La nueva crisis mundial asoma desde Arabia Saudita
Mientras
Trump intenta frenar la presión internacional sobre Riad por el caso
Khashoggi, las inminentes negociaciones sobre Yemen acorralan al reino
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
22 de noviembre de 2018
Infobaires24
22 de noviembre de 2018
En
su conferencia de prensa del martes 20 el presidente Donald Trump
intentó desmerecer el informe de la CIA que demuestra que el príncipe
heredero saudita, Mohamed bin Salman, estaba perfectamente informado
sobre al asesinato del doble espía y periodista Jamal Khashoggi (se
pronuncia Jashoqui) en el consulado de su país en Estanbul el pasado 2
de octubre. No obstante, como las evidencias son aplastantes, el reino
no podrá resistir una prevista resolución del Consejo de Seguridad de la
ONU que en los próximos días ordenará a las partes en guerra en Yemen
iniciar negociaciones de paz, sellando la derrota de la agresión que el
país sudarábigo sufre desde hace casi cuatro años. Sin embargo, si el
príncipe heredero se ve cercado, estaría tentado a desatar una crisis
petrolera y financiera mundial y/o una guerra que incendie el Medio
Oriente ampliado. Las grandes potencias tratan de contener el peligro,
pero dependen de cómo se resuelva la crísis dinástica dentro del reino.
En
un tuit publicado el miércoles 21 Donald Trump insistió en defender su
negativa a condenar a los líderes sauditas por el asesinato de Jamal
Khashoggi. Hablando con la prensa el día martes el presidente había
dicho que EE.UU. quiere seguir siendo un “firme aliado” de Arabia
Saudita, aun cuando “puede haber sido” que el príncipe Mohamed bin
Salman (MbS) haya sabido del asesinato de Jamal Khashoggi. “En todo
caso”, aclaró, “nuestra relación es con el Reino”.
Reforzando
su argumentación, el miércoles el presidente festejó los bajos precios
de los hidrocarburos: “Los precios del petróleo están bajando. ¡Genial!
Es lo mismo que una rebaja de impuestos para los norteamericanos y para
el mundo. Muchas gracias Arabia Saudita, pero que bajen aún más de los
54 dólares actuales”, tuiteó. Ya el martes su principal argumento había
sido económico: “si cancelamos los contratos para la venta de armas [a
Riad], Rusia y China serán los principales beneficiarios,” declaró.
Las
declaraciones de Trump sucedieron en pocos días a la publicación el
viernes anterior de un informe de la CIA que constataba que MbS fue el
autor intelectual del asesinato del periodista y doble espía.
La
crisis desatada por el asesinato de Khashoggi traza círculos cada vez
más amplios y preocupa a todas las cancillerías. No obstante los riesgos
de escalamiento, las presiones diplomáticas sobre los sauditas pueden
conducir a la salida de la terrible guerra que azota a Yemen. El martes
el enviado especial del secretario general de la ONU, Martin Griffiths,
se puso en camino hacia Sana’a, para organizar las negociaciones que
deben realizarse próximamente en Suecia. Griffiths pretende que el mes
próximo los Hutis y la facción apoyada por los sauditas se sienten a la
mesa de negociaciones.
Aunque la
semana pasada ambas partes expresaron su beneplácito al envío de la
misión y a la realización de negociaciones, fieros combates que
estallaron el lunes en el norteño puerto de Hodeida hacen temer por el
cronograma. Los choques se concentraron en la parte oriental de la
ciudad parcialmente sitiada por la coalición liderada por los sauditas.
En
coincidencia con la misión de Griffiths, el lunes Gran Bretaña presentó
al Consejo de Seguridad un proyecto de resolución que exige un
inmediato alto el fuego en la ciudad de Hodeida cuyo puerto es
prácticamente la única vía para el ingreso de ayuda humanitaria. Por su
parte, Mohamed Ali al-Huti, líder del Alto Comité Revolucionario, tuiteó
el lunes la disposición de su grupo a suspender todas las operaciones
militares y el lanzamiento de cohetes hacia Arabia Saudita. También Riad
expresó su apoyo a nuevas tratativas. En una reunión con el Consejo de
la Shura (asesor de la corona), el rey Salman bin Abdulaziz afirmó el
lunes que su gobierno respalda para Yemen una “solución política” y un
“diálogo nacional comprehensivo”.
Aunque
los países occidentales han condenado los ataques contra la población
civil, siguen apoyando la agresión saudita y continúan vendiendo armas a
Riad. Por estas razones, es de aplaudir que el debilitamiento
internacional de Arabia Saudita esté conduciendo a una salida negociada
en Yemen.
No sólo los Estados
Unidos, sino también China y Rusia están intentando contener los
crecientes daños producidos por el asesinato de Khashoggi. MbS ha
amenazado concretamente con tomar medidas de represalia económica, si es
incriminado. Se escucha hablar de un boicot petrolero saudita que
dejaría a Europa Occidental sin hidrocarburos. Otra amenaza que ha
esgrimido es retirar de los bancos europeos y norteamericanos los
depósitos de los fondos soberanos del reino. En cualquiera de los casos
se desataría una crisis mundial de proporciones. Por ello nadie entre
los principales líderes internacionales se atreve todavía a condenar
abiertamente al joven príncipe heredero. La alternativa en juego es
desplazarlo de la línea sucesoria.
Recientemente
algunos funcionarios norteamericanos han indicado que apoyarían la
asunción del trono por el príncipe Ahmed bin Abdulaziz. Último hermano
vivo del rey Salmán y, como éste, hijo del fundador del reino (1932),
Abdulaziz bin Saud. El príncipe Ahmed (76 años) fue viceministro del
Interior durante 40 años y este año tuvo que salir en un exilio
encubierto, después de que Mohamed bin Salman en noviembre pasado
encarceló a 40 príncipes de la casa real y torturó a algunos de ellos,
hasta que le entregaron la mitad de sus riquezas. Ahmed volvió
significativamente a Riad la semana pasada.
Las
fuentes sauditas aseguran que la diplomacia internacional confía en que
el príncipe Ahmed no cambiaría ni revertiría ninguna de las reformas
sociales o económicas promulgadas por MbS, honraría los contratos de
compra de equipamiento militar y mantendría la política internacional
saudita, pero restablecería la unidad de la familia real.
Aunque
la oposición interna a MbS es fuerte, no todos en la familia están de
acuerdo con derrocar al príncipe heredero, como el príncipe Turki bin
Faisal, ex embajador en Washington y Londres y también ex jefe de
inteligencia señaló: “Mientras más críticas al príncipe heredero hay,
más popular es en el reino”. El problema consiste en que el mundo no
puede arriesgarse a una crisis económica general y/o a una guerra que
incendie el Medio Oriente ampliado, porque el joven príncipe megalómano y
paranoico sea popular. Alguien debe hallar la vuelta a la cuadratura
del círculo y ese alguien gobierna desde Washington.