Después del escándalo
El caso VW y la crisis del capitalismo estatal
Revista Veintitres
por Eduardo J. Vior
El
escándalo sobre la manipulación del software que mide las emisiones de
gases de efecto invernadero en vehículos de la empresa Volkswagen (VW)
acabó ya la semana pasada con la carrera de su presidente, Martin Winterkorn,
pero, ante la probable conclusión del Tratado Transatlántico de
Asociación e Inversiones (TTIP, por su sigla en inglés) en los próximos
meses, ha provocado una discusión transatlántica sobre la participación
estatal en la economía.
Bajo la presión del presidente del Comité de Vigilancia del grupo VW, Ferdinand Piëch (ex presidente de Porsche y luego de Volkswagen), el directorio remplazó a su presidente por Matthias Müller,
quien asumió el viernes 25. Aparentemente el cambio de conducción se
debió a una combinación de aventurerismo empresarial con pujas internas
por el poder, pero mucho induce a creer que el propio escándalo está
manipulado.
Para el New York Times todo se explica por la ambición
de Winterkorn. En 2007 VW sustituyó la tecnología desarrollada por
Mercedes-Benz y Bosch para el control de la polución por una propia. Hace
cuatro años, en tanto, el presidente del grupo se propuso triplicar en
una década las ventas en Estados Unidos. Para ello aumentó el
rendimiento de los motores diésel, mientras bajaba las emisiones.
Realizó una agresiva campaña publicitaria, en tanto respondía a las
críticas sobre el rendimiento de los nuevos coches argumentando que los
reguladores no medían correctamente. Sin embargo, las discrepancias
entre las mediciones en los laboratorios y las que se hacían en ruta
comenzaban a llamar la atención, hasta que intervino la Agencia federal
de Protección del Medio Ambiente (EPA, por su sigla en inglés) y
descubrió que el software de los vehículos cuestionados estaba
manipulado para falsear los tests de emisiones. VW debió retirar en todo
el mundo once millones de autos y su presidente renunciar.
Al
mismo tiempo que se lanzaba a la aventura norteamericana, Winterkorn
desató en 2011 una sensible discusión política en Alemania, al anunciar
ganancias extraordinarias por once mil millones de euros y un aumento
proporcional para los directores que suscitó la reacción de la opinión
pública y la clase política que consideran estas bonificaciones
inadecuadas para la economía social de mercado. En ese contexto, desde
hace algunos meses Ferdinand Piëch retomó sus críticas
públicas contra Winterkorn hasta derrocarlo. Comentaristas
conservadores, en tanto, responsabilizan a la tenencia del 20% de las
acciones por el Estado de Baja Sajonia por la liviandad de los controles
internos en VW.
Sin embargo, según el experto Stefan Bratzel, hay estudios independientes que comprobaron en otras marcas la misma discordancia entre los tests en laboratorio y en ruta. “El cuidado del medio ambiente cuesta caro”, afirma, “y los autos diésel ya son más caros que los de nafta”,
pero la cuestión central reside en el envejecimiento de dicha
tecnología. El cambio hacia el coche eléctrico es insoslayable,
sostiene, pero empresas y gobiernos se resisten, e implica un cambio
mayor de los sistemas productivos.
Europa se sostiene sobre las
empresas estatales. Volkswagen dista de ser la única empresa alemana o
europea con participación estatal. A las prestadoras de servicios
públicos se sumaron hace medio siglo inversiones en empresas productivas
para regular el mercado, asegurar al Estado posiciones estratégicas y
cientos de miles de empleos. Si bien el neoliberalismo busca privatizar
estas inversiones, sólo ha tenido éxito en Gran Bretaña y en algunos
países del Este.
Entre tanto, Alemania sigue registrando el mayor
volumen de capital en manos estatales. A las sobrantes empresas
estatales de la región oriental añade los bancos de los estados
federados, el ferrocarril (Deutsche Bahn), Lufthansa, el seguro marítimo
Hapag Lloyd (37% pertenece a Hamburgo), el 12% de la empresa
trinacional Airbus/EADS (28% junto con Francia y España), las cajas de
ahorro (municipales) y T-Mobile (el 32% es de Deutsche Telekom),
mientras que el Banco de Reconstrucción (KfW) pertenece totalmente al
Estado federal. Se suman otras participaciones por 70.600 millones de
dólares en el Deutsche Post (25,5%), Hypo Real Estate y la
Bundesdruckerei (imprenta oficial, renacionalizada en 2013). Además el
Estado alemán posee el 4% de British Telecom y otro 12% adquirido por
T-Mobile este año.
