“Trumponomics” en un torbellino
¿Cómo se avizoran los primeros
meses de política económica del nuevo presidente de los Estados Unidos?
Choques con los medios, el Congreso, la Corte y la Reserva Federal.
Pasada la campaña electoral, mientras el mundo va
digiriendo su resultado y los observadores especulan sobre la política
económica del futuro presidente, Wall Street se apresura a sacar tajada
de la prospectiva de crecimiento económico. Éste puede llegar, pero, si
Donald Trump es fiel a sus promesas, chocará con uno o más factores de
poder.
Probablemente desista de deportar a los once
millones de indocumentados que habitan en EE.UU., porque es
impracticable y muchas empresas viven de ellos. A cambio, puede
continuar la construcción del muro fronterizo con México, para mostrar
cómo cumple su programa, y crear puestos de trabajo con dinero público.
Si, como ha prometido, también atrae inmigración calificada, quedará
bien, aunque no termine el muro.
Es altamente posible que el futuro mandatario
desista de hacer ratificar por el Senado el Tratado de Asociación
Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés), que quiera forzar a México a
renegociar el NAFTA y pretenda imponer sus condiciones a los europeos
en las aún inacabadas negociaciones sobre el Tratado Transatlántico
(TTIP). Como México seguramente cederá, Trump a la vez impondría
aranceles a las importaciones mexicanas y haría pagar el muro al vecino
del Sur.
Puede ser que el nuevo mandatario aumente las
demandas contra China en la Organización Mundial del Comercio (OMC),
pero es difícil que vaya más allá, porque a nadie le conviene desquiciar
el comercio transpacífico.
Los observadores esperan asimismo que apuntale con
dinero público las inversiones en infraestructura y en la construcción
de viviendas. Dado que el desempleo ronda hoy el 4 por ciento, esta
inyección de dinero aumentará los salarios y la conflictividad laboral,
porque los trabajadores tomarán en serio las promesas de “su”
presidente. Esta será una prueba de fuego para el reaccionario en la
Casa Blanca. Como, para alentar la demanda, al mismo tiempo querrá
rebajar los impuestos de trabajadores y clase media, deberá resistir las
presiones de la clase alta que no quiere que disminuya la gigantesca
distancia que la separa de los asalariados. Tampoco va a reducir los
beneficios de la Seguridad Social ni del seguro médico. Del mismo modo,
el sucesor de Obama prometió repetidamente revisar y reformular el
seguro médico obligatorio para personas carenciadas (“Obamacare”), pero
sin precisar su propuesta. Para no perder imagen, quizás sólo lo
convierta en optativo, aunque así deje sin resolver los enormes
problemas del sistema público de salud.
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Eduardo J. Vior