19 de Febrero de 2015
obama y el ei: "con una ayudita de mis amigos"
Al enviar al Congreso de la Unión la
solicitud de autorización para mandar fuerzas militares al exterior
(AUMF, por su sigla en inglés), el presidente Barack Hussein Obama está
empezando una guerra difusa e interminable que va a lastrar a la
política y la economía mundiales por largos años.
La semana próxima el Congreso de los EE UU comenzará a tratar el proyecto que el presidente elevó hace una semana. Para reforzarla solicitud, el Estado Islámico (EI) avanzó el pasado jueves en el Oeste de Irak hasta las puertas de una enorme base militar en la que 300 norteamericanos entrenan a soldados iraquíes. El domingo decapitó mediáticamente en Libia a 21 trabajadores egipcios cristianos, para asegurarse la respuesta aérea egipcia y la invasión norteamericana. Desde el inicio el EI ansía la invasión occidental, para ponerse al frente de la resistencia sunita. El presidente Obama le agradece entonando aquella canción de The Beatles: "With a Little Help from My Friends" ("Con una ayudita de mis amigos").
El pedido de AUMF prohíbe utilizar "de modo duradero fuerzas militares de tierra con propósitos ofensivos" y fija un plazo de "tres años con la posibilidad de renovación", para operar "más allá de Siria e Irak2. Al desatar un gran debate interno, el mandatario traspasa al Congreso la responsabilidad por la política levantina y lo fragmenta hasta que acepte la propuesta oficial o no saque ninguna.
La mayor crítica se dirige a la persistente vigencia de la AUMF dada en 2002 al presidente Bush después del 11-09-2001. Sumamente general e imprecisa, sirve para legitimar intervenciones en escenarios muy diversos y en conflictos no discutidos por el Congreso y no puede ser limitada por otra más específica. Además una autorización por tres años renovables compromete al próximo presidente que asumirá en enero de 2017.
Ante la presión de una opinión pública masivamente favorable a la intervención, los líderes republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado apoyan la propuesta, aunque el proyecto no define qué entiende por "eminentemente defensivo", no precisa el objetivo estratégico de "derrotar al Estado Islámico", enuncia la decisión de combatir a los yihadistas "más allá de Siria e Irak", pero no indica hasta dónde, no aclara qué hacer con las demás organizaciones terroristas de la región, ni fija el nivel de intervención posterior.
Los congresistas se han dividido en facciones transversales a los partidos. Así, mientras los liderazgos de ambas fuerzas acompañan el pedido, la izquierda demócrata pacifista se alía con la derecha libertaria republicana contraria al aumento de los poderes del Estado.
Cualquier decisión parlamentaria requerirá un acuerdo bipartidista para reunir suficientes votos. Si el Congreso niega la autorización, el presidente estará automáticamente habilitado para seguir mandando "asesores" ad referendum de una futura resolución del Congreso. Si, por el contrario, el Capitolio da el permiso sin mayor discusión, estará devolviendo al presidente el poder para proponer a su sucesor, lo que había perdido en la derrota electoral de noviembre pasado. Más probablemente los congresistas intenten precisar el proyecto y someter su renovación a una nueva decisión parlamentaria, pero entonces asumirán la responsabilidad de cualquier fracaso militar.
La intervención del US-Army en el combate contra el Estado Islámico en Irak consolidará la actual cooperación objetiva con Irán y hará que ambas partes saquen del juego a todos aquellos entre sus aliados que perjudiquen al otro socio, en Levante y donde sea. Con esta iniciativa Washington impone su conducción en Europa y Levante, limita la influencia regional de Rusia y prepara posibles intervenciones en Yemen y Libia. Se trata de un reposicionamiento general para restaurar la autoridad presidencial en el interior y poner orden entre el Sahara y el Golfo Pérsico, desde Kurdistán hasta el Océano Índico.
Qué decisión adoptará el Congreso es imprevisible, pero algunos desarrollos futuros ya pueden vislumbrarse: 1) la guerra en Levante se ampliará, profundizará e involucrará incluso a regiones lejanas y por largo tiempo; 2) el presidente Obama ha recuperado el timón de la agenda política, disciplinando a propios y ajenos, será determinante en la selección del o de la candidata demócrata e influirá sobre la decisión republicana; 3) la agudización de la guerra en Levante intensificará la competencia por el control de los hidrocarburos en todo el mundo y hará subir su precio; 4) este conflicto será el principal regulador de la economía mundial y de las futuras relaciones internacionales.
Por quinta vez en 70 años los Estados Unidos se sumergen irreflexivamente en una guerra sin objetivos ni límites claros. Para peor, otra vez parece primar el pequeño cálculo electoral interno. Los estados de la región deberán apañarse para no sucumbir en el incendio; los más lejanos, en tanto, tendrán que hallar la manera de no quedar metidos en una guerra sin fin, sin frenos y sin límites.
