viernes, 6 de noviembre de 2015

Se expande el escándalo por la guerra contra Irak

VIERNES
6 DE NOVIEMBRE DE 2015

El alineamiento con Estados Unidos

Si Tony Blair cae, Gran Bretaña se hunde


Si Tony Blair cae,  Gran Bretaña se hunde
Por Eduardo J. Vior
Después de que el pasado domingo 1 el conservador Mail on Sunday denunciara que poco antes de comenzar la invasión a Irak, en marzo de 2003, el entonces primer ministro Tony Blair había ordenado a sus ministros destruir el peritaje en que el Procurador General, lord Goldsmith, consideraba ilegal el ataque al país levantino, se generalizó el escándalo que envuelve a la elite británica. Si se comprobara que Blair entonces mintió y actuó ilegalmente, en teoría podría ser procesado por crímenes de lesa humanidad, pero en su caída se llevará a muchos. Por eso hay tal batahola en el reino.
La oficina de Tony Blair desmintió la versión publicada por el pasquín de Rupert Murdoch, según la cual un innombrado ex funcionario de la oficina del primer ministro habría dicho que este ordenó a sus ministros “destruir y quemar” el informe que el procurador había elevado el 7 de marzo de 2003 (tres semanas antes de la guerra) en el que advertía contra la ilegalidad de la planeada invasión a Irak.
Aún no queda claro, si esta versión está incluida en el informe que la comisión parlamentaria de investigaciones sobre la guerra contra Irak, presidida por sir John Chilcot, está elaborando desde 2009. La comisión acabó de tomar testimonios en 2011 y se supone que aún está elaborando el informe cuyo retraso se ha convertido en un escándalo nacional y da pábulo a todo tipo de conjeturas. Finalmente, el pasado jueves 29 Chilcot anunció que el informe será terminado en abril de 2016. 
Anticipándose a la publicación del mismo, en tanto, Tony Blair dio el domingo 25 de octubre una entrevista a CNN en la que se disculpó parcialmente por el modo en que se llevó la guerra contra Irak y sus consecuencias, pero no por la guerra misma. No obstante, reconoció que la guerra pudo haber conducido al surgimiento del Estado Islámico (EI). Durante la entrevista, Blair insistió en que el servicio de inteligencia exterior británico, el MI6, “se equivocó”, y lo indujo a tomar decisiones equivocadas. Sin embargo, tanto los informes del entonces embajador británico en Washington, Christopher Meyer, como los del jefe del MI6 de aquel momento, Richard Dearlove, muestran que en Washington se estaba preparando una patraña. Blair sabe que los servicios de inteligencia británicos no “erraron”, sino que –al igual que los estadounidenses– ajustaron sus informes a las decisiones políticas previamente tomadas. 
Por su parte, Bush admitió ya en 2008 que las armas de destrucción masiva no existían, aunque culpó a la inteligencia por su “error”. Sin embargo, numerosas investigaciones periodísticas han demostrado que Estados Unidos, el Reino Unido y España difundieron informes falsos para justificar la invasión a Irak. Vale decir que primero se tomó la decisión de invadir y luego se fabricaron “los informes” que “demostraban” la existencia de armas de destrucción masiva.
Luego de dejar el gobierno en 2007, Blair se dedicó a los negocios y a representar a la Unión Europea como “mediador para la paz en Medio Oriente”. En la prensa británica abundan señalamientos sobre los enormes ingresos que obtuvo de su combinación entre tareas diplomáticas y empresarias. Tuvo un papel destacado en la fusión de grandes empresas de alimentos, en la asesoría de la empresa petrolera PetroSaudí, en el gobierno de Kuwait, en fondos de los Emiratos Árabes, de Corea del Sur, de la empresa Louis Vuitton, de J.P. Morgan y de empresas de energía. Se le atribuye una fortuna de 130 millones de euros que él, empero, niega.
La Comisión Chilcot, integrada por cinco miembros, ha interrogado al propio Tony Blair, a funcionarios, diplomáticos y jefes de inteligencia. Ha prestado atención a los preparativos de la guerra y, en particular, a las conversaciones previas entre Blair y Bush. A principios de 2015 recibió la inesperada ayuda del hacker Guccifer, quien penetró y difundió la correspondencia secreta del buzón electrónico privado de Hillary Clinton, cuando esta era secretaria de Estado (2009-13). En uno de esos documentos de marzo de 2002 (un año antes de la guerra) el secretario de Estado Colin Powell informaba al presidente George W. Bush que Tony Blair apoyaba el plan de invasión a Irak.
En auxilio de Blair, empero, el pasado 2 de noviembre la televisión rusa reveló que nuevos mensajes de correo electrónico de Hillary Clinton publicados por el Departamento de Estado dan cuenta de que el ex premier intentó en 2011 detener el bombardeo de Libia y que los países occidentales negociaran con Muammar Gaddafi. Después de que estalló la guerra civil en febrero de ese año, Blair habló en repetidas ocasiones con el líder libio y afirmaba en sus mails a Clinton que “la mano derecha” de Gaddafi era un hombre razonable, instándola a no “humillar” al jefe árabe. Según el conservador Daily Mail el ex primer ministro se refería probablemente a Moussa Kussa, último ministro de Relaciones Exteriores de Gaddafi, o al ex jefe de inteligencia, Abdullá Senussi, involucrado en el atentado de Lockerbie donde en 1988 murieron 270 personas.
Con su declaración a CNN el ex primer ministro intentó anticiparse a la publicación del informe Chilcot. En cambio, su intento de culpar al servicio de espionaje parece una venganza por las denuncias sobre sus negocios en Medio Oriente. La publicación rusa sobre su intento de mediación en la crisis libia en 2011, en tanto, se dirige contra David Cameron, uno de los responsables de la invasión al país africano que llevó al caos actual y a la implantación allí del EI.
Indudablemente Tony Blair es un criminal y debería ser acusado ante la Corte Penal Internacional, si –como dijo recientemente un diplomático árabe– esta no fuera sólo para “negros y morenos”. No obstante, no es el único responsable por la masacre y el despojo de Irak. Hay muchos culpables más en los palacios reales y ministeriales de Europa, así como en los lobbies de Washington. Si el informe Chilcot culpa al ex premier, este no dudará en arrastrar a muchos otros grandes en su caída. Por eso los conservadores lo están atacando tan ferozmente. Tony Blair puede derrumbarse, pero consigo puede hundir al reino.

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Eduardo J. Vior