Alcances y limitaciones del BRICSA
Con la bienvenida de China al bloque, Argentina quedó de hecho incorporada a la alianza integracionista de las principales potencias emergentes, pero no todas son rosas
“Observar con calma; asegurar nuestra posición; afrontar los hechos con tranquilidad; esconder nuestras capacidades y ganar tiempo; mantener un perfil bajo y nunca reclamar liderazgo”Deng Xiaoping
El comunicado de la cancillería china saludando el ingreso de nuestro
país al acuerdo entre las más relevantes potencias medianas convalida la
incorporación de Argentina a la primera liga de la política mundial,
pero es para celebrar en silencio. En un mundo en guerra los peligros
acechan. La defensa de la neutralidad argentina pasa por desfiladeros
muy estrechos. Haber añadido una A al BRICS es un enorme logro
internacional, pero qué resultados se obtengan de esta adhesión
dependerá de la visión, la inteligencia y la astucia de nuestros
dirigentes.
A través de una comunicación diplomática el gobierno de la República Popular comunicó el miércoles pasado en una escueta frase que “China da la bienvenida a Argentina a la gran familia BRICS” y se muestra “dispuesta a fortalecer la comunicación y coordinación entre los dos países en asuntos internacionales y regionales”. Previamente, este martes durante un encuentro con el canciller argentino, Santiago Cafiero, al margen de la 77a sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, expresó su aval a nuestra incorporación al bloque.
En el encuentro el jefe de la diplomacia de Beijing expresó que “China aprecia la adhesión de Argentina al principio de una sola China y apoya a Argentina en la salvaguarda de la soberanía nacional y la integridad territorial”.
En la reunión Cafiero dijo que desde el establecimiento de relaciones diplomáticas hace 50 años, los dos países siempre se han respetado, unido y cooperado. “Gracias a China por su fuerte apoyo a Argentina. Argentina adhiere firmemente a la política de una sola China, da la bienvenida a la inversión china y está dispuesta a promover la construcción conjunta de la Franja y la Ruta, ampliar la cooperación bilateral en diversos campos como la economía, comercio, minerales, gas de esquisto y gas natural, y abrir los próximos 50 años de relaciones más fructíferas entre los dos países”, dijo el canciller.
Las naciones del BRICS en su conjunto representan el 22% de la superficie terrestre del planeta, el 42% de la población mundial, el 24% del Producto Bruto Interno (PBI) global y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.
La alianza surgió en 2008, cuando Brasil, Rusia, India y China comenzaron a desarrollar enfoques comunes sobre economía internacional. En 2010 se incorporó Sudáfrica y los BRIC pasaron a ser los BRICS.
BRICS no es una asociación comercial ni un organismo de integración económica, sino un bloque de naciones de mediano porte coordinadas para desarrollar entre ellas y con los demás miembros de la comunidad internacional relaciones equitativas y de mutuo reconocimiento. Según sus propios documentos, el mecanismo del BRICS tiene como objetivo promover la paz, la seguridad, el desarrollo y la cooperación.
Actualmente la asociación está presidida por China; el próximo presidente pro tempore será Suráfrica. Argentina se va a incorporar formalmente al BRICS en la próxima reunión cumbre, probablemente junto con la República Islámica de Irán.
Las principales ventajas que trae la pertenencia al bloque están relacionadas con el comercio y el acceso al mercado, la inversión extranjera directa y, sobre todo, con un mayor poder de negociación y una voz común en los asuntos internacionales. Actualmente, la cooperación sectorial abarca más de 30 áreas.
En 2014, durante la XIa cumbre celebrada en Brasil, se crearon instituciones de importancia estratégica primordial, como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por su nombre en inglés) y el Acuerdo sobre Reservas Contingentes (CRA, idem), que tienen efectos e implicaciones de gran alcance para el mundo global en general y las economías de los BRICS en particular. Durante los últimos años el NDB ha aprobado unos 80 proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible por un valor de 30.000 millones de dólares que también incluyen préstamos concedidos en el marco del Mecanismo del NDB para la Ayuda de Emergencia entre los países miembros.
