viernes, 29 de junio de 2018

Trump y Putin pueden obviar la UE

La crisis migratoria es sólo una parte del problema 

Detrás de la discusión entre los líderes europeos sobre los refugiados asoma el temor a que Rusia y EE.UU. se pongan de acuerdo a espaldas de la UE

por Eduardo J. Vior
Infobaires24
28 de junio de 2018
Eduardo J. Vior
La reunión que el Consejo Europeo comenzó el jueves en Bruselas, para acordar una política común de la Unión Europea (UE) hacia los cientos de miles de refugiados e inmigrantes llegados a través del Mediterráneo, tiene como trasfondo la preocupación generada entre los gobernantes europeos por la reunión que Donald Trump y Vladimir Putin mantendrán el 16 de julio en Helsinki. La crisis migratoria es sólo un síntoma de las múltiples diferencias internas sobre el curso de la Unión Europea.

El Kremlin y la Casa Blanca han confirmado que  Putin y Trump se encontrarán el próximo 16 de julio en Helsinki. Según fuentes rusas la reunión se centrará en “el estado actual y las perspectivas de desarrollo de las relaciones ruso-estadounidenses así como en temas actuales de la agenda internacional”.

Desde hace meses se especula con una posible cumbre entre ambos presidentes. Ambos jefes de Estado se encontraron ya en julio de 2017 durante la reunión del G 20 en Hamburgo y en Vietnam en noviembre pasado. Entonces, el norteamericano encomendó a sus asesores organizar una nueva cumbre, pero éstos boicotearon el intento, según informó The New York Times.

Yuri Ushakov, asesor del presidente de Rusia, propuso el jueves que ambos presidentes traten “las relaciones bilaterales [ente Rusia y EE.UU.], la normalización siria, la estabilidad internacional y el tema del desarme”, aunque agregó que también podrían sacar una declaración conjunta fijando los lineamientos futuros de su relación bilateral y su acción internacional.

Desde el punto de vista ruso, el mayor obstáculo para un entendimiento con Trump lo pone la aguda lucha por el poder dentro de EE.UU. Durante su reunión con el consejero de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, el pasado 27 de junio, el propio Putin lamentó que las relaciones entre ambas potencias “no estén en su mejor momento” por causa de las “luchas políticas internas en EE.UU.” Por su parte, Bolton aseguró que su presidente piensa que la cumbre de Helsinki “beneficiaría a EE.UU. tanto como a Rusia”, “al facilitar la paz y seguridad en todo el mundo”.

Esta reunión tendrá lugar justo después de la cumbre de la OTAN del 11 y 12 de julio en Bruselas y ha suscitado gran alarma entre los miembros europeos de la Alianza que temen que Trump “debilite” el bloque, si alcanza “un ‘acuerdo de paz’ con Putin”. Washington podría reducir sus compromisos militares, disminuir su despliegue en Europa y hasta suspender su participación en maniobras conjuntas. De hecho, el presidente norteamericano viene insistiendo a los europeos que deben asumir más responsabilidad en su propia defensa.

Paradójicamente, la preocupación de los líderes europeos ante la eventualidad de un acuerdo entre Trump y Putin puede impulsarlos a ponerse de acuerdo en la cuestión migratoria. Este jueves y viernes los jefes de Estado y de gobierno de la UE están reunidos en Bruselas para discutir la creación de campos de acogida para refugiados e inmigrantes que serían confinados allí hasta que se resuelva sobre sus pedidos. Según Federica Mogherini, Encargada de las Relaciones Exteriores de la UE, el proyecto no viola los derechos humanos ni el estatuto internacional de los refugiados.

Italia, Grecia y España, principales receptores de refugiados, se niegan a seguir soportando solos los costos por su hospedaje. Alemania y Francia, por su parte, quieren impedir que los recién llegados sigan su viaje hacia el norte. Los países de Europa Central y Oriental, finalmente, se niegan completamente a que la UE acepte fugitivos extraeuropeos. Angela Merkel quiere alcanzar un compromiso común, pero su ministro del Interior y presidente de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU, por su sigla en alemán), Horst Seehofer, exige que Alemania cierre las fronteras por sí sola. Esta diferencia ha puesto en crisis la coalición de gobierno en Berlín, ya que el otro socio, los socialdemócratas del SPD, junto con Los Verdes y La Izquierda en la oposición, reclaman más medios para acoger a los actuales y futuros refugiados e integrarlos en la sociedad alemana. Mientras tanto, la neonazi Alternativa por Alemania (AfD) exige la expulsión de los refugiados y especula con la ruptura de la coalición.

Si los miembros de la UE no llegan a un compromiso sobre los refugiados, es difícil que se pongan de acuerdo en una posición única en el conflicto comercial con EE.UU., sobre las sanciones contra Rusia y en torno a la defensa común. El nuevo presidente del gobierno italiano, Giuseppe Conte, ya amenazó con vetar el documento final de la cumbre, si no se arriba a un acuerdo sobre la responsabilidad indivisa de los estados miembros en la atención de los refugiados y se vota un fondo fiduciario de 500 millones de euros para financiar el desarrollo de África (y así desalentar la salida de migrantes). La amenaza italiana obligó a cancelar la conferencia de prensa que al fin del día pensaban dar el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el de la Comisión, Jean-Claude Juncker.

El premier Conte anunció hace algunos días, asimismo, el voto de su país por la no prolongación de las sanciones económicas y culturales de la UE contra Rusia que, en principio, caducan a fin de julio. Similar bandera enarbola el derechista gobierno austríaco. Las sanciones adoptadas en 2014 contra Rusia perjudican mucho a los países industriales del centro y sur de Europa.

Especialmente Alemania está interesada en mejorar sus lazos con Rusia, primero, por las enormes pérdidas que sus empresas han sufrido al no poder exportar a ese país, segundo, porque por Rusia pasa todo el tráfico del Camino de la Seda a y desde China y, tercero, porque las empresas energéticas germanas están muy interesadas en la construcción del gasoducto North Stream 2, que por el Mar Báltico debe traer a Alemania el gas ruso, contorneando los países bálticos y Polonia. Entre los directivos del consorcio constructor liderado por Gazprom figura el ex canciller Gerhard Schroeder. Precisamente, para lograr el levantamiento del veto norteamericano contra este gasoducto, días pasados el ministro de Energía ruso Aleksandr Nóvak estuvo en Washington. Es que Estados Unidos, convertido en exportador neto de petróleo y gas gracias a la producción de esquistos, ha construido en los últimos cinco años en su costa este y en la costa atlántica europea numerosas plantas para la regasificación de gas licuado (GNL) que quiere vender en el mercado de la UE.

Los conflictos en torno a las relaciones con Rusia, la acogida de los refugiados, el diferendo comercial con EE.UU. y el aumento de los presupuestos militares europeos dividen a la Unión Europea. Si en Bruselas sus líderes no llegan a un compromiso mínimo sobre la recepción de los fugitivos, más de un miembro se verá obligado a adoptar soluciones nacionales en varias o todas las cuestiones litigiosas. Si no los une el amor, que los una el espanto.

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