¿Se puede evitar la próxima guerra?
Apenas
conjurado el mayor riesgo en Asia Oriental, el Pentágono y B. Netanjahu
quieren incendiar Medio Oriente, mientras los demás se reacomodan,
incluido Trump
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
14 de febrero de 2018
Infobaires24
14 de febrero de 2018
Aunque
el diálogo entre ambas Coreas y la derrota de los islamistas en Siria e
Irak dan la impresión de que el mundo alcanza una cierta calma, las
abiertas provocaciones del gobierno israelí y el intento de sus socios
norteamericanos de sabotear las relaciones con Rusia y China alertan
sobre la urgencia de todas las potencias para reubicarse en el escenario
mundial. Alemania lo está haciendo aceleradamente.
No todo son sonrisas
El
pasado lunes 12 el equipo unificado de hóckey femenino sobre hielo de
Corea perdió 8 a 0 frente a Canadá, pero a nadie le importó. El
verdadero partido lo jugaron en las tribunas las teloneras de ambas
Coreas que competían entre sí con su belleza, sus cánticos y sus
atuendos.
En
los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang (120 km al este de
Seúl) el Norte y el Sur sobreactúan, invitando al mundo a creer en la
reunificación pacífica de la península. El mayor ejemplo lo dio el
viernes 9, en la ceremonia inaugural, Kim Yo-yong, la hermana menor del
presidente norcoreano Kim Yong-un, al apretar la mano del presidente
surcoreano Mun Yae-in y sentarse a pocos metros del vicepresidente
norteamericano, Mike Pence. El gesto emocionó al público casi tanto como
el desfile de la delegación coreana unificada bajo una nueva bandera en
la que, sobre fondo blanco, se veía en azul el mapa de la península.
Después
de meses de bravuconadas entre Washington y Pyongyang la diplomacia
secreta entre las potencias y ambas Coreas da sus primeros frutos: el
presidente norcoreano invitó a su colega del Sur a visitar Pyongyang y
delegaciones militares van a encontrarse para coordinar medidas de
confianza mutua en la zona desmilitarizada del paralelo 38. El líder
norcoreano declaró el martes 13 que “el ambiente de diálogo y
reconciliación entre ambas Coreas debería avanzar un paso más”, mientras
agradecía “la impresionante” recepción ofrecida a su hermana. Sin
embargo, los juegos terminan pronto, Japón no quiere ser marginado, en
Washington no faltará quien lo secunde y, si no se derogan las sanciones
que ahogan al Norte, Kim Yong-un se verá tentado a proferir nuevas y
más altisonantes amenazas contra el Sur. La competencia entre las
teloneras es simpática, pero es sólo el prólogo de conversaciones más
serias.
Sin opciones, Bibi juega la carta bélica
Después
de un año de investigaciones un informe de la policía israelí conocido
el martes 13 aconsejó procesar el primer ministro Benjamin “Bibi”
Netanyahu por coimas y por la compra ilegal de apoyo periodístico.
Tozudo, el mandatario quiere seguir gobernando Israel. Para ello,
necesita una nueva guerra contra Siria y Líbano.
Israel
sufrió el martes 6 un duro golpe psicológico, cuando –por primera vez
desde 1982- un caza F16 fue derribado por cohetes sirios cerca de las
alturas del Golán, en el sureste del país, cuando atacaba objetivos
iraníes en Siria, como represalia por la irrupción de un dron de ese
país sobre la zona ocupada que fue derribado por la defensa antiaérea.
Según
voceros israelíes, la aviación israelí bombardeó cerca de Damasco un
centro de investigaciones sobre armas químicas, aunque el secretario de
Defensa norteamericano, Jim Mattis, ya había descartado que Siria posea
dicho arsenal. Según la Red Voltaire (http://www.voltairenet.org/article199698.html)
en el centro atacado, en realidad, estaban trabajando técnicos iraníes
en guías de precisión para cohetes de largo alcance. Israel sabe que, si
ataca Siria o Líbano, el norte del país sufrirá durante semanas un intenso bombardeo que haría imposible la vida civil. Por esta razón busca anular la artillería de su enemigo con ataques preventivos.
Para
no ir a la cárcel, “Bibi” Netanyahu quiere involucrar a Rusia y EE.UU.
en una guerra regional. Sus contendientes no caen en la provocación,
pero no está claro si los tres generales que rodean a Donald Trump
(Mattis, MacMaster y Kelly) son tan sensatos.