Aunque existe un amplio entusiasmo por la expansión del bloque, la iniciativa se enfrenta a limitaciones prácticas. La primera es la desconexión ideológica entre los actuales miembros del BRICS. Aparte de su peso en las respectivas regiones y tener grandes masas de tierra con poblaciones considerables, no hay mucho más en común. Sus intereses son diversos y a veces chocan.
La segunda limitación práctica a la expansión está relacionada con las finanzas. Suráfrica, Rusia y Brasil están lidiando con sus propios problemas monetarios internos y externos, por lo que su capacidad financiera es limitada. Es decir que las instituciones que sostienen la alianza deben ser financiadas principalmente por China, lo que puede derivar en un sesgo nacional de la política crediticia del bloque.
Tres factores han renovado recientemente el impulso de esta iniciativa. En primer lugar, la falta de confianza en la conducta de las potencias occidentales en los organismos multilaterales, particularmente en los financieros y comerciales. Los diplomáticos norteamericanos hablan permanentemente sobre la necesidad de que todos los actores internacionales “se ajusten a reglas”, pero eluden definirlas cuando se les pregunta por ellas. Al mismo tiempo en los últimos veinte años han abrogado todos los tratados de la época de la Guerra Fría que limitaban el riesgo de guerra nuclear. También han vaciado de contenido los organismos de Naciones Unidas con decisiones unilaterales e inconsultas.
En segundo lugar, el comportamiento del Norte durante la COVID-19 -especialmente a través del “apartheid de las vacunas”- ha empujado a los países en desarrollo a buscar alianzas más fiables y justas.
En tercer lugar, la estrecha mentalidad de Guerra Fría de Occidente en torno al conflicto entre Rusia y Ucrania ha alienado a las naciones en desarrollo que no quieren elegir un bando u otro.
En este contexto el cambio hacia un BRICS ampliado es inevitable a largo plazo. Sin embargo, se producirá gradualmente. La ampliación no tiene tanto que ver con el aumento de la base de poder como con la creación de alianzas y opciones alternativas, lejos de la actual dependencia del dólar y de la hegemonía occidental.
Precisamente esta mayor libertad para elegir socios e interlocutores internacionales que Argentina adquirirá al ingresar al BRICS aterra a Estados Unidos. Sin nada que ofrecer al continente más que buenas palabras (necesarias) en los organismos financieros internacionales o amenazas (innecesarias), Washington está en malas condiciones para competir con Beijing. Tanto más agresivo se ha vuelto.
Sean los legisladores norteamericanos que junto con un funcionario del FBI hace pocos meses vinieron a Argentina, para visitar Atucha, o la Cámara de Comercio Argentino-Estadounidense (AmCham) que la semana pasada se manifestó contra la ampliación de la Corte Suprema de Justicia o la Jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EE.UU., la generala Laura Richardson, quien hace dos semanas reunió en Ecuador a los ministros de Defensa de diez países del continente para advertirles sobre el peligro que entrañan las inversiones chinas, falto de inversiones productivas que ofrecer, a Estados Unidos sólo le queda la razón de la fuerza.
Por cierto, en la delicada situación financiera en que se encuentra, nuestro país no puede darse el lujo de enfrentarse a la todavía primera potencia del mundo. Es bueno que Argentina añada al BRICS una A, es bueno que aprovechemos sus posibilidades crediticias. En este mundo, cada vez más inestable, confrontativo y caótico, todo parece indicar que la única posibilidad de salir del subdesarrollo y la dependencia es privilegiar aquellas vinculaciones que nos den un mayor margen de maniobra en la toma de decisiones y nos excluyan de cualquier chantaje político para la realización de nuestra proyección exterior y nuestra política interna.
Sin embargo, una cosa es andar a los bandazos y otra es realizar una política internacional pragmática. No todo acuerdo internacional aporta al desarrollo y la soberanía del país; no se puede borrar con el codo lo que se afirmó ayer a los gritos. Desde comienzos de este año nuestro gobierno tomó varias decisiones internacionales erráticas e innecesarias de las que costará mucho alejarse. El orden de prioridades de las iniciativas de nuestra Cancillería debe ser ampliar el margen de maniobra de Argentina en el mundo, establecer un sólido sistema de alianzas con socios confiables, mantener buenas relaciones con el mayor número posible de países (lo que también implica no asumir como propios enfrentamientos ajenos), hacer buenos negocios, atraer inversiones productivas y difundir una imagen positiva de Argentina en el mundo.
