viernes, 25 de noviembre de 2016

Con Trump llega un remedo del viejo imperialismo

El fin del multilateralismo

El triunfo de Donald Trump preanuncia el pasaje de los acuerdos globales de inversión y comercio a una división del mundo en áreas de influencia rivales.
Foto: AFP
Foto: AFP

La victoria del candidato republicano en las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre está sustituyendo rápidamente en la agenda internacional los acuerdos multilaterales de inversión y comercio por pactos regionales entre grandes potencias y países emergentes tanto o más desiguales que los globales. Sin embargo, como cuando los elefantes pelean, las hormigas se divierten, esta renovada competencia entre potencias puede dar a los países en vías de desarrollo un mayor margen de maniobra.

Con el callado traspaso del liderazgo regional de Estados Unidos a China, el domingo 20 acabó en Lima la 24º Reunión del Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC, por su sigla en inglés). En ésta el presidente norteamericano Barack Obama asistió impávido al entierro sin ceremonia del Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) que Donald Trump desistió de ratificar. Los veintiún mandatarios de la cuenca del Pacífico presentes juraron lealtad al libre comercio, pero su mirada ya había girado hacia Asia.

Mientras que el futuro presidente norteamericano prefiere acuerdos bilaterales a los multilaterales y pretende retirar a su país de algunas regiones y cuestiones costosas y poco rentables, China va ocupando los espacios vacantes. En Lima su presidente, Xi Jinping, se proclamó defensor del libre comercio mundial y propuso al presidente ruso Vladimir Putin, con quien se reunió el domingo 20, impulsar juntos el intercambio en el Pacífico.
 
En tanto, durante la última visita de Barack Obama a Alemania, el pasado jueves 17, la canciller Angela Merkel manifestó que Alemania sigue estando interesada en el Tratado de Libre Comercio e Inversiones (TTIP) que Europa estaba negociando con EE.UU., pero que “actualmente no están dadas las condiciones para firmar este acuerdo”.

Donald Trump todavía no gobierna pero su elección ya liquidó los acuerdos del Pacífico y el Atlántico. Con la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea probablemente Alemania intente sustituir a EE.UU. en el control de Europa. China y Rusia, por su lado, procuran hacerlo en Asia y el Pacífico.

Habida cuenta de las dimensiones y la complejidad de la dirección estadounidense sobre el mundo, el venidero presidente no puede retornar al aislacionismo vigente hasta 1941, pero sí hacer más selectiva la intervención norteamericana en los asuntos mundiales y delimitar áreas de influencia que excluyan a las demás potencias.

El alineamiento de grandes estados bajo la conducción norteamericana para imponer a las naciones pequeñas y medianas sus reglas económicas y comerciales, que falsamente se llamó “multilateralismo”, será remplazado por la rivalidad entre poderes regionales. Este retorno a la dominación directa puede ser más brutal, pero es más nítido. Además, como las potencias competirán entre sí por controlar áreas cerradas, las naciones pequeñas y medianas podrán negociar en mejores condiciones recostándose en un gran Estado contra el otro.

El fin del “multilateralismo” favorece el ascenso de China hacia el liderazgo mundial, pero no tan rápido como especulan muchos observadores. En un llamativo editorial del Diario del Pueblo de Beijing se afirmaba este lunes 21 que “por un largo tiempo el liderazgo de los Estados Unidos va a ser irremplazable, pero el continuado ascenso de China es también inevitable”. La transición de un sistema al otro será dura, mas llena de oportunidades que los inteligentes y voluntariosos sabrán aprovechar.

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Eduardo J. Vior