18 de Octubre de 2014
EE.UU. estrena el nuevo diseño de su estrategia bélica mundial
Tres
semanas antes de las elecciones para renovar la mitad del Congreso el
próximo 4 de noviembre, el jefe del Estado Mayor del Ejército de los
Estados Unidos, Gral. Raymond Odierno, presentó el pasado martes 14 en
la reunión anual de la Asociación del Ejército de Estados Unidos (AUSA,
por su sigla en inglés) el nuevo diseño estratégico para el período
2020-2040, con el que el alto mando norteamericano condiciona al futuro
Congreso para que revise el plan de reducción de gastos adoptado en
2011. Sin embargo, el documento presentado ante la conferencia de
expertos y empresarios de armamentos va mucho más allá y apunta a
reorganizar todo el mundo, incluidos los propios Estados Unidos.
El texto fue redactado por el Comando de Entrenamiento y Doctrina del Ejército (Tradoc) en función de la Doctrina Militar 3-0 adoptada en 2011. El Diseño Operativo del Ejército (Army Operating Concept, AOC) se caracteriza por reiterar algunos términos: multiplicidad de objetivos y teatros de operaciones, múltiples aliados, múltiples formas de lucha simultáneas, pero sobre todo porque todo es “desconocido” (unknown): desconocidas son “las nuevas amenazas”, los enemigos, sus objetivos, fines y medios, igual que sus fuerzas, disposición, capacidades e intenciones. El Ejército norteamericano, entonces, debe dar batalla en todo terreno y frente a cualquier amenaza simultáneamente y en varios escenarios, para lo que debe intensificar la guerra informacional, las operaciones psicológicas y políticas y “crear al enemigo un sinfín de dilemas simultáneos”.
Por su parte, el Tte. Gral. Herbert McMaster, Subcomandante del Centro de Integración y Capacitación del Tradoc, acentuó la necesidad de actuar política e informacionalmente: “Debemos entender a los diversos grupos e influir sobre ellos por medios cooperativos, persuasivos y en última instancia coercitivos”, añadió. Para lograrlo, dijo, “el Ejército debe construir alianzas y ser más agresivo en su acción informacional, política y cultural”.
Suponiendo que los contextos de las futuras guerras, los enemigos y los escenarios son desconocidos, el Ejército norteamericano debe dar batalla en todos los escenarios al mismo tiempo, con cualquier aliado y contra cualquier enemigo. La competencia por poder y recursos –dice el documento– va a provocar futuros conflictos armados. Para triunfar en ellos, el Ejército debe alcanzar “la supremacía” antes que “el adversario responda”. Para ello se aplica la doctrina de la guerra preventiva en vigor desde 1992.
Significativamente, en este documento se da poca importancia a la “guerra contra el terror”. En cambio se señala a los “poderes competitivos”: China, Rusia y a Irán como potencia regional. El documento incluye especialmente la necesidad de “responder a y mitigar las crisis en el interior (de EE.UU.)”. El Ejército debe “fortalecer el apoyo a las autoridades civiles”, para lo que debe actuar política e informacionalmente.
Como las “nuevas amenazas” son desconocidas, cuadros y soldados deben tener capacidades “adaptativas”. Aunque el término se menciona reiteradamente, sólo se define que los cuadros deben pensar “transculturalmente”. Se supone que, si saben trasmitir sus actitudes y concepciones, ganarán la simpatía de las poblaciones, aislarán a los “terroristas” y construirán naciones “democráticas, liberales y decentes”.
En el documento es novedoso el énfasis puesto en la necesidad de librar la “guerra política”, incluso dentro de Estados Unidos. La percepción de las “nuevas amenazas” y el sometimiento del Estado liberal a la guerra permanente y ubicua y a la total vigilancia interna están interrelacionadas, pero el peso relativo se ha desplazado: ahora todo encuentro entre culturas supone su choque militar. La propia democracia liberal se somete a un reclamo permanente de “seguridad” interna y externa que debe ser satisfecho por los militares.
El documento AOC es una explosión paranoica de una burocracia descontrolada del control civil. La doctrina militar norteamericana vigente abarca todos los aspectos de la vida y todos los países, convirtiendo a sus fuerzas armadas en un partido armado que juzga y ejecuta sus sentencias en su nación y el mundo entero. Si es malo estar dominado por un imperio, que éste se vuelva paranoico requiere un hospicio de dimensiones planetarias.
El texto fue redactado por el Comando de Entrenamiento y Doctrina del Ejército (Tradoc) en función de la Doctrina Militar 3-0 adoptada en 2011. El Diseño Operativo del Ejército (Army Operating Concept, AOC) se caracteriza por reiterar algunos términos: multiplicidad de objetivos y teatros de operaciones, múltiples aliados, múltiples formas de lucha simultáneas, pero sobre todo porque todo es “desconocido” (unknown): desconocidas son “las nuevas amenazas”, los enemigos, sus objetivos, fines y medios, igual que sus fuerzas, disposición, capacidades e intenciones. El Ejército norteamericano, entonces, debe dar batalla en todo terreno y frente a cualquier amenaza simultáneamente y en varios escenarios, para lo que debe intensificar la guerra informacional, las operaciones psicológicas y políticas y “crear al enemigo un sinfín de dilemas simultáneos”.
Por su parte, el Tte. Gral. Herbert McMaster, Subcomandante del Centro de Integración y Capacitación del Tradoc, acentuó la necesidad de actuar política e informacionalmente: “Debemos entender a los diversos grupos e influir sobre ellos por medios cooperativos, persuasivos y en última instancia coercitivos”, añadió. Para lograrlo, dijo, “el Ejército debe construir alianzas y ser más agresivo en su acción informacional, política y cultural”.
Suponiendo que los contextos de las futuras guerras, los enemigos y los escenarios son desconocidos, el Ejército norteamericano debe dar batalla en todos los escenarios al mismo tiempo, con cualquier aliado y contra cualquier enemigo. La competencia por poder y recursos –dice el documento– va a provocar futuros conflictos armados. Para triunfar en ellos, el Ejército debe alcanzar “la supremacía” antes que “el adversario responda”. Para ello se aplica la doctrina de la guerra preventiva en vigor desde 1992.
Significativamente, en este documento se da poca importancia a la “guerra contra el terror”. En cambio se señala a los “poderes competitivos”: China, Rusia y a Irán como potencia regional. El documento incluye especialmente la necesidad de “responder a y mitigar las crisis en el interior (de EE.UU.)”. El Ejército debe “fortalecer el apoyo a las autoridades civiles”, para lo que debe actuar política e informacionalmente.
Como las “nuevas amenazas” son desconocidas, cuadros y soldados deben tener capacidades “adaptativas”. Aunque el término se menciona reiteradamente, sólo se define que los cuadros deben pensar “transculturalmente”. Se supone que, si saben trasmitir sus actitudes y concepciones, ganarán la simpatía de las poblaciones, aislarán a los “terroristas” y construirán naciones “democráticas, liberales y decentes”.
En el documento es novedoso el énfasis puesto en la necesidad de librar la “guerra política”, incluso dentro de Estados Unidos. La percepción de las “nuevas amenazas” y el sometimiento del Estado liberal a la guerra permanente y ubicua y a la total vigilancia interna están interrelacionadas, pero el peso relativo se ha desplazado: ahora todo encuentro entre culturas supone su choque militar. La propia democracia liberal se somete a un reclamo permanente de “seguridad” interna y externa que debe ser satisfecho por los militares.
El documento AOC es una explosión paranoica de una burocracia descontrolada del control civil. La doctrina militar norteamericana vigente abarca todos los aspectos de la vida y todos los países, convirtiendo a sus fuerzas armadas en un partido armado que juzga y ejecuta sus sentencias en su nación y el mundo entero. Si es malo estar dominado por un imperio, que éste se vuelva paranoico requiere un hospicio de dimensiones planetarias.
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Eduardo J. Vior