Estas prioridades requieren tener una sólida visión sobre el futuro de nuestro país, capacidad de conducción, habilidad táctica y astucia. Sólo cumpliendo estas condiciones podremos aprovechar el haberle agregado una A al BRICS.
A través de una comunicación diplomática el gobierno de la República Popular comunicó el miércoles pasado en una escueta frase que “China da la bienvenida a Argentina a la gran familia BRICS” y se muestra “dispuesta a fortalecer la comunicación y coordinación entre los dos países en asuntos internacionales y regionales”. Previamente, este martes durante un encuentro con el canciller argentino, Santiago Cafiero, al margen de la 77a sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, expresó su aval a nuestra incorporación al bloque.
En el encuentro el jefe de la diplomacia de Beijing expresó que “China aprecia la adhesión de Argentina al principio de una sola China y apoya a Argentina en la salvaguarda de la soberanía nacional y la integridad territorial”.
En la reunión Cafiero dijo que desde el establecimiento de relaciones diplomáticas hace 50 años, los dos países siempre se han respetado, unido y cooperado. “Gracias a China por su fuerte apoyo a Argentina. Argentina adhiere firmemente a la política de una sola China, da la bienvenida a la inversión china y está dispuesta a promover la construcción conjunta de la Franja y la Ruta, ampliar la cooperación bilateral en diversos campos como la economía, comercio, minerales, gas de esquisto y gas natural, y abrir los próximos 50 años de relaciones más fructíferas entre los dos países”, dijo el canciller.
Las naciones del BRICS en su conjunto representan el 22% de la superficie terrestre del planeta, el 42% de la población mundial, el 24% del Producto Bruto Interno (PBI) global y contribuyen con el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios.
La alianza surgió en 2008, cuando Brasil, Rusia, India y China comenzaron a desarrollar enfoques comunes sobre economía internacional. En 2010 se incorporó Sudáfrica y los BRIC pasaron a ser los BRICS.
BRICS no es una asociación comercial ni un organismo de integración económica, sino un bloque de naciones de mediano porte coordinadas para desarrollar entre ellas y con los demás miembros de la comunidad internacional relaciones equitativas y de mutuo reconocimiento. Según sus propios documentos, el mecanismo del BRICS tiene como objetivo promover la paz, la seguridad, el desarrollo y la cooperación.
Actualmente la asociación está presidida por China; el próximo presidente pro tempore será Suráfrica. Argentina se va a incorporar formalmente al BRICS en la próxima reunión cumbre, probablemente junto con la República Islámica de Irán.
Las principales ventajas que trae la pertenencia al bloque están relacionadas con el comercio y el acceso al mercado, la inversión extranjera directa y, sobre todo, con un mayor poder de negociación y una voz común en los asuntos internacionales. Actualmente, la cooperación sectorial abarca más de 30 áreas.
En 2014, durante la XIa cumbre celebrada en Brasil, se crearon instituciones de importancia estratégica primordial, como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por su nombre en inglés) y el Acuerdo sobre Reservas Contingentes (CRA, idem), que tienen efectos e implicaciones de gran alcance para el mundo global en general y las economías de los BRICS en particular. Durante los últimos años el NDB ha aprobado unos 80 proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible por un valor de 30.000 millones de dólares que también incluyen préstamos concedidos en el marco del Mecanismo del NDB para la Ayuda de Emergencia entre los países miembros.
Aunque existe un amplio entusiasmo por la expansión del bloque, la iniciativa se enfrenta a limitaciones prácticas. La primera es la desconexión ideológica entre los actuales miembros del BRICS. Aparte de su peso en las respectivas regiones y tener grandes masas de tierra con poblaciones considerables, no hay mucho más en común. Sus intereses son diversos y a veces chocan.
La segunda limitación práctica a la expansión está relacionada con las finanzas. Suráfrica, Rusia y Brasil están lidiando con sus propios problemas monetarios internos y externos, por lo que su capacidad financiera es limitada. Es decir que las instituciones que sostienen la alianza deben ser financiadas principalmente por China, lo que puede derivar en un sesgo nacional de la política crediticia del bloque.