En Francia, por su parte, existe
tradicionalmente un importante sector público que abarca distintas
formas empresarias. De acuerdo con datos oficiales de 2014, por su
volumen de negocios se destacaban GDF Suez (distribuidor de gas y
energía), EDF (electricidad), Airbus Group, Peugeot SA, Renault, Orange
(electrónica), SNCF (ferrocarriles), Air France-KLM, La Poste (correo),
etcétera.
En el Reino Unido, a su vez, después de las privatizaciones realizadas por Margaret Thatcher (1979-91) quedan pocas corporaciones en manos estatales. No obstante, en algunos casos fueron renacionalizadas algunas empresas y la devolución parcial de soberanía a Escocia, Gales e Irlanda del Norte permitió a estas regiones recuperar algunos resortes económicos. Al gobierno central pertenecen la British Broadcasting Corporation (BBC), Channel Four Television Corporation, NATS Holdings, National Nuclear Laboratory, National Physical Laboratory, London and Continental Railways, Network Rail, National Health Service (Sistema Nacional de Salud), Post Office, Royal Mail (15%) y los siguientes bancos rescatados: UK Financial Investments Limited, Northern Rock (gestión de inversiones), Lloyds Banking Group (parcial), UK Asset Resolution Ltd y The Royal Bank of Scotland Group (parcial).
En el Reino Unido, a su vez, después de las privatizaciones realizadas por Margaret Thatcher (1979-91) quedan pocas corporaciones en manos estatales. No obstante, en algunos casos fueron renacionalizadas algunas empresas y la devolución parcial de soberanía a Escocia, Gales e Irlanda del Norte permitió a estas regiones recuperar algunos resortes económicos. Al gobierno central pertenecen la British Broadcasting Corporation (BBC), Channel Four Television Corporation, NATS Holdings, National Nuclear Laboratory, National Physical Laboratory, London and Continental Railways, Network Rail, National Health Service (Sistema Nacional de Salud), Post Office, Royal Mail (15%) y los siguientes bancos rescatados: UK Financial Investments Limited, Northern Rock (gestión de inversiones), Lloyds Banking Group (parcial), UK Asset Resolution Ltd y The Royal Bank of Scotland Group (parcial).
La lista podría seguir con otros Estados europeos
(particularmente en Escandinavia, Holanda, Bélgica, Italia y España). La
existencia de un amplio sector empresario estatal y de participaciones
estatales es uno de los pilares del capitalismo europeo que busca
destruir el Tratado Transatlántico de Asociación e Inversiones (TTIP,
por su sigla en inglés) que se negocia con el máximo secreto.
No resulta casual que en un momento en que en toda Europa recrudecen las críticas contra el secretismo en las negociaciones y en numerosos países se advierte sobre los riesgos que el tratado podría acarrear para las empresas públicas europeas, de repente arrecien desde EE.UU. las críticas contra VW. Si bien tiene un porcentaje de participación estatal, por su política empresaria, objetivos e intereses el gigante de Wolfsburg es privado, aunque coordine sus decisiones estratégicas con el gobierno alemán.
No resulta casual que en un momento en que en toda Europa recrudecen las críticas contra el secretismo en las negociaciones y en numerosos países se advierte sobre los riesgos que el tratado podría acarrear para las empresas públicas europeas, de repente arrecien desde EE.UU. las críticas contra VW. Si bien tiene un porcentaje de participación estatal, por su política empresaria, objetivos e intereses el gigante de Wolfsburg es privado, aunque coordine sus decisiones estratégicas con el gobierno alemán.
Alemania es el país de Europa con el mayor
peso de las empresas estatales, un serio obstáculo para la ofensiva
privatizadora del TTIP. No por casualidad la última filtración de
documentos sobre las negociaciones se produjo en junio desde Bruselas
hacia las oficinas del Bundestag. Martin Winterkorn es un aventurero no
mucho peor que otros de su género, pero le tocó a él porque alguien
quiere echar mano a la economía europea y Volkswagen es un escollo. Esta
es la verdadera discusión.
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Eduardo J. Vior