Alemania define su ubicación estratégica
Apenas
el miércoles 8 se anunció el acuerdo entre demócrata cristianos (CDU),
socialcristianos de Baviera (CSU) y socialdemócratas (SPD), para formar
una gran coalición hasta 2021, los observadores anunciaron el comienzo
del fin de la “era Merkel”. Es que la Canciller hizo a sus socios
concesiones tan grandes que se teme por su capacidad para conducir el
país. Muchos comenzaron ya a conspirar. En la CDU no asoman todavía los
magnicidas, pero en el SPD estalló un conflicto dirigencial en el que se
dirime la ubicación estratégica de Alemania.
El
lunes 12 se anunció el desistimiento de Martin Schultz a postularse
como ministro de Relaciones Exteriores de la nueva coalición y la
eventual continuidad allí del actual titular Sigmar Gabriel. Antes de
ser elegido presidente del SPD en mayo pasado, Schultz había hecho una
larga carrera en la política europea. Es un hombre de la burocracia de
Bruselas que desde el ministerio habría contribuido a profundizar la
integración y cohesión del bloque.
Gabriel,
por el contrario, está estrechamente ligado a Volkswagen, a más tardar
desde su mandato como ministro-presidente de la Baja Sajonia
(1999-2003), estado que posee el 18% de las acciones del gigante. Es un
cuadro del complejo automotriz alemán, hoy severamente golpeado por las
multas y sanciones en EE.UU. y obligado a reconvertirse hacia el
transporte eléctrico después de la decisión china de abandonar los
hidrocarburos.
Angela Merkel tiende a
esperar a que los conflictos maduren y sólo toma decisiones, cuando
puede imponerse. Así gobierna desde 2005. Sin embargo, el crecimiento de
la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD, por su sigla en
alemán) en las elecciones de septiembre pasado y el giro del Partido
Liberal (FDP) hacia la derecha reducen el espacio político. Para no
repetir la elección general, entonces, la Canciller estuvo dispuesta a
entregar al SPD los ministerios de Exteriores, Interior y Finanzas y a
aceptar gran parte de sus demandas. Para recuperar la estabilidad, el
nuevo gobierno deberá integrar a los casi dos millones de inmigrantes
que llegaron desde 2015, pero también reubicar a Alemania en la escena
internacional, afirmando su rol entre las primeras potencias, pero sin
pelearse con nadie. Se trata de una cuadratura del círculo perfecta,
como le gusta a Merkel. A lo mejor la despedida dura todavía algunos
años…
Encerrado, Trump se defiende avanzando
En
medio del enfrentamiento con el FBI por la investigación de sus
relaciones con Rusia durante la campaña electoral de 2016, el presidente
Donald Trump presentó un pesupuesto federal que aumenta el gasto de
defensa, el de control de la inmigración y un plan billonario de
reconstrucción de la infraestructura. Es que, sitiado por el “Estado
oculto”, el presidente se defiende atacando y comprometiendo a sus
oponentes en sus propias iniciativas.
El
proyecto de presupuesto prevé un gasto de 23.000 millones de dólares
para controlar la inmigración, 686.000 millones para renovar el
equipamiento militar y 200.000 millones como parte de un programa gigantesco de obras públicas. En un año electoral la propuesta se ajusta milimétricamente a las necesidades republicanas
y, aunque recorta drásticamente los gastos sociales, aumenta un 10% el
gasto público y dispara el déficit hasta casi el billón de dólares,
quita a sus contradictores buena parte de sus argumentos. Además, la
baja contribución federal al plan de obras públicas aumenta la presión
sobre estados, municipios y empresas para que se adhieran, generando una
forzada solidaridad nacional.
El
aumento del 14% en el gasto militar se concentrará en reforzar la
disuasión nuclear, en nuevos tipos de municiones y sólo secundariamente
en aumentar el número de efectivos. El presidente seduce a sus generales
y almirantes con nuevos equipamientos, pero trata de limitar las
intervenciones con tropas. Coherente con su política de “America first”,
trata de mantener la hegemonía mundial debilitando a sus adversarios y
preservando las fuerzas propias. En estas condiciones, el establishment
deberá pensar dos veces, antes de arriesgarse a un conflicto
constitucional con un presidente que está en la ofensiva.
Las posibilidades de replanteo de las relaciones internacionales que ofrecen las derrotas que el proyecto globalista ha experimentado en los últimos dos años aún no aseguran una paz duradera. Las provocaciones e intentos de desestabilización internas y externas alertan sobre la necesidad de primar la cooperación e integración internacionales como modo de relación entre los estados. El peligro de nuevas guerras todavía no está superado y debe concitar la máxima preocupación mundial
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Eduardo J. Vior