06 de Julio de 2015
PERDIÓ LA TROIKA, GANÓ EUROPA
El triunfo del "No" en el referendo celebrado
ayer en Grecia, para decidir si los ciudadanos aceptaban la exigencia
de mayores ajustes planteada por la troika del Banco Central Europeo
(BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional
(FMI), implica una enorme derrota para la gran coalición
conservadora-socialdemócrata-liberal dominante desde hace un cuarto de
siglo, pero también el renacer de la idea europea.
Según datos oficiales de anoche el 61% de los votantes votó por el "No" contra el 38,78% que aprobó la propuesta de la troika. El vocero del gobierno griego, Gabriel Sakellaridis, informó que una delegación viajaría anoche mismo hacia Bruselas para reanudar las tratativas.
El resultado del referendo representa un sensacional triunfo para el primer ministro Alexis Tsipras, en el gobierno desde enero pasado. El primer ministro ha insistido en los últimos meses en que sólo una sustancial reducción de la deuda externa podría devolver a Grecia al sendero del crecimiento. Su triunfo es también el de la creciente minoría de europeos que rechaza las políticas de ajuste y austeridad, y un aliciente para quienes buscan que la Unión Europea (UE) acate la voluntad democrática de sus pueblos y respete los derechos de todas las naciones por igual.
Pero el referendo tiene también cuatro grandes perdedores: Jean-Paul Juncker, presidente de la Comisión Europea; Christine Lagarde, presidenta del FMI; Mario Draghi, presidente del BCE; y, finalmente, Angela Merkel, canciller alemana. Con ellos fueron derrotados líderes conservadores, socialdemócratas y liberales que hicieron coro a los ajustadores, periodistas y académicos que dieron cátedras de ahorro a costa de los trabajadores y los pobres.
La subsistencia del euro y de la misma Unión Europea (UE) depende ahora de la gran coalición gobernante. Angela Merkel viaja hoy a París para discutir con el presidente francés François Hollande cómo salir del pozo. Ahorristas e inversionistas esperan con temor la reacción de los mercados europeos. Ya anoche los grandes bancos mantuvieron complejas conferencias telefónicas. Si en su reunión de hoy el BCE no aprueba nuevas transferencias para los bancos griegos, estos agotarán su efectivo antes del próximo fin de semana y Atenas deberá tomar prestados los ahorros privados, para hacer frente a los gastos inmediatos mientras busca financiadores más generosos (¿Rusia, China?). Ese desatino desataría también corridas contra los bancos españoles, italianos y portugueses, otros países al borde del colapso. La UE se fraccionaría y devolvería el continente a su antiguo ciclo de competencias interimperialistas, guerras y crisis sociales. Quienes durante 500 años hemos acumulado suficiente experiencia con los efectos de esas divisiones sobre el resto del mundo no podemos más que desear que reine la cordura.
Si el BCE rescata las entidades financieras helenas, quedará demostrado que la voluntad firme y democrática de un pueblo europeo puede torcerles el brazo a los especuladores, usureros y evasores de impuestos. Más aun, demostrará que ningún país europeo puede ser considerado demasiado pequeño o débil como para desoír su voluntad y desconsiderar sus intereses. El pueblo griego acaba de imponer el retorno a los ideales de los padres fundadores de la integración europea en los años '50: todos los pueblos deben ser iguales en la búsqueda de la paz, la hermandad y la unidad del continente. Perdió la troika, triunfó Europa y el mundo puede respirar, aunque sea por un día.
Según datos oficiales de anoche el 61% de los votantes votó por el "No" contra el 38,78% que aprobó la propuesta de la troika. El vocero del gobierno griego, Gabriel Sakellaridis, informó que una delegación viajaría anoche mismo hacia Bruselas para reanudar las tratativas.
El resultado del referendo representa un sensacional triunfo para el primer ministro Alexis Tsipras, en el gobierno desde enero pasado. El primer ministro ha insistido en los últimos meses en que sólo una sustancial reducción de la deuda externa podría devolver a Grecia al sendero del crecimiento. Su triunfo es también el de la creciente minoría de europeos que rechaza las políticas de ajuste y austeridad, y un aliciente para quienes buscan que la Unión Europea (UE) acate la voluntad democrática de sus pueblos y respete los derechos de todas las naciones por igual.
Pero el referendo tiene también cuatro grandes perdedores: Jean-Paul Juncker, presidente de la Comisión Europea; Christine Lagarde, presidenta del FMI; Mario Draghi, presidente del BCE; y, finalmente, Angela Merkel, canciller alemana. Con ellos fueron derrotados líderes conservadores, socialdemócratas y liberales que hicieron coro a los ajustadores, periodistas y académicos que dieron cátedras de ahorro a costa de los trabajadores y los pobres.
La subsistencia del euro y de la misma Unión Europea (UE) depende ahora de la gran coalición gobernante. Angela Merkel viaja hoy a París para discutir con el presidente francés François Hollande cómo salir del pozo. Ahorristas e inversionistas esperan con temor la reacción de los mercados europeos. Ya anoche los grandes bancos mantuvieron complejas conferencias telefónicas. Si en su reunión de hoy el BCE no aprueba nuevas transferencias para los bancos griegos, estos agotarán su efectivo antes del próximo fin de semana y Atenas deberá tomar prestados los ahorros privados, para hacer frente a los gastos inmediatos mientras busca financiadores más generosos (¿Rusia, China?). Ese desatino desataría también corridas contra los bancos españoles, italianos y portugueses, otros países al borde del colapso. La UE se fraccionaría y devolvería el continente a su antiguo ciclo de competencias interimperialistas, guerras y crisis sociales. Quienes durante 500 años hemos acumulado suficiente experiencia con los efectos de esas divisiones sobre el resto del mundo no podemos más que desear que reine la cordura.
Si el BCE rescata las entidades financieras helenas, quedará demostrado que la voluntad firme y democrática de un pueblo europeo puede torcerles el brazo a los especuladores, usureros y evasores de impuestos. Más aun, demostrará que ningún país europeo puede ser considerado demasiado pequeño o débil como para desoír su voluntad y desconsiderar sus intereses. El pueblo griego acaba de imponer el retorno a los ideales de los padres fundadores de la integración europea en los años '50: todos los pueblos deben ser iguales en la búsqueda de la paz, la hermandad y la unidad del continente. Perdió la troika, triunfó Europa y el mundo puede respirar, aunque sea por un día.
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Eduardo J. Vior