GUERRA DE GASODUCTOS EN EL CIELO SIRIO
Eduardo J. Vior 29 de Noviembre de 2015 |
12:00
El
derribamiento de un Su-24 de la Fuerza Aeroespacial Rusa en la frontera
entre Siria y Turquía el pasado martes 24 reavivó la lucha por el
control de los gasoductos que deben llevar el fluido a Europa y está
realineando los bloques internacionales.
El disparo del caza turco no sólo liquidó el proyecto de gasoducto Irán-Irak-Siria-Chipre-Grecia, sino que también hundió el Turkish Stream, la tubería rusa que atravesaría el Mar Negro, para entrar a Europa por la parte europea de Turquía.Sin embargo, por carambola acabó asimismo con el competidor árabe-turco que, partiendo de Qatar, debía pasar por Jordania, Siria y Turquía y llegar a Europa por las islas griegas. En las tres opciones el destinatario habría sido Europa. La diferencia residía en quién habría controlado el pasaje del fluido.
Por supuesto que en la guerra en Siria se dirimen cuestiones más complejas que la traza de los gasoductos, pero como el control sobre los flujos energéticos a través del país levantino influirá sobre el abastecimiento de Europa con hidrocarburos abundantes y baratos, en la nación árabe chocan los intereses de todas las potencias.
Los tres factores que ayudarán a largo plazo a mantener controlados los precios mundiales del gas y el petróleo, que los países occidentales necesitan para relanzar su crecimiento, incluyen el incremento de las exportaciones petrolíferas de Irán gracias al reciente acuerdo nuclear, la amplia y flexible oferta de petróleo y gas de esquistos bituminosos de Estados Unidos y la baja persistente de la demanda energética de los países emergentes mediante la prolongación de su crisis actual.
Este mercado del petróleo con buena oferta podría conducir a precios más elevados que los actuales 60 dólares por barril, de modo de justificar la cara producción norteamericana, pero muy por debajo de los máximos alcanzados hasta 2014. Para alcanzar este objetivo es necesario ampliar la oferta de gas y petróleo a través de Siria. Desde el punto de vista norteamericano, derrocar a Assad y evitar que Rusia controle los flujos de gas hacia Europa es un objetivo central, porque Washington se entiende con sauditas y kataríes y quiere asegurarse la obediencia europea.
Recep Tayyip Erdoğan ordenó el derribamiento del avión ruso, porque EE UU necesitaba marcar la cancha, pero las sanciones económicas que Moscú impuso a Ankara restablecieron el empate en Levante. Al mismo tiempo, como la prolongación de la guerra ya afecta a Francia y ésta, junto con otros países de Europa Continental, necesita romper su exclusiva dependencia energética de norteamericanos y sauditas, el presidente François Hollande busca el acuerdo con Alemania y Rusia. Alemania ya anunció que sus tropas remplazarán en Malí a la Legión Extranjera, que intervendría en Siria contra el Estado Islámico, si París se entiende con Damasco.
A su vez, el premier británico David Cameron apura la intervención del Reino Unido en el país árabe para evitar quedar marginado de la política europea. Sin embargo, dado que Rusia está en condiciones de impedir cualquier vuelo sobre Siria, los occidentales deben entenderse con ella para poder bombardear objetivos terroristas allí. Ante la ampliación de la alianza dirigida por Moscú, Washington deberá decidir ahora si aumenta la apuesta y arriesga allí un choque con Rusia y roces con sus aliados europeos, o si acepta las condiciones impuestas y colabora en la lucha contra el EI.
El resultado de esta pulseada decidirá si el control que Rusia hoy tiene sobre el cielo sirio se traducirá en poder sobre los gasoductos que atravesarán el suelo del castigado país una vez que la guerra termine. «
El disparo del caza turco no sólo liquidó el proyecto de gasoducto Irán-Irak-Siria-Chipre-Grecia, sino que también hundió el Turkish Stream, la tubería rusa que atravesaría el Mar Negro, para entrar a Europa por la parte europea de Turquía.Sin embargo, por carambola acabó asimismo con el competidor árabe-turco que, partiendo de Qatar, debía pasar por Jordania, Siria y Turquía y llegar a Europa por las islas griegas. En las tres opciones el destinatario habría sido Europa. La diferencia residía en quién habría controlado el pasaje del fluido.
Por supuesto que en la guerra en Siria se dirimen cuestiones más complejas que la traza de los gasoductos, pero como el control sobre los flujos energéticos a través del país levantino influirá sobre el abastecimiento de Europa con hidrocarburos abundantes y baratos, en la nación árabe chocan los intereses de todas las potencias.
Los tres factores que ayudarán a largo plazo a mantener controlados los precios mundiales del gas y el petróleo, que los países occidentales necesitan para relanzar su crecimiento, incluyen el incremento de las exportaciones petrolíferas de Irán gracias al reciente acuerdo nuclear, la amplia y flexible oferta de petróleo y gas de esquistos bituminosos de Estados Unidos y la baja persistente de la demanda energética de los países emergentes mediante la prolongación de su crisis actual.
Este mercado del petróleo con buena oferta podría conducir a precios más elevados que los actuales 60 dólares por barril, de modo de justificar la cara producción norteamericana, pero muy por debajo de los máximos alcanzados hasta 2014. Para alcanzar este objetivo es necesario ampliar la oferta de gas y petróleo a través de Siria. Desde el punto de vista norteamericano, derrocar a Assad y evitar que Rusia controle los flujos de gas hacia Europa es un objetivo central, porque Washington se entiende con sauditas y kataríes y quiere asegurarse la obediencia europea.
Recep Tayyip Erdoğan ordenó el derribamiento del avión ruso, porque EE UU necesitaba marcar la cancha, pero las sanciones económicas que Moscú impuso a Ankara restablecieron el empate en Levante. Al mismo tiempo, como la prolongación de la guerra ya afecta a Francia y ésta, junto con otros países de Europa Continental, necesita romper su exclusiva dependencia energética de norteamericanos y sauditas, el presidente François Hollande busca el acuerdo con Alemania y Rusia. Alemania ya anunció que sus tropas remplazarán en Malí a la Legión Extranjera, que intervendría en Siria contra el Estado Islámico, si París se entiende con Damasco.
A su vez, el premier británico David Cameron apura la intervención del Reino Unido en el país árabe para evitar quedar marginado de la política europea. Sin embargo, dado que Rusia está en condiciones de impedir cualquier vuelo sobre Siria, los occidentales deben entenderse con ella para poder bombardear objetivos terroristas allí. Ante la ampliación de la alianza dirigida por Moscú, Washington deberá decidir ahora si aumenta la apuesta y arriesga allí un choque con Rusia y roces con sus aliados europeos, o si acepta las condiciones impuestas y colabora en la lucha contra el EI.
El resultado de esta pulseada decidirá si el control que Rusia hoy tiene sobre el cielo sirio se traducirá en poder sobre los gasoductos que atravesarán el suelo del castigado país una vez que la guerra termine. «