollo sostenible, fomentando la innovación científico-tecnológica y promoviendo el nuevo tipo de relaciones internacionales.”

La vieja diva de la “nouvelle vague” de los años 50 y 60 del siglo pasado puso en una frase brutal la misma idea que el Foro Económico Mundial más finamente difunde: el gobierno del mundo es muy complejo, como para dejarlo a los pueblos.

Por el contrario, los discursos de Putin y Xi fueron coincidentes. Partieron de la afirmación de las percepciones y necesidades cotidianas de los seres humanos comunes en tanto partícipes en grupos y culturas que los modelan y les dan identidad, para exigir estrategias de superación de las crisis respetuosas de la dignidad de cada uno y de cada pueblo, que se adopten por concertación y no por imposición y que tengan como finalidad que todos los habitantes del planeta puedan llevar una vida decente en un contexto de cuidado social, cultural y ambiental.

La lucha contra la pandemia de coronavirus enfrenta, más que dos bloques geopolíticos, dos visiones del mundo radicalmente opuestas: la de un mundo de robots que gobiernan a los seres humanos y los ponen a su servicio vs. un mundo humanizado, respetuoso de cada persona, cada grupo, cada cultura y el entorno natural.

A la geoestrategia de Brigitte Bardot se opone la cooperación entre los pueblos y culturas para la vida digna, la paz y la solidaridad universal.