domingo, 27 de noviembre de 2016

Fidel y Perón guían la unidad continental

El destino latinoamericano

Aunque no se conocieron, la política latinoamericana hizo que Fidel y Perón se cruzaran varias veces y se respetaran a pesar de las diferencias.
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La muerte lima los cantos y subraya las líneas maestras de una vida. Fidel Castro militó la suya en pos de la unidad latinoamericana como destino de la independencia y la justicia social. Durante su vida tuvo muchos admiradores y detractores, pero muy pocos pares, uno de ellos argentino.

Cuba hoy lo reconoce. Dice el editorial del Granma del sábado 26: “Fidel, junto a otros magnos pensadores latinoamericanos, sembró en la región esa necesaria premisa de supervivencia sobre la base de la independencia que cuando es olvidada por los pueblos conduce a involuciones históricas como las verificables hoy en partes del subcontinente”. Quien le salvó la vida, resaltó la dimensión continental de su revolución y la defendió contra el bloqueo imperialista fue Juan Domingo Perón.

A sus 22 años Fidel Castro presidió en Bogotá el comité organizador del Congreso Latinoamericano de Estudiantes que el gobierno argentino financió para oponerse a la Conferencia Panamericana de Cancilleres en la que EE.UU. impuso la fundación de la OEA el 9 de abril de 1948. Ese mismo día esbirros del gobierno conservador colombiano asesinaron al líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, desatando un alzamiento popular (“el bogotazo”) que duró diez días y cuya represión empujó a los montes de Cundinamarca a los guerrilleros que luego darían origen a las FARC. Así comenzó la guerra civil que ahora busca su fin.

En esos días de furia el líder cubano fue detenido por la policía colombiana y se temía por su vida, pero el dirigente estudiantil argentino Antonio Cafiero logró que el canciller Juan A. Bramuglia -presente en la conferencia-, con la anuencia del Presidente Perón interviniera ante el gobierno colombiano, consiguiera la liberación de Fidel y lo sacara del país.

Cuando Perón estaba exiliado en España, a principios de los años 60, su delegado personal John W. Cooke lo incitó a asilarse en Cuba, pero el General avizoró las restricciones que sufriría por la dependencia cubana de la Unión Soviética y prefirió la libertad de movimiento que tenía en España a pesar de Franco.

Durante su tercera presidencia, entre 1973 y 1974, Juan D. Perón ordenó a su canciller J.A. Vignes votar en la OEA por el levantamiento del bloqueo contra Cuba y obligó a la empresa Ford a entregar a la isla una flota de coches que el gobierno cubano había adquirido con un crédito oficial argentino. Fue por entonces que el General dio a su ministro de Economía, José Ber Gelbard una carta personal para el líder cubano, cuando en junio de 1974 el ministro viajó a Cuba en misión oficial. Allí le expresa lo siguiente: “(…) es indudable que la necesidad de una unidad latinoamericana será la única posibilidad de libertad real para nuestro continente”. La unidad continental es el único reaseguro de la libertad y la justicia. Más allá de las diferencias ideológicas, de estilo y edad, esta fe en el destino unió a ambos líderes.

Cuenta mi amigo Enrique del Percio que Antonio Cafiero visitó a Fidel en Cuba por última vez en 2000, poco antes de que George W. Bush comenzara su mandato. Ante su angustia por el reaccionarismo del tejano, el cubano le respondió: “¡Pero, chico! Si los peores ataques los hemos recibido de los demócratas. Con los republicanos siempre hemos podido negociar”. Fidel lo tuvo claro: cuando está en juego la suerte de la patria, las ideologías son meras distracciones.

En el futuro próximo los latinoamericanos necesitaremos mucho este pragmatismo maquiaveliano en el mejor sentido del término. Perón y Fidel no se conocieron, pero sus destinos se cruzaron varias veces y se respetaron mucho a pesar de las diferencias. Ambos sabían que sólo la unidad del continente puede consolidar la independencia y la justicia social.

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Eduardo J. Vior