sábado, 19 de septiembre de 2015

EE.UU. ignora el pacifismo del pueblo japonés

SHINZO ABE TRIUNFA A LO PIRRO

Eduardo J. Vior 19 de Septiembre de 2015 | 12:00

Al aprobar ayer la Cámara Alta de Japón once leyes que permitirán a su Fuerza de Autodefensa (SDF, por su sigla en inglés) intervenir en el exterior en ayuda de sus aliados, el primer ministro Shinzo Abe puso en evidencia una vez más su voluntad de poder, pero atropelló de tal modo el pacifismo de la población que perdió credibilidad y su futura acción de gobierno se hará muy difícil. Otra victoria como esta y tendrá que renunciar.
Tras dos días de debates jalonados por varias trifulcas entre parlamentarios, con miles de manifestantes ante las puertas del hemiciclo, después de que fracasó una moción de censura de la oposición, las leyes fueron aprobadas por la Cámara Baja e inmediatamente, pasada la medianoche del viernes, por la Alta.
La medida impulsada por el Ejecutivo fue aprobada gracias a la mayoría que tienen en la Dieta Imperial el Partido Liberal Democrático (DLP) y su aliado, el budista Nuevo Komeito. Previamente, su Gabinete había aprobado el año pasado una reinterpretación del artículo 9 de la Constitución pacifista de 1947 para dar a la SDF la facultad de acudir en defensa de los aliados de Japón, si estos se ven agredidos. De este modo, se alteró sustancialmente el espíritu pacifista de la carta. Desde hace años Abe venía defendiendo la necesidad de la reforma. Estados Unidos y la Unión Europea (UE) sustentan la medida, porque necesitan el apoyo militar nipón y los comentaristas occidentales aducen que se trata sólo de colocar las bases japonesas a disposición de sus aliados y de facilitar la intervención de la SDF en misiones de la ONU. Abe, por su parte, confía en que sus conciudadanos se olviden y los pacifistas se aplaquen hasta los próximos comicios.
Los críticos de la propuesta, empero, la califican como "leyes para la guerra" y cuestionan el modo autoritario con el que el primer ministro las impuso en el Parlamento. Según todas las encuestas, la mayoría de la población se opone a las leyes y siente que el gobierno no las ha explicado adecuadamente. Consecuentemente, Abe tiene una imagen mayoritariamente negativa y ha dilapidado el capital político que tenía al asumir el cargo hace tres años. En agosto de este año, en una de las mayores protestas contra la reforma, decenas de miles de personas llenaron las calles, un fenómeno muy extraño en un país muy despolitizado.
A principios de septiembre Abe fue reelecto por un segundo trienio como presidente de su partido y puede seguir gobernando hasta 2018, pero la coalición de gobierno pondrá en juego sus 242 bancas en la Cámara Alta en las elecciones parciales de 2016. Además, la baja del derecho al voto a 18 años, implantada en junio pasado, volcará a las urnas al grupo más opuesto al primer ministro. Si la oposición, entonces, conquista la mayoría de esa cámara, Japón volverá a tener un gobierno dividido y será difícil legislar.
El control civil sobre la fuerza militar es un principio básico de la política nipona de defensa, por lo que es de esperar que cada propuesta del gobierno para usar la SDF en el exterior genere intensos debates. Próximamente el primer ministro deberá decidir si autoriza a la misión pacificadora japonesa en Sudán del Sur a usar sus armas, cuando se vea amenazada. De su opción dependerá buena parte de la política nipona en el futuro cercano.
Si bien no hay chances de que el gobierno sea derrocado, será mucho más vulnerable que antes de esta reforma.Como el rey Pirro de Epiro en 281, Shinzo Abe pronto puede sufrir las consecuencias de su triunfo y afectar toda la política de Washington en Asia.

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Eduardo J. Vior