Ecuador va a la segunda vuelta profundamente dividido
La fragmentación del voto popular según aparentes clivajes regionales y culturales plantea incógnitas sobre las alianzas posibles para el 11 de abril y prolonga la crisis política aún más allá
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
10 de febrero de 2021
La victoria del candidato correísta Andrés Arauz en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebrada el domingo pasado en Ecuador no ha sido ninguna sorpresa. La traición, la ineptitud y la corrupción del gobierno de Lenín Moreno (2017-21) hicieron que el 80% del electorado votara contra el neoliberalismo. Al mismo tiempo, el recuerdo de los logros de la “Revolución Ciudadana” (2007-17), la persecución sufrida por Rafael Correa y sus compañeros y las violentas represiones de 2019 impulsaron el triunfo del candidato de la Unión Nacional por la Esperanza (UNES). Sin embargo, sí sorprendió la excelente performance del candidato indigenista Yaku Pérez y del empresario socialdemócrata Xavier Herbas. Pérez superó los 19 puntos y puede pasar a la segunda vuelta en vez del banquero Guillermo Lasso, de la coalición CREO, a quien supera por apenas 0,27%. Como todavía falta contar algunos miles de votos y revisar los observados, el Consejo Nacional Electoral (CNE) aún demorará varios días hasta definir quién será el contendiente de Araúz en la ronda del 11 de abril. De su perfil dependerá el cariz de la campaña electoral y, mucho más, la futura gobernabilidad de un país profundamente dividido.
Con el 98,81% de votos escrutados a nivel nacional, ya se va conociendo el panorama que tendrá la próxima Asamblea Nacional. El mayor porcentaje de votos lo tiene UNES, liderada por Pierina Correa, hermana del expresidente Rafael Correa, con hasta ahora un 31,66% de los votos para el legislativo. Por su parte, Unidad Plurinacional Pachakutik se convertiría en la segunda fuerza parlamentaria con el 17,37% de los sufragios. Tercera salió la Izquierda Democrática, con el 12,25%. En cuarto y quinto lugar llegaron, en tanto, CREO, con 9,71 %, y el Partido Social Cristiano (PSC), con 9,38 % de las boletas.
Según datos del CNE, Yaku Pérez obtuvo la victoria en 13 provincias de la Sierra (así llaman en Ecuador a la región andina) y de la Amazonía, en tanto Andrés Arauz ganó en 8 provincias de la Costa. Por su parte, Guillermo Lasso triunfó en Pichincha (donde está la capital, Quito) y Galápagos. Finalmente, el empresario Xavier Herbas se llevó la victoria por Izquierda Democrática en Carchi, en la frontera con Colombia.
Yaku Pérez es, por lo menos, una figura poco trasparente. Inscrito al nacer en Cuenca en 1969 como Carlos Ranulfo Pérez Guartambel, de 2013 a 2019 fue presidente de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa (ECUARUNARI), desde donde participó en manifestaciones contra el gobierno de Rafael Correa. En las elecciones seccionales de 2019 fue elegido como Prefecto de Azuay (cuya capital es Cuenca) y participó en las manifestaciones de octubre de 2019 contra el gobierno de Lenin Moreno.
En diferentes ocasiones criticó “las dictaduras” de Evo Morales y Nicolás Maduro. Por sus cambiantes apoyos a figuras de la elite política desde su entrada en política a mediados de los años 90, su autoadjudicada identidad indígena (que muchos le cuestionan), el apoyo que recibe desde los años 2000 por parte de organizaciones ecologistas norteamericanas, sus enfrentamientos con la dirección colegiada de CONAIE (Confederación Nacional de Organizaciones Indígenas de Ecuador), su estilo autoritario y aparentes malversaciones de fondos como Prefecto del Azuay, no sólo el correísmo, sino amplios sectores del movimiento indígena cuestionan su honestidad y su supuesto izquierdismo.
