El triunfo del no poder
por Eduardo J. Vior
Cuando el rey Felipe VI esta semana convocó a nuevas elecciones
generales para el próximo 26 de junio (26J, como se usa en España), no
hizo más que confirmar el fracaso de las negociaciones para formar
gobierno que los principales partidos opositores (PSOE, Ciudadanos y
Podemos) llevaron durante los últimos cuatro meses. Sin embargo, el
creciente cansancio del electorado ante los jueguitos tácticos de los
políticos puede provocar el aumento de la abstención y,
consecuentemente, la repetición del empate electoral del 20 de diciembre
pasado (20D). Este resultado pondría al Partido Popular (PP) en
condiciones de formar gobierno de coalición. Hasta entonces los bancos,
la Unión Europea (UE) y el FMI seguirán rigiendo los destinos de España.
De acuerdo a más de veinte encuestas, el PP ganaría en las urnas con más o menos 125 diputados, dos más que el 20D, y solo podría formar gobierno estable si pacta con los 94 diputados que sumaría el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Es decir, la misma fórmula que pidió Rajoy desde el pasado diciembre y que fue vetada por el líder socialista Pedro Sánchez. Si este persistiera en su rechazo a una gran coalición, sumando los 39 diputados que obtendría el liberal Ciudadanos, los seis previstos para el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y el único cargo que elegiría la Coalición Canaria (CC), Mariano Rajoy quedaría a cinco votos de la mayoría absoluta.
La situación del PSOE también sería muy similar a la actual. Si no quiere coaligar con el PP, tendrá que hacerlo con la alianza recién constituida por Podemos e Izquierda Unida (IU), llegando previsiblemente a reunir 162 diputados, solo uno más que los agregados entre los tres el 20D. Volver a pactar con Ciudadanos en solitario le serviría de muy poco. El reparto de fuerzas y de escaños después del 26J sería casi un calco al que existe ahora.
Tampoco es esperable que la nueva alianza de izquierda entre Podemos e IU pueda aventajar al PSOE e imponerle las condiciones de una coalición de gobierno. Actualmente suman un 20% de los votos, mientras que los socialistas se mantienen en un 23%. Hay votantes de Podemos y de IU que han desaprobado la formación de la alianza, por lo que ambos juntos representan hoy tanto como Podemos en diciembre pasado. Aparentemente el principal efecto que tendría la formación del bloque de izquierda sería que la única mayoría estable que podría formarse en las Cortes sería la gran coalición entre el PP y el PSOE. La alianza Podemos-IU se aprovecharía, en cambio, del sistema electoral D’Hont, quitando al PP hasta cuatro diputados remanentes de la representación.
Las elecciones generales del pasado 20 de diciembre acabaron con el bipartidismo dominante de PP y PSOE al convertir a Podemos y Ciudadanos en fuerzas relevantes en el tablero político. Mariano Rajoy ganó los comicios, pero decidió inhibirse y dejar a otro candidato la iniciativa de formar gobierno. Pedro Sánchez intentó ser presidente y fracasó. Ahora, el 26J se plantea como una suerte de segunda vuelta en la que la abstención amenaza con castigar más al flanco izquierdo, pese a que los escándalos de corrupción (Imelsa, Gürtel, papeles de Panamá) siguen acechando al PP.
El PSOE celebrará primarias para elegir a su candidato a presidente del 30 de abril al 15 de mayo, pero Pedro Sánchez será el único que se presente. Podemos deberá someter a la ratificación de sus bases cualquier acuerdo con IU. Albert Rivera (de Ciudadanos), por su parte, ha dicho que en su partido las primarias son inviables por falta de tiempo. Javier Maroto, vicesecretario de Acción Sectorial del PP, en tanto, reclamó recientemente más participación en la elección del presidente de la formación y de los candidatos, así como en la elaboración del programa, pero la dirección nacional del partido se niega de plano.
Los socialistas, señalan fuentes de la dirección, solo retocarán en su programa electoral aquellas propuestas económicas afectadas por el incumplimiento del déficit presupuestario. Podemos e IU tampoco tendrán programa conjunto, aunque muchas de sus propuestas coinciden. El PP cree que sus medidas siguen siendo válidas.
Al romper las negociaciones con el PSOE, Pablo Iglesias ha forzado la repetición de las elecciones. Con esta maniobra favorece a la vez a Mariano Rajoy, quien puede llegar a sobrevivir como presidente del gobierno, si el renovado empate posterior a las elecciones convence a Pedro Sánchez de entrar en una gran coalición con el PP, y al propio Podemos, ya que –aunque la alianza con Izquierda Unida no le traiga un aumento de votos– el líder izquierdista espera que la gran coalición le regale el espacio del centroizquierda y la izquierda.
La jugada es muy arriesgada y apuesta demasiado a la certeza de las encuestas preelectorales. Si el electorado español se cansa de tanto “jogo bonito” y exige soluciones, puede devolver la confianza al PP y hacer viable una coalición de centroderecha. O simplemente posibilitarlo con un aumento de la abstención. Como reveló un reciente estudio publicado en El Periódico de Catalunya, cuanta menos asistencia a las urnas haya, más aumentan las chances de la derecha. Los sondeos no registran que los numerosos casos de corrupción de políticos derechistas conocidos en los últimos tiempos hayan corrido el fiel de la balanza hacia la izquierda. España sale de un empate para caer en otro. Mientras tanto la Unión Europea, el FMI y los bancos la siguen gobernando. El no poder del empate entre los partidos es el gran poder de los que nadie elige.
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Eduardo J. Vior