Tres factores han renovado recientemente el impulso de esta iniciativa. En primer lugar, la falta de confianza en la conducta de las potencias occidentales en los organismos multilaterales, particularmente en los financieros y comerciales. Los diplomáticos norteamericanos hablan permanentemente sobre la necesidad de que todos los actores internacionales “se ajusten a reglas”, pero eluden definirlas cuando se les pregunta por ellas. Al mismo tiempo en los últimos veinte años han abrogado todos los tratados de la época de la Guerra Fría que limitaban el riesgo de guerra nuclear. También han vaciado de contenido los organismos de Naciones Unidas con decisiones unilaterales e inconsultas.
En segundo lugar, el comportamiento del Norte durante la COVID-19 -especialmente a través del “apartheid de las vacunas”- ha empujado a los países en desarrollo a buscar alianzas más fiables y justas.
En tercer lugar, la estrecha mentalidad de Guerra Fría de Occidente en torno al conflicto entre Rusia y Ucrania ha alienado a las naciones en desarrollo que no quieren elegir un bando u otro.
En este contexto el cambio hacia un BRICS ampliado es inevitable a largo plazo. Sin embargo, se producirá gradualmente. La ampliación no tiene tanto que ver con el aumento de la base de poder como con la creación de alianzas y opciones alternativas, lejos de la actual dependencia del dólar y de la hegemonía occidental.
Precisamente esta mayor libertad para elegir socios e interlocutores internacionales que Argentina adquirirá al ingresar al BRICS aterra a Estados Unidos. Sin nada que ofrecer al continente más que buenas palabras (necesarias) en los organismos financieros internacionales o amenazas (innecesarias), Washington está en malas condiciones para competir con Beijing. Tanto más agresivo se ha vuelto.
Sean los legisladores norteamericanos que junto con un funcionario del FBI hace pocos meses vinieron a Argentina, para visitar Atucha, o la Cámara de Comercio Argentino-Estadounidense (AmCham) que la semana pasada se manifestó contra la ampliación de la Corte Suprema de Justicia o la Jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EE.UU., la generala Laura Richardson, quien hace dos semanas reunió en Ecuador a los ministros de Defensa de diez países del continente para advertirles sobre el peligro que entrañan las inversiones chinas, falto de inversiones productivas que ofrecer, a Estados Unidos sólo le queda la razón de la fuerza.
Por cierto, en la delicada situación financiera en que se encuentra, nuestro país no puede darse el lujo de enfrentarse a la todavía primera potencia del mundo. Es bueno que Argentina añada al BRICS una A, es bueno que aprovechemos sus posibilidades crediticias. En este mundo, cada vez más inestable, confrontativo y caótico, todo parece indicar que la única posibilidad de salir del subdesarrollo y la dependencia es privilegiar aquellas vinculaciones que nos den un mayor margen de maniobra en la toma de decisiones y nos excluyan de cualquier chantaje político para la realización de nuestra proyección exterior y nuestra política interna.
Sin embargo, una cosa es andar a los bandazos y otra es realizar una política internacional pragmática. No todo acuerdo internacional aporta al desarrollo y la soberanía del país; no se puede borrar con el codo lo que se afirmó ayer a los gritos. Desde comienzos de este año nuestro gobierno tomó varias decisiones internacionales erráticas e innecesarias de las que costará mucho alejarse. El orden de prioridades de las iniciativas de nuestra Cancillería debe ser ampliar el margen de maniobra de Argentina en el mundo, establecer un sólido sistema de alianzas con socios confiables, mantener buenas relaciones con el mayor número posible de países (lo que también implica no asumir como propios enfrentamientos ajenos), hacer buenos negocios, atraer inversiones productivas y difundir una imagen positiva de Argentina en el mundo.
Estas prioridades requieren tener una sólida visión sobre el futuro de nuestro país, capacidad de conducción, habilidad táctica y astucia. Sólo cumpliendo estas condiciones podremos aprovechar el haberle agregado una A al BRICS.
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Eduardo J. Vior