En tanto, la fuerza que hoy dirige, el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, fundado en 1995, fungió durante años como brazo electoral de CONAIE. Luego del triunfo de Rafael Correa en 2006 Pachakutik se unió a la coalición de gobierno y fue clave en la aprobación de la Constitución de Ecuador de 2008, de avanzado carácter intercultural. Sin embargo, a partir de 2009 rompió con el gobierno en desacuerdo con la nueva ley de aguas. Desde entonces hasta 2017 fue enérgico opositor al gobierno de la Revolución Ciudadana.
Cuando en 2017 Lenín Moreno sucedió a Correa e invirtió el curso político, la CONAIE se sumó al llamado “diálogo nacional”, mientras que en la Asamblea Nacional los legisladores de Pachakutik votaban junto con el oficialismo y formaban una coalición con Izquierda Democrática y partidos de derecha. Cuando en 2019 el movimiento popular hizo retroceder al gobierno de Moreno en sus intentos privatizadores, la dirección de Pachakutik dejó al gobierno operar durante 13 días, antes de reclamarle la derogación del decreto respectivo. Ese fue el tiempo que Moreno necesitó para arbitrar la imposición de las mismas medidas por otras vías.
El Movimiento Pachakutik aboga por la instauración de un Estado plurinacional con amplia autonomía para las regiones y comarcas, aunque, después de que en Wall Street ha comenzado a cotizarse el agua como una commodity, es fácil imaginarse qué puede suceder si una pequeña comunidad indígena (algunas de sólo 1.000 habitantes) debe negociar con una gran corporación internacional el aprovechamiento de sus recursos acuíferos. “Sólo el Estado nacional (en realidad, sólo un bloque regional) puede defender la soberanía hídrica”, sostiene Pedro Páez Pérez, ex ministro de Economía de Rafael Correa.
Ya en 2017 Pérez llamó a votar por Lasso para derrotar al correísmo (“es preferible un banquero a un dictador”, declaró entonces) y se cree que propondría lo mismo en caso de no alcanzar la segunda vuelta. Lasso, por su parte, ya hizo público su respaldo a Pérez si queda afuera del balotaje.
Enancado en un fuerte impulso mediático, Yaku Pérez se ha convertido en la carta alternativa para impedir el triunfo del correísmo. “No se trata de un clivaje regional o étnico”, afirmó acerbamente la asambleísta de UNES Jhajaira Urresta en entrevista con el autor de esta nota, “sino de un cambio de época. La mayoría de los votantes de la Sierra son jóvenes que no han vivido la presidencia de Correa y se han dejado arrastrar por la retórica supuestamente revolucionaria de Pérez”, sostiene. “Debemos escucharlos y atender sus demandas”, concluyó.
Ante la indefinición sobre el segundo puesto (sobre la que hay fundados temores), sobran las especulaciones. Muchos sostienen que para Arauz sería más fácil enfrentar en la segunda vuelta a Lasso, porque el contraste entre ambos es neto y, además, el banquero “cogobernó” con Moreno y tendrá que hacerse cargo del desastre en que ambos han sumido al país. Esto es cierto, pero debe tenerse en cuenta que Lasso dispone de ingentes recursos financieros, mediáticos, políticos y judiciales que no dudará en movilizar en la campaña. Otros en el entorno de Arauz prefieren confrontar con Pérez, para desenmascarar su retórica presuntamente izquierdista y ecologista.
Sin embargo, hasta que no termine el recuento definitivo de los votos y se confirme quién será el competidor de Andrés Arauz en la segunda vuelta, será muy difícil determinar los ejes de la campaña electoral y prever cómo se conformarán las alianzas. En principio, parece muy probable que la derecha y Pachakutik confluyan en una coalición anticorreísta, aunque esta opción puede costar a Pérez la escisión e sectores genuinamente antioligárquicos. Por el otro lado, no está claro si la socialdemocracia se coaligará con UNES y a qué precio. De todos modos, la primera vuelta de las elecciones ecuatorianas muestra ya que, si bien el neoliberalismo es unánimemente repudiado por los pueblos suramericanos, aún no está derrotado y está en condiciones de contraatacar por líneas interiores, provocando el enfrentamiento entre sectores populares. De la habilidad del correísmo para tender puentes dependerá el futuro de Ecuador y buena parte de lo que suceda en el resto de la región.
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Eduardo J. Vior