La semana próxima el Congreso de los EE UU comenzará a tratar el proyecto que el presidente elevó hace una semana. Para reforzarla solicitud, el Estado Islámico (EI) avanzó el pasado jueves en el Oeste de Irak hasta las puertas de una enorme base militar en la que 300 norteamericanos entrenan a soldados iraquíes. El domingo decapitó mediáticamente en Libia a 21 trabajadores egipcios cristianos, para asegurarse la respuesta aérea egipcia y la invasión norteamericana. Desde el inicio el EI ansía la invasión occidental, para ponerse al frente de la resistencia sunita. El presidente Obama le agradece entonando aquella canción de The Beatles: "With a Little Help from My Friends" ("Con una ayudita de mis amigos").
El pedido de AUMF prohíbe utilizar "de modo duradero fuerzas militares de tierra con propósitos ofensivos" y fija un plazo de "tres años con la posibilidad de renovación", para operar "más allá de Siria e Irak2. Al desatar un gran debate interno, el mandatario traspasa al Congreso la responsabilidad por la política levantina y lo fragmenta hasta que acepte la propuesta oficial o no saque ninguna.
La mayor crítica se dirige a la persistente vigencia de la AUMF dada en 2002 al presidente Bush después del 11-09-2001. Sumamente general e imprecisa, sirve para legitimar intervenciones en escenarios muy diversos y en conflictos no discutidos por el Congreso y no puede ser limitada por otra más específica. Además una autorización por tres años renovables compromete al próximo presidente que asumirá en enero de 2017.
Ante la presión de una opinión pública masivamente favorable a la intervención, los líderes republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado apoyan la propuesta, aunque el proyecto no define qué entiende por "eminentemente defensivo", no precisa el objetivo estratégico de "derrotar al Estado Islámico", enuncia la decisión de combatir a los yihadistas "más allá de Siria e Irak", pero no indica hasta dónde, no aclara qué hacer con las demás organizaciones terroristas de la región, ni fija el nivel de intervención posterior.
Los congresistas se han dividido en facciones transversales a los partidos. Así, mientras los liderazgos de ambas fuerzas acompañan el pedido, la izquierda demócrata pacifista se alía con la derecha libertaria republicana contraria al aumento de los poderes del Estado.
Cualquier decisión parlamentaria requerirá un acuerdo bipartidista para reunir suficientes votos. Si el Congreso niega la autorización, el presidente estará automáticamente habilitado para seguir mandando "asesores" ad referendum de una futura resolución del Congreso. Si, por el contrario, el Capitolio da el permiso sin mayor discusión, estará devolviendo al presidente el poder para proponer a su sucesor, lo que había perdido en la derrota electoral de noviembre pasado. Más probablemente los congresistas intenten precisar el proyecto y someter su renovación a una nueva decisión parlamentaria, pero entonces asumirán la responsabilidad de cualquier fracaso militar.
La intervención del US-Army en el combate contra el Estado Islámico en Irak consolidará la actual cooperación objetiva con Irán y hará que ambas partes saquen del juego a todos aquellos entre sus aliados que perjudiquen al otro socio, en Levante y donde sea. Con esta iniciativa Washington impone su conducción en Europa y Levante, limita la influencia regional de Rusia y prepara posibles intervenciones en Yemen y Libia. Se trata de un reposicionamiento general para restaurar la autoridad presidencial en el interior y poner orden entre el Sahara y el Golfo Pérsico, desde Kurdistán hasta el Océano Índico.
Qué decisión adoptará el Congreso es imprevisible, pero algunos desarrollos futuros ya pueden vislumbrarse: 1) la guerra en Levante se ampliará, profundizará e involucrará incluso a regiones lejanas y por largo tiempo; 2) el presidente Obama ha recuperado el timón de la agenda política, disciplinando a propios y ajenos, será determinante en la selección del o de la candidata demócrata e influirá sobre la decisión republicana; 3) la agudización de la guerra en Levante intensificará la competencia por el control de los hidrocarburos en todo el mundo y hará subir su precio; 4) este conflicto será el principal regulador de la economía mundial y de las futuras relaciones internacionales.
Por quinta vez en 70 años los Estados Unidos se sumergen irreflexivamente en una guerra sin objetivos ni límites claros. Para peor, otra vez parece primar el pequeño cálculo electoral interno. Los estados de la región deberán apañarse para no sucumbir en el incendio; los más lejanos, en tanto, tendrán que hallar la manera de no quedar metidos en una guerra sin fin, sin frenos y sin límites.
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Eduardo